Contenido creado por Inés Nogueiras
Seré curioso

El uruguayo promedio (y exitoso)

Seré Curioso: César Troncoso

En una nueva entrega de Seré Curioso, el periodista César Bianchi entrevista al actor César Troncoso.

Lectura: 16'

2014-06-10T08:05:00-03:00
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César Troncoso es el típico uruguayo. De esos que cuando desde el exterior lo destacan y lo convocan, acá reaccionamos diciendo: "¿Eh? ¿Éste es crá? ¡Qué va a ser! ... ¡Si vive a la vuelta de casa y va a hacer las compras en chancletas!". Fue empleado en un estudio como auxiliar contable para vivir y hacía teatro por las noches para satisfacer su vocación. 

Con una prolífica carrera teatral, un día lo llamaron para un papel en cine. Era para "El viaje hacia el mar", donde debía compartir cartel con un elenco prestigioso. Fue en la piel de Beto, el bagayero de "El baño del papa" (2007), que se consagró. Lo empezaron a mirar con atención desde Brasil, donde hizo varias películas, cortos y hasta telenovelas en siete años. Con barba tupida hizo de villano en la novela de Globo "La flor del caribe" y pasó a ser un refuerzo de cachet internacional.

Hoy, de vuelta en Montevideo y cañita con butiá mediante, dice que extraña algunas cosas de su empleo fijo de oficinista, que su talento y dedicación tuvieron la bendición del golpe de suerte necesario y que algún día le gustaría trabajar con Estela Medina e integrar la Comedia Nacional.

Por César Bianchi
@Chechobianchi


-Se te terminó el contrato con la Globo... ¡Justo ahora que se viene el Mundial!
-Estaría bárbaro poder ir al Mundial... Igual, las sedes de Uruguay están alejadas de mi territorio. Yo lo más lejos que llegué fue a Rio de Janeiro, y no subí más. Ahí es donde TV Globo tiene el Projack, sus estudios, donde grababan la novela.

-Por las instalaciones de los estudios te trasladaban en carritos de golf, ¿no?
-Sí, como a un golfista. Tienen camiones para trasladar escenografías y para los funcionarios un sistema de ómnibus para trasladarnos dentro del predio y un carrito de esos para llevarnos a la ciudad escenográfica, que estaba un poquito más apartada, dentro del mismo predio. Si sos estrella o están apurados por llevarte, te llevan en esos carritos.

-¿Qué fue lo que más te costó en la adaptación a Brasil? El idioma no fue un gran problema...
-Yo fui en condiciones privilegiadas. Me dieron un apartamento, con lo cual yo salía a hacer las compras -cosa que yo pedí, para mimetizarme con el lugar y hacerme entender en el super- pero lo más difícil fue separarme de mi mujer y de mi hija. Mi señora trabaja en el Mides, con un horario establecido y mi hija tenía 15 años, estaba haciendo el liceo, en plena adolescencia. Viajaron solo para visitarme y conocer Rio. Me hice amigo de Jean Pierre Noher, que estaba en una situación parecida a la mía y estaba a pocas cuadras de distancia de mi apartamento. La falta de afectos cerca se hizo notar.

"Volver a Uruguay no es un paso atrás. Desde el económico sí, pero desde lo artístico el teatro acá siempre vale la pena"


-Hiciste ocho películas en cinco años en Brasil. Te tildaron de "el darling" del cine brasileño, algo así como el querido o el mimado. ¿Te sentías así? ¿Sentiste ese cobijo?
-Siempre me sentí bien tratado. Yo gané el Festival de Gramado con "El baño del papa" y se vio mucho en Brasil. Tenía la presencia de César Charlone, era una coproducción con Brasil y estaba escenificada en la frontera. Todo eso hizo que le fuera muy bien en Brasil y a partir de ahí me empezaron a llamar. Allá funcionaba como "actor internacional" y llegaba prestigiado por algunos premios, pero no me siento "el querido". Tengo continuidad de trabajo allá, pero si bien me ubican y me tienen bien considerado en el medio cinematográfico, a nivel del gran público no. Solo me reconocieron en tiempo real de la novela y con aquella barba, pero terminada la novela yo me afeité y ya no me reconocía nadie.

-¿Pasó tu suerte zafral o considerás que igual seguís siendo tenido en cuenta para próximas novelas o películas? Hace un año diste una entrevista y decías que sentías que era "el" momento. ¿Y ahora?
-Es que creo que estoy bien considerado allá, pero por otro lado, actores latinoamericanos en Brasil deben haber 4.000...

-¡Pero hiciste de guatemalteco!
-Hice de guatemalteco, peruano, paraguayo, mexicano... Lo que sí vi, cuando terminé la novela ("Flor do Caribe"), es que tuve continuidad de trabajo. Con algunos creo que eso va a seguir siendo así porque me he vuelto amigo de ellos. En Rio Grande do Sul hay un director que se llama Paulo Nascimento, con el que trabajé en dos películas, cortometrajes, una miniserie y creo que con él puedo llegar a tener continuidad de trabajo. En Globo también trabajé en un capítulo de una miniserie con Caua Reymond, el actor del momento para las mujeres... Me están saliendo laburos, no son laburos de ocho meses como la novela, pero eso es a suerte y verdad. Globo tiene actores fijos, de la casa y con contratos largos, y tiende a llamarlos a ellos y en segundo lugar a los que estamos en la vuelta. Yo tengo la particularidad -para bien y para mal- de que soy extranjero y se nota, entonces por un lado no tengo mucha competencia en mi rango de edad, pero por otro no hay muchos papeles para alguien de mi perfil. El panorama a futuro es que voy a tener continuidad de trabajo, pero voy a tener que agarrar papeles más grandes, más chicos, un capítulo de una miniserie y quizás algún protagónico.

-Ahora, tener que volver a hacer teatro en Uruguay y con papeles más chicos, ¿sería dar un paso atrás en tu carrera?
-No, no es dar un paso atrás. Sería considerado para cine también. Acabo de hacer la voz en off de "Manual del macho alfa", tengo proyectos con Esteban Schröeder, con Daniel Hendler, con Guillermo Casanova, que son para películas uruguayas. Hacer teatro no es nunca un paso atrás, no en el aspecto artístico. En el económico sí, claro, pero desde lo artístico vale la pena siempre el teatro. Yo no quiero dejar de hacer cine y teatro acá.

-Tu primera película fue "El viaje hacia el mar", con Casanova, en 2003. ¿Te imaginabas que una década después te ibas a convertir en el actor uruguayo con más presencias en el cine nacional?
-No. ¡De hecho no me imaginaba hacer cine! Era bien teatrero. Hoy, el tipo que se dedica a la actuación puede contar entre sus aspiraciones el cine. Ya está desarrollada la industria y hay siete u ocho pelis por año, pero cuando yo empecé a estudiar actuación, mi expectativa era hacer teatro. Y apareció "El viaje hacia el mar", algunos cortometrajes, después "El baño del papa"...

-"El baño del papa" fue un antes y un después en tu carrera.
-Sí, claro, fue la película que cambió mi historia. Ojo que también está la suerte. Mi primer película era muy coral, tenía seis protagonistas. No tuve esa presencia tan fuerte en pantalla como para lucirme. En cambio, el personaje de Beto en "El baño del papa" era muy marcado en la historia, estaba en el 90% de las escenas. Generó una exposición que por suerte resultó muy positiva. Ahí apareció Brasil, apareció la continuidad de trabajo, y la chance de dejar la oficina y las ocho horas... Ahí se instaló eso de "puedo ser actor y tener cierta tranquilidad".

"El personaje de Beto en "El baño del papa" era muy marcado, estaba en el 90% de las escenas. Generó una exposición que por suerte resultó positiva. Y ahí apareció Brasil"


-Cuando hiciste tres obras en la Sala Teatro Moviecenter ("El método Grönholm", "Gorda" y "Un dios salvaje"), todavía eras empleado de un estudio contable...
-Sí, claro, pero ahí ya me estaba yendo bien. Pero era zafral, como decís vos: tenía trabajo por unos meses y ta. No daba para dejar la oficina. Yo no he pagado para actuar, pero me he hecho cargo de los gastos de una obra de teatro. Una vez fui a cobrar un mes entero de trabajo y me dieron 17 pesos...

-¿Cómo?
-Cobré 17 pesos. La obra tenía gastos, hubo gastos de relanzamiento, primero le pagábamos a proveedores, porque era una cooperativa y era un elenco numeroso. Y cuando me tocó cobrar, eran 17 pesos.

-Apenas te alcanzó para el boleto de ómnibus... Pero después el pase a la Globo fue una revancha, ¿no? Como el pase a un cuadro grande.
-Sí, suena como eso. A nivel económico fue un gran salto, me cambió la pisada, pero me la cambió ocho meses. Acá hay actores con el mismo nivel de calidad que yo, y no tuvieron esa chance que yo tuve. Para mí, el negocio de ser actor es perseverancia o militancia en una institución o teatro, talento - que no siempre es definitorio- y suerte. Yo conozco gente que se viene rompiendo el lomo hace tiempo, de buen nivel actoral y no han tenido suerte. Pero desde lo artístico, yo no noto diferencias. No en la calidad base.

-Decías, en entrevista con No Toquen Nada, que creías que te estaba yendo bien en Brasil porque resolvés bien los personajes que te piden y no sos quilombero. ¿Garpa tanto no ser conflictivo?
-Lo digo en el sentido de que vos siempre trabajás en equipo. Yo había escuchado de algunas estrellas que cuando le decían al chofer que tenían que ir a buscar a fulano, se querían matar... ¡y vos necesitás a ese chofer! Atrás tuyo hay 40 personas que trabajan para que cuando vos estés en pantalla salgas bien. Después hay toda una industria del quilombo, del chisme y del relajo, pero es otro corte del personaje público, que no es lo que yo quiero ser. Uno tiene presente eso en Argentina, también pasa en Brasil, pero va en uno querer entrar en ese círculo o no. El periodista de chimentos sabe a quién ir a buscar. El grueso de los actores de Globo que yo conozco está por fuera de eso.

-Has dicho que con el contrato de la Globo tenías la intención de comprarte una casa acá. ¿Te la compraste?
-No. ¡Me falta otro contrato con Globo! Jaja... Estoy mirando, pero están caras... estoy esperando a ver si bajan un poco los precios. No quiero un palacio, pero algo que no se llueva. Lo que necesito es un dormitorio más y un pedazo de patio, pero están caras.

"El negocio de ser actor es perseverancia o militancia en una institución o teatro, talento y la suerte"


-¿Por qué te emocionaste cuando viste "Anina", la película para la cual prestaste la voz para el personaje del padre de la protagonista?
-No sé... Está muy bien hecha. A veces uno tiende a subestimar las películas de animación, aunque ahora con Pixar es más difícil subestimarlas... pero el palo de "Anina" no es el mismo de Pixar. Esta es una animación más artesanal, más de libro, y hay una reconstrucción de un tiempo y un Montevideo que me despertó nostalgia. Se ve increíble ese Montevideo que consiguieron recrear, y después el juego de la ternura, una cosa muy inocente... La peli tiene guiños para el espectador adulto, pero son sutiles.

-Incluso, hay guiños para la dupla Suárez-Troncoso (NdeR: dupla que César hizo con Roberto Suárez, haciendo humor arriba de los ómnibus)...
-¡Sí! Hay justicia poética en el mundo y Roberto (Suárez) hace de mujer y yo hago de papá. Hay mucho director de esa generación que nos vio en "Suárez-Troncoso" y nos tiene de referencia.

-¿Seguís en contacto con él?
-Sí, sí, de forma intermitente... Él se ha convertido en un gran director de teatro. El tipo que lo conoce lo saca más de las publicidades y como actor, pero es uno de los mejores directores de teatro, seguro. El espectador de teatro espera sus obras con ansiedad. Para "Bienvenido a casa" ensayó dos años... Él me había llamado para esa obra, me había dicho que era un año de ensayo y yo le dije que era mucho tiempo para mí, porque me quedaban muchas chances por el camino. Y que para trabajar de nuevo con él tenía que volver al estudio contable, porque si no, ¿cómo hacía para vivir? Hoy está viajando con esa obra, ha ganado en festivales. Me gustaría volver a hacer algo con él.

-¿De veras no tenés ni idea de cómo construís tus personajes?
-De veras. No tengo un método, no tengo idea consciente. Hay gente que se escribe una historia del personaje y su génesis... A mí me decís que haga de un rengo y yo me pongo a renguear en casa. Le pego cuatro leídas a un texto y me imagino reacciones posibles. Si me dicen que soy un malandra, me dejaré el bigote; si es una malandra bravo, me pondré algo de cuero; y si es un malandra fino, me pondré saco y corbata.

-¿Hay algo que extrañes de tu laburo de auxiliar contable?
-Sí, sí. El tener un sueldo fijo te ordena, como también te ordena tener un horario de entrada y de salida. Y después, el contacto directo con gente que está en otra cosa. Te asegura llegar a fin de mes, y te da contacto humano con el diariero, el de la cafetería, el de la casa de cobranzas. Por eso yo en Brasil pedí ir al super y poder hacer las compras yo, no que alguien me dé la comida en la boca. ¿Para qué voy a querer que me traten de estrella por seis meses si después tengo que venir a Montevideo y calcular que me conviene más la feria que el supermercado para comprar zapallitos?

-Empezaste a estudiar teatro a los 25 años con Restuccia y Cerminara. ¿En qué notás hoy aquella formación?
-Lo que los tipos te daban era un gran margen de libertad. Yo hoy puedo resolver algunas cosas porque tengo adquiridas aquellas herramientas, o sea, tener capacidad de respuesta para resolver cosas. Yo en "Marx en el Soho" me quedé sin letra dos veces. (Restuccia y Berto Fontana estaban en el teatro esa noche). Y resolver esos problemas lo aprendí con ellos. En cine podés chivear, pero en teatro, que es en vivo, no. En "El método Grönholm" estábamos en el Moviecenter y una noche cayó un globo (en la tarde hacían "Barney, el dinosaurio"), entonces yo improvisé y lo incorporé a la historia. Eso te lo daba Teatro Uno. Te daba una cosa que no era muy ortodoxa ni muy formal, pero te habilitaba a resolver.

-¿Por qué te definís como un actor genérico?
-Gustaf, por ejemplo, tiene una nariz prominente; yo no tengo un rasgo muy marcado. Soy un montevideano medio, entonces me ponés bigotes y doy una cosa, me ponés lentes y un cerquillito y hago de banana, me dejo la barba tupida y puedo hacer de villano... Soy versátil, pero por característica. Hay actores que se mimetizan con el personaje y hay actores que son ellos por encima del personaje. Vos ves a Robert De Niro y decís "es De Niro haciendo de..." y ves a Dustin Hoffman y ves un personaje, no a Hoffman; yo creo que soy más del segundo tipo.

"No tengo un método (de actuación), no consciente. Hay gente que se escribe una historia del personaje y su génesis... A mí me decís que haga un rengo y me pongo a renguear en casa"


-¿Con quién te gustaría actuar o dirigir en Uruguay, que no hayas trabajado?
-Hubiese querido trabajar con Control Z, que ya no existe como tal, con Stoll, con el "Cote" (Federico) Veiroj... Pero si te digo alguien diría Estela Medina, o Roberto Jones, con quien trabajé en una serie de TV, pero no en teatro. Sé que está dirigiendo muy buenas obras de teatro, ahora con "Casa de muñecas".

-¿Te gustaría dirigir?
-Sí, pero no sé qué, ni cómo. Y me falta valor, coraje, y me da pereza. Tengo esos dos problemas.

-¿En algún momento te gustaría integrar la Comedia Nacional?
-Y... te da estabilidad económica, y tiene a muchos de los grandes actores del Uruguay. Tiene sus requisitos, integrarla implica abandonar ciertas libertades y prácticas del teatro independiente, pero tiene un grupo grande de actores buenos. Habría que ver, son coyunturas... A mí me gustaría trabajar con algunos de ellos ahí, claro. Hay una capacidad de producir cosas con continuidad.

-Hace dos semanas cantaste tu voto en Facebook al promover a Constanza Moreira como presidenta. Y sabés que esta entrevista se leerá cuando el candidato del FA sea Tabaré Vázquez. ¿Sos consciente de que podés ser un líder de opinión ante muchos indecisos?
-No me interesa transformarme en líder de opinión. Si influyo a alguien, es a alguien que tiene convicciones muy débiles. Si viene mañana Estela Medina y dice "yo voto a Bordaberry", no me va a convencer a mí, aunque lo diga una grossa. Me da la sensación de que ciertas cosas son importantes: apoyar a tal o a cual para el país es mejor o peor. En el caso del FA creo que hubo un desgaste, que no hay renovación, se va Tabaré y los líderes son Mujica, Astori y Tabaré nuevamente. Vale la pena pensar en una renovación dentro del partido que vos preferís. Y sí, soy consciente de que puse "Constanza Presidenta" y sé que no va a suceder. Yo no separo en buenos y malos, ganadores y perdedores, es lo que yo pienso. Estoy a favor de ciertas cosas: del "no a la baja", de la ley de salud sexual y reproductiva, del casamiento igualitario, pero porque me parece mejor para el país, porque son herramientas que nos transforman en mejores tipos. Y estoy en contra de otras porque creo que nos tiran para atrás. Si alguien me tiene como un tipo bien pensante y lo convenzo, genial, pero yo no me hago cargo. Otros votan a alguien porque es el más lindo o el que habla mejor...

-¿Sos feliz?
-En términos generales, sí. Estoy en un buen momento personal, estoy viendo crecer a mi hija bien, viendo a mi mujer realizarse profesionalmente, sigo con ella desde hace 21 años y no estamos hartos el uno del otro, no seguimos por inercia. Laboralmente me va bien. Yo no me quejo, y las quejas que puedo tener son por el entorno... Tiene que ver con eso el hecho de tener una hija adolescente y de que yo vengo envejeciendo, todo me pega distinto, pero por edad, no porque todo tiempo pasado haya sido mejor.

Montevideo Portal / César Bianchi
Fotos: Juan Manuel López