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Judiciales

Cerca del enemigo

Sangre, golpes, amenazas y robos: relatos del calvario que viven en un edificio de Pocitos

Inquilinos y propietarios denunciaron en Fiscalía la escalada de violencia que sufren a manos de un joven que vive en un apartamento.

01.10.2023 09:02

Lectura: 7'

2023-10-01T09:02:00-03:00
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Por Joaquín Symonds

Gritos, golpes, insultos, papel quemado en los pasillos, sangre en las puertas. Es apenas un pantallazo de lo que viven los habitantes de un edificio ubicado en Pocitos, en las calles Manuel Pagola y Pedro Berro. Los hechos de violencia provienen de un apartamento del primer piso, donde vive un joven de 38 años. 

Los propietarios e inquilinos del edificio aseguran que Nicolás —nombre ficticio— ha tenido una escalada de violencia en los últimos meses. Por este tema han radicado varias denuncias a la Policía, pero el joven no permaneció más que algunas horas en la comisaría y luego salió nuevamente en libertad. 

El evento de mayor violencia ocurrió el pasado 27 de abril, cuando Nicolás tomó a golpes a uno de los vecinos, un hombre de 77 años. Según la denuncia presentada ante la Fiscalía por el grupo de 12 vecinos, el agresor comenzó a golpear a la víctima sin mediar palabras y hasta lo agredió con un bomberito. “Lo golpeó en la cabeza, lo empujó por la escalera y luego lo pateó salvajemente a lo largo de 10 metros”, indica el documento al que tuvo acceso Montevideo Portal

Fuentes de la causa indicaron que la víctima de los golpes sufrió varios daños físicos: numerosos politraumatismos, traumatismo de cráneo con pérdida de conocimiento, contusión cerebral, pérdida de piezas dentarias, dolores de cabeza persistentes y pérdida de equilibrio. Estuvo dos semanas internado en cuidados intensivos.

Los denunciantes argumentan que esta “desgracia con suerte” es el desencadenante de una serie de sucesos que fueron advertidos, debido a los varios indicios y episodios violentos que Nicolás había protagonizado.

La víctima de los golpes, Gustavo (también nombre ficticio), contó a Montevideo Portal que jamás mantuvo algún tipo de diálogo o de vínculo con el agresor. Rememoró que hace ya varios años se encontró con él en el pasillo, pero prefirió seguir su camino y no lo saludó a sabiendas de que es una persona conflictiva. 

El día que Nicolás lo golpeó, Gustavo se iba a trabajar en la mañana temprano pero notó que el joven estaba dando vueltas por el pasillo, por lo que decidió esperar unos minutos. 

En determinado momento pensó: “Yo no puedo estar acá sin poder ir a trabajar”, y decidió salir. Unos metros después de que pasó por el apartamento 102, Nicolás lo tomó por sorpresa y le pegó brutalmente. Entre las lesiones que sufrió, la peor se encuentra en uno de los codos de Gustavo, que no tiene cura porque quedó “totalmente destruido”, según le explicaron los médicos. 

Al hombre lo atendió un médico forense del Instituto Técnico Forense del Poder Judicial (ITF), que lo examinó “por arriba” y no puntualizó en que Gustavo posee una operación de cráneo que data de algunos años. En una mutualista privada repararon en que el hombre podría haber muerto producto de los golpes en la cabeza, dado que sufrió una afectación en su cerebro. 

Una larga lista 

Las 12 familias denunciantes, representadas por el abogado penalista Marcos Pacheco, decidieron hacer público su calvario porque llevan ya varios meses a la espera de una respuesta de Fiscalía, que no llega, y temen lo peor. Mientras tanto, otras tres familias decidieron vender sus casas y mudarse.

Tienen una larga lista de hechos protagonizados por Nicolás, que incluye desde robos hasta un intento de ingresar a un apartamento. 

“Con respecto a su comportamiento en el edificio y con los vecinos, inicialmente solía realizar destrozos y hurtos menores dentro del edificio (espejos, picaportes, contadores de luz). En febrero de 2022 comenzó a tener una escalada de violencia no solo en su entorno familiar, sino que con las personas dentro y fuera del edificio”, agrega el reclamo formal. 

A partir de la fecha mencionada, Nicolás comenzó a patear puertas durante la madrugada, amenazó a un vecino con un cuchillo debido a que él entendía que estaba usando su garaje cuando “esto no era así [porque] él no posee garaje ni auto”. 

En octubre de 2022, Nicolás tiró un gas de cloruro de potasio en el pasillo del primer piso mientras estaba la mujer que se encarga de la limpieza de toda la edificación. “El médico le constató irritación ocular y en las vías respiratorias”, asegura la denuncia, y se agrega que no se pudo circular dentro del edificio por tres horas debido a las tareas que estaban realizando los bomberos. 

“El 8/10/2022 concurrió la Policía nuevamente por un llamado de emergencia médica debido a que estaba adentro de la heladera de su casa y la madre no lo podía controlar. Ese mismo día, por la noche, intentó ingresar al apartamento contiguo”, aseguran los vecinos en la denuncia. 

La violencia también se ha dado en episodios fuera del edificio, como el denunciado por un hombre que fue amenazado y golpeado por Nicolás “al estacionar frente a su balcón”.

Fuentes del Ministerio del Interior informaron a Montevideo Portal que el hombre tiene más de 50 denuncias en diferentes dependencias policiales. En el registro, más de la mitad de los reclamos son por parte de los vecinos y el resto de otras personas que no conviven con él. 

Fotos cedidas a Montevideo Portal

Fotos cedidas a Montevideo Portal

Peleas familiares

En la denuncia se adjuntó el testimonio de la hija de Gustavo, que no vive en el mismo edificio pero sí lo asistió el día que fue golpeado. La mujer cuenta que, luego de que el hombre fuera brutalmente atacado, decidió ir al edificio para levantar pertenencias que habían quedado en el lugar. 

“El olor a sangre, las moscas, el testimonio de los vecinos que se acercaron a preguntar por mi padre, no hacían más que mostrar el grado y la gravedad de lo ocurrido”, indica la mujer, según el documento. 

La Policía no sabía dónde habían quedado las pertenencias de Gustavo, por lo que su hija decidió tocar la puerta del agresor y quien atendió fue su madre. “Cuando me abre le pido que me devuelva las cosas de mi padre y, como quien pregunta cómo está el día, me devuelve las cosas y me expresa la suerte que tiene de que la Policía se haya llevado a su hijo, y que no piensa limpiar la sangre de los corredores”, agrega la mujer. 

Tras ese episodio, Nicolás fue internado en el Hospital Vilardebó y luego en una mutualista privada. Sin embargo, el joven logró escapar y apareció nuevamente en el edificio el pasado 30 de abril. Al ser visto y escuchado por los vecinos, nuevamente debió intervenir la Policía, pero los efectivos no pudieron convencer al agresor de que se entregara. 

Con una orden de allanamiento solicitada por la Fiscalía y aprobada por la Justicia, cuatro policías entraron al apartamento para sujetar a Nicolás y retirarlo del lugar. Dentro del apartamento, además de su madre, vivía la abuela del joven que “nadie sabía cómo seguía ahí adentro”, señaló Gustavo, y agregó que la mujer fue trasladada a un residencial. 

“Yo vivo hace 20 años ahí. Cuando yo me mudé, en el apartamento vivían los abuelos de él. El hombre falleció hace unos años y ahí quedaron la abuela, la madre y el joven. Las peleas entre la madre y el hijo eran casi diarias y con una violencia terrible”, agregó Gustavo. 

El caso está bajo investigación de la Fiscalía de Flagrancia de 2° Turno a cargo de Patricia Rodríguez. Los vecinos reclaman al Ministerio Público que se avance en la investigación y que se implemente una medida de prohibición de acercamiento al edificio, además de la internación del joven.

Las familias denunciantes adjuntaron capturas de Facebook para acreditar que el joven participaba de grupos neonazis de Brasil y Argentina. En una de ellas, se ve un posteo en el que escribió: “Hay que terminar con todas las basuras humanas”.

“Es una persona altamente peligrosa para los vecinos, siendo probado que ha puesto en riesgo en varias oportunidades la integridad física y la vida de las personas que lo rodean”, sostiene la denuncia sobre el final, y Gustavo acota: “Hay niños y ancianos que pasan todos los días cerca de este hombre. Es un peligro”. 

Por Joaquín Symonds