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Ruglio: “Presidentes menos combativos le quedaban cómodos a Nacional”

Sancionado por un mes por el comité de ética de la AUF por sus dichos, el presidente de Peñarol no se amilana y redobla la apuesta.

27.04.2023 10:08

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2023-04-27T10:08:00-03:00
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Por César Bianchi

Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti

Juan Ignacio Ruglio tiene la necesidad de legitimarse todo el tiempo. Por eso, supongo, cada dos preguntas repasa sus logros, a falta de ocho meses para culminar su mandato como presidente de Peñarol. Y no es soberbia. No enumera méritos como ufanándose, sino solo con la finalidad de echar por tierra todos los prejuicios que cayeron sobre él en cada una de las tres elecciones en las que fue presidenciable de la institución.

El machacón rosario de tics de aprobados y la autovalidación repetitiva tienen un porqué. Se dijo de él que no tenía billetera, se dijo que era deudor de bancos (un deudor contumaz), que era un barrabrava puesto en el sillón del club más popular del país, que su apellido no tenía alcurnia alguna, que no se vestía bien, que para qué probar otra corriente que no sea el damianismo, que no sabía nada de gestión… En fin, que sería un fracaso cantado, y que era mejor dejarlo como hincha, porque más vale malo conocido que bueno por conocer.

Quizás por eso, imagino, Nacho Ruglio (44) —manya “enfermo”, socio vitalicio del club, hijo de vitalicio, nieto de vitalicio, padre de dos socios prenatales y ya abuelo de una nieta socia desde el día 1 de vida— necesita recordar varias veces durante una hora de charla que bajó una deuda de 17 millones de dólares, que invirtió más de 5 en una ciudad deportiva de primer nivel que ya está paga, que saldó deudas con ídolos del club y cuerpos técnicos que se arrastraban desde hace una década, que su club ganó la Libertadores Sub 20 y que creó la Intercontinental de esa categoría, que ganó un Uruguayo de dos disputados y jugó una semifinal de Sudamericana, entre otros logros.

Ayer miércoles 26, Ruglio fue sancionado por el tribunal de ética de la AUF por dichos contra los árbitros en declaraciones públicas y sus estados de WhatsApp: estará impedido de cumplir funciones de dirigente ante la asociación por un mes. Y anoche volvió a despotricar contra los árbitros y el gobierno de la AUF. “No van a poder. Van a ver que no van a poder”, concluyó su descargo. El texto es fiel a cómo concibe él presidir un club como Peñarol.

Él dirá que así como le pide a sus futbolistas “ir a todas” las pelotas, él debe dar el ejemplo e “ir a todas”, aunque quizás lo sancionen, como ayer. “El perfil de los últimos presidentes de Peñarol [los dos Damiani y Jorge Barrera] era muy diferente al del presidente actual de Peñarol. Yo creo que los perfiles anteriores eran menos combativos. Perfiles menos combativos a Nacional y a un aparato, que para mí hay montado, les quedaba muy cómodo”, dijo en su despacho en el Palacio Peñarol. 

“‘Acordate de mí, vos vas a ser presidente’, me dijo mi amigo Fabián en 2012; murió el 27 de setiembre de ese ese año. Dos años después, con esos mismos pegotines nos presentamos a la primera elección, con ese mismo tenor: el de hacer cosas por el club”

Hace 11 años —para un perfil del libro A lo Peñarol, la pasión nunca muere— eras un connotado hincha solamente, y me dijiste que no eras “fanático”, eras “enfermo” de Peñarol. ¿Eso sigue siendo así, o se fue mitigando con la presidencia del club?

Sigue siendo así, lo que pasa es que siendo presidente del club, tenés que controlarlo. Un consejo que me dio uno de los presidentes más históricos de uno de los clubes más históricos del mundo fue que al salir de tu casa, para administrar pasión en el fútbol, tenés que dejar el corazón en la guantera del auto. Y bueno, algo de eso hay. Acá si pensás con la pasión, no administrás bien el club. Pero estoy convencido que si no le ponés mucha pasión, tampoco lo vas a hacer bien. 

Este es un puesto honorario, estás acá porque querés y porque querés hacerle bien a tu club, para los que predicamos que sea honorario en el dicho y en los hechos, que te vas a ir con menos de que lo que tenías cuando llegaste, si no le ponés pasión, durás dos días. El equilibrio entre una cosa y la otra debe ser la medida para hacer a diario.

Ese 2011 organizaste el viaje al exterior para un montón de hinchas que viajaron a ver a Peñarol en la Copa Libertadores donde el equipo fue finalista. También organizaste la creación de “la bandera más grande del mundo” y el recibimiento a Peñarol contra Santos, ese que tanto impresionó a Neymar. ¿Cómo recordás todo lo que hiciste ese año por el club, siendo solo un hincha?

Por allá por el 2002, en mi transición de pasar de la Ámsterdam a la Olímpica, ya teníamos grupos de amigos que estaban formados, y algunos llevaban banderas, otros globos, y nos íbamos vinculando. Hacíamos cosas por Peñarol. Esto no fue diferente a eso: organizar un recibimiento en esa Copa Libertadores, generar la bandera más grande del mundo… Eso empezó en un asado, dijimos: “Cómo estaría para tener una bandera como la que se hizo para los 100 años, que cubría la Ámsterdam”. “¿Y si hacemos la bandera más grande del mundo y que la noticia recorra el planeta?”. Y bueno, recorrió el mundo, ya te he contado que tengo un recorte de un diario de China hablando de eso. Y eso es lo que durante años hicimos los que somos inquietos. 

Años después, por allá por 2012 o 2013, empezamos a intentar dar los primeros pasos políticos, a instancias de mi amigo Fabián Lomiento, mi amigo. Faltaban dos años para la primera elección a la que nos íbamos a presentar, y Fabián mandó a hacer 5.000 pegatinas que decían: “Lo pide la gente: Nacho Ruglio presidente”, eso fue en 2012. Él me decía “Cuentillo”. Un día abrió la valija y me dice: “Mirá, Cuentillo, lo que mandé a hacer, y hoy se lo vamos a pegar a todos los autos que estén en el estadio”, me dijo. Le digo: “¿Vos te volviste loco? ¡La gente no sabe ni quiénes somos!”. “Acordate de mí, vos vas a ser presidente”, me dijo en 2012, y terminó muriendo el 27 de setiembre de ese año. Dos años después, con esos mismos pegotines nos presentamos a la primera elección, con ese mismo tenor: el de hacer cosas por el club. 

Y en 2020 terminamos sentados en la presidencia, que para los Ruglio, un apellido sin antecedentes ni en la política del país ni en la política de Peñarol, una familia sin dinero —se solía decir que para presidir Peñarol había que tener billetera—, nada malo pasó: llegamos a la presidencia, el club está más ordenado que nunca, paga al día, tiene fondos genuinos guardados, pagó cinco cuerpos técnicos para atrás, deudas de jugadores del 2012, eliminamos todos los fideicomisos abiertos, llevamos casi 5 millones de dólares de obras en infraestructuras, que al club le faltaba… Y todo eso arrancó por las ganas de hacer cosas permanentemente por Peñarol. 

¿Y qué tuviste que ver con la gallina inflable? ¿Cuál fue tu participación?

La idea salió de Pablo, El Gallego, un muchacho que vos entrevistaste en su momento [para el libro A lo Peñarol. La pasión nunca pierde, 2011]. Cuando dijo que tenía esa idea, nosotros le dijimos que era una locura, que no íbamos a poder entrar al estadio una cosa así, y después terminó cuajando. Si vos me preguntás qué me genera hoy, en el rol de presidente, haber hecho eso antes…

Sí, es una pregunta cantada. ¿Te arrepentís?

No me arrepiento. No me arrepiento nada de lo que hice en el pasado. No lo haría hoy como presidente, pero en su momento yo era un hincha y nunca supuse que sería presidente. Y bueno, es una cosa del folclore del fútbol, que inclusive hoy en día está peor visto de lo que se vio en su momento. 

Mirá, nosotros veníamos de Minas, cuatro hermanos con papá en el auto, en la carretera 8 vieja, y nos llevaba tres horas venir a Montevideo. Papá daba vuelta los cassettes de Zitarrosa, cuando se terminaba cada lado, ponía eject, y lo ponía de vuelta del otro lado. Y cantábamos una canción de Zitarrosa que decía: “A la mujer, cuando es buena, no hay plata con qué pagarle, pero cuando sale mala, no hay palo con qué pegarle”. Un día venía con mi hija —21 años, empoderada, feminista—, yo iba manejando y cantando esa canción, y ella me dice: “¿Qué estás cantando, papá?”. Yo nunca me había puesto a pensar lo que estaba cantando… Bueno, la gallina inflable la hice en un contexto de una vida… que era otra vida, si yo hoy, por ser políticamente correcto, tengo que decirte que me arrepiento, no te lo digo. Esa era otra vida. Rara vez andaban a los tiros por algo o matando gente. Y hoy en día, pasa.

No tengo nada que arrepentirme de lo que hice en el pasado. No lo haría hoy como presidente, y creo haber demostrado en estos dos años y cuatro meses que llevo como presidente, que el club está ordenado, hasta en materia de las barras también.

Hoy te vestís con buenos trajes, sos empresario, dejaste la óptica en manos de tu hermano, hasta la pandemia traías artistas a cantar en Uruguay, te codeás con altos ejecutivos. ¿Dónde quedó aquel hincha tan pasional que no tenía drama en agarrarse a las piñas por Peñarol?

Creo que ya no lo haría, a la edad que tengo. Mis amigos ya no lo hacen. Creo que no lo haría, pero en el puesto que estoy, menos lo puedo hacer. Tengo que predicar, desde donde estoy, a diario. No canto canciones de muerte en la cancha, así sepa que no hay ninguna cámara filmándome, por si hay un celular apuntando a donde estoy. Yo tengo que predicar con el ejemplo, inevitablemente. Me cuido de todo lo que hago. Hasta en el tránsito: si alguien me encierra y me dan ganas de cagarme a trompadas, me freno, porque no dejo de ser el presidente de un millón y medio de personas que aman a Peñarol. Tengo que predicar con el ejemplo.

Mirá, César, yo llegué acá lleno de estereotipos. “Este va a ser el Pelado [José Luis] Rodríguez de Peñarol”, decían. “Va a ser un salto al vacío”. Hoy hay un club absolutamente ordenado, un club que de dos campeonatos Uruguayos, ganó uno, un club que llegó a semifinales de Copa Sudamericana, que puso cinco jugadores en la selección, que metimos una Copa Libertadores Sub-20, que jugamos una final de Liga de básquetbol, viajé a Suiza para crear una final Intercontinental Sub-20 con 40.000 personas en el Centenario. Si en dos años y cuatro meses logramos hacer todo eso fue porque fuimos derribando estereotipos. Entonces, yo no me puedo permitir ni un segundo de distracción es que esos estereotipos vuelvan por un error mío. “Ah, ¿viste el video de Ruglio cagándose a trompadas con uno en Magallanes y Cerro Largo?”... Hay cosas que no me puedo permitir.

“No canto canciones de muerte en la cancha, así sepa que no hay ninguna cámara filmando. Si en el tránsito alguien me encierra y me dan ganas de cagarme a trompadas, me freno, porque no dejo de ser el presidente de un millón y medio de personas que aman a Peñarol”

De cara a las elecciones en Peñarol en 2020, que terminaste ganando, tus detractores te señalaban que como empresario no eras solvente, que tenías muchas deudas y no accedías a préstamos, porque no eras confiable. ¿Hubo algo de cierto en eso, o fue guerra sucia en campaña?

Todo. 100% cierto. Yo tenía una productora de espectáculos que se cayó en la pandemia. Nosotros no habíamos tenido un buen 2019, mis grandes artistas los iba a traer en el 2020 para arreglar el malo 2019, y al inicio del 2020 viene una pandemia, y los espectáculos fueron lo primero que se cayó. Así que perdí las señas de los espectáculos. Hasta el día de hoy soy deudor en los bancos. Y después me dediqué tres años en cuerpo y alma al club. Vivo bien, gracias a Dios, tengo actividades familiares que me permiten vivir, no soy un tipo que aspire a fortunas, me doy mis gustos, pero apenas terminada la presidencia de Peñarol (cuando sea), habrá que poner de vuelta el tractor a andar para terminar de saldar muchas deudas, que igual fui achicando. Pero es cierto, soy deudor bancario de cada uno de los lugares donde tenía cuentas de la productora abiertas. 

A veces la gente quiere decir una gran verdad y se transforma en una gran mentira si es una media verdad. ¿Ruglio tenía deudas en ese momento? Sí. Nunca las tuvo a lo largo de su historia de empresario, y fui padre a los 19 años. No tuve deudas en 2018, 2019, 2020, y espero nunca más tener que quedar debiendo. Pero fue por una coyuntura, un mal año en un país en que cualquiera sabe lo que se perdió en la pandemia. Les podés preguntar a varios y te dirán que tengo deudas con ellos, y con los años las fui achicando, pero ellos saben que yo nunca me fui de acá, nunca pasé por un juzgado por un cheque. No tengo el panorama que quisieron pintar, que era mentira. Agarraron datos objetivos y los transformaron… Y yo creo que la gente no les creyó, la gente que investigó, vio que tenía deudas puntuales nomás. 

Y para mí es un enorme orgullo que van dos años y cuatro meses, y nada de eso se tapó. Vos, en un puesto como este donde administrás una organización de 17 millones de dólares anuales, en que vos todos los días podrías estar haciendo negocios, si yo hubiese querido, todas esas cosas [deudas] estaban liquidadas.

Pero si hicieras eso, serías un corrupto…

Bueno… En el mundo del fútbol, mundialmente han habido casos hasta descubiertos por el FBI. Acá todas las mismas cuentas siguen ahí, en su mismo lugar. Es decir, esas deudas se van a pagar con trabajo el día que pueda dedicarme más horas a un empleo, y luego de haber cumplido mi tarea acá. Yo no oculto las cosas que son reales, porque aparte no me dan vergüenza: fueron parte de una coyuntura. Trabajé toda mi vida y voy a seguir haciéndolo, y parte de trabajar o de ser emprendedor es que a veces te vaya bien y a veces te vaya mal.

Tuviste un primer gran año, donde Peñarol llegó a la semifinal de la Sudamericana tras dejar afuera a Nacional, con un rendimiento superlativo en cancha y figuras de grandísimo nivel (Gio González, Piquerez, Canobbio, Terans, Torres, el Canario Álvarez, todos jugadores de selección), pero, sin embargo, tu segundo año en el club fue pésimo en resultados deportivos: se desmanteló el plantel y el equipo en cancha se desinfló, hasta no clasificar en la Libertadores. ¿Hay alguna autocrítica tuya para explicar una involución tan pronunciada?

Esa pregunta la respondo en tres partes. Yo creo que el año (2022) fue malo, no “pésimo”, pero hábilmente nuestros detractores intentaron imponer el relato en la opinión pública de que había sido pésimo. En los años pésimos, Peñarol no iba a la Libertadores. Nosotros fuimos a la Libertadores, hicimos 7 puntos y no pasamos la primera fase, y no perdimos en el Campeón del Siglo. Es algo que ha pasado en los últimos 20 años. Nada distinto. Ganamos tres clásicos de cuatro en el año, y en los años pésimos, se perdían los cuatro, y alguno con goleada. A nosotros eso no nos pasó. En ese año que dicen pésimo, fuimos finalistas de la Liga Uruguaya de Básquetbol por primera vez, y campeones de la Libertadores Sub-20, y jugamos una Intercontinental Sub-20. Yo creo que nuestros detractores estuvieron callados en el 2021 porque esperaban que el club se cayera a pedazos y no lo vieron, salieron con una embestida baguala —como se dice en política— a querer demostrar que nos estábamos cayendo a pedazos. Y yo, consciente de que fue un año malo, por haber salido sexto en el Uruguayo y haber perdido esa semifinal de Copa Uruguaya con La Luz. Fue un mal año, no pésimo, como quisieron hacer creer.

¿Sabés por qué no fue pésimo? Porque fue un año de grandes aprendizajes, de qué cosas no hacer. Acá voy a la segunda parte de la respuesta: sí cometimos muchos errores, muchos. En conformación de plantel, en no sacar a algunos líderes y no refrescar algunas cosas del plantel, todos esos errores —que percibí porque sí hice autocrítica— son los que me permitieron este año tener un plantel más competitivo. 

La tercera parte de la respuesta es: nosotros a este club lo agarramos con 17 millones de dólares de deuda. Esos son números oficiales del club, están colgados por la institución. Cada una de esas deudas están descriptas. Peñarol debía 17 millones, y la gente nos decía: “No desarmen los planteles”. Bueno, no hay forma de hacer magia. Si vienen y te compran, y te compran, y te compran, y nos pagan bien por mérito nuestro (porque nosotros pusimos cláusulas de 20 millones), no vendimos al Canario Álvarez hasta que alguien nos dejara más porcentaje a futuro, nosotros no vendimos apurados a Facundo Torres cuando teníamos urgencia por dinero, y todos esos se cotizaron gracias al trabajo de [Mauricio] Larriera, que lo trajimos nosotros. 

Es muy fácil decir: “¡Desarmaron el plantel!”. ¿Y entonces cómo pago lo que heredé? ¿Cómo pago cinco cuerpos técnicos? ¿Cómo pago 1.500.000 de dólares de deuda solo en dos jugadores [N. de R.: Walter Gargano y Cristian Rodríguez]? Se les debía a jugadores desde 2012. Todo eso fue saldado. Pero había que vender. En un año que fue malo, en el que teníamos la necesidad de vender y donde yo cometí errores por no tomar decisiones correctas en el momento indicado, todo eso hizo el combo para que fuera un mal año 2022. Cuando estás en crack y crees que te salen todas, ahí no aprendés nada. Aprendemos cuando nos empezamos a pegar porrazos, cuando te pegás un palazo económico como el que yo me pegué, cuando tenés un año 2022 en lo deportivo donde no te va bien, ahí aprendés cosas sobre la vida.

“Vos, en un puesto como este donde administrás una organización de 17 millones de dólares anuales, en que vos todos los días podrías estar haciendo negocios, si yo hubiese querido, todas esas cosas deudas estaban liquidadas”

El contador José Pedro Damiani decía que el hincha no festeja balances, solo quiere festejar títulos. ¿Qué ha hecho Peñarol en obras y en poner la casa en orden, más allá de los resultados deportivos?

Peñarol empezó a ordenar la parte económica convencido de que para hoy en día competir alguna vez de vuelta a un buen nivel internacional vos sí o sí tenés que tener una caja sólida que te permita traer buenos jugadores a una liga poco competitiva. Acá los jugadores no vienen por la competencia interna. Van a venir si vos les podés ofrecer dinero. Y para poder ofrecer dinero, vos tenés que tener un club que esté sólido económicamente. Peñarol en 2019 y 2020 generó 900 mil dólares por año sólo de intereses. Es decir, a Peñarol los intereses de todos los préstamos que tenía abiertos le generaban 900 mil dólares por año. Al final de nuestro mandato Peñarol va a pagar 0 pesos de interés por año, y por mes. Cero. Todos los fideicomisos fueron pagos, terminamos el último en este 2023, no vamos a quedar con deuda financiera, Peñarol deja todas sus garantías liberadas (esos fideicomisos tenían tomado el dinero de la TV, el dinero de los socios y demás). Todo eso queda liberado. 

Todo eso nos permitió generar dinero genuino para hacer la infraestructura con la que hoy no se compite en el mundo. Vos no podés competir contra equipos chicos de Argentina o Brasil, que tienen seis, siete u ocho canchas, salas para entrenar, salas de conferencia y equipos audiovisuales para estudiar los movimientos de los rivales, y competirle de igual manera sólo porque somos Peñarol. Eso ya no existe más.

Todos los clubes que durante estos últimos años se han destacado han hecho eso. Bueno, nosotros estamos invirtiendo en obras, estamos ordenando la economía del club, estamos haciendo 30 hectáreas pagas por Peñarol de una ciudad deportiva paga en este mandato, ocho canchas, cada una con su riego subterráneo, salas de reuniones para todos los cuerpos técnicos (en un segundo piso de la ciudad deportiva), y desde esa sala de reuniones se ven las ocho canchas: vas a poder ver a todos los planteles entrenando a la misma vez. Hoy el gimnasio de Los Aromos tiene cinco bicicletas y 10 pesas. Y Peñarol entrena en una sola cancha en Los Aromos. Ya no existe en el mundo eso… 

¿Y cómo se va a financiar todo eso?

Ya está pago. Va a costar entre 5 y 7 millones de dólares el final de la primera etapa de las obras, y queda todo pago dentro del mandato. Porque en Peñarol sí daba la plata, solo había que administrarla, sentarse y ordenarla. Los mismos que me dicen que mi economía particular no daba confianza son los mismos que debían 17 millones de dólares en este club. Ahora este club lo vamos a entregar con deudas debajo de los 5 o 6 millones en diciembre, con infraestructura paga y sin costo financiero. 

Con frecuencia te convertís en noticia por tus estados de WhatsApp, por reclamar imparcialidad en los árbitros y por señalar que Peñarol es perjudicado. ¿Cuánto hay de cierto y cuánto de estrategia en esas reacciones y en tus expresiones públicas? 

90% de estrategia y 10% de arrebatamiento. De cierto hay todo: es lo que pienso. Pero cuando lo subo, lo subo estratégicamente. No es que termina un partido y a lo loco cuelgo un estado de WhatsApp. De la misma manera que me cuido en la calle todos los días, de la misma forma no cuelgo un estado sin pensar la segunda jugada que hay detrás de esa, la tercera y la cuarta. Si lo escribo es porque sé las repercusiones que tendrá, e intento que la tenga. ¿Y por qué estados de WhatsApp? Porque estoy convencido de que es una herramienta diferente. Está subutilizada, era original, y muchos que fuimos criados en otra época, no aceptamos por viejos valores que cualquier anónimo te pueda poner cualquier disparate contestando algo que vos pusiste. Mi coraza o caparazón a eso es: yo subo mi estado de WhatsApp, solo mis contactos lo pueden ver, yo sé que en mis contactos están todos los periodistas deportivos que son los que te legitiman el estado.

Aún el año en que Peñarol fue campeón Uruguayo (2021), y desde entonces, es común verte señalar que los árbitros perjudican a Peñarol. Con la mano en el corazón: ¿creés que voluntariamente lo hacen, o que simplemente la mayoría de los árbitros son malos?

Lo dije hace unos días en el Tribunal de Ética de la AUF, y así literalmente es lo que pienso: estadísticamente, es imposible que durante tanto tiempo sostenido a lo largo de los años, la mayoría de los errores decisivos de los partidos sean solo para un mismo lado. Es decir, contra Peñarol y a favor de Nacional. Eso es lo que creo. Es una cuestión estadística: en cantidad de errores cometidos, no hay forma de que se reitere tanto. El otro día en el Tribunal de Ética me dijeron: “Entonces usted está dando a entender que hay una mano negra detrás”. No, no, no. Yo digo que, estadísticamente, para mí es imposible que se repitan tantos errores definitorios de partidos en contra de Peñarol y a favor de Nacional. Si yo tuviera pruebas de corrupción, diría: “Los jueces en Uruguay son corruptos”. Como no las tengo, lo que puedo ver es estadístico. 

No sé si son malos o buenos los árbitros uruguayos. No soy analista de arbitraje para saber si el arbitraje acá es bueno o malo. Repito: para mí, estadísticamente, es imposible que durante tanto tiempo, reiterado en los años, siempre los errores groseros que deciden los partidos pasan a favor de uno y en contra del otro. 

“Estadísticamente, es imposible que durante tanto tiempo sostenido a lo largo de los años, la mayoría de los errores decisivos de los partidos sean solo para un mismo lado. Es decir, contra Peñarol y a favor de Nacional. Eso es lo que creo. Es una cuestión estadística”

Peñarol apoyó a Pablo Ferrari en las pasadas elecciones en AUF, y has sido muy crítico del presidente de la asociación, Ignacio Alonso. ¿Por qué? ¿Por qué creés que la suya no ha sido una buena gestión?

Porque se dedicó durante los cuatro años a hacer política, y no a gestionar una liga uruguaya que es muy mala. Y que es cada día peor. Yo defiendo solo a Peñarol, y lo que Peñarol necesita es una liga más competitiva, que haya más infraestructura, que incentive la competencia, que promueva con incentivos que se juegue más de 39 minutos activos de partido (la mitad del tiempo está parado el partido en Uruguay), y después queremos competir internacionalmente... Lo único a lo que se ha dedicado en los cuatro años es, básicamente, a hacer política. 

Desde 1987 —estamos hablando del siglo pasado, hace 36 años— Peñarol no gana nada a nivel internacional. ¿No es tiempo de elevar la mira?

Yo estoy convencido de que hay que dejar de hacer las cosas que se hicieron en los últimos 30 años. Hay que hacer cosas diferentes. Por eso estamos ordenando económicamente el club, por eso estamos llevando adelante la mejor ciudad deportiva de América —creo que así será, cuando esté terminada—, ya es una realidad, están las ocho canchas hechas, tendremos un complejo alrededor de su estadio, que será uno de los mejores de América, comunicado por túneles por adentro del estadio. Nosotros estamos haciendo cosas diferentes, para ver si podemos cambiar esa realidad. 

Vimos una realidad durante 30 años, nos pegó un cachetazo, y acá se seguían haciendo las mismas cosas. Se seguía endeudando al club de la misma manera, se seguía no pagándole a cuerpos técnicos, generando cada vez más intereses, no generando infraestructura, no dando mejores condiciones de entrenamiento, y nosotros empezamos a hacer algo diferente. Llevamos dos años y cuatro meses para arreglar una deuda de 17 millones de dólares, y generamos infraestructura. 

Peñarol acaba de ganar el primer clásico en la historia del fútbol uruguayo sin hinchas del tradicional rival. Hiciste muchos esfuerzos para que hubiera hinchas tricolores en el Campeón del Siglo, pero convengamos que si iban solo 400 iban a quedar muy expuestos y era una cifra muy escuálida, casi simbólica. Ahora que ya pasó, ¿cómo valorás que se haya jugado un clásico solo con hinchas de Peñarol y en el Clausura se juegue uno solo con hinchas de Nacional?

Para un tipo que ama el lenguaje de la tribuna, y el folclore de la tribuna, fue un retroceso para el fútbol uruguayo. Por eso hice hasta lo imposible para que Nacional llevara a sus hinchas. Es más, en la última carta le dijimos: “Tomen las 400 entradas y distribúyanlas como quieran entre sus hinchas”. No tuve eco en el otro lado. Y entonces, valoro que fue una fiesta para 42.000 y pico de hinchas de Peñarol que vieron un clásico en el que Peñarol fue ampliamente superior, que Nacional prácticamente no pasó la mitad de la cancha, y se jugó con una actitud propia de tener más de 40.000 personas alentando. Lo disfruté muchísimo como hincha. Pero creo que tenemos que recuperar, cuanto antes, el público visitante. El consejo directivo de Peñarol sacó un comunicado donde decidió que Peñarol, cada vez que se juegue un clásico en el CDS, va a invitar a Nacional y le dará 400, 800, 1.000 o 2.000 entradas, las que nos permita el Ministerio del Interior, pero los vamos a invitar a ir.

“Hay que dejar de hacer las cosas que se hicieron en los últimos 30 años. Hay que hacer cosas diferentes. Por eso estamos ordenando económicamente el club, por eso estamos llevando adelante la mejor ciudad deportiva de América”

¿Es “folclore” cantar cánticos que aluden a los muertos de la hinchada rival?

Para mí, no. Para mí, no…

Un colega amigo, Federico Castillo, escribió en Twitter unos días antes del clásico: “El último chiste que nos quieren contar en este país es el del presidente barra brava de Peñarol tratando de articular la paz en el fútbol. Graciosísimo”. ¿Qué tenés para decir a eso?

Que es un estereotipo que no condice con la realidad. Llevo dos años y cuatro meses en el club y pueden venir a ver cómo está el club, y cómo está en materia de tribuna y demás. El perfil de los últimos presidentes de Peñarol [los dos Damiani y Jorge Barrera] era muy diferente al del presidente actual de Peñarol. Yo creo que los perfiles anteriores eran menos combativos. Perfiles menos combativos [de presidente] a Nacional y a un aparato, que para mí hay montado, les quedaba muy cómodo. 

Cuando alguien, desde la voz que tiene el presidente de Peñarol —quiero decir, habla el presidente de Peñarol y a veces su voz tiene más peso que la de un ministro fuerte en este país, y eso es un dato innegable—, mucha gente que estaba acostumbrada a hacer cosas que para Peñarol eran malas, se empezó a sentir incómoda, porque quedaron expuestos. Vos me preguntabas por los estados de WhatsApp. Yo sé que la opinión pública no vota en las elecciones de la AUF o en las decisiones arbitrales, pero a todo ser humano le pesa la opinión pública. Tenés que exponer algunas cosas, para que la opinión pública presione y ellos analicen si están haciendo lo correcto.

Yo le pido a los jugadores de Peñarol que vayan a todas. Yo hago lo mismo. Cuando los jugadores van a todas, a veces se ganan una roja, pero a veces ganan un tranque como el de Homenchenko a Fagúndez. Yo también voy a todas, estoy en cuerpo y alma acá. Tanto es así que muchas de las deudas personales, las terminaré de pagar cuando vuelva a trabajar en mis actividades personales, al dejar el puesto. 

¿Por qué no se le ha puesto el cascabel al gato respecto a la violencia en el fútbol? 

Porque hace cinco años no aparecían cuerpos descuartizados en Uruguay. Hace 10 años mataban a un almacenero, y durante tres semanas, las familias se sentaban a comer y todas hablaban del crimen del almacenero. ¿Cuánto matan por día hoy?

Yo lo hablo mucho con José Fuentes [el presidente de Nacional], con quien tengo una buena relación. La gente pone tantas expectativas en el fútbol que se cree que los dirigentes del fútbol podemos arreglar los problemas sociales del país, también. No solo tenemos que poner buenos equipos en cancha, traer buenos jugadores, pagar en regla a todos, sino que además tenemos que educar a nuestros hinchas, cuando en la calle hay crímenes todos los días, tiros por todos lados… Y nosotros, curiosamente, tenemos que convencer a 20.000 personas de que no canten canciones de muertes, de que no tiren encendedores a la cancha. Somos dirigentes de fútbol…

Se los he dicho cuando me llamaron del Ministerio del Interior: “Muchachos, no me hagan resolver su problema. Díganme qué puedo hacer como club”. “Mire, Ruglio, usted no puede tener barrabravas rentados; si emite entradas para su barra, porque son bombos o banderas, tienen que pasar por un listado de impedidos por AUF; no les dé trabajo, no regale parkings, no regale centros de poder, no dé porcentajes de los jugadores”. ¿Con eso cumplí? Sí. Vayan, revisen y den vuelta el club de arriba para abajo. No me pidan que les arregle la sociedad, que está podrida cuando salimos afuera, porque el fútbol no es un modelo.

Este año habrá elecciones en Peñarol. ¿Tenés decidido presentarte a la reeleción?

No. Lo estoy evaluando. En agosto o setiembre veré qué tan cansado estoy, qué tantas deudas pude bajar, y cómo está mi familia, que es la parte fundamental de la decisión.

¿Está bueno ser abuelo?

Lo mejor del mundo, por lejos es lo mejor del mundo. Yo creí que los abuelos chochos exageraban, que lo decían hacia el afuera. Pero no. Aparte por cómo es María Clara, que es un personaje (de 17 meses), que tiene adoración conmigo, es lo mejor del mundo. Era el momento ideal para que llegara. María Clara es lo único que por ratos largos hace que me olvide de mirar el celular para ver si hay un problema en Los Aromos, en el Palacio Peñarol o la ciudad deportiva. 

¿Sos feliz?

Sí, muy. Yo estoy en Disney. Llegar a Los Aromos y que el Indio [Walter] Olivera te diga: “Buen día, presidente”, hablar todos los días con Bengoechea, que era mi ídolo, o ir en el asiento 1 del ómnibus cuando Peñarol va a jugar al exterior, y me tengo que pellizcar, porque voy con los jugadores de Peñarol… Para mí es estar en Disney.

Por César Bianchi


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