Juan Ignacio Aldabalde comenzó en el rubro de la venta de ropa y calzado hace unos cuantos años, cuando decidió ser fabricante nacional. Un tiempo después comenzó a importar este tipo de productos para venderlos al público, así como también al por mayor de la mano de su compañía Volem SRL. Aldabalde llegó a estar a cargo de 62 personas y, para él, al liderar una empresa se desarrolla “ese sexto sentido que tienen los padres cuando algo le pasa algo a un hijo”.
Esto se combina con la experiencia de saber algunos códigos que en el mundo comercial se suelen cumplir. Por ejemplo, que cuando un empleado está cerrando la caja cuenta el dinero de cara a las cámaras de seguridad para dejar certeza de que no se llevó un centavo de lo recaudado.
Lo cierto es que Aldabalde notaba que había dos o tres empleados que venían teniendo movimientos extraños en el último tiempo. Uno de los indicios que más se repetía era que estos individuos pasaban por el punto ciego de las cámaras con mercadería que no dejaban ver. Tiempo después, el propietario comenzó a notar que algunos empleados subían fotos a redes sociales vestidos con ropa que era del local, pero que en realidad no la habían comprado.
“Cuando vos tenés una empresa le tenés el pulso, como si fuera un hijo. Vos sabés los movimientos hay, las cosas que pasan y no necesariamente tenés que estar todo el día encima de los empleados”, contó el empresario en diálogo con Montevideo Portal.
Aldabalde dejó pasar el tiempo y fue juntando elementos, hasta que hace unos meses decidió que lo mejor sería llegar de sorpresa al local en Portones Shopping para encarar a uno de los empleados. Bajo la certeza de que estaban robando mercadería, el hombre llegó a la hora de cierre y le comunicó al trabajador que se le iba a hacer una revisión de su bolso.
El empresario explicó que esto no lo suelen hacer con el resto de los colaboradores, porque trabajan “en confianza” con todo el personal, pero ese día apelaron a la medida. Y en el momento en que abrieron el bolso del trabajador, notaron que había prendas de ropa que pertenecían a la compañía.
El señalado como ladrón argumentó que tenía eso allí porque desde otro local le habían pedido llevar esa mercadería. Sin embargo, la empresa tiene un grupo de WhatsApp en donde se avisa cada vez que hay trasiego de productos, además de que se debe dejar constancia por mail. Cuando Aldabalde llamó a la sucursal de Paso Molino, supuesto destino que tendrían las prendas del bolso, desde allí le indicaron que no se había pedido nada, a pesar de que también se comprobaron faltantes en ese local.
“Ellos estaban robando juntos y cuando el de Paso Molino no pudo respaldar al de Portones, este se enojó y lo delató”, rememoró el empresario. Además de hurtar en estos dos comercios, también se constató que lo hacían en un depósito de la compañía.
Cuando los tres involucrados no tuvieron más escapatoria que reconocer que estaban robando, el dueño les pidió que dejaran constancia de que se estaba cometiendo un delito. Esta evidencia, junto a videos y audios de WhatsApp, fue presentada ante la Fiscalía e investigada por personal de la Zona Operacional I. Aldabalde destacó la celeridad del trabajo de los policías, sobre todo para procesar las pruebas.
En concreto, los investigadores pudieron determinar que tres empleados se habían organizado para robar mercadería, la que presuntamente revendían en el mercado clandestino. Esto último no es algo que esté confirmado, pero dado el volumen de lo robado parece imposible que pudiera ser para uso personal.
Desde Fiscalía confirmaron a Montevideo Portal que los tres delincuentes imputados robaron, en promedio, seis prendas por día desde el año pasado. Resta determinar específicamente en qué lapso llevaron adelante la operación.
Aldabalde dijo que dos de ellos trabajaban en la empresa hace tres años, mientras que el último lo hacía desde noviembre pasado. “Si hacés un cálculo rápido, todo lo que robaron no entraría ni siquiera dentro de una casa”, sostuvo, y aclaró que consultó a su corredor de seguro para saber si tenía algún tipo de cobertura, pero le aclararon que no está prevista una póliza para el robo “hormiga”.
Cuando el caso pasó a la órbita fiscal, desde el Ministerio Público se pidió a la Justicia que se allanaran las viviendas de los tres involucrados. Las tres operaciones fueron ejecutadas al mismo tiempo y se encontró mercadería valuada en $ 200.000.
Una vez que Aldabalde tuvo acceso a los avances de los investigadores, supo que lo que había perdido en dinero no iba a ser poco. Para saberlo y no esperar al final de la etapa judicial, decidió contratar una auditoría externa que hizo un relevamiento desde octubre del año pasado hasta la actualidad. El contador les informó que lo perdido, solo en ese período de tiempo, es poco más de $ 2.000.000.
Los audios de WhatsApp
Cuando Aldabalde encaró al empleado en Portones, este le pasó algunos audios que se habían enviado entre los ladrones en algunas ocasiones en que planificaban perpetrar un robo.
El trabajador que entró en noviembre envió un mensaje a otro de los delincuentes diciendo: “Me tengo que surtir antes de que me echen, igual no me quiero zarpar porque me queda el cargo de conciencia pero bueno, qué vas a hacer”.
Esa misma persona, en otra parte de la conversación, habla de una bermuda y sostiene: “Prefiero las de $ 2.290. Tengo la celeste que separaste vos y la crema que me regaló mi ex. Tengo ganas de llevarme otra, te digo”.
Otro empleado comenta: “Me pasó que me había hecho un par de bermudas esas de vestir, [talle] 32, me pasó que son re apretadas. Casi que ni me prenden”.
El acuerdo que se cayó
La defensa de los imputados había llegado a un acuerdo abreviado con la Fiscalía, en el que se había pactado que serían condenados por un delito continuado de hurto y deberían cumplir seis meses con algunas medidas de libertad a prueba.
Sin embargo, la defensa de Aldabalde se opuso a esto y logró que la Justicia decidiera no dar lugar al proceso abreviado que se había sellado. Ahora, los tres delincuentes permanecen imputados con medidas cautelares a la espera de que se celebre un juicio oral y público.
Si bien hubo algunas negociaciones extrajudiciales, Aldabalde explicó que nunca tuvieron la real disposición de pagar lo que habían hurtado. “Siempre nos ofrecían mucho menos plata de la que era”, contó.
Por otro lado, desde la Zona Operacional I adelantaron que no descartan que los tres hombres estén involucrados en otros hurtos con similares características al narrado por Aldabalde. La fuente indicó, además, que es posible que haya una organización mayor. Los tres imputados se encargaban de ejecutar los hurtos dado que trabajaron juntos en otra empresa, afirmó.