Por Cecilia Presa
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Valeria Ripoll habla de todos los temas. Está acostumbrada a debatir y, a juzgar por sus decisiones laborales —como ser parte del panel de Esta Boca es Mía—, lo disfruta. No tiene pelos en la lengua, aunque seguramente sí algún que otro filtro.
Pero hay dos tópicos que son sus banderas, sus focos de interés, sus leitmotivs. Si se charla con la exsecretaria general de Adeom, exmilitante comunista y hoy integrante del Partido Nacional siempre se va a encontrar una (o varias) alusiones a los derechos de las personas con discapacidad y a la gestión de Montevideo.
Ripoll reivindica el no haber buscado obtener un cargo público por la oposición, aunque sí trabaja para el Partido Nacional en el Parlamento: es asesora del senador y exintendente de Colonia, Carlos Moreira, Carlitos, como lo llama. Llegó como un pase en comisión desde su trabajo de años en la Intendencia de Montevideo y busca aportar ahí su conocimiento de primera mano en temas de discapacidad.
El motor de esa agenda es Nahuel, su hijo del medio, diagnosticado con un trastorno del espectro autista a los dos años y medio. La mujer, que hoy tiene 42 años, recuerda las barreras que enfrentó para escolarizarlo y conseguir asistencia especializada: “Recorrimos en el entorno de seis o siete escuelas públicas y no logramos cupo en ninguna. El cupo para las personas con discapacidad en las escuelas es de uno de cada diez alumnos y eso sigue siendo igual hasta el día de hoy”.
Ese periplo la llevó a militar primero en el sindicato y luego desde una fundación creada con otras familias para exigir cambios. Titulares de prensa de noviembre de 2019 recuerdan que la entonces líder de Adeom instaló una protesta frente al BPS cuando le quitaron la pensión a Nahuel.
Finalmente, logró que la pensión le fuera restituida, aunque afirma que ese fue un quiebre importante.
“Las autoridades en aquel momento del último gobierno del Frente Amplio decían que la sábana era corta y que había que sacarles a unos para darles a otros. Entonces, yo decía: 'Sí, pero a los que les sacás o no les das la prestación, les cortás la posibilidad de desarrollarse en su vida. Porque una pensión por discapacidad hoy está en el entorno de $ 17.000. No te da siquiera para pagarle a un asistente personal o a un acompañante. Imagínate que todo lo demás lo costea la familia”, razona.
Pero el “desencanto” hacia el Frente Amplio había comenzado antes, con su salida del Partido Comunista en 2017: “Se dice mucha cosa linda por afuera: de la clase obrera, de la lucha por los más débiles, no sé qué. Pero la realidad es que no funciona así. Todo viene digerido, hay un comité central que te dice qué tenés que hacer. Y la prioridad es el partido y seguir en el poder, no la gente”.
En este sentido, recuerda como un punto de inflexión para la ruptura total con el FA las tensiones entre Adeom y el exintendente de Montevideo Daniel Martínez, quien en 2019 fue candidato a la Presidencia. “En Adeom no me puso el Partido Comunista, me pusieron los trabajadores municipales. Yo no estaba dispuesta a cuidar al candidato en vez de defender a los trabajadores”, explica.
De Adeom, por otra parte, se fue expulsada en 2024, meses después de que anunciara de manera sorpresiva su incorporación al Partido Nacional.
No ve los vicios que la llevaron a salir del FA entre los blancos y reivindica que fueron figuras como las del expresidente Luis Lacalle Pou, de la exvicepresidenta Beatriz Argimón y del senador Álvaro Delgado, quienes la “convencieron” de derribar sus “prejuicios” sobre los blancos para dar el paso.
Sobre este último, que fue quien tomó la polémica decisión de elegirla como su candidata a vice en 2024, solo tiene palabras elogiosas. “Con el tema discapacidad, Álvaro convocó a los ministerios y a todas las instituciones públicas que tenían que dar respuesta a nuestros planteos”, resalta.
De todas maneras, Ripoll reconoce que su perfil sindical generó y genera resistencias internas entre los blancos. “Tengo claro que dentro del Partido Nacional hay gente que tiene la peor opinión de los sindicalistas, pero también hay sindicalistas dentro del mismo partido”, afirma. Para ella, la diversidad fortalece al partido: “No hay un partido que gane con un solo colectivo. Está bien que dentro de un partido haya diversidad de opiniones”.
Al mismo tiempo, dice que no sabe si se considera “blanca”. “Creo que el hecho de ser blanca o no ser blanca será algo que los blancos verán en mí. Y no yo decir: ‘Soy blanca’”, se excusa.
Sí se identifica con valores fundacionales del nacionalismo: “Me siento nacionalista, comparto un montón de planteos del partido, sobre todo el valor de la libertad”. Esa noción de libertad, subraya, atraviesa su mirada sobre la discapacidad: “Si uno les da las posibilidades a las personas con discapacidad, también van a ser más libres, porque van a poder estar incluidas en los distintos ámbitos de la vida”.
Hoy su atención está puesta en un nuevo frente: lanzar su propuesta para Montevideo.
“Ser intendenta la realidad es algo que me encantaría”, revela. “Lo he planteado muchas veces en lo que tiene que ver con la política. Creo que es el rol que más me enamora hoy, porque son 20 años de estar en la intendencia y en el ámbito sindical municipal”, desarrolla.
Para ello, el primer paso es estar “al frente de un proyecto de construcción en el territorio, junto a la gente, trabajando en los barrios, con nuestros referentes, aportando ideas de cara a la elección municipal”.
La dirigente sostiene que el modelo frenteamplista en la capital “está agotado y fracasado”. “Sin embargo, no logramos convencer y conquistar al montevideano de que nos dé la oportunidad. En algo estamos fallando”, admite. Su idea es articular un trabajo permanente y no solo de campaña, con “énfasis en propuestas y no solo en críticas”.
Si fuera intendenta lo primero que haría sería “sacar a un montón de gente que está acomodada”, personas que califica como “absolutamente incapaces” y que “han quedado en los distintos periodos de gestión”. “Hay gente que ha ido acomodando el cuerpo en la intendencia y que se ha quedado en forma permanente”, enfatiza.
“Yo siempre digo: es como esa grasa que tenés en el medio que no te deja atravesar y poder trascender y que la gestión funcione”, ilustra.
Aclara que sí valora a los funcionarios que ingresaron por concurso a la IM y, de hecho, piensa que estos últimos son “los más capaces para transformar la realidad montevideana” y que “muchas veces no tienen la oportunidad”.
“Por lo tanto, iría oficina por oficina a decir cuál es el que no tiene que estar, premiar a quienes sé que son funcionarios con formación y capacidad para que sean los que realmente lideren los proyectos para transformar Montevideo”, revela.
Y, aunque su foco es hoy la capital, Ripoll no descarta volver a ser candidata a la vicepresidencia si el partido se lo pide, por “todo lo que podría lograr si realmente llegara a ser la vicepresidenta de la República”.
Ya como candidata considera que logró “poner en agenda”, el tema de la discapacidad, “algo que no se habla nunca en una campaña electoral”. “Logramos llegar hasta el compromiso entre todos los partidos de que el tema discapacidad se tenía que transformar en una política de Estado”, dice y critica al gobierno por no mencionar el tema en la Ley de Presupuesto.
Aun así recalca que no la “mueven cargos” y que disfruta de la libertad de opinar sin condicionamientos. “Yo no gané absolutamente nada por venir a la política partidaria. No me cambió la vida salvo en exposición”, resume.
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