Seré curioso

Seré Curioso

Pergolini: “Volver a la tele, ¿para hablarle a gente de 70 años? La TV ha muerto”

El exconductor y empresario de los medios sentencia el fin de la TV, apuesta a la inteligencia artificial y quiere una revancha en Boca.

21.04.2022 09:52

Lectura: 28'

2022-04-21T09:52:00-03:00
Compartir en

Por César Bianchi

Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti

Mario Pergolini (57) tuvo la pedantería de decirle al dueño de una radio que él debía conducir el programa que a él le gustaría estar escuchando. La desfachatez no sería tal si él no tuviera 16 años. Así entró a radio Belgrano y de ahí en más, él se convirtió en la voz rasposa y particular de la radio porteña. Fue el conductor más escuchado durante más de dos décadas de la Rock and Pop, una FM icónica que lideró ratings y arañó el 80% de encendido en Buenos Aires.

Cuando llegó a la tele, él ya era un salado. Y en la tele tampoco fue uno más. Primero con La TV Ataca, luego en Hacelo por mí y, sobre todo, en Caiga Quien Caiga, Pergolini personificó la transgresión y la rebeldía de una generación que no tarareaba “Gomazo súbete, muévete”. Vestido de traje traje, con corbatín negro y lentes de sol negros, condujo una “sátira de un noticiero” que puso en jaque al sistema político argentino, nunca indulgente.

Pergolini fue adquiriendo habilidades empresariales, aprendió términos como “audiencia”, “nicho”, “share”, “engagement”, y sus propósitos fueron mutando. Cuando vendió la productora Cuatro Cabezas, se alejó de CQC y nunca más lo vio. Creó Vorterix -toda una nueva unidad de negocios en comunicación y difusión artística- y se fue interesando más en otros temas: la inteligencia artificial, metahumanos, el gaming, y la tecnología al servicio de nuevas formas de comunicar.

También se involucró en la dirigencia del fútbol argentino. Este hincha de Boca Juniors se postuló como vicepresidente en 2015 y lo logró en 2019, pero se fue sintiendo radiado por el ídolo Juan Román Riquelme -que entró como vicepresidente segundo- y al sentirse ignorado, dio un paso al costado. Hoy, en esta nota, pide revancha y avisa que se está reuniendo con distintas fracciones xeneizes.

Invitado a Montevideo por la Universidad Católica del Uruguay, para la inauguración del edificio Athanasius, un espacio para estudiantes, docentes y graduados de Comunicación, Artes Visuales e Ingeniería Audiovisual, Pergolini concedió este mano a mano donde sentenció que la radio y la TV fallecieron, al menos, como históricamente las concebimos. “La televisión que hemos conocido ha muerto. No tiene audiencia, su audiencia está quedando grande, pero existiendo Twitch, existiendo otras formas de transmitir, habiendo otras formas de generar contenidos, ¿seguir haciendo televisión? Pfff…. (resopla)”.

  "Yo quería hacer lo que me hubiera gustado estar escuchando en ese momento. Y así empecé, y me formé. Pero yo fui a buscar eso; no fui a buscar fama. Puede ser vocación, puede ser vanidad"

-Te recibiste de técnico electromecánico. ¿Qué querías ser de niño, cuando fueras grande?

-Soy técnico electromecánico, sí... Creí que iba a ser diseñador como mi papá. Creí que iba a ser alguien que haga cosas. Creo que tengo un poco de eso, que el camino que terminé siguiendo tiene un poco de eso, pero creí que iba a ser más de manufactura. Mi papá era muy bueno haciendo máquinas, muebles, todo lo que fuera “hacer”, era tremendo.

-No te voy a llevar a tu papá, tranquilo…

-No pasa nada, habrás visto que no tengo ningún problema. Lo que tenía de habilidoso no lo tenía de cariñoso. Pero tengo que admitir que veía en él algo que me parecía increíble. Al día de hoy soy técnico, y en mi casa se rompió algo y yo me pongo contento. Tengo mi taller, me gusta arreglar cosas. Y creo que me la paso armando cosas tecnológicas porque puedo soldar, puedo hacer cosas. Me gusta.

-¿Cuál fue la primera banda de rock que te partió la cabeza?

-No, Deep Purple. La primera que me partió la cabeza fue Deep Purple. Lo siento físicamente y se los dije a los Purple, casi emocionado -tuve la suerte de comer con ellos, de dormir en la casa de Gillian (NdeR. Ian Gilllian, cantante y compositor)-… yo me acuerdo que escuché (el álbum) Machine Head, yo dije: “Ok, es por acá. No sé para dónde me va a llevar esto, pero es por acá”. Y cuando escuché (la canción) “Haghway Star” dije: “¡Guaau! No sé cómo será vivir así, pero ojalá pueda vivir a esta velocidad”. Me partió la cabeza.

-Después acompañaste un montón de bandas de rock, argentinas e internacionales, de fama mundial, como productor. Tendrás mil anécdotas, pero ¿qué fue lo más loco, lo más bizarro, que te tocó vivir en esa juventud?

-Soy muy reservado con eso, porque si estuve con tantos músicos y con tantas bandas, es porque no he abierto la boca. Pero he vivido… he estado con gente que había que sacarla de un hotel, y no salía a tocar porque estaba paranoico de la cantidad de cosas que había tomado. He llevado a estrellas, he pasado noches increíbles, y luego subirlas al escenario en estado lamentables.

Una vez me encontré con Bono en un aeropuerto. Yo fui a ver un concierto de U2, yo hacía Buenos Aires-Frankfurt, me mandaban al concierto y después me volvía, ni una noche de hotel me daban… ¡y no me importaba! Me encantaba eso, era mi vida. Y me acuerdo de quedarme con Bono a tomar algo en un aeropuerto, porque nos quedamos los dos varados, porque nevaba. No sé… estuve con los Rolling Stones, almorcé con ellos. Me emborraché con muchos muy famosos. A algunos (músicos) los he visto armados, gente que los tenía allá arriba, y terminó siendo gente súper complicada.

-Desde los 18 te autogestionás laboralmente. Vos te rateabas mucho del colegio… ¿Cómo se inicia el camino de la radio, en tu adolescencia?

-Yo fui a buscar el laburo de la radio. Yo fui con la pedantería de decir: “Tengo que hacer un programa de radio yo, porque no hay nadie que lo esté haciendo”.  Tenía 16 años y en ese momento, año 1981, no había radios piratas, había pocas FM, y dije: “Bueno, alguien lo tiene que hacer bien”. Yo quería hacer lo que me hubiera gustado estar escuchando en ese momento. Y así empecé, y me formé. Pero yo fui a buscar eso; no fui a buscar fama. Puede ser vocación, puede ser vanidad. Recuerdo estar frente al director de radio Belgrano, y creo que al tipo le di ternura…

A mí me ha pasado… ya no soy así, pero he tenido pasión por la radio. Mi mundo era… todo era la radio para mí, me hubiese gustado morir adentro de una radio. He  vivido adentro de una radio. Y muchas veces he contratado gente a la que le he visto pasión en cómo me lo pide, y creo que eso le pasó al director de radio Belgrano en aquel momento. Creo que dijo: “Ok, pero yo tengo para hacer otras cosas, así que te pago con un programa de radio”. Y nunca más paré, desde ahí.

-¿Es cierto que en 1990, tras algunos fracasos en radio y TV, ¿volviste a manejar un taxi, un Peugeot 404 que tenías guardado en el garaje por si las cosas no salían bien?

-El mito es ese. (Piensa) Te voy a contar exactamente la verdad de eso: era el 87 u 88, por ahí, yo tenía ese walkman Sony que tenían el grabador condensador, y lo habíamos probado en un confesionario de una iglesia. Lo poníamos, el micrófono grababa todo, escuchábamos la confesión, lo sacábamos y grabábamos… Y dijimos: “Uy boludo -pensá en la radio de los 80, no en la de hoy-, si pudiéramos grabar a la gente hablando en su estado natural”. Y mis amigos pensaron en un taxi. Y yo dije: “En el garaje donde estamos, hay un taxi parado que no usa nadie. Averigüemos cómo mierda hacer para tenerlo, y le pagamos al tipo del garaje para que nos lo preste”. Cuando subía la gente y la grabábamos… además ganábamos plata, porque era un taxi. Y no ganábamos plata en medios, en ese momento (se ríe). Y nosotros decíamos: estamos ganando plata, grabamos a la gente en forma clandestina, nunca se va a enterar, y después lo editamos y lo pasamos en la radio. Hasta que saltó lo del confesionario, se supo, tuvimos serios problemas y dejamos todo. Tenía 17 años…

-Pero fue por poco tiempo, porque en el 91 condujiste La TV ataca y en 1992 llega Hacelo por mí. en canal 9. Abundan las citas que dicen que ahí comenzó tu rivalidad con Marcelo Tinelli, que conducía Ritmo de la noche. Otros dicen que había comenzado antes, cuando vos hacías La TV ataca y Tinelli, Videomatch. En aquella juventud, ¿te sentías el antagonista de Tinelli?

-La verdad que sí. Él era el número uno, entonces garpaba ponérsele en frente. Nosotros estábamos ya en Rock and Pop, éramos rock… No éramos un grupo de amigos. Ellos sí representaban eso, por el canal: Telefe, familia, él, sus amigos, “gomazo súbete”; y nosotros dijimos: “Nosotros no somos eso, somos gente más complicada… Y Rock and Pop representaba esa gente. Nosotros en ese momento, con Malas Compañías, teníamos el 78% de la audiencia de radio. Cuando accedemos a la tele, en parte para mí, y para mi generación, era una transa entrar a la televisión.

Entonces dijimos: entremos con nuestras reglas, entremos “pateando puertas” -así, entre comillas-, porque estábamos en TV, nos pagaban y ya éramos parte de sistema. Pero suponete que no entendíamos que fuéramos parte del sistema. Pegarle al número uno te ubica muy fácil, porque todo el mundo quiere al número uno, entonces le pegás y ya te posiciona. Le pegás a alguien del establishment, pero hey, yo también formaba parte del establishment, si yo estaba en la tele. Entonces, jugamos ese rol.

Después fue un poquito manipulador. Después lo hemos charlado muchas veces con Marcelo… En aquel momento él me decía: “Bueno, ya está”. Y yo le decía: “No contestes. Vos me das entidad… yo no existía”. Pero debo confesar que eso existió, que al principio creíamos que éramos más vivos. Y comprobábamos que no lo éramos.

"El humano siempre, no importa la tecnología que haya, siempre que escuche una voz contando algo que le interese, que esté contado de una forma que le atraiga, va a estar. No importa si es un celular o una radio a galena"

-En el 93 arrancaste ¿Cuál es? con Eduardo de la Puente en la Rock and Pop. En los 90 era el programa radial más escuchado de la Argentina. En esa FM -donde estuviste más de 20 años- eran grossos antes de llegar a la tele...  ¿Por qué crees que empatizaron tanto con el joven porteño promedio?

-A diferencia de Lalo (Mir) y Elizabeth (Vernaci), que son de la misma generación, pero algo mayores, ellos empezaron la etapa democrática en el 83 con una reivindicación y todo eso… Nosotros fuimos los primeros jóvenes de democracia y decíamos: “Nosotros no tenemos todos estos miedos que ustedes tienen, nosotros no estuvimos proscriptos, nosotros no estuvimos en listas negras. Nosotros venimos a hacer otra cosa, porque ahora se puede”. Y yo creo que representamos a una generación que durante mucho tiempo -eran los que tenían 20 o 30- y pudimos estar un par de décadas reinando en los medios (por lo menos, en radio) porque éramos esa generación. No éramos gente que había vivido la dictadura. Yo tenía 18 años cuando terminó la dictadura en el 83, o 19. Entonces dijimos: “Yo voy a hacer lo que se me antoja, yo no tengo miedo a que me digan: ‘Esto no se puede decir’”.

-¿Qué tiene la radio que no tendrá nunca la televisión?

-Yo te puedo responder de dos formas: lo que creo ahora, y lo que creía en otro momento. Sin duda el humano siempre, no importa la tecnología que haya, siempre que escuche una voz contando algo que le interese, que esté contado de una forma que le atraiga, va a estar. No importa si es un celular, en volumen alto, si es una radio a galena… Si nosotros le llamamos radio a que no se te vea, y que sea un humano interactuando con vos, yo creo que eso, ni todo lo que conté esta mañana (el martes 19, en la UCU) sobre inteligencia artificial, nada lo va a superar.

Creo que la radio tiene eso: en un momento sos vos y la radio. Y si bien vos sabés que le está hablando a mucha gente, no sé por qué produce en el oyente esa sensación de “es conmigo, me está hablando a mí”.  Creo que los que pudimos hacer radio y fuimos muy escuchados -e incluso los que no son muy escuchados- en algún momento te dicen. “Boludo, me estás contando algo que me pasó”, “uy, qué parecido”, “uy, qué bueno lo que me estás diciendo”. Yo me he encontrado con un montón de gente en la vida que se me acercó temblando a decirme: “Estuviste siempre”, “vos estuviste cuando yo necesité que estés”. Y es muy loco… ¿Cómo construimos eso? Podría decirle: “Lo hicimos para todos”. Pero en algún momento hemos tocado fibras muy íntimas. Conocí gente que se me puso a llorar. Durante años hemos acompañado gente que estuvo sola, que se casó, que tuvieron hijos, que se le murió alguien, y ahí estuvimos. Y estuvimos sobrios, estuvimos alcoholizados, estuvimos drogados, estuvimos tristes, pero estuvimos. Y lo hemos dicho. Eso es la radio.

Yo no creo que eso siga existiendo… porque hay cierto glamour que se ha perdido. Es como los Oscars ahora. ¿Por qué antes todo el mundo veía los Oscars y era una noche de velada y ahora no? Porque vos no sabías cómo iba a ir vestida Greta Garbo, porque no se sacaba una selfie diciendo: “Acá, yendo para los Oscars”. Hoy todo eso se perdió, vos ya sabés cómo van a ir vestidos, con qué diseñador va, con qué peinado. Entonces ya no te sorprende mucho los Oscars. Es una etapa que se ha perdido. Creo que la radio perdió todo eso también. ¿Por qué? Porque nos sacamos fotos, porque nos mostramos, porque se filman los programas de radio. La radio eso lo ha perdido. Vos pensá que cuando hicimos eso en Rock and Pop, no había radio en el mundo que estuviera haciendo ese tipo de streaming.

-Has hablado de tu consumo de drogas en los 90, en tu momento de mayor exposición. ¿Nunca puso en riesgo tu laburo, lo profesional?

-Sí, sí, claro…Y fue un problema, fue un problema. Creo que me salvó que me encantaba lo que hacía… Vi que empecé a faltar… Nunca lo he contado como diciendo: “Uy, qué vivos que fuimos”. Y lo recuerdo… siempre recuerdo más las últimas épocas que las primeras que fueron más agradables. Incluso habiendo estado con gente muy conocida, a la que no pude haber accedido estando de otra forma, he conocido gran parte de la música que se ha hecho en la región. Pero(elige bien las palabras). Sé que eso pasó… que es parte de lo que fui y parte de lo que dije es por haber atravesado esas experiencias. Pasó hace 30 años atrás.

-Si fue un problema, lo sorteaste muy bien…

-Creo que todos los que lo pudieron superar, como otros pueden superar el alcoholismo, o el juego. Creo que tenía ganas de seguir teniendo el trabajo que hacía, me casé con alguien que no tenía nada que ver (con eso), creo que los dos vimos en el otro algo para hacer, sigo casado con esa persona. De alguna forma, la pulsión de armar una familia sana era importante para los dos, pero nunca voy a negar que he pasado esa etapa. Creo que gran parte de lo que soy es por esa etapa, creo que gran parte de cómo me fue en los medios es por esa etapa. Pero también lo recuerdo como un gran problema. Lo recuerdo con angustia. Y siempre que puedo hablo de este tema, digo: si están en un momento re complicado de drogas, se puede salir. Parece que no, parece que todo va a ser una mierda, que no podés frenar esa compulsión de seguir haciéndolo, pero yo soy una prueba viviente de que se puede hacer.

"CQC era humor político, bastante inmaduro, porque nosotros editábamos para quedar bien nosotros. Para la gente fue un acto de justicia, en esa época en la Argentina. Era una buena idea, con una gran realización"

-En 1995 volviste a la tele, y fue para conducir la llegada de Caiga Quien Caiga (CQC), aquel irreverente programa ¿humorístico? ¿periodístico? ¿político? Un programa rupturista, eso sí. Fue en América TV hasta 1999, y de 2002 a 2005 en canal 13. ¿Cómo podrías definir lo que fue CQC para vos y para la gente?

-Coincido con lo de rupturista. Fue un programa que llamó la atención. Yo creo que había una buena idea, que es ser una sátira de un noticiero -ese es el germen de Caiga Quien Caiga- con una gran mirada de realización, entendiendo que el chiste puede estar en la realización, en cómo se hace. En una época donde no existían los filtros inventamos las caras que se ensanchaban, las narices que se estiraban. No había una máquina que hiciera esos efectos, agarramos un After Effect, de la época de la PC, vimos cómo mierda pasarlo a Mac… Creo que todos fueron logros tecnológicos. Cuatro Cabezas, que era la productora (la compañía que armamos con (Diego) Guebel, que hacía El Rayo) en realidad siempre fue ver cómo utilizar la tecnología para diferenciarnos de los contenidos que hacían otros.

CQC era humor político, bastante inmaduro, porque nosotros editábamos para quedar bien nosotros. Para la gente fue un acto de justicia, en esa época en la Argentina. Era una buena idea, con una gran realización. Y Cuatro Cabezas era una productora que sabía usar muy bien la tecnología, cuando estaba empezando la tecnología digital, y que marcó una forma de hacer las cosas. Y otra cosa: entendimos la segmentación de las audiencias. Nosotros nos dimos cuenta que con menos rating, en ese caso, que Marcelo (Tinelli) con 35 puntos de ratings, nuestro segundo era el más caro de la televisión argentina con 17 puntos de rating. Y dijimos: “Es importante a quién le hablás. La audiencia tiene un valor”. No es lo mismo gente formada que gente que no tenía formación, entonces empezamos a hacer nuestros productos segmentando los mercados. Hoy es algo que se hace mucho. Creo que Cuatro Cabezas tuvo un buen momento de Guebel y mío de entender el negocio, la segmentación y contenidos.

-Santiago Gándara, profesor de Ciencias de la Comunicación en la UBA, ha dicho que CQC presentaba "más continuidades que rupturas" con la TV tradicional, y que si bien ustedes se presentaban como rebeldes, era un "juego inofensivo" y no desafiaban realmente al status quo de los medios y el poder político. ¿Tiene razón?

-La televisión en ese momento era mainstream, entonces de alguna forma, ser mainstream es ser parte del establishment. Después, podés ser el más rebelde o el más conservador, pero si estás en un medio tan masivo, y te dejan seguir estando, es porque en parte cumplís las reglas esas. Ahí le doy la derecha al profesor. Después, dennos la derecha en que había que animarse a correr a un tipo y decirle: “Che, ¿por qué robaste?” Yo me acuerdo que cuando llevamos Caiga a Alemania, por ejemplo, nos decían: “No entiendo, ¿por qué le están diciendo ‘ladrón’ a un diputado?”. “Porque es ladrón”. “¿Y por qué no hacen la denuncia penal?”, nos decían. Y bueno, somos un programa de televisión. Y no lo pudieron hacer, porque no entendieron el programa.

A su manera Caiga tiene un poco de justicia popular estúpida, básica, inmadura, pero también es muy fácil criticar desde la academia. La universidad debería ver que empezamos a usar filtros, a editar distinto, el cuidado de la letra, que era distinta (quizás la gente no se daba cuenta que la letra era más linda, pero era más linda), la música, los efectos. Entonces, el académico hizo un mensaje solo del mensaje, y analizar a CQC sólo por el mensaje sería sacarle un montón de patas.

-De 2006 a 2011 el programa vuelve, en este caso en la pantalla de Telefe, pero ya sin vos y sin De la Puente. ¿Por qué no te sumaste? ¿Era un ciclo terminado?

-Sí… Nosotros vendimos Cuatro Cabezas a un grupo holandés, EyeWorks, yo me tenía que quedar cuatro años más en la compañía, con Diego (Guebel), y a los seis meses le dije: “Mirá, yo no tengo ganas de hacer televisión de industria, y no me quiero quedar haciendo CQC el resto de mi vida. Me voy”. Le ofrecí devolver parte de la parte de mi dinero (habíamos hecho un muy buen negocio). Y me dice que lo único que querían los holandeses era tener la exclusividad de lo que hagan con ellos, porque si no, ¿qué le vendimos? Una productora, a la larga, es la creatividad de los que la armaron. Y entonces me fui, le dije que no quería estar. Eduardo también, la historia con Juan (Di Natale) fue un poco distinta, y la compañía sigo con Caiga, porque era un bien ya de otro… Y yo nunca más volví a la tele. Yo ya estaba aburrido, fue un ciclo terminado. Y nunca más vi Caiga Quien Caiga, jamás lo vi.

"A 7 cuadras de acá hay un teatro viejo abandonado. ¿Por qué no agarramos ese teatro, generamos nuestro propio contenido, lo transmitimos, y en la venta de tickets tenemos un sustento que ningún medio está teniendo?' Me dijeron que no, me fui y nació Vorterix"

-En 2012 diste a luz a Vorterix, tu proyecto más ambicioso. Hace 14 años te diste cuenta que la música era un commodity. ¿Qué es Vorterix? ¿Cómo lo pergeñaste, conceptualmente, en tu cabeza?

-Cuál es estuvo primero 19 años en la Argentina. Para ese entonces ya la música se bajaba de internet, ya la pirateaban… Entonces le dije a la Rock and Pop: “Che, vamos a empezar a tener nuestro propio contenido, porque lo único que nos va a diferenciar es lo que hagamos nosotros”, y como ya estábamos al palo en publicidad, les dije: “Tengamos otra transmisión en simultánea en internet”. Y los tipos dijeron que no, que la radio iba a seguir siendo radio, que no era un negocio que a ellos les interesara. No veían un futuro por ahí.

Les dije: “Déjenme hacer algo, y yo me quedo dos años” (y me quedé), armé todo un piso completo solo para Cuál es, que tenía un estudio de grabación para transmisiones en vivo… Es importante entender que esto fue hace 12 años atrás: no había ese tipo de transmisión, pero no había ni siquiera un cliente de internet para que se conecten muchas personas a una única transmisión. Entonces, llamé a uno de mis amigos de Xion, y le dije: ”¿Qué podemos hacer para que mucha gente se pueda conectar a una transmisión?”  Y creamos, durante toda una noche, con unos chinos, un software de peer to peer, para empezar a transmitir, sino no había forma de que la gente se conectara. Y ahí empecé a profundizar en tecnología, streaming, a grabar cosas…

A los dos años tenía que renovar con Rock and Pop, y les dije: “Miren, a siete cuadras de acá hay un teatro viejo abandonado. ¿Por qué no agarramos ese teatro, lo tenemos para generar nuestro propio contenido, lo transmitimos, nos hace diferente (ya el negocio publicitario estaba empezando a cambiar), y en la venta de tickets tenemos un sustento que ningún medio está teniendo?” Y me volvieron a decir que no, que ellos no lo querían hacer. Entonces les dije que yo sí, que lo quería intentar. Y me fui. Y compré el teatro. Pusimos los estudios, arriba del teatro, con cámaras robóticas y cámaras adentro del teatro. Y todos los que quisieran tocar en Vorterix tenían que ceder los derechos para ser transmitidos. Ahí nació Vorterix.

-En 2015 te tiraste a vicepresidente de Boca, acompañando a Jorge Amor Ameal, la candidatura se repitió en 2019 y esta vez triunfaron, sumando a Juan Román Riquelme como vicepresidente segundo. Entiendo tu pasión por Boca, pero ¿por qué meterte en la dirigencia de un club de fútbol gigante como Boca?

-(Piensa) A mí me gusta la tecnología y creo que había muchas cosas para hacer. Y creo que a Boca le podría haber dado cosas tecnológicas que le serían súper buenas e interesantes, sobre todo en 2015, que no había tantas: ventas digitales de entradas, empezar a vender los derechos del fútbol cuando nosotros ya los podíamos tener… Si yo ya estaba streameando (sic) rock, música, ¿por qué le tengo que vender por unos millones a una empresa, cuando yo recaudar los de todos? Entonces, creo que podríamos haber hecho varias cosas.

Dije: “Yo creo que puedo aportarle algo a Boca, un club al que aliento desde chico, a donde voy con mis hijos, tengo mis plateas. Creo que puedo hacer algo bueno por este club”. No puedo hacer nada por el fútbol del club, pero que lo hagan otros, los que lo sienten. Pero el fútbol no está dispuesto a abrirse a los que no son del fútbol… a menos que seas el presidente. Porque el presidente manda en un club de fútbol. Boca es presidencialista. Yo creí que no, que podía armar un equipo y que iba a ser escuchado. No pensé en eso del dirigente de la rosca, de la barrabrava, pensé en un estadio lleno, en donde puedas tener realidad aumentada, en donde puedas estar con 4G, en donde puedas ver las repeticiones, o cómo conseguir las entradas o cederlas. Pero me fue difícil, y cuando me di cuenta que había que hacer otras cosas o nadie estaba dispuesto a escuchar esto, ¿para qué me voy a quedar?

-Terminaste yéndote de Boca... ¿Qué pasó con Riquelme? ¿Te hicieron sentir que no eras del ambiente?

-Riquelme es un ídolo del club, que se ha ganado su derecho a ser tan amado como es. Y la verdad que él tiene una visión que (Boca Juniors) es un club de fútbol nada más, y que lo puede dirigir con gente que sabe de fútbol. Al principio creí que podíamos ir juntos, después vi que no, y le dije al presidente que no podíamos tener tres formas de comunicar. Pero no me escuchaban… Me hicieron sentir que no era del palo sí, y tampoco estaban dispuestos a ceder: “Loco, ¿por qué no entendés que yo te puedo ayudar en otras cosas?”

-¿Fue una frustración para vos? Digo, querías cambiar a Boca desde adentro, aportar lo tuyo, y no te dejaron. ¿Te frustró? 

-Sí, la verdad que sí… Por no haber encontrado la forma de hacerlo… Soy un tipo grande. Yo he estado con un montón de gente muy distinta… Me sentí boludeado y también yo no lo entendí, el ambiente. A veces uno cree que uno puede trasladar aquello en lo que le fue bien a cualquier ámbito, y no es así. Pero creo que me merezco una revancha ahí…

-¿Te tirarías a presidente de Boca?

-No sé, sí creo que hay que unir a todos ahí… ahora (Boca) no está unido. En este momento no pienso en tirarme a presidente de Boca, pero sí estoy para juntar un montón de gente que quiera hacer algo por Boca. Después da lo mismo donde estaré, pero sí el presidente es el que toma las decisiones.

-¿Pero te gustaría o no el desafío de ser presidente de Boca? En Argentina está el presidente de la República y después el presidente de Boca…

-Y el presidente de Boca fue después el presidente de la Argentina. Y les pedimos mil disculpas… ¡Mildis! No sé… no pienso mucho en ser presidente de Boca, ahora me estoy juntando con gente de otras agrupaciones, ver qué quieren, y estoy aprendiendo. Yo llegué a Boca sin caminar el club desde ese lado. ¿Hay que aprender? Estoy aprendiendo.

"¿Volver a la tele para qué? ¿Para hablarle a gente de 65, 70 años? La verdad… ¿Voy a poner una pantalla con cuatro asientos para hablar de temas genéricos? No hay presupuesto, no genera dinero para hacer cosas. Y no es atractivo"

-¿Volverías a conducir un programa de TV, si te propusieran algo interesante, o a la tele ya no volvés?

-No. Me ofrecen todos los años. Y no. ¿Para qué? ¿Para hablarle a gente de 65, 70 años? La verdad… ¿Voy a poner una pantalla con cuatro asientos para hablar de temas genéricos? No hay presupuesto, no genera dinero para hacer cosas… Un programa como Algo habrán hecho o Caiga Quien Caiga hoy no se puede hacer, no hay plata, no hay forma. Ahora estoy produciendo un programa en Los Ángeles y lo hacemos, pero no para ganar plata. No hay forma. Y es poco atractivo.

-Dijiste que la radio, tal como lo conocíamos, murió. ¿La televisión murió?

-La verdad que la televisión que hemos conocido… esa televisión ha muerto. No tiene audiencia, su audiencia está quedando grande (no tiene nada de malo, la gente grande tiene derecho a entretenerse), pero existiendo Twitch, existiendo otras formas de transmitir, habiendo otras formas de generar contenidos, ¿seguir haciendo televisión? Pfff…. (resopla). La gente se está desconectando de la tele, ya está pasando, pero no por una cuestión de plata. No hay nadie menor de 30 que esté viendo TV. ¡Disney se está yendo de la televisión! Disney a partir del mes que viene va a empezar a pasar programas en vivo en la plataforma Disney+. ¿Por qué? Porque vos podés tener todo on demand, pero hay cosas del vivo donde vos tenés tus redes, tus discusiones, tus votaciones, donde quieren tener su propio control, no en el canal de otro. La televisión es un medio que invariablemente está muriendo. Y la radio lo mismo: no hay menores de 30 años escuchando radio.

-¿Por dónde pasan hoy tus inquietudes como hombre de los medios, cuando ya no te interesa pelear por el rating y los números?

-Me interesa cómo la tecnología va a seguir transformando los medios. Estamos trabajando en redes neuronales de inteligencia artificial, metahumanos (personas diseñadas por computadoras) que tengan cierta inteligencia para hacer cosas, customizar las experiencias de los usuarios. Si sigo ligado a los medios, va a ser por ahí. Ya no me interesa dar la cara, no me interesa tener un medio.

-Te sumaste el Grupo Octubre, del sindicalista Víctor Santa María. Ahí estás al frente de un proyecto grande, Go Lab. Contame en qué consiste.

-Hemos armado una infraestructura para empezar servicios a medios que son más formales: radios, televisión, todo eso, y poder interactuar con los clientes en sus necesidades digitales. Ya no es solo una tanda; hoy en día es generar contenidos y que lo puedan divulgar a través de sus redes, en donde puedan interactuar. Hoy ya no se grita, hoy se susurra. Hoy no necesito decirle a todo el mundo algo. Yo se lo digo nada más al que le interesa porque puedo llegar. Yo hoy, si quiero llegarles a chicos de entre 18 y 21 años, que les guste el color rojo y que solo vivan en Belgrano o Pocitos, puedo pautar de esa forma. Para hacer eso, las marcas van a necesitar otros contenidos, más que una tanda, porque las tandas ya no están siendo escuchadas. A las generaciones por debajo de 40 años no les interesa el vivo, ven los pedacitos en YouTube. Cuando vos ves pedacitos en YouTube, no ves tanda. Las marcas necesitan acercarse de otra forma a ellos. Para todo eso hay que tener una estructura, también hay que tener estudios, y cámaras. Todo esto alguien lo va a tener que sustentar.

-Has dicho que estás pensando seriamente en dejar del todo los medios. ¿Tiene fecha el retiro?

-Voy a cumplir 60 en poco más de dos años…

-¿Y después? ¿A qué te vas a dedicar?

-No sé, pero tampoco importa… Económicamente estoy bien, ni yo ni la gente que quiero va a pasar hambre, que no es poco. Puedo tomarme otras distancias.

-¿Sos feliz?

-Nunca.

Por César Bianchi


Te puede interesar Pergolini y su última ficha: "Darle al mundo digital un contenido más heavy" de lo que hay