Por Valentina Temesio
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La vida de Andrés Ojeda cambió. En octubre de 2024, tras una intensa campaña electoral en la que se convirtió en el candidato a la Presidencia por el Partido Colorado, fue electo senador. Meses después, su colectividad política lo eligió secretario general. El abogado que de adolescente militó y tuvo como referente a Julio María Sanguinetti se convirtió en la nueva cara de los colorados a los 40 años.
Haber asumido en el Parlamento —que en diálogo con Montevideo Portal describió como “nuevo para mucha gente”— lo alejó de las cámaras en el plano judicial para asumir un nuevo compromiso. “Tengo el desafío de que no me absorba lo tradicional”, afirma el senador colorado.
Es que, como legislador, Ojeda dice que tiene que ser “consciente” porque el sistema “te lleva”. Como un mar turbulento, en el que una persona no puede distraerse porque puede ser arrastrado por la corriente o “chupado” por las olas.
“Llegamos aquí con un potente discurso de renovación. Entonces, el desafío es que no te absorba lo de siempre, no pasar a ser parte del decorado y la mampostería del Palacio. Es interesante porque el sistema tiene una capacidad de absorción superlativa”, reconoce el abogado penalista.
Es el “nuevo” en una legislatura particular, en la que por primera vez no hay mayoría desde la vuelta de la democracia y la oposición “tiene una incidencia real”. El abogado sabe, también, que el Partido Colorado se volvió “una pieza clave para el triunfo de la coalición republicana en 2029”, pero que debe sostenerse durante estos cinco años.
El penalista insiste en que trae “una nueva política”. “Nuestra mirada de renovación, antes castigada por ausencias de experiencia, ahora va a tenerla. Acá hay una generación que busca hacerse cargo. Nadie daba dos cobres por nosotros en la interna y nadie daba dos cobres por nosotros en octubre. Y sorprendimos las dos veces”, sostuvo el legislador.
De todos modos, Ojeda afirma que el Partido Colorado “sigue siendo el batllismo” y que “la historia fuerte no le quita potencia a la modernidad”. Según el senador, podría haber una analogía entre el sistema operativo de un celular y el partido político que lidera y representa.
“Es como si tuvieras en un teléfono la aplicación del Partido Colorado y le pusieras actualizar y pudieras tener la última versión. Es la misma, pero está actualizada. La gente generalmente trata de usar cosas más modernas y trata de mirar para adelante. Entonces, esta generación tiene la obligación de modernizar a un partido que mira hacia el futuro”, reflexiona el penalista.
Su objetivo es, entonces, volver el batllismo “atractivo”. “Si no, queda en esa cosa como si fuera una añoranza de Maracaná todo el tiempo. No podemos ser la generación eterna que añora al Maracaná. Tenemos que tener un cuadro que entre en competencia ahora. Ese es nuestro desafío”, afirmó.
De todas formas, el abogado también es consciente de que su forma de ser sigue generando “resistencias dentro del sistema político tradicional” y afirma que hay legisladores que no aceptan que una persona como él (de 40 años y que viene “fuera del sistema”) ocupe un lugar de “liderazgo y oposición”.
“Procesar cambios es difícil. Es un partido que tiene que asumir que tuvo un revolcón muy grande del que aún no se ha terminado de recuperar. Hay que pensar en clave de práctica: qué es lo que nosotros necesitamos en este momento para generar un crecimiento real”, dice.
En ese sentido, Ojeda insiste en que sus formas son otras. Hace cosas “distintas”, recorre “lugares distintos”, se viste de manera “distinta”, habla de manera “distinta”, pone sobre la mesa temas “distintos”. Incluso, dice, pelea “batallas que no dan otros sectores políticos tradicionales”, como la de la salud mental.
El abogado que buscó ser presidente con propaganda en la que levantaba pesas y hablaba de astrología sabe que en medio de un panorama social en el que el descreimiento de la política va en aumento debe “entrar en clave de dinamismo y entretenimiento con contenido, pero tenemos que usar los canales de llamada de atención”.
“Miro el Senado y siento que todos los que estamos ahí a veces entendemos que el mundo entero está mirando para adentro, pero no. Entonces, tenemos que tener la capacidad también de que los mensajes trasciendan las paredes, porque la ciudadanía tiene que tener conexión con las decisiones y esa responsabilidad es nuestra, no de la gente. No podemos trasladarle a la gente esa responsabilidad porque sería muy injusto. Entonces, tenemos que buscar la conexión, no enojarnos porque no conectan con las cosas que esperamos que pongan”, sostiene.
La nueva vida de Ojeda implica lidiar con la oposición como legislador y como secretario general del Partido Colorado, entender cómo se para en cada rol, ser la autoridad de la dicotomía, la del doble rol, y adaptarse a un Parlamento “incendiario” que dista del mundo de las leyes en el que transitó la mayoría de su vida.
“Yo vengo de otro palo, del palo jurídico. A veces, uno puede tener debates muy pesados, pero la abogacía es muy caballeresca. Muy galante, muy cortés. Hasta las discusiones más duras son con reverencia. Yo puedo ser muy vehemente y muy duro, pero me cuesta salirme y entrar en ese formato incendiario. Sobre todo en las aseveraciones personales, que me parece que es donde ya se corta más grueso”, dice Ojeda.
El penalista sabe que tomó una decisión a largo plazo en el mundo político, que implica tener otra cautela a la hora de agarrar casos judiciales que lo forjaron como mediático uruguayo. “La extraño, pero no la dejé”, dice sobre la abogacía.
“¿Sabés qué extraño? La libertad de hacer lo que quiera, porque ahora evidentemente elijo mucho más que antes por dos razones. Por una razón de tiempo físico (o sea, agarro las cosas que puedo agarrar en el tiempo que puedo con un equipo que me dé una mano, que es muy importante) y también temas que no sean de controversia pública. Antes, de repente, había temas que me hubieran interesado, divertido, entusiasmado, justamente porque la discusión tiene mucha polémica y a veces hasta parecen medio inganables”, sostiene.
Es que al menos por cinco años, Ojeda ya no podrá ser aquel treintañero que llegaba a las casas de los uruguayos mediante el informativo para dar datos sobre el juicio por el que Amodio Pérez volvió a Uruguay y volvió a usar su nombre después de décadas infiltrado en España.
“Creo que por lo menos uno tiene la satisfacción de que ha hecho cosas. Quietos no nos hemos quedado. Pero sí, la verdad que sigo ejerciendo, pero extraño a veces, sobre todo esos casos que te despiertan el vicio a otro nivel”, admite.
Por Valentina Temesio
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