Contenido creado por Sebastián Rodríguez
Entrevistas

Comer, hablar y jugar

Obesidad infantil: la pediatra Marisa Armeno propone "hacer marketing con la comida saludable"

“Como la obesidad no duele, hay que tratar de buscarle la vuelta por otro lado y hablar con los niños”, explica la pediatra Marisa Armeno en diálogo con Montevideo Portal. ¿Cómo ayudar a los niños a combatir el sobrepeso desde la vida cotidiana? “Si los padres comen hamburguesas con papas fritas, el chico no puede estar comiendo ensalada”.

12.09.2015 14:48

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2015-09-12T14:48:00-03:00
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La doctora especializada en Pediatría Marisa Armeno llegó a nuestro país desde Argentina para participar del Congreso por los 100 años de la Sociedad Uruguaya de Pediatría; Montevideo Portal dialogó con la pediatra sobre la problemática de la obesidad infantil: ¿cómo ayudar a los niños desde la vida cotidiana?

El problema de la obesidad en la infancia tiene varias consecuencias: el sedentarismo, los malos hábitos alimenticios, la carencia de estímulos, entre otros. Sin embargo, imponerle situaciones al niño, como realizar actividades físicas que no le gustan, parece no ser la mejor opción.

"El niño obeso necesita hacer actividad física por su patología, pero empezando con intensidades muy leves. Como se cansa, porque no está acostumbrado, le produce displacer. Entonces abandona", explica Armeno, y subraya que "lo primero que hay que hacer es buscar actividades placenteras".

En este sentido, la especialista da cuenta de cómo la obesidad infantil encuentra una de sus principales complicaciones en la dimensión psicosocial: "El chico obeso sufre de bullying, de baja autoestima, de alteración de su imagen corporal".

Siendo así, "el mandarlo a desnudarse, a una pileta con otros chicos delgados, no es lo ideal. Uno tiene que empezar al revés; ¿qué cosas podemos mejorar en su actividad física cotidiana?".

Desde la vida cotidiana

Según explica Armeno, la clave se encuentra en estimular al niño a realizar actividad física desde la vida cotidiana.

"Usar las escaleras en vez de ir en ascensor. Ir caminando al colegio si te queda a pocas cuadras. Cambiarse solos", recomienda la especialista.

En este sentido, apunta: "Es ridículo mandarlo a hacer una hora actividad física cuando después el chico va a estar todo el día sentado, acostado, mirando televisión", por lo que debe tratarse de "aumentar su actividad física espontánea y disminuir su sedentarismo".

"Una vez que el chico está un poco más motivado, y que se da cuenta de que la actividad física no le da displacer, no le da disnea, ahí es donde empieza a ver el beneficio: tiene que ser un proceso muy gradual que tenga que ver con cosas de la vida cotidiana primero", apunta Armeno.

"En vez de que esté cuatro, cinco horas mirando la tele, llevarlo a la plaza y que juegue con sus amigos. Proponerle hacer una caminata por la rambla con el papá o la mamá. Situaciones de estímulos básicos".

¿Cómo hablar del tema con ellos?

"Siempre hay que hablar con ellos. Como la obesidad no duele, hay que tratar de buscarle la vuelta por otro lado. Y decir: 'bueno, lo que te va a pasar es que vas a correr y en el recreo no te vas a cansar. Si tus amigos quieren jugar una carrera, vos también vas a poder correr. Incentivarlo a que él va a poder hacer lo mismo que hacen otros chicos", explica la pediatra.

En este sentido, se apunta que la clave está en encontrar lo que al chico le guste, porque no hay "nada peor que hacer algo que no te guste".

"La clave está en el proceso mediado por el diálogo. Que salga de él, motivarlo, preguntarle: '¿y a vos qué te gustaría hacer?'".

Más allá del ejercicio: la alimentación

"Hoy en día la idea es hacer prevención a cada vez más temprana edad", explica Armeno, y agrega que, en este sentido, "uno tiene que tratar de ofrecer un ambiente en la casa que sea lo más saludable posible y que los padres sean modelos".

Así, se remarca que no se le puede exigir al niño que coma frutas y verduras si en la casa no hay una fruta, una verdura y los padres no comen ni unas ni otras.

De esta forma, la también especialista en nutrición propone "poner una frutera con fruta disponible y fresca todo el tiempo sobre la mesa del comedor: cuando el chico dice 'tengo hambre' o 'quiero comer algo rico', que ahí tenga bananas, manzanas, duraznos; que esté la oferta de esas cosas".

"Los padres tienen que ser un modelo desde lo que comen. Si los padres comen hamburguesas con papas fritas, el chico no puede estar comiendo ensalada".

Para Armeno, "la casa es donde empieza la educación alimentaria". Por ello, debe tratarse, en la medida de lo posible, de que exista una disponibilidad de frutas, verduras, lácteos descremados y de agua, entre otras cosas.

"Y después sí, para ocasiones especiales, golosinas y todo eso, porque es parte de la vida. Pero no de todos los días", apunta la especialista.

La comida como recompensa

Es muy habitual que la comida se transforme en una recompensa; cuando un chico alcanza una buena nota, se lo lleva a comer afuera o se le regalan golosinas: "Es muy habitual, pero lo que genera es más deseo por ese tipo de comida, le aumenta su valor", estima Armeno.

"Si te comés toda la verdura, podés comer postre", típica frase que se repite a lo largo del crecimiento del niño. Sin embargo, no es la mejor forma de lograrlo porque "se le da una connotación negativa a la verdura y una positiva al postre".

Así, "hay que cambiar y decir: 'si te comes toda la verdura, te regalo un sticker o vamos a hacer algo que te gusta'". La clave está en "cambiar la recompensa, que no sea siempre algo de comida chatarra o de comida con más grasa o más azúcar".

Por esta misma razón, Armeno recuerda que a los niños les gusta salir a comer afuera por el marketing de diversión que ofrece la comida chatarra, pero lo esencial es que "a los chicos les gustan mucho los alimentos con formas y con cosas divertidas", por lo que eso puede tomarse e intentar hacerse desde casa.

"Uno tiene que hacer marketing también con la comida saludable. Ponerle onda a los alimentos saludables".

Tecnología y movimiento

¿Hasta qué punto se equipara que el niño juegue con un dispositivo que capta los movimientos, y que por lo tanto promueve que juegue saltando, moviendo los brazos y piernas, con el hecho de ir a la plaza a jugar?

"Uno no puede negarse a la tecnología. Si la tecnología sirve para generar cosas de movimiento me parece que no hay que desaprovecharla", estima la especialista.

Sin embargo, entiende que tal vez lo mejor no sea cambiar una cosa por otra: "Quizás no diría 'esto en lugar de lo otro', sino que diría 'esto y lo otro': sumaría".

Consejo a los padres

"Que sean modelos, que sean conscientes de que este es un problema grave de salud que no tiene que ver solo con la voluntad y con la genética que uno trae, sino con lo que uno después hace. Genética no es destino. Si uno nace más gordito, no quiere decir que ese niño tenga que tener problemas de peso para siempre".

En este sentido, Armeno reflexiona: "Se pueden hacer un montón de cambios, donde los padres juegan un rol fundamental. La familia tiene que interesarse, colaborar, cambiar, ayudar, acompañar: así se puede. El tratamiento, cuando hay familia, es posible".

Sebastián Rodríguez | Montevideo Portal
sebastian.rodriguez@montevideo.com.uy