Seré curioso

Seré Curioso

O’Neill: “Tuve miedo de morirme, estuve cerca. Las neuronas se estaban quemando”

Desde mayo no toma alcohol y se ayuda con “pastillas mágicas”. El ex futbolista denuncia a Figueredo, critica a Tabárez y repasa su vida y su carrera.

21.01.2021 10:00

Lectura: 22'

2021-01-21T10:00:00-03:00
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Por César Bianchi

Fotos: Juan Manuel López


A los 8 años, Fabián pasaba más en la calle que en la escuela o en la casa de su abuela, quien lo crió (con más libertades que penitencias).


A los 9 probó por primera vez el alcohol. En un bar de baja estofa lo convidaron con un trago de caña con cocacola ("el avión", alecciona él hoy). Después tomó vino con coca. Después dejó de cortarlo con refresco. A veces, algún veterano le decía que él tenía que ir a jugar con sus amigos y no estar entre viejos que jugaban al truco y al billar. Pero él no hacía caso. Hasta amagó con irse llorando y terminaba siendo admitido y premiado con un trago.


A los 17 llegó a Nacional, el club de sus amores, para jugar en Cuarta división. Al principio con altibajos, porque extrañaba mucho a su abuela y a su Paso de los Toros, terminó rindiendo y descollando con la blusa tricolor en Primera.


A los 22 fue vendido a Italia, al Cagliari. De nuevo le costó la adaptación, pero terminó siendo genio, figura y capitán, siempre mimado por el presidente del club de la isla Cerdeña.


A los 27 fue comprado por la poderosa Juventus de Turín. Jugó con Zidane, Montero, Zalayeta, Pirlo, Davis, Thuram y Nedved, entre otros.


A los 28 quiso pagarse pasajes de su bolsillo para venir a jugar con la selección. Fue testigo de una maniobra corrupta del entonces presidente de la AUF, el caído en desgracia Eugenio Figueredo. Vio cómo éste pagaba con dineros de la Asociación 800 dólares por cada pasaje en clase turista para cada futbolista, mientras que en los registros mentía que los jugadores iban en primera clase, pasaje que costaba 4.500 dólares cada uno. Figueredo se hacía con 37.000 dólares cada partido de la Celeste, cada 10 jugadores que venían de Europa. Y O'Neill se anima a denunciarlo ahora, porque antes temía un juicio por difamación e injurias.


A los 29 quiso retirarse en Nacional, pero un diferendo con el presidente del club, Eduardo Ache, hizo que hiciera su bolsito y se mandara mudar. Se fue a campaña, a Paso de los Toros. A tomar y comer asados.


A los 39, un libro -que fue boom editorial- hizo popular su historia de vida, plagada de bonhomía y talento para jugar al fútbol, habilidad truncada de forma prematura por su alcoholismo. A esa edad dijo que ya llevaba 30 años tomando. "Es momento de parar", destacaba el libro de editorial Sudamericana en la contratapa. Pero él no se hizo caso: siguió bebiendo.


A los 47, el isabelino Fabián O'Neill -"El Mago", "El Borracho", "El Chiquilín"- lleva siete meses sin probar una gota de alcohol. Dice que vio a la muerte de cerca y tuvo miedo, que la cabeza "se iba de mambo", que notó que se le quemaban las neuronas. Y se obligó a parar. Esta vez -con la ayuda de su familia y el Dr. Gonzalo Bilardo- sí se hizo caso. Hoy dice que es feliz.


-De niño, ¿qué querías ser cuando fueras grande?

-No pensaba en nada...

-¿No querías ser futbolista?

-No, no... Jugaba en el barrio, como todo el mundo. Después entré en Defensor de Paso de los Toros y me puse un poco las pilas. Ahí empecé a andar bien en el baby, y después en los juveniles, que era de 13 a 18 años. A los 14 hice el curso de herrero, y me dieron diploma y todo.

-¿Cómo era tu infancia en Paso de los Toros?

-Hasta los 6 años viví en campaña. Yo vivía con mis abuelos. Después me vine a vivir al pueblo y ahí iba al colegio. En campaña andaba a caballo, salía a recorrer el campo con mi abuelo. Después empecé la escuela, pero pasaba siempre en la calle... Y no era como ahora, nada que ver.

-¿Por qué fuiste criado por tu abuela Mecha y no por tus padres?

-Porque no me podían bancar mis viejos y mi abuela estaba bien económicamente. Y me llevaron ellos. Después mi madre quiso vivir conmigo, pero yo ya me había encariñado con mis abuelos. Yo dormí hasta los 14 años con mi abuela. Los mimos de la abuela no eran iguales a los mimos de mis padres. Pero igual, por bandideadas me llevaba palizas de mi viejo, porque andaba en los bares ya de chico y al fútbol no le daba tanta bola, siendo que ya estaba en las juveniles de Paso de los Toros. A veces me echaba el técnico, porque llegaba con algún alcohol arriba. Mi viejo me iba a buscar y alguna paliza me llevaba...

-Raúl "Cotorra" Martínez, tu primer DT en Defensor de Paso de los Toros, salía a buscarte por los bares desesperado, para que hicieras la diferencia en la cancha. ¿Cómo recordás esos años, dentro y fuera de la cancha?

-De noche yo trabajaba en la whiskería y les hacía mandados a las chicas que trabajaban ahí. Entonces me tenía que quedar hasta las 4.30 de la madrugada, que era la hora que cerraba, y ahí me daban la plata para comprar las cosas para al otro día al mediodía. Y ahí me ganaba alguna moneda, alguna propina, y con eso me iba a jugar a la conga a los clubes. Ya era medio de la calle. Y ahí vivía la vida esa. Y mi abuela no me decía nada... Y cuando el técnico (Martínez) me iba a buscar, a veces me dormía yo cuando tenía que jugar los fines de semana, me iba a buscar él a casa. Yo andaba más o menos bien.

-En 2013, cuando se publicó el libro Hasta la última gota de Federico Castillo y Horacio Varoli, vos decías: "Tengo 39 años y ya llevo 30 tomando. Es momento de parar". Empezaste a tomar a los 9, cuando deberías estar en cuarto de escuela. ¿Cómo se dio ese inicio tan prematuro en el alcohol? ¿Te juntaste con gente equivocada?

-No, no, no... Es mentira eso de que vos tomás porque te obligan. Es todo mentira. Uno toma porque uno quiere. Yo era un niño y tomaba con gente mayor, hoy están casi todos muertos. Jugaban un truco, tomaban un aperitivo... Era gente muy veterana. Yo aprendí todo con esa gente. Empecé tomando un traguito de vino con coca, o de caña con coca, que le decían "el avión". Ahí empecé, después fui cambiando de bebida... y se me hizo un hábito. Yo veía que tomaban eso y tomaba yo también. Yo era chico, pero me creía grande.

-¿Y ninguno de ellos te decía que no podías tomar alcohol porque solo tenías 9 años?

-Me lo decían, pero yo me ponía caprichoso, alguna vez amagué con irme llorando, y me llamaban de vuelta.

"Es mentira eso de que vos tomás porque te obligan. Uno toma porque uno quiere. Yo era un niño y tomaba con veteranos, hoy están casi todos muertos. Empecé tomando caña con coca, después fui cambiando de bebida… y se me hizo un hábito"

-¿Cuándo te diste cuenta de que tenías un talento natural para el fútbol?

-Nunca me di cuenta. La verdad, nunca me di cuenta. Pero se veía que era diferente porque en el pueblo se comentaba eso. Después me fue a buscar Nacional y el primer año yo anduve más o menos, porque extrañaba a mi abuela, y quería vivir en Paso de los Toros. Hasta que el "Chino" (Salva, entrenador de Nacional) me dijo un día que por tres meses no iba a poder volver a Paso de los Toros, y ya la gente me decía: "Andá Fabián, ¿qué te vas a quedar haciendo en Paso de los Toros?". Ahí tenía 16, ya me di cuenta que andaba bien.

-¿Cómo llegás a las inferiores de Nacional?

-Por el gerente de la Casa de Jubilaciones que había antes, que era dirigente de las divisiones menores de Nacional. Había un gerente que iba por todos los pueblos buscando nuevos valores. Carlos Di Carlo se llamaba. Y él preguntó y le dijeron: "Hay un botija en Defensor (de Paso de los Toros) que pinta bien". Y ahí llegué en el 90 a Montevideo, para jugar en la quinta de Nacional. Hice quinta, cuarta, y (Roberto) Fleitas me sube a Primera.

-¿Cuán determinante fue Héctor "Chino" Salva en tu afianzamiento en los tricolores?

-Fue clave. Él me dijo: "Mirá que no te quiere ningún dirigente allá, yo te voy a llevar igual, pero me tenés que hacer caso a mí". Si no fuera por él, yo todavía seguía en Paso de los Toros, o andá a saber lo que estaba haciendo... O estaba muerto, por la bebida.

-Entre 1992 y 1995 descollaste, en un equipo que tenía a Jorge Seré y Carlos Nicola de arqueros, habían vuelto Hugo De León, Felipe Revelez, Yubert Lemos, estaba Nelson Abeijón y jugaba arriba Julio Dely Valdés. En 1995 venías siendo el jugador revelación hasta que te lesionaste, te rompiste los ligamentos de la rodilla derecha al caer, y cuando te estaban por operar, te fue a ver Carlos Salvador Bilardo.

-Me vino a ver Bilardo con el Toto (Jorge) Da Silveira. Y ahí apareció Paco (Casal), que me compra roto, vamos a decir. Me compró en 600.000 dólares, y cuando me quiso vender Nacional, el club pidió dos millones y medio, pero Paco tenía la compra hecha, los papeles hechos, y se quedó Paco conmigo. Bilardo llegó con el Toto tipo 5.30 de la mañana... Fue una cosa rara que llegara un técnico campeón del mundo. Fue una sorpresa enorme, ahí uno se da cuenta que es conocido... Yo hasta ahora no me doy cuenta por los lugares donde anduve, la verdad. Bilardo me dice: "Quedate tranquilo, vos te vas a recuperar. Tenés 18 años recién. El Diego se quebró, volvió y fue el mejor del mundo".

-Te fuiste de Nacional a Italia tras perder una final ante Peñarol en el 95 para el tricampeonato de lo que fue el Quinquenio. Final para la que estuviste en duda, porque ya estabas vendido y el Grupo Casal no quería que jugaras por miedo a que te lesionaras. ¿Te hablaron mucho en la cancha los jugadores de Peñarol?


-Me hablaban, sí. (Pablo) Bengoechea me habló, me acuerdo. "Cuidate que estás vendido, no hagas locuras acá, mirá si te lesionás". ¿Qué me iba a cuidar? Después que estás adentro de la cancha, no te cuidás nada. Pablo fue el que me habló. Tengo amistad con él.

-En la isla de Cerdeña no te dejaste encandilar por las discotecas y las modelos. ¿Cómo era tu vida ahí?

-Anduve, anduve, anduve... Ya te das cuenta cómo era yo... El presidente del Cagliari (Massimo Cellino) era como un padre para mí. El primer año no anduve tan bien, me costó adaptarme un poco. Para entender el italiano me llevó dos meses, para hablarlo me llevó ocho meses. Después empecé a andar mejor, y ahí me largué un poco más.

-Te lo preguntaba porque el libro de Castillo y Varoli decía que, en lugar de una disco de moda, preferías meterte en un viejo bar venido a menos...

-Sí, sí, siempre fui así. Yo no voy a Punta del Este, por ejemplo. No me gusta. Prefiero ir a pescar al río. Soy de los peores boliches, de los boliches mugrientos, como quien dice. No soy de ir a restoranes caros... por eso te dije de hacer la nota acá, en el lavadero de autos de un amigo.

-Futbolísticamente anduviste volando en Cagliari...

-Sí, fue lo más fuerte mío. Pero tenía a mi padre (Cellino) de presidente, entonces hacía lo que quería. Pero le rendía en la cancha.

-Anduviste tan bien, al punto de que la Juventus se fijó en vos y te compró... Todavía se comparte el video de un partido contra la Salernitana, con los famosos tres caños a un joven Genaro Gattuso prometidos de antemano a Abeijón. ¿Disfrutabas más esos lujos de habilidad que de hacer goles?

-Hacer goles es lo más lindo, pero creo que el fútbol tiene cosas lindas como tirar un caño o divertirse en la cancha. Hoy son pocos los jugadores que se divierten en la cancha.

-En entrevista con Gerardo Tagliaferro para Montevideo Portal confesaste que habías arreglado partidos, por ejemplo, en la temporada 97-98 contra el Chievo Verona, y luego otro partido jugando en el Perugia. Hablo de partidos amañados, y después jugaban al Supermatch. ¿Nunca te arrepentiste de eso?

-No... Eso sigue pasando, lo que pasa (es) que como uno es sano, lo cuenta. Pero eso ha pasado en todos lados, y sigue pasando. Pero no lo cuentan. Te das cuenta. Y si anduviste en esa... te das cuenta.

-Estás confesando un hecho de corrupción.

-Sí, pero, ¿cómo ellos saben? Porque yo lo digo. Una cosa es una anécdota en un libro, que puede haber verdades o mentiras. Nunca me llamaron a declarar por eso. Yo lo cuento como una anécdota, y si después me llamaran de la Justicia, digo que es mentira. Y si me preguntan: "¿Y a quién le dijiste la verdad?", yo soy tan bueno, que le voy a decir que le dije la verdad al libro [N. de la R.: se refiere a la entrevista de Montevideo Portal, replicada también en el libro].

-¿Ganaste dinero con esos arreglos de partidos?

-No... Favoreció a los dos equipos. Nunca hice nada para perder, ni para ganar. Lo hice para que salieran ganando los dos equipos. En las apuestas era otra cosa, porque yo no podía apostar. Iban amigos míos, entonces si me llamaban a declarar, teníamos que ir un montón. Yo lo hice porque salvándonos nosotros se salvaba el rival también. Nosotros decíamos que íbamos a empatar, pero después va un Fulano y jugaba con su plata. Yo no puse plata de la mía para eso. Yo le digo un amigo mío: "Mirá, este partido se va a arreglar".

"Hice arreglos de partidos. Lo hice para que salieran ganando los dos equipos. Si me llamaban a declarar, teníamos que ir un montón. Nosotros decíamos que íbamos a empatar, pero después va un Fulano y jugaba con su plata. Yo le decía a un amigo: 'Mirá, este partido se va a arreglar'”

-En el 2000 te fuiste por 15 millones de dólares a la Juve. ¿De entrada le decías "Negro" a Edgar Davis y "Mostro" a Zidane?

-(Se ríe) Sí, sí... Yo te voy a contar una anécdota que hicimos acá, en el lavadero del negro Mariano en Raffo y General Hornos (ponelo eso). Ayer vino un camionero que va para Brasil y pasa por Paso de los Toros, vino por acá y le dije: "A mí me llevaron equivocado a la Juventus, a mí me llevaron para hacer chistes, no para jugar al fútbol". "A mí me pagaban 140.000 dólares por mes para hacer chistes", le digo. "Entonces me puse a hacer chistes, no tenía que correr, no tenía que hacer nada y me llevaba bien con todos". Se mataba de la risa el tipo.

-¿Qué hiciste con toda esa plata? Porque toda no la tomaste...

-Mujeres rápidas, caballos lentos, timba y putos feos, no queda nada. Te lo digo por experiencia.

-¿No invertiste en nada?

-Invertí en todo, y después la fundí toda, con esas cosas que te dije. Tuve tres estancias, 20 caballos en Maroñas, pero pasaba en la whiskería, era mi casa la whiskería. Hoy me queda este mate... y estoy trabajando un poco, tratando de hacer algo.

-Tuviste de DT a (Carlo) Ancelotti y a (Marcelo) Lippi, jugaste con (Liliam) Thuram, (Pavel) Nedved, (Edgar) Davis, (Zinedine) Zidane, (Paolo) Montero, (Marcelo) Zalayeta, (Filippo) Inzaghi... Tenías 27 años y estabas en la cresta de la ola. ¿Por qué creés que no pudiste consolidarte? ¿Por lo que me dijiste recién?

-Me han preguntado: "¿Y vos tomabas cuando jugabas en la Juventus?". Yo contesto: "Tomo pelado (decía antes yo), ¿no voy a tomar cuando andaba con plata?".

-Pero tenías que cumplir horarios, estar en forma, conservar tu peso...

-Y eso fue lo que pasó. Tomando, saliendo de noche, empezaron las lesiones... y yo ya estaba dando ventaja saliendo igual de noche. Mirá, el entrenamiento era a las 9.30. Nedved se levantaba 5.30 de la mañana, salía a correr, llegaba a las 7.30, la mujer lo esperaba con un desayuno, ahí desayunaba, se bañaba y se iba a entrenar 9.30 con nosotros. Cuando él salía a correr, yo me estaba acostando. ¿Entendés? Por más que yo estuviera en un 200%, nunca iba a llegar al nivel de él.

"El entrenamiento era a las 9.30. Nedved se levantaba 5.30 de la mañana, salía a correr, llegaba a las 7.30, la mujer lo esperaba con un desayuno, se bañaba y se iba a entrenar 9.30 con nosotros. Cuando él salía a correr, yo me estaba acostando"

-¿Qué te dejó tu pasaje por la selección, con la que jugaste el Mundial de Corea y Japón en 2002, y un recordado Mundial sub-20 en Australia en el 93?

-No llegué a jugar en el Mundial de 2002 porque me jodí el tendón de Aquiles. No pude jugar ninguno de los partidos. Quería jugar el segundo, contra Francia, porque estaba Zidane del otro lado. Me sentía bien, pero hice un pique corto en la práctica, dos días antes, y me resentí.

La selección es lo máximo. Pasa que como técnicos yo tuve padres. Ancelotti y Lippi no eran mis padres, pero siempre tuvieron buena onda conmigo. En Nacional tuve a Salva, a Fleitas, y en la selección tuve a Passarella, que me adoraba. Se le había fallecido un hijo, y yo era como un hijo para él. Pero te decía: jugar en la selección de tu país es lo máximo. Llegás ahí y ya está. En esa selección nosotros pagábamos para jugar. En otros lados capaz que ganás millones de dólares, pero no es lo mismo que jugar en la selección.

-¿Qué tenía aquella selección que no tuviera la del proceso Tabárez desde 2006 en adelante?

-Nosotros nos pagábamos los pasajes para viajar. Cuando estaba (Eugenio) Figueredo como presidente de la AUF -ya lo puedo contar, por todo lo que se sabe de él- nosotros viajábamos allá al final, al lado del baño, mientras que los argentinos y brasileños viajaban en primera clase. El pasaje en primera clase costaba 4.500 dólares en aquella época. Te explico así lo que él hacía: ponele que eran 10 pasajes de jugadores que viajábamos desde Europa, a 4.500 dólares cada uno, él pasaba a la AUF 10 pasajes, que eran 45.000 dólares. Pero a nosotros nos pagaban el pasaje que valía 800 dólares, o sea, 8.000 dólares en total. Entonces, fijate que en cada partido él se quedaba con 37.000 dólares, porque pagaba 10 pasajes a 800 dólares cada uno, pero figuraba como que hubiera pagado 10 en primera, que son 45.000. Él se quedaba con la diferencia: 37.000 dólares cada 10 jugadores, por partido. Lo pagaba la AUF, pero él dejaba registrado como que veníamos en primera clase y en realidad veníamos con los pasajes en clase turista, de 800 dólares. Ganaba 37.000 dólares en cada partido por ese pasamano con la AUF. Eso cada 10 jugadores, si éramos 16, sacá la cuenta.

-¿Y ustedes lo sabían y no lo dijeron públicamente?

-No vamo' a saber... Un día le dije a Paolo (Montero): "Paolo, vamos a pagarnos los pasajes en primera". Podíamos hacerlo. Ganábamos 1.000 dólares por cada partido con la selección, así perdiéramos o ganáramos.

No lo hice público antes porque él me podía hacer juicio por difamación e injurias. Ahora ya se sabe quién es... se puede contar. Lo cuento para que sepa la gente lo que era aquella selección de 2002, comparándola con la selección de (Óscar Washington) Tabárez. Creo que desde Tabárez, ningún jugador puso un peso para venir a jugar.

"En cada partido, Figueredo se quedaba con 37.000 dólares, porque pagaba 10 pasajes a 800 dólares cada uno, pero figuraba como que hubiera pagado 10 en primera, que son 45.000. Él se quedaba con la diferencia: 37.000 dólares cada 10 jugadores, por partido. Ahora lo puedo decir"

-¿Y al revés? ¿Qué tiene la selección de Tabárez que no contaba la Celeste anterior a él, con (Daniel) Passarella y (Víctor) Púa después?

-Organización, seguramente. Mucha más organización. Eso pertenece a Tabárez. Ta, yo no me doy con él...

-¿Vos lo hiciste echar del Cagliari?

-Eso salió porque yo dije que no iba a entrenar más al Cagliari mientras estuviera él. [N. de la R.: en 1999, en una práctica, un juvenil de la reserva le pegó un codazo cuando O'Neill lo fue a marcar. El isabelino no se molestó tanto por el golpe, sino porque el jovencito no se disculpó. Entonces lo esperó y cuando volvieron a cruzarse, "le devolvió el codazo con una trompada", recreó el libro "Hasta la última gota". "Tabárez, que vio toda la acción, lo echó del entrenamiento", agrega]. Jugamos un sábado y yo no jugué, el domingo me fui (le ganaron igual al Cremonese). Pasó el lunes, el martes, miércoles y el jueves de noche el presidente (Cellino) me llama: "¿Qué vas a hacer, Fabián?". "Nada. Mientras esté él (Tabárez), yo no voy a ir a entrenar, si ya me echó (de un entrenamiento). Vos buscame equipo y me voy". Y ahí cesaron a Tabárez.

Tabárez con el proyecto de la selección, en 2010 tendría que haber salido campeón (mundial en Sudáfrica), porque otra selección como esa no va a haber. Si estás ahí cerquita... es hasta el final.

-Varias veces intentaste o intentaron que dejaras el alcohol. En 2003 el kinesiólogo Walter Ferreyra y el futbolista Gustavo Méndez fueron hasta Paso de los Toros intentado que te sometieras a un tratamiento y luego recuperarte como deportista. Y no pudieron. Vos seguiste tomando... Hasta hace algunos meses. En diciembre de 2020, la periodista Silvia Pérez hablaba de "un nuevo Fabián O'Neill" en El País. Decía que llevabas seis meses sin probar el alcohol. ¿Por qué esta vez sí pudiste?

-Como te dije al principio: a uno nadie lo obliga a tomar y es mentira que vas a una clínica y salís recuperado. Tengo amigos que toman otras sustancias, han ido a clínicas, después salen y es lo mismo. Creo que eso va en uno, en lo que haga. Yo sentí que... que iba a morir. Ya era más fuerte lo que sentía en el cuerpo.

-¿Llegaste a tocar fondo y tuviste miedo?

-Sí, tuve miedo a morirme. Estuve cerca. La cabeza ya se iba de mambo, como quien dice. Como que las neuronas se estaban quemando, yo qué sé. Y físicamente ya no sos el mismo. No precisé ir a una clínica. Pero sí conté con la ayuda de un médico, el Dr. Gonzalo Bilardo, que me dio unas pastillas "mágicas". Él me recuperó. Es mi médico personal.

-Teniendo un talento excepcional como jugador, te retiraste antes de los 30 años. ¿Te hubiera gustado jugar un tiempo más y quizás lograr algo con la selección?

-No. Yo vine a retirarme en Nacional. Ya venía lesionándome más seguido...

Mucha gente ya sabe que dejé el fútbol por (el entonces presidente de Nacional, Eduardo) Ache. Cuando yo vine en 2003 a Nacional le pedí 25.000 dólares por mes a Nacional. Ache me dijo que era mucha plata para Uruguay. Le dije: "Bueno ta, poné la cifra que quieras y yo te firmo, porque me quiero retirar en Nacional". Me puso 10.000 dólares. Le dije: "Pero si llega a venir uno que gane más que yo, yo me voy". Acordamos eso. Y vinieron los dos hermanos Dely Valdés: vino Julio ganando 25.000, que no me preocupó, porque era un ídolo en Nacional, y con él vino Jorge (Dely Valdés) ganando 15.000. Entonces ahí agarré mis cosas y me fui. Vinieron algunos jugadores a intentar evitar que me fuera, me querían parar, y yo dije: "No, me voy. Yo arreglé otra cosa con el presidente. Si no me cumplen, me voy".

Y fue Peñarol a buscarme. Yo estaba descansando en campaña en esa época (2003). Llegó una camioneta a la estancia, nosotros estábamos al lado del río, y se baja un veterano con dos muchachos, me dijeron que venían de Peñarol a hacerme una propuesta. Me daban 30.000 dólares por mes. Yo estaba bien económicamente todavía... Le dije: "Les agradezco, pero no. Por una sola persona no voy a quedar mal con todo el mundo. No soy de jugar en los dos grandes, y me identifico con Nacional y soy de Nacional".

"Tuve miedo a morirme. Estuve cerca. La cabeza ya se iba de mambo. Como que las neuronas se estaban quemando. No precisé ir a una clínica. Pero sí conté con la ayuda de mi familia y de un médico, que me dio unas pastillas 'mágicas'"

-¿A qué te estás dedicando hoy?

-Estoy trabajando con el Cabeza (Fabián) Coelho, y con (Sebastián) Taborda, y ahí me tienen ahí de costado, para buscar juveniles... Si les puedo dar una mano, les doy una mano. Me dijeron que buscara algún jugador de 13 a 15 años, o si algún padre quiere que yo agarre a su gurí, mal o bien, seré malo para mí, pero cuando me pongo las pilas, hago bien las cosas. Recorro canchas en el interior, más en mi zona (Paso de los Toros, Durazno, San Gregorio de Polanco) y vamos a ver si tenemos suerte con alguno de ellos.

-¿Cuán importante fue tu familia en que dejaras el alcohol?

-Ciento diez por ciento. Cuando tenés plata y andás borracho por todos lados, tenés mil amigos y esos son para arruinarte la vida nomás. Y cuando estás mal y para morirte, la que está es tu familia. Ya me di cuenta bien clarito.

-¿Sos feliz?

-Era feliz cuando tomaba. Soy feliz ahora que no tomo. He tenido felicidades de todo tipo, así que la llevo...

 

Por César Bianchi