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Nació en Uruguay, espió para Reino Unido en Malvinas y rompió el silencio tras décadas

La historia de Ruth Morton, por momentos, parece de película al punto de que un carpincho le salvó la vida tras recibir un balazo.

22.12.2025 20:32

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2025-12-22T20:32:00-03:00
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Ruth Morton, de 97 años, nació en Uruguay, aunque sus padres eran británicos, y hace 42 años fue reclutada por los servicios de inteligencia del Reino Unido para operar como espía durante la guerra de las Malvinas. Durante décadas, la historia se mantuvo en silencio porque Morton prefirió que así fuera, pero ahora decidió contarla.

En una entrevista con La Nación, Morton relató que su tarea principal “era vigilar tres submarinos” desde la costa argentina. Su familia había estado vinculada a los servicios de inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que ese universo no le resultaba ajeno.

En su casa era habitual que sonara el teléfono y que ella debiera anotar los mensajes palabra por palabra para luego transmitírselos a sus padres, ya que se trataba de códigos cifrados. Las tareas de inteligencia se realizaban bajo una fachada: los ferrocarriles de capital británico instalados en Uruguay.

Su padre, Eddie, trabajaba allí y luego incorporó a sus dos hijas mayores, Babs y Minna. La función del hombre era captar las comunicaciones, traducirlas y volcarlas por escrito. Por ese motivo, desde pequeña Ruth aprendió a escribir mensajes en código, dado que, en los hechos, era parte del trabajo cotidiano de su padre.

Entre las tareas que cumplía la familia Morton estaba la de realizar llamadas durante la batalla de diciembre de 1939 vinculada al Graf Spee. El objetivo era que los alemanes detectaran esas comunicaciones y creyeran que una flota británica se aproximaba a la zona.

En diálogo con el citado medio, la exespía contó que incluso llegaron a contactar a Ancap para consultar si era posible reabastecer unidades con combustible en un corto plazo.

Foto: captura de redes sociales

Foto: captura de redes sociales

Reclutamiento

Ruth fue reclutada cuando el conflicto bélico se reactivó en 1982, a través de su hermana, quien trabajaba como empleada británica en Montevideo. Así, ambas dejaron Uruguay y se instalaron en Argentina.

Contó que los submarinos que debía vigilar eran el ARA Santa Fe, el ARA San Luis y el ARA Santiago del Estero. La vigilancia la realizaba desde las ruinas de lo que alguna vez fue el edificio Mar del Plata.

“No te podías parar: tenías que arrastrarte con los codos y las rodillas. Fue duro al principio, pero después me acostumbré”, recordó.

En caso de detectar información “significativa” —tarea para la que había sido reclutada— Morton debía tomar dos ómnibus desde las ruinas del edificio, llamar desde un teléfono público a un agente angloargentino y, tras recibir un nuevo número, finalmente transmitir los datos.

El trabajo no era precisamente entretenido, por lo que Ruth tuvo que aprender a matar el tiempo y terminó encariñándose con un carpincho. “Un animal viejo y amistoso, pero olía horrible”, recordó.

El destino quiso que ese animal le salvara la vida. Una noche de junio, dispararon desde el mar hacia el punto donde se encontraba Morton, pero la bala impactó en el carpincho. “Me salvó la vida”, insistió.

Las hermanas Morton. Foto: captura de redes sociales

Las hermanas Morton. Foto: captura de redes sociales

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