Contenido creado por Gerardo Carrasco
Internacionales

Inolvidable

Murió a los 93 años la “niña terrible” que fuera un dolor de cabeza para los nazis en Holanda

Freddie Oversteegem tenía 14 años cuando se unió a la resistencia. Salvó a gente perseguida, y no dudó en tirar a matar cuando fue necesario.

24.09.2018 15:03

Lectura: 6'

2018-09-24T15:03:00-03:00
Compartir en

Montevideo Portal

Freddie nació en la ciudad holandesa de Haarlem, y desde muy niña estuvo familiarizada con las consecuencias de las peores acciones humanas. Tenía siete años cuando Hitler llegó al poder en Alemania, hecho que generó una estampida de judíos, comunistas, homosexuales y disidentes huyendo del país.

La madre de Freddie, una comunista que educaba a sus hijos de manera independiente, transformó su casa en una suerte de albergue para alojar a los perseguidos. Para hacer más espacio, fue necesario que Freddie compartiera cama con Truus, su hermana mayor.

Ese fue el primer acto de una lucha que duraría hasta el pasado 5 de setiembre, cuando Freddie murió en un hogar de ancianos un día antes de su 93º cumpleaños, no lejos de los lugares donde ella y su hermana llevaron adelante una verdadera campaña de sabotajes, asesinatos y acciones clandestinas, usando pistolas ocultas en la cesta de su bicicleta.

"Para ella la guerra no terminó hasta su muerte. En su mente seguía ocurriendo, no se detuvo hasta el último día", dijo su hijo Remi Dekker a la prensa local, según recoge el periódico británico The Guardian.

En mayo de 1940, los aviones alemanes rugían sobre los cielos de Haarlem. Los nazis habían invadido Holanda, y la familia de Freddie se apresuraba a quemar todos sus libros "comprometedores". Para entonces, Freddie y Truus, de 14 y 16 años, ya tenían probada experiencia en el tráfico de refugiados y en la distribución de textos prohibidos. Por eso, fueron rápidamente contactadas y reclutadas por el movimiento de resistencia. Su madre no se opuso, y les dio un único consejo: "no pierdan su humanidad", algo imprescindible para no convertirse en algo igual a lo que combatían.

Freddie era menudita y usaba trenzas, por lo que fácilmente pasaba por una niña de 12. Esta característica la hizo especialmente valiosa para los partisanos, ya que en los puestos de control nazis solía pasar inadvertida. Freddie y Truus pronto recibieron sus primeras tareas: traslado de armas y robo de documentos para ayudar a los judíos a escapar de una muerte segura. Luego pasaron a acciones más arriesgadas, como coquetear con los guardias de un depósito para que sus compañeros tuvieran campo libre para incendiarlo.

Ambas chicas superaron airosas las pruebas, por lo que pronto les llegó la hora de su bautismo de fuego. Los partisanos las llevaron a un granero y les enseñaron a disparar, algo que luego harían varias veces contra blancos humanos. Las dos desarrollaron un curioso y mortal sistema de ataque. "Mi madre manejaba la bicicleta y Freddie iba en el asiento de atrás, disparando", recuerda Hannie Menger, sobrina de Freddie. "Como eran niñas, nadie les prestaba atención", hasta que era tarde.

Freddie Oversteegem en 1943

Freddie y Truus eliminaron a varias personas. Algunos blancos eran holandeses colaboracionistas con los invasores, y otros eran altos oficiales nazis. En un caso, Freddie hizo de "campana" mientras su hermana seducía a un miembro de las SS en un restaurante. La adolescente lo convenció de salir a dar una vuelta por el campo, y lo dirigió hacia una emboscada donde otros rebeldes lo mataron.

Las hermanas Oversteegem consideraban estas muertes como una desagradable necesidad para cumplir con su objetivo primordial, que era el rescate de los perseguidos, especialmente niños. Ambas ayudaron a pasar a muchos niños judíos de contrabando, exponiéndose a veces a salir al descubierto durante bombardeos aliados.

Así salvaron a muchos niños, pero no siempre lo lograban. En ocasiones no lograron evitar la muerte de sus protegidos, y eso les produjo un dolor que las acompañó por siempre.

Tiempo después, su célula creció con la incorporación de Hannie Schaft, una estudiante de Derecho. Si bien era bastante mayor que las hermanas, Truus -de gran personalidad y carácter- siguió siendo la líder del equipo.

El principal problema de Hannie era su brillante pelo rojo, algo que la hacía demasiado notoria, al punto de que los alemanes ya la tenían fichada bajo el fácil calificativo de "la pelirroja". La chica congenió de inmediato con las hermanas Oversteegem y las tres conformaron un equipo muy sólido, hasta el día en que a Hannie se le acabó la suerte. Iba con el cabello teñido de oscuro, pero un agente en un puesto de control apreció las raíces de su cabellera escarlata. La joven fue fusilada en un campo cercano a Haarlem. Tenía 24 años, y sólo faltaban 18 días para la liberación de Holanda.

"Hannie era su amiga, su alma gemela", cuenta Manon Hoornstra, una cineasta a quien ella le confió muchos de sus recuerdos de guerra. "Freddie nunca pudo entender por qué los nazis la mataron justo antes del final de la guerra. Ella siempre llevaba rosas rojas a su tumba", explica en declaraciones al citado medio.

La paz de posguerra no fue necesariamente la que las hermanas esperaban. Cuando en EEUU comenzó el macartismo y sobrevino la Guerra Fría, Holanda se alineó con su aliado americano, y eso significó que muchos criminales de guerra y colaboracionistas holandeses se libraran de rendir cuentas ante la Justicia, algo que les causó una gran desazón.

Tras la guerra, Freddie se casó con Jan Dekker, un ingeniero que trabajaba en una acería de la ciudad, se dedicó a ser ama de casa y tuvo con él tres hijos. Si bien su familia trató de ayudarla a dejar atrás los espantos vividos, ella lucho toda su vida con el trauma.

"Disparó a pocas personas, y que eran sujetos realmente malos. Pero odiaba hacerlo y se odiaba a sí misma por eso", recuerda su hijo Remi.

Freddie vivió alejada de todo tipo de atención hasta que en 1981 se hizo una película sobre Hannie Schaft, obra que puso a las hermanas Oversteegem bajo los focos de la opinión pública. Tardíamente, el estado holandés las condecoró a ambas, en el año 2014.

Las dos se mantuvieron firmemente unidas hasta la muerte de Truus, ocurrida hace dos años. Su hija Menger tiene bien clara la naturaleza de ese vínculo. "Les bastaba una sola palabra para entenderse. Durante la guerra habían tejido una absoluta confianza recíproca, porque la vida de cada una estaba en manos de la otra".

Hacia el final de su vida, Freddie abandonó en parte su silencio y se avino a hablar con los documentalistas Hoornstra y Thijs Zeeman, quienes en 2016 presentaron la película "Dos hermanas en la resistencia" acerca de las experiencias de las Oversteegem.

Durante el rodaje, Freddie condujo a los cineastas hacia el lugar donde su hermana llevó al oficial SS para que fuera asesinado y donde -en su opinión- todavía debe estar sepultado.

"De camino hacia allí pudimos apreciar su vulnerabilidad, porque comenzó a cantar una canción que los grupos de resistencia entonaban cuando tenían miedo", recuerda Hoornstra.

Montevideo Portal