El médium y divulgador espiritualista Divaldo Franco, una de las figuras más reconocidas del espiritismo en Brasil, falleció el martes 13 de mayo por la noche en Salvador, a los 98 años.
Si bien la causa de muerte no fue anunciada oficialmente, desde noviembre pasado enfrentaba un cáncer de vejiga y en sus últimas horas sufrió una falla multiorgánica.
Según informó el medio brasileño O Maringa, allegados a la institución que él mismo fundó, Mansão do Caminho, confirmaron que murió en su domicilio del barrio Pau da Lima, donde recibía cuidados paliativos. A pedido de Franco, las exequias serán breves, el ataúd permanecerá cerrado y no habrá cortejo. El entierro será el jueves a las 10:00 en el cementerio Bosque da Paz.
Nacido en 1927 en Feira de Santana, dedicó más de siete décadas al espiritismo, una doctrina filosófica y religiosa basada en la creencia en la comunicación con los espíritus, con raíces en el pensamiento de Allan Kardec. En 1952 fundó Mansão do Caminho, una organización que pasó de ser un pequeño albergue a un centro educativo y asistencial de gran escala.
El complejo brinda desde hace décadas enseñanza primaria y secundaria, cursos vocacionales y atención médica gratuita, dirigido a familias en situación de vulnerabilidad. Según su biografía institucional, el proyecto se financia con la venta de libros psicografiados y grabaciones de las conferencias que Franco ofrecía en Brasil y el mundo.
A lo largo de su vida, publicó más de 250 libros, muchos de ellos atribuidos a mensajes de entidades espirituales. En 2015 fue retratado en una biografía escrita por la periodista Ana Landi. También representó al espiritismo brasileño en congresos internacionales y fue traducido a varios idiomas.
“Toda esta obra fue posible gracias a la mediumnidad y al amor por los demás”, solía decir en sus charlas, que combinaban relatos espirituales con mensajes de consuelo y ética humanista.
Aunque no tuvo hijos biológicos, fue reconocido como figura paterna por al menos 685 personas que fueron acogidas y educadas en su institución.
Su vínculo con el espiritismo comenzó en la infancia, pero fue traumático. Siendo el menor de 12 hermanos, comenzó a tener visiones a temprana edad. “Mis padres me golpeaban pensando que estaba poseído por el demonio”, recordó años después. A los siete, fue acosado por lo que describió como un “espíritu obsesor”, lo que afectó su salud física y mental.
El giro llegó tras una enfermedad que lo dejó postrado por meses. Solo entonces su familia permitió la visita de una médium, quien reconoció en él un don espiritual que debía ser canalizado. Desde ese momento, Franco comenzó a desarrollarse como médium y se volcó de lleno a la doctrina espiritista.
Con su muerte, el espiritismo brasileño pierde a uno de sus principales referentes contemporáneos, y Brasil despide a un hombre cuya obra trascendió lo religioso para transformarse en un legado de educación, asistencia y contención social.
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