Contenido creado por Federico Pereira
Locales

La primera santa oriental

Monjas esperan que canonización de Francisca Rubatto "llene las almas" en Uruguay

La religiosa ítalo-uruguaya, que vivió entre 1844 y 1904, dedicó su vida y obra a los enfermos y a niños, jóvenes y ancianos abandonados.

14.05.2022 13:15

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2022-05-14T13:15:00-03:00
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Tsega Ghebremicael llegó a Montevideo hace ocho años desde su Eritrea natal, inspirada por la vida de la italiana Francisca Rubatto, religiosa del siglo XIX que el domingo se convertirá en la primera santa de Uruguay, el país más laico de América Latina.

La africana de 65 años —48 de ellos dedicados a la vida religiosa— es una de las cinco monjas que hoy llevan adelante la obra social iniciada por Rubatto (1844-1904) en el barrio de Belvedere hace 130 años.

"Estamos emocionadas, se siente el perfume de la alegría", dijo Ghebremicael, que se dedica a actividades con la comunidad local, desde recolección de donaciones hasta llevar la comunión a los enfermos en sus casas.

Además de esta congregación de las Hermanas Capuchinas, el legado de Rubatto incluye el colegio que fundó en la capital uruguaya --hoy tiene más de 1.000 alumnos-- y el Santuario Santa María Francisca, donde reposan sus restos. Uruguay "era su segunda patria", sostienen las hermanas.

"Hace mucho que la gente la considera santa. La alegría es que ahora va a ser santa para el mundo", afirmó Aurora Clementz, argentina de 84 años, administradora de la fraternidad y del santuario.

Sobre un potencial incremento de feligreses y turistas al lugar tras la canonización, opina que lo importante es "encontrarse con el amor de Dios". "No por llenar el santuario, sino por llenar el alma", subraya.

Milagro en Uruguay

El milagro que se atribuye a Rubatto en Uruguay fue la curación inexplicable de un adolescente que en el año 2000 sufrió un accidente de moto que le provocó un severo traumatismo de cráneo que lo dejó en estado de coma.

"Ella ya es santa para nosotros. Y es santa por su vida, no por los milagros", ponderó la monja uruguaya Carmen Urtaran, de 77 años.

El cotidiano de las religiosas, que empieza con 45 minutos de oraciones en sus habitaciones antes del encuentro diario entre todas a las 8 de mañana, se ha visto alterado por la ceremonia del domingo.

La jornada de la canonización se festejará con una misa en el santuario y el 29 de mayo se celebrará otro oficio en la Catedral de Montevideo.

"Educar, sanar, rescatar y trabajar en comunión con los laicos" son los cuatro legados centrales de la santa, explicó la argentina Nora Azanza, de 69 años, que hace cuatro vive en la fraternidad.

El coraje de Rubatto (que cruzó el Atlántico siete veces, cuentan las hermanas), su humildad y la mentalidad de ir "más allá" de lo que se esperaba de una mujer de su época son otras de las características que las monjas tratan de transmitir en su labor diaria, vinculada en varias actividades a la colaboración con creyentes y no creyentes.

"Espero que en una tierra laica esto pueda empujar la gente a la alegría que cada uno pueda vivir al ponerse al lado de sus hermanos", señala con ilusión la monja italiana Rosanna Sardella, de 44 años.

"Una fe distinta"

"Si Uruguay es o no el país más laico es algo que se puede constatar, pero tiene un corazón creyente. No tiene la práctica religiosa que tenemos en otros lugares, pero ante testimonios así, se siente tocado", aseguró a la página Vatican News el obispo uruguayo Carlos Collazzi, ex presidente de la Conferencia Episcopal del Uruguay, quien asistirá a la ceremonia en Roma junto con una delegación de religiosos de su país.

La monja Urtaran también define la fe uruguaya como "distinta a la de otros países". "Hay gente nueva que se acerca y cada uno la vive a su manera", precisa.

Rubatto se dedicó a los enfermos, especialmente, a cuidar a los niños, jóvenes y ancianos abandonados.

En enero de 1885, a los 40 años, fundó en Italia la congregación junto a otras cuatro religiosas.

En 1892, llegó a Uruguay y después viajó a Argentina y Brasil, países en los que además del trabajo religioso colaboró en hospitales y estableció talleres educativos.

Proclamada beata por el papa Juan Pablo II el 10 de octubre de 1993, le fue reconocido por la Iglesia en 2020 haber intercedido en un segundo milagro, lo que le permite llegar a ser santa, tal como fijan las normas del Vaticano.

Por Denise Mota para AFP