Los números alcanzados por Antía no solo le aseguran la alcaldía, también le habrían permitido vencer al Frente Amplio sin necesidad de una coalición.
En marzo de 2021, tras la muerte de Abt a los 47 años, Matilde Antía asumió el cargo con apenas 22. “Ese momento fue un sacudón. Primero por lo más duro, la muerte inesperada de Andrés. Era un amigo, alguien a quien yo admiraba muchísimo. Por su forma de ser, su integridad, esa energía que tenía todo el tiempo. Era muy inspirador, y fue un golpe muy grande para todos”, recuerda Matilde Antía a Montevideo Portal.
“Y después, claro, por lo que vino. Yo tenía 22 años, era estudiante, militaba con muchas ganas en el Partido Nacional, pero ni en sueños me imaginaba que me iba a tocar algo así. Me acuerdo que me llamaron y no lo podía creer. Fue abrumador. Pero también fue un momento bisagra. Me di cuenta de que cuando uno cree de verdad en esto, en hacer política para ayudar, no siempre elige cuándo le toca. Me apoyé mucho en el equipo y en la gente del CH, y reconozco que fui aprendiendo sobre la marcha. No tenía todas las respuestas, pero sí tenía claro que quería estar cerca y hacer las cosas bien”, añade.
La votación que lograste como candidata a alcaldesa fue muy significativa. ¿Qué lectura hiciste?
Lo primero que tengo es agradecimiento. Agradecimiento enorme a todas las personas que confiaron en mí, porque siento que ese voto fue también un reconocimiento al trabajo de estos años. Pero en lo personal, lo viví con muchísima intensidad. Yo tenía muy claro que había llegado a alcadesa en una circunstancia muy particular, tras la muerte de Andrés. Siempre sentí que esos primeros votos no eran míos, eran de él.
Entonces ese domingo, por primera vez, sentí que la gente me estaba eligiendo a mí, con nombre propio, por lo que hicimos y por lo que queremos seguir haciendo. Y eso me conmovió profundamente. De hecho, durante el conteo me fui a la casa de mis viejos. Necesitaba estar ahí, con ellos, con ese apoyo familiar que siempre tuve y que, en un momento tan movilizante, se vuelve imprescindible.
Se te vio muchísimo en la calle durante la campaña, desde muy temprano en ferias y semáforos. ¿Fue una elección encarar la campaña así?
Sí, totalmente. Lo elegí así porque no me representa otro tipo de campaña. No usé pasacalles, ni plásticos, ni pinté paredes. No creo en ensuciar la ciudad para pedir un voto. El CH es precioso, tiene una identidad única y hay que respetarla.
Por eso aposté a estar presente de otra forma. Todos los días de la campaña estaba a las siete de la mañana en la calle, cara a cara, charlando con la gente. La gente iba al laburo y me veía en los semáforos con mi lista en la mano. Lo hice así porque creo en eso. Fue mucho laburo, pero fue honesto. Y creo que la gente valora cuando las cosas se hacen desde un lugar sincero.
La verdad es que fue una gran experiencia. Una vez paró un auto y el flaco que manejaba me dijo: “¿Vos sos la que no ponés pasacalles, no? Dame la lista, por eso te voy a votar”. Así que al menos un voto se logró, y ya vale la pena. Así empiezan los cambios culturales. Además, en ese pata a pata tuve miles de devoluciones, a favor y en contra, y todo suma.
¿Por qué creés que el rol de alcalde es tan importante dentro del sistema político?
Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal
Porque la palabra cercanía en política adquiere su máxima expresión cuando uno es alcalde. De verdad. No hay político más cerca de la gente que un alcalde. Te cruzás con los vecinos todo el tiempo, te escriben directo, te cuentan lo que pasa en la cuadra, en la plaza, en la feria. Y vos tenés que estar. No hay excusas.
A mí me tocó asumir con 22 años, en una situación muy dura, y fue todo muy intenso. Pero desde ese día supe que esta forma de hacer política, tan de piel, tan en el territorio, era la que quería. Creo en la política que se construye en la calle, escuchando y resolviendo.
Y eso es lo que vengo haciendo en el CH, estar cerca, de dar la cara, de aprender con la gente. No sé hacer política de otra manera.
Tenés un apellido con historia en la política, sos sobrina de Enrique Antía. ¿Cómo es crecer y militar con ese vínculo tan fuerte? ¿Te abrió puertas o también te puso presión?
En realidad, vengo de una familia muy grande, muy unida y sí, muy política también. Mi tío Enrique es el más conocido, sin duda, pero no es el único. Tuve otro tío que ya no está, Fernando, que fue tremendo técnico del Frente Amplio, economista, director de Comercio en el Ministerio de Economía durante el gobierno de Tabaré Vázquez y después integró el directorio del Banco Hipotecario.
Y eso, crecer en una familia así, con ideas distintas pero mucho amor y mucho cariño, me dio algo que valoro muchísimo: la tolerancia. Saber escuchar, no enojarme por pensar distinto, entender que se puede discutir con respeto y seguir compartiendo una mesa.
Creo que eso me marcó mucho. Porque en política, como en la vida, no todo es blanco o negro. Hay matices, hay personas. Y si algo aprendí en casa es que lo humano va primero. Más allá del apellido o de mi familia, yo soy yo. Con mis ideas, con mi recorrido, con mis aciertos y también con mis errores. Y cuando tomo una decisión, la tomo por convicción, porque me hago cargo.
El intendente electo Mario Bergara anunció que quiere retirar los contenedores de la vía pública como parte de su plan para “sacar la basura de las calles”. ¿Qué pensás de esa propuesta? ¿Te parece realista para Montevideo, especialmente en barrios como los del CH?
Me parece una buena señal que el intendente electo haya dicho que quiere trabajar con los alcaldes. Ojalá eso se cumpla, porque lamentablemente con la administración anterior eso no pasó. Y cuando no hay coordinación, se nota.
Sobre el tema de los contenedores, creo que primero necesitamos tener una reunión mano a mano con él, entender bien cómo piensa implementar ese cambio y poder plantearle nuestras inquietudes desde el CH. Porque una cosa es la idea, y otra es cómo se baja a tierra en cada territorio.
En campaña fui muy clara, si nos dan los recursos, estamos dispuestos a que el Municipio CH se haga cargo de la gestión de residuos en la zona. Con planificación, con cercanía y con sentido común. Creo que después de ese diálogo podremos tener una mejor idea de cómo abordar juntos un problema que preocupa a todos los vecinos.
Vas a volver a trabajar con muchos funcionarios del CH con los que ya compartiste cinco años. ¿Cómo te imaginás ese reencuentro?
Para mí es una alegría enorme volver a trabajar con todos los funcionarios del Municipio CH. Tenemos una relación espectacular y los quiero pila. Siempre lo digo: no sé ni de qué color político son muchos, y la verdad es que no me importa. Lo importante es que están comprometidos, que laburan en serio y que dejan el alma en la cancha todos los días, a pesar de las limitaciones presupuestales que tiene el Municipio que, por supuesto, vamos a seguir tratando de mejorar.
Tenemos muy claro que el dinero que manejamos, aunque no alcanza, viene de los impuestos que paga la gente. Por eso lo cuidamos como si fuera propio. Y también por eso molesta cuando aparecen figuras políticas que, en lugar de dar el ejemplo, apuestan más a la viveza criolla que a la justicia social. Así no se construye una ciudad más justa.
Algunos dirigentes del Partido Nacional han mencionado tu nombre como posible candidata a la Intendencia en el futuro. ¿Qué pensás cuando escuchás eso? ¿Te ves en ese rol algún día?
Recién salí electa alcaldesa del CH, estoy empezando a ordenar la agenda… ¡y ya me están proyectando cinco años para adelante! Tranquilos. A mí me gusta concentrarme en el ahora. Lo que venga, si viene, será porque se trabajó bien. Mi ambición hoy es que los vecinos se sientan escuchados, que podamos resolver sus problemas —si están dentro del alcance del Municipio—, que las plazas estén lindas, que las calles estén limpias y que el CH siga siendo el municipio más bello de Montevideo. Con eso, ya tengo bastante para ocuparme.