Manuel Romero se levanta todas las mañanas con la necesidad de ser su mejor versión en la cancha. Es jugador de básquetbol en el Club Malvín, donde transita su segundo año de contrato a sus 33 años, y superó una rotura de ligamentos cruzados que lo dejó fuera del piso flotante durante parte de 2023 y 2024.
Sin embargo, su relación con el deporte va más allá de encestar la pelota en un aro o dar una buena asistencia a un compañero: forma parte de Somo Deporte, un emprendimiento familiar que surgió en el 2011 con el fin de brindar un espacio recreativo y deportivo para personas sordas.
Manuel Romero. Foto: Club Malvín
Más atrás en el tiempo, la familia Romero Schiaffarino había abandonado Uruguay en plena crisis. Daniel y Gabriela dejaron el país en 2001 y emprendieron un viaje a España, donde vivieron hasta 2010, junto a sus hijos Manuel y Maite. Esta última, hermana menor del basquetbolista, es sorda de nacimiento, una discapacidad que comparten más de 30.000 uruguayos, según datos del censo.
Maite Romero, hermana de Manuel e hija de Gabriela. Foto: Javier Nocetti / Montevideo Portal
A pesar de las dificultades, tanto Manuel como Maite siempre vieron el deporte como una forma de expresión y una necesidad social. “Viviendo en España, ella participaba en algunos grupos de deporte para personas con discapacidad. En el momento en el que decidimos volver, buscamos algún lugar donde ella pudiera practicar deporte, pero no queríamos que se sumara a un grupo de deporte de personas sin discapacidad, sino algo que fuera un poco más pensado para ella y sus necesidades”, recuerda Manuel en entrevista con Montevideo Portal.
“En ese momento nos encontramos con la realidad de que no existía ningún grupo similar, por lo que mi mamá, que es profesora de Educación Física, decidió crear con mi hermana y un grupo de compañeros de ella de la escuela un espacio propio para ellos”. Catorce años después, Somo Deporte alberga a entre 40 y 50 deportistas sordos todas las semanas en las piscinas del Club Malvín.
Somo Deporte. Foto: Javier Nocetti / Montevideo Portal
A la hora de trabajar con personas sordas, las diferencias principales son “simplemente metodológicas”, remarca Romero, que además es profesor de Educación Física como profesión. “La particularidad nuestra es que todas las actividades son desarrolladas y planificadas en lengua de señas. Eso lo que hace es que la persona la tome como propia y se identifique con el grupo”, agrega.
El grupo trabaja cinco veces por semana, pero segmenta a sus alumnos según sus aspiraciones. Mientras algunos asisten para aprender a nadar, hay quienes concurren para sumar experiencia en el medio acuático y en la natación. En tanto, un tercero compite a nivel nacional e internacional. De todos modos, todos comparten un costado social, de reunión y de comunidad.
Somo Deporte. Foto: Javier Nocetti / Montevideo Portal
“Al ser un proyecto bastante familiar desde su nacimiento, se intenta que esa sea la característica del grupo”, sostiene el deportista, aunque reconoce que su madre, el alma máter de Somo, es quien articula todas las patas para que el espacio sea armonioso. “Mi madre es reconocida en la comunidad y muy valorada, porque es una madre de todos. Desde acompañar a uno al médico, hasta ir a los cumpleaños, a tratar alguna pelea de parejas, un nacimiento… ella está involucrada intentando ayudar a todos”, dice el deportista.
Gabriela Schiaffarino junto a deportistas de Somo Deporte. Foto: Javier Nocetti / Montevideo Portal
“La sordera, a diferencia de otras discapacidades, tiene como barrera principal el lenguaje”, agrega Romero. “La única manera de que una persona sorda se pueda comunicar con otra es a través de la lengua de señas. La forma de poder romper esa barrera depende exclusivamente de los oyentes, de nosotros, y es mediante aprender la lengua de señas para poder comunicarnos con las personas sordas”, señala.
De todas maneras, en base a la experiencia en el viejo continente, Uruguay corre tras esa lucha por transformar la lengua de señas en una vía para ser más accesible. “La mayoría de las veces que una persona es excluida no es por maldad de la población, sino por desconocimiento e ignorancia”, acota. Por ende, “cuando las personas son conscientes de que la lengua de señas es el camino para poder incluirlos, están muy interesadas en poder aprender, aunque sea lo básico”.
Manuel Romero. Foto: Eduardo Pereyra / Montevideo Portal
Mientras cursaba la carrera de profesor de Educación Física, Romero se sumó al grupo para poder poner en práctica su conocimiento. En ese sentido, admite reconocerse “más profe de sordos que de oyentes”. Ese proceso llevó a Somo a tener un “reconocimiento dentro de la comunidad sorda”. “El valor que tiene el grupo excede a lo deportivo, porque hay muchos de los deportistas de Somo que van a las actividades por el rol social”, indicó.
El alcance del grupo excede a Montevideo, ya que hay personas que vienen del interior del país. “Capaz que la única instancia que tienen para compartir con un grupo de personas sordas y sentirse identificados es la hora en la que vienen a piscina”, reflexiona el profesor.
Somo Deporte. Foto: Javier Nocetti / Montevideo Portal
A la hora de competir, si bien cuenta con apoyos estatales, la organización trabaja a través de donaciones, lo que permite que las actividades sean gratuitas para sus asistentes. A través de Doná Fácil, plataforma de donación de dinero, se realizan campañas, como ventas de rifas. A partir de esos ingresos, Somo participó de un Open Internacional de natación para personas sordas en Ecuador, lo que significó “una experiencia impresionante” para el grupo y “enriquecedora” para los deportistas.
Como uno de los mejores bases que tiene la Liga Uruguaya de Básquetbol, Manuel combina sus pasiones por más de que la demanda horaria conspire contra su participación dentro de la cancha. De todas maneras, reconoce que su vocación por dar clases de natación a personas sordas está fuertemente vinculada a su hermana Maite.
“Soy un jugador bastante grande en edad, y capaz que no me queda tanto de carrera por delante”, admite, por lo que piensa en el futuro en Somo. “Quiero seguir la idea y lo que viene construyendo mi madre, que obviamente es todo por y para Maite”. “El que la conoce sabe que cuando ella llega a un lugar lo hace brillar; es alegría pura. Es imposible no seguirla en ese camino, y nutre nuestra relación de hermanos”, acota.
Mientras disfruta de sus últimos años como basquetbolista, el hermano mayor de los Romero tiene en la tribuna a su principal secuaz. En cada triple y en cada festejo, la mirada va hacia el mismo sector. “Tengo una foto con ella en el primer partido de básquetbol que jugué en mi vida, en un encuentro de escuelita de básquet”, subraya, y ese sentimiento se mantiene hasta el día de hoy.
“Es mi apoyo incondicional, la fanática número uno”, que a partir de este año lucirá la camiseta número 13 en la tribuna de Malvín. “Es la única persona a la que dedico algún triple, y es el motor y la motivación también para hacerlo”, destaca.
Romero invita a la población a acercarse e intentar ayudar “de la manera que a uno le salga” a las personas con discapacidad. “Poder ponerse a disposición es uno de los primeros pasos para poder colaborar”, sostiene.
El próximo 12 de octubre, Somo Deporte disputará una competencia en el Club Malvin, abierta a toda persona que quiera nadar, en el marco de la fiesta de aniversario número 14 de la organización. “Los invitamos a los que quieran venir a nadar y a divertirse, pueden mirar en nuestro Instagram @somo.deporte”, concluye.