Por Federico Pereira
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Al empezar a describir a Vladímir Vladímirovich Putin y su ideología, el historiador Fernando López D'Alesandro comienza mencionando a otra figura con menos aparición en la prensa que el presidente ruso: Aleksandr Guélievich Duguin.
Padre del euroasianismo, corriente que habla de la reconstrucción del espacio del antiguo Imperio Ruso, este filósofo ultranacionalista de derecha es considerado por muchos un asesor clave de Putin en materia de geopolítica e ideología. Según el experto, Duguin es un tradicionalista que busca la realización nacional rusa “en una clave muy ultramontana religiosa y paneslavista” que “ha tenido y tiene y papel muy importante” en el Kremlin, como “usina ideológica del nacionalismo que expresa Putin”.
“Si Putin acepta totalmente las concepciones de Duguin, eso nadie lo puede afirmar con exactitud, pero que su papel en el establishment de Moscú es importante y que es un hombre escuchado, eso es innegable”, sostuvo López D'Alesandro.
Miembro, previo a la caída del Muro, del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), Duguin reivindicaba ya en aquellos años el nacional bolchevismo, una corriente surgida en la época de Iosif Stalin que sostiene que “el bolchevismo es, además de ser lo que fue, una expresión de la nación rusa”. Admirador de la figura del “Hombre de Acero” que gobernó la URSS entre 1922 y 1953, Duguin representa la derecha ultranacionalista rusa, sin dejar de destacar el papel que tuvo la federación de soviets en el enaltecimiento de Rusia como potencia mundial. Es además, miembro de los Antiguos Creyentes, una facción tradicionalista de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
El historiador encuentra aquí varios puntos en común con el presidente de Rusia, a quien define como “un tipo muy religioso, que reivindica la religión como rasgo identitario de la nación rusa”, recordando a modo de ejemplo los retiros espirituales que hace todos los años a monasterios ortodoxos.
Por otro de los puntos de contacto es su visión sobre el papel geopolítico de Rusia, siempre con la memoria de pasados “gloriosos” de su nación. “Putin quiere reivindicar el espacio imperial soviético, sin duda. Lo dice él, no es porque lo diga yo. En todos los zarpazos que ha venido dando desde el inicio de su mandato y las quejas respecto de la presencia y presión occidental, lo que ha hecho en Georgia, en Chechenia, en Osetia del Sur y ahora en Ucrania, da cuenta de que esa intención imperial está”, expresó.
“Su visión es la reivindicación del nacionalismo ruso, paneslavista, en recuerdo de todos los momentos de grandeza rusa, que incluyen al zarismo y también al comunismo. No es que él desdeñe el comunismo como tal, por supuesto que no es un comunista, es contrario a todo eso porque es un conservador, pero entiende que ese período fue un momento de gloria en la nación rusa”, dice López D'Alesandro, que recuerda una de las frases más conocidas y que, según él, que mejor definen a Vladimir Putin: “Quien no extraña a la Unión Soviética no tiene corazón, quien la quiera de nuevo no tiene cabeza”.
El Rus de Kiev, el origen común que Putin usa de excusa
Consultado sobre la guerra actual emprendida por el mandatario ruso, el académico dice que su planteo de cara a la invasión es “excusatorio”.
“Son excusas, porque, por ejemplo, plantea la artificialidad de Ucrania, dice que fue un invento de (Vladimir) Lenin. Niega la nación ucraniana en ese intento de reivindicar el paneslavismo como identitario de la construcción nacional rusa” comentó López D'Alesandro.
El historiador hace una salvedad respecto al discurso histórico de Putin: el papel de la memoria del Rus de Kiev, de donde surge, dice, toda la cultura eslava de la alta edad media. “Kiev fue una región de disputa permanente; fue un crisol de razas y de culturas”.
López D'Alesandro explica que es en ese reino, el Rus, en donde se da la mezcla definitiva que formara luego la identidad de los tres países implicados en esta guerra, Rusia, Ucrania y Bielorrusia. En el Rus se mezclaron, la tradición de los pueblos eslavos que habitaban la zona, la influencia de los primeros gobernantes, de origen nórdico y el pilar definitivo, la religión, que llevó Bizancio, sentando las bases de la Iglesia Ortodoxa que conocemos hoy en día.
“Ucrania es además un lugar muy rico, con recursos naturales y minerales bastos. Tiene una de las principales llanuras, es un gran productor agrícola ganadero y de metales, por lo tanto es una zona extremadamente rica. Además de estar ubicado geográficamente en un lugar estratégico importante, multifronterizo, con costas en el Mar Negro”, agrega, sacando el foco de los argumentos nacionalistas basados en la historia y llevando el porqué de la guerra a un terreno más cercano.
“Por algo (Zbigniew) Brzezinski, que fue uno de los principales asesores de Jimmy Carter (presidente de Estados Unidos entre 1977 y 1981), decía muy acertadamente que 'sin Ucrania, Rusia es una potencia; con Ucrania, Rusia es un imperio'”, aseveró.
¿Existe el Putinismo?
El experto se desmarca de aquellas voces que, en los últimos días, han proclamado en las redes que el símbolo de la Z, utilizado primero por unidades de las fuerzas rusas en Ucrania y luego por militantes pro-Putin en Rusia, es una “nueva esvástica”.
“Es extrapolar mucho las cosas. Sin duda Putin es un nacionalista ultraconservador de derecha, pero yo no creo sinceramente que Putin exprese una política de corte racial exclusivista y excluyente. Tampoco plantea una suerte de genocidio. Es un imperialista, nacionalista, ultraconservador y ultramontano que reivindica la Gran Patria Rusa y la reconstrucción del espacio que entiende, fue saqueado por Occidente”, dijo.
Agregó que no puede decir si la visión de Putin tiene algún punto en común con el “espacio vital” (Lebensraum, en alemán) planteado por el Tercer Reich. “Por lo menos en las biografías que yo he leído de él no hay una concepción de espacio vital, si la hay en la concepción de Duguin. Es un hombre que leyó a (Martin) Heidegger y que lo reivindica como filósofo, por lo que retoma el dasein (término en alemán que combina las palabras ser y ahí, significando “existencia” o “ser ahí”) en su visión geopolítica y eso tiene un fuerte perfume a espacio vital, sin duda.
Para él, el movimiento que hay detrás de Putin no es un partido de masas al “viejo estilo” de Stalin, Mussolini o Hitler. “Es un partido estructurado, que está insertado totalmente en el aparato de Estado con una fuerte impronta bolchevique, pero no hay grandes movilizaciones de masas, ni hay una estructura militante al viejo estilo”, dijo, en referencia a Rusia Unida, la agrupación que domina el Kremlin.
Vladimir y su futuro
“Yo creo que si a Putin le va mal en esta guerra, sus días están contados”, asevera el catedrático, citando el caso de las revueltas laborales en el Tartaristán (región del centro de Rusia), que tuvieron lugar esta semana al no cobrar sus salarios los trabajadores. “Estalló una huelga salvaje en Tartaria y se solucionó rápidamente. Le pusieron plata arriba de la mesa. Eso pasó ahora, pero puede comenzar a pasar en toda Rusia y las consecuencias pueden ser imprevisibles”.
Para López D'Alesandro, si Rusia pierde esta guerra, “lo más probable es que Putin caiga” y agregó que le puede ir mal de dos maneras: “terminando la guerra ya, brevemente, sin obtener muchos logros y por lo tanto su poder va a estar temblando; o le puede ir mal con una guerra larga donde le pase algo parecido”.
“Yo creo que no le va a ir bien. Creo que le va a ir muy mal. Pero la Historia da muchas vueltas, es imprevisible, caprichosa. Si llegara a ganar, si Occidente, Estados Unidos, no logran quebrarle el espinazo económico —cosa que dudo— podría volverse un personaje de alto riesgo. Él está convencido de que Europa Oriental no la va a recuperar, pero si tiene que recuperar el viejo espacio ruso, ahí pueden haber problemas. Si gana esto y se le ocurriera seguir, el próximo paso son las repúblicas bálticas”, sostuvo.
Sin embargo, el historiador recalca su postura de que Putin no va a salir triunfante del conflicto en Ucrania, principalmente por el rol que tomó Occidente y las sanciones que impuso a la cúpula rusa. “Da la sensación de que no lo calibró correctamente”, sostuvo.
“Yo creo que la estrategia de los Estados Unidos ha sido magistral. Jugó a cinco bandas, como en el casín. Pensó la situación en Ucrania, provocando en gran parte a Putin. Primero la decisión de quebrarle el espinazo económico a Rusia y transformarla en un país más secundario del que es y lo esta logrando porque las sanciones son despiadadas. Segundo, debilita al más importante aliado de China en este momento. Lo debilita mucho. Esto le genera una situación muy problemática a China, porque es un aliado muy grande para dejarlo caer. En tercer lugar, alinea de nuevo los designios de Europa. Esa que estaba tan díscola con los EE.UU. desde el consenso de Washington. Todo esto le da más poder a EE.UU en su disputa geoestratégica, que es con China”, concluyó el experto.
Por Federico Pereira
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