Contenido creado por Gerardo Carrasco
Entrevistas

Entrevista

Las batallas de la legisladora Gloria Rodríguez, del Partido Nacional

Mucho más que “la primera Senadora negra” en la historia de Uruguay. Entrevista de Ana Jerozolimski.

26.12.2019 08:57

Lectura: 18'

2019-12-26T08:57:00-03:00
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Conocer personalmente y escuchar de cerca a la RN Gloria Rodríguez, ya electa como Senadora por el Partido Nacional, es un privilegio. Porque enseña, porque se puede aprender de su ejemplo, y de su singular combinación entre la humildad y la firmeza, entre la educación sin odio que recibió de sus padres y la "rebeldía positiva" por la que siempre tuvo claro que no debe aceptar un rechazo que no tenga lógica y que esté basado en mera discriminación.

Este es un resumen de una de las entrevistas más emocionantes que hemos realizado en años.

Pregunta: Gloria, Diputada en este último período, pero ahora electa Senadora. ¿Cómo vive todo esto?

Respuesta: Es algo diferente. Cuando fui electa diputada, a uno siempre le parece que no va a poder vivir otro momento tan intenso, ahí sentí "qué maravilla, esto es lo máximo". Pero esto que estoy viviendo ahora, al ser electa senadora, en un gobierno de mi partido, es algo maravilloso. Lo estoy disfrutando y, a su vez, asumiendo una responsabilidad. Pero primero está el cariño de la gente, es increíble, no solamente en Montevideo sino también en el interior.

P: Ganaron en 17 departamentos. . .

R: Por supuesto. Y la gente tiene depositada en nosotros una gran esperanza de un cambio, y eso para nosotros no es menor. Lo mío también va más allá, a mí me lleva hacia el pasado. Yo pienso mucho en mis ancestros, en esa lucha que hemos vivido en tantos y tantas que hoy ya no están, que trabajaron, pelearon, buscaron otras oportunidades, y les resultó adverso. Nacieron en la adversidad y se fueron en la adversidad.

P: Se refiere no solo en lo personal, padres y abuelos que lucharon, sino en general a la comunidad afrodescendiente.

R: Yo me refiero a la comunidad afrodescendiente.

P: Gloria, esto me lleva a abrir un paréntesis y pedirle que aclaremos la terminología. ¿Cómo prefiere que diga: negra o afrodescendiente? Diría Rada..."que no me vengan con pavadas, yo soy negro". . .

R: Recordarás aquel encuentro en Durban, Sudáfrica. Siempre se dijo: entramos negros y salimos afrodescendientes. La palabra negro se ha usado siempre de una forma muy despectiva. Pero para mí el ser negro es un linaje ancestral y, al contrario, me siento sumamente orgullosa de mi negritud. Entonces digo, yo soy una mujer negra...Que académicamente se utilice el término afrodescendiente, es aparte, y lo acepto porque aún hay uso despectivo de "negro".

P: Y usted lo siente. . .

R: Es que lamentablemente vivimos en un país que discrimina, aunque luego se salga a decir "Ah, no intenté ofender...". Es discriminación institucionalizada.

P: Pero cuando dice institucionalizada parece que fuera una directiva o reglamento desde arriba, y no es eso.

R: No. Cuando digo institucionalizada es porque en las propias instituciones no se logra combatir el racismo y la discriminación, más allá de las leyes.

P: Es que el tema no es sólo qué se legisla sino cómo aplica la sociedad las leyes.

R: Ahí está. Si la institución, el gobierno, el Estado, no sabe cómo instrumentar, es un problema. Esto tiene que partir del Estado. Nosotros tenemos la ley 19.122 de acciones afirmativas hacia el colectivo afrodescendiente. Hay organismos del Estado que aún hoy dicen que no saben cómo instrumentarla.

P: Espera que sepan hacer "discriminación correctiva", digamos.

R: Justamente, o acciones afirmativas. Cuando el Estado realiza un llamado del Banco de Seguros del Estado y ahí aplican el artículo del 8% para el colectivo afrodescendiente. Cuando llegan las chicas y chicos que se anotaron como afrodescendientes, se les entrega una carpeta diferente, con un sticker diferente, y se los sienta en un sector diferente. Y estoy hablando del Estado, entonces está institucionalizado el racismo, eso pasó en el Estado.

P: Me imagino que tenían buena intención, pero no se lo supo hacer.

R: Es que no es tema de buenas intenciones, tenemos una ley, la ley no se basa en buenas intenciones, hay que aplicarla. Entonces tenemos que trabajarlo y asumirlo. Nosotros llegamos al Senado y se dijo "Por primera vez llega una mujer negra, afrodescendiente, al Senado". Obviamente para mí es un orgullo poder representar a nuestra etnia, pero tampoco llegué por ser negra o por ser mujer, pero sí lo soy.

P: Claro Gloria, eso es evidente. Llegó por lo que supo luchar, por lo que usted vale.

R: Pude luchar y pude tirar todas esas barreras, pero cuando llama la atención, en el siglo XXI, que por primera vez una mujer negra llegue al Senado, en un país que se ha caracterizado por su democracia, donde nuestra Constitución reza que somos todos iguales ante la ley y que la única diferencia que hay son nuestras capacidades y virtudes, esto está hablando muy mal de nosotros, que aún no hemos logrado tirar esas barreras.

P: Creo que en este caso es simplemente es un dato histórico, que es la primera vez. . .

R: Pero qué poco hemos avanzado, cómo nos cuesta. Nosotros sentimos esa enorme responsabilidad sobre nuestros hombros para trabajar para que la próxima mujer o el próximo hombre negro que llegue a un cargo de decisión no sea noticia. Ese día, más allá de que sea algo simbólico, vamos a decir: cómo hemos avanzado. Ese es uno de mis compromisos, trabajar para tirar esas barreras para que mujeres y hombres negros, o con discapacidad, tengan la oportunidad de ocupar cargos de decisión y que no sea noticia. Eso lo vamos a lograr con mucho trabajo.

P: Esa sería uno de los puntos de su agenda, ¿no?

R: Yo soy una mujer política pero una activista social, siempre he estado comprometida con estos temas. Siempre milité, siempre trabajé en política, pero cuando tomo la decisión de candidatearme, de ocupar determinados lugares, fue porque me di cuenta de que para reclamar hay que estar y hacer.

Un linaje ancestral

P: ¿Hace cuánto que está militando en el PN?

R: Desde siempre, la lista 71 cumplió 27 años y hace 27 años que estoy en la 71. Entonces era una activista social, una dirigente, pero sin cargos. Decdí candidatearme cuando entendí que aunque pongan la mejor voluntad, si mis compañeros no conocen este tema, no se podrá avanzar. Así que decidí tratar de estar en el Parlamento para poder hablar de estos temas con total libertad, porque estamos en un país en el que felizmente podemos hablar con libertad y hoy somos escuchados, hoy podemos hablar sin bajar la mirada. No tantos años atrás, hace 40 o 50 años, el negro bajaba la mirada porque se sentía culpable de ser negro.

P: ¿Usted tuvo esos sentimientos alguna vez?

R: Nunca me sentí avergonzada de ser negra, nunca lo sentí. Y yo siempre digo que lo mío es un linaje ancestral, siempre digo que cuando nos trajeron a estas tierras trajeron a los mejores del África, por eso sobrevivieron.

P: ¿Sabe de dónde llegó su familia?

R: Del Congo, pero perdimos la lengua, lo más importante, y nuestra historia, porque es oral, no tenemos nada escrito; hay muchos escritores que la escriben, pero en sí es oral. Entonces cuesta mucho. Sabemos poco de nuestras raíces. A nosotros nos resulta muy difícil armar nuestro árbol genealógico, porque no nos podemos olvidar de que nuestros apellidos son prestados, llevamos los apellidos de nuestros amos.


P: ¿Sabe el apellido original de su familia?

R: No.

P: Algo tan fundamental. . . ¿no? Es muy fuerte. . .

R: Hemos perdido tanto... nuestra identidad. . .

P: ¿Desde cuándo sus ancestros están en Uruguay?

R: Exactamente no lo sé, pero tengo entendido que entraron a Uruguay con el 1800 ya finalizando, porque mis abuelos maternos entraron de Brasil, por la frontera de Cerro Largo, buscando en Uruguay esa libertad que no tenían en Brasil.

P:¿En Uruguay ya fueron libres?

R: En Uruguay entraron libres. Yo siempre digo: Cerro Largo, tierra de los libres. Cruzaron la frontera, los campos, y fueron libres. Yo nací en Cerro Largo, y siempre digo: Cerro Largo, tierra de los libres, porque allí mis ancestros levantaron el pie y cruzaron, fueron dos pasos y se sintieron libres.

P: Cerca del 1900.

R: Sí. Y se sintieron libres. Y bueno, obviamente, la vida no les resultó fácil, porque aún se vivía todo lo de la esclavitud. El negro fue libre en los papeles, en la práctica no. La libertad, en un papel, ¿dónde va a vivir ese hombre o esa mujer? Tiene que quedarse en la casa del amo, no conoce otra cosa, entonces continúa su vida allí como negros libertos, pero siguieron dependiendo de sus amos durante muchísimos años. Mi abuela siempre fue una mujer que vivió su vida como mujer libre, obviamente, pero totalmente servil, porque no conocía otra cosa.

P: ¿Cuando ya vivía formalmente en libertad?

R: Sí. Era libre, pero su vida, su mamá estuvo toda una vida trabajando en los campos en las estancias, ella así nació y se crió. Si nos ponemos a pensar ahora, decimos que era una media libertad, porque muchas veces trabajaban por la comida, por el techo.

P: Además imagino que quedaba el dolor de haber sido esclavos y lo que eso había significado siempre.

R: Claro, el dolor quedaba. Esa sumisión, el sentirse inferior al otro, eso de que nosotros somos así y así tenemos que vivir. Ese tipo de cosas durante muchísimos años fue lo cotidiano.

Un hogar ejemplar

P: ¿Qué hubo en su caso, en su casa, en sus padres, en usted misma, que llevaron a un vuelco tan grande? Porque no es solo hacer otras cosas, ser una profesional sino ir a la actividad pública. Se necesitan muchas agallas para eso.

R: Me crié en un hogar en el que nunca se habló del tema de la discriminación. Tuve una niñez muy feliz y mis padres siempre trataron de educarnos sin rencor hacia el otro. Por eso yo no tengo resentimiento. Es cierto que el racismo, la discriminación, son muy duros, pero nosotros no podemos tener rencor si queremos salir de esta situación, tenemos que trabajarlo todos juntos.

P: Qué divinos esos padres... ejemplares. Con ellos empezó su actitud tan especial.

R: Así es. El mío fue un hogar muy pobre, pero de pobreza digna. Tuve, como decía, una niñez feliz. Mi mamá trabajó como empleada doméstica siendo muy joven, después, siguiendo las costumbres de aquella época, al casarse terminó de ama de casa. Mi papá era policía y mimbrero. Nunca faltó lo básico en la casa: ni el amor ni el alimento. Tampoco nos sobró absolutamente nada, nos criamos con el zapato para ir a la escuela y el zapato para salir a pasear, la ropa de paseo y la ropa para estar en casa, pero nunca codiciamos lo ajeno, porque eso nos enseñaron. Yo tengo esos recuerdos muy hermosos de esa educación que nos dieron: hay que trabajar, hay que cuidar lo que se tiene, no se puede tirar nada. Yo llegaba de la escuela, me sacaba los zapatos, los limpiaba y había que guardarlos. A veces les cuento a mis hijos, dos varones- Cristian de 26 y Claudio de 30- que los zapatos para ir a la escuela los compraban siempre un número más grande, porque tenían que aguantar. Esas cosas que a los muchachos hoy les cuesta enormemente creer, porque no les falta nada.

P: ¿Tiene todavía a sus padres?

R: No. Mamá falleció a los 54 años y papá hace un año.

P: ¿Y él qué decía al verla ya en la política?

R: Mi papá disfrutó tanto, pero tanto.

P: ¿Se vino a Montevideo?

R: Sí, yo me lo traje, papá estaba muy enfermo y lo fui a buscar a Cerro Largo. Vivió conmigo 14 años más. "Nunca viví tan bien", me decía, pero siempre proyectando el futuro y haciendo planes. Lo jorobaba y le decía: "papá, vos pensás ser eterno". Cuando fui electa senadora enseguida se me vino a la cabeza mi papá. Falleció muy mayor, con 96 años, y era mi fuente de consulta, yo sentí muchísimo la muerte de mi padre, fue un quiebre en mi vida. Fue como que perdí esa niñez prolongada, que siempre era: "le voy a decir a papá", le conversaba, le consultaba, charlábamos. ¿Cómo te fue?, me preguntaba, "Te escuché en la radio, no podés decir eso". Siempre me daba su opinión.

P: Su legado fue enorme para usted, está claro.

R: Así es. Lo de mis viejos fue sumamente importante y determinante en mi vida. Esa educación que recibí de mis padres, no sé si lo hice correctamente, pero traté de transmitirla a mis hijos, que son gurises que viven sin ningún tipo de complejos ni soberbia. Son los mismos gurises de siempre, con sus amigos de toda la vida, blancos y negros, con novias blancas -yo los jorobo por eso. Esta es la vida, es saber tolerarnos, y tolerarnos no es ser permisibles. Siempre que digo que somos una familia feliz, yo soy una agradecida, soy muy creyente, soy nueva apostólica, son bendiciones que uno recibe, y soy feliz. Mis hijos me acompañan, trabajan, militan, apoyan, trabajan día y noche, pero la política es mamá, no ellos. Siempre digo: el día que nosotros los uruguayos reconozcamos que somos una sociedad multiétnica, ese día podemos decir que terminamos con el racismo y la discriminación.

Rebeldía positiva

P: Y de la combinación entre su educación y su personalidad, salió esta mujer política, ahora electa Senadora.

R: Es cierto. Es que mis padres nos criaron sin rencor hacia el otro, y yo siempre tuve una rebeldía muy clara pero en el sentido del por qué no.

P: Rebelde positivo.

R: Sí, el por qué no puedo tal cosa. En mi departamento los negros no podíamos bailar en los clubes en los que bailaban los blancos, hasta no hace muchos años. ¿Y por qué no? ¿Por qué no puedo ir? No se puede, me decían, pero un motivo, un por qué, pedía yo. Y yo respondía, pues voy a ir igual, y que me digan que no puedo. Todo ese tipo de cosas a mí me llevó a trabajar y luchar para cambiar, porque considero que nosotros tenemos que buscar cambios cuando es por causas justas.

P: ¿Entonces fue a desafiar esa prohibición?

R: Yo fui cuando terminé secundaria a un club en el que no dejaban entrar negros, pero como era un baile de estudiantes y yo era parte de ese grupo, fui. La pasé muy mal, muy mal. Era algo diferente: ¿cómo entró? ¿cómo vino?

P: Lo sentía en la mirada de los otros.

R: Obviamente. No en los chicos, mis compañeros, sino en el resto. Es tan increíble... Yo voy muy seguido a Cerro Largo, y fui a un restaurante, creo que a almorzar, y se me acerca el propietario, un señor bastante mayor. Me dice: "La voy a saludar, diputada. Usted seguramente no me ubica, pero yo a usted sí, por su historia... ¿Sabe por qué? Porque yo muy jovencito era mozo en el club cuando usted fue, y leyendo me di cuenta de que era usted". Hoy es dueño del restaurante, en ese momento era mozo. Esas historias. . .

P: Lo decía con admiración.

R: Lo decía con admiración, claro, y me felicitó. Como cuando decidí trabajar para llegar en la política para hacer cosas: y si no llego, me tienen que decir por qué no, porque si hay otra que es mejor, yo voy a ayudarla, pero me tienen que decir y yo lo voy a aceptar. Como ahora, yo voy a aceptar y sé hasta dónde puedo y hasta dónde no puedo. Pero me tienen que decir el por qué.

P: ¿Le gustaría que alguien tuviera con usted una actitud de discriminación positiva, o no?

R: Yo considero que en este momento, de mi parte, sería poco justo exigir una actitud de discriminación positiva. Hay otros que realmente la están necesitando. He logrado llegar a un lugar, por mi trabajo, pero al que no siempre se puede llegar. Entonces lo mío es por lo que hago, por lo que realmente estoy capacitada, yo no voy a exigir un lugar en base a una discriminación positiva. Sí apruebo y apoyo que hay una necesidad, pero en este momento no es mi caso, sería muy injusta, porque he logrado avanzar, con muchísimo trabajo, me ha costado. Me ha costado tres o cuatro veces más que a otros, pero yo no me quejo, es algo que es cultural, una historia que nos ha golpeado a todos y que cuesta aceptar. Son barreras que vamos tirando. Cuando a mí me hablan del techo de cristal, yo digo que no tiré un techo de cristal, tiré un edificio, me costó tres veces más. A las mujeres nos cuesta muchísimo, en todo, pero más allá de mujer, soy una mujer negra.



Mujer, negra, y otro componente: pobre. Generalmente se dice que a la política llegan los que tienen plata, es ese mito, y yo soy pobre. Mujer, negra y pobre: podemos. Lo puede lograr la mujer o el hombre, trabajando, con honestidad, respeto, tolerancia y sin odios, y rodeados de buena gente, porque no se llega solo sino gracias a un equipo.

P: ¿Es una responsabilidad más grande la de estar en el Parlamento, o la de saber que es un modelo a imitar por otras jovencitas uruguayas negras, quizás también de un origen muy humilde?

R: Eso es hermoso, pero también nos obliga a saber cómo debemos de actuar. Hace muy poco fui a un acto y había una niña de cinco o seis años con un vestido blanco y negro estampado, y me dice la mamá: "le tuve que comprar este vestido porque ella vio que usted usa mucha ropa blanca y negra estampada y me dijo: quiero vestirme como ella". Me saqué una foto con esa niña con un vestido muy parecido a uno que tengo. Esas cosas a nosotros también nos llevan a asumir una responsabilidad muy grande.

P: ¿Una nena negra, también?

R: No, ¡una nena blanca! Y la madre me dijo que la niña quería mostrarme el vestido. De eso no me voy a olvidar jamás. Son cosas muy fuertes que a uno lo llenan de emoción.

P: No es para menos, Gloria.

R: A las muchachas jóvenes, a aquellas que también van a sentir esa esperanza y saber que se puede: ese es un mensaje que tenemos que dar para que estudien, para que se preparen y para que sepan que no hay barreras. Y lo bueno es que hoy se puede hablar de estas cosas. Eso me da mucha fuerza.
No hace muchos años nadie se atrevía a abordar estos temas. Los periodistas no estaban preparados para abordarlo, y el negro menos para hablarlo, por sentirse.

Los odios, un tema de la sociedad

P: ¿Cómo ve usted el tema del antisemitismo? ¿Se ha topado con el fenómeno?

R: Lamentablemente sí, y duele, porque uno se identifica. Es un tema que tenemos que trabajar muchísimo, se está trabajando, también debemos reconocer eso, y es condenado, no se deja pasar.

P: Pero sigue ahí.

R: Es como la discriminación con los negros: formalmente se condena, pero está ahí latente. Por eso digo que tenemos que trabajar muchísimo estos temas. Lamentablemente existe, siempre salta. Pero son los menos.

P: ¿Está de acuerdo con esa idea de que el problema del racismo no es de los negros ni el del antisemitismo de los judíos, sino de toda la sociedad?

R: Si, es de la sociedad, no es nuestro. Por eso digo: la sociedad tiene que reconocer que somos multiétnicos. Yo siempre digo que somos una sociedad multicolor, somos de muchos colores y todos llegamos en barcos, y lo debemos de admitir. Unos por el hambre, por las pestes, por la guerra, y otros como nosotros, como esclavos, pero todos: entonces todos somos hermanos, las sangres se mezclaron. Entonces no, no es un problema ni de los judíos ni de los negros, es un tema de la sociedad.

P: ¿Algo más que quiera agregar?

R: Simplemente agradecer enormemente, para mí es un honor esta entrevista. Primero porque realmente hemos vivido situaciones bastante parecidas. Nosotros vivimos un genocidio muy importante que no se reconoce como tal. Muchísimos negros murieron cuando en los barcos los iban tirando al mar, cuando llegaron a estas tierras y por las pestes morían y morían, sin recibir una sepultura, eran amontonados en fosas. Fue uno de los mayores genocidios, como lo vivieron ustedes, nosotros también lo vivimos, y tenemos un debe: no contamos con un sitio de memoria, y es mi compromiso que como senadora voy a trabajar para que se concrete, ya hay un proyecto de ley que presentamos. Tenemos que tener un sitio para reflexionar y recordar a nuestros ancestros.

P: Muy emotivo, Gloria. Ojalá pueda concretarlo, lo cual sería un aporte al país en general. Y debo recalcar que el honor ha sido mío, de todo corazón. Muchas gracias.

R: A ti Ana.

Entrevista de Ana Jerozolimski.