Fotos: Javier Noceti / @javier.noceti

Eduardo Larbanois (69) y Mario Carrero (70) se conocen de memoria. No es para menos, llevan 45 años sobre los escenarios y este 2022 decidieron celebrarlo a lo grande. El periodista Martín Duarte acaba de lanzar A donde nos lleven los caminos (Penguin Random House), un libro en el que repasa la carrera del dúo de música popular uruguaya —así definen ellos lo que hacen— y el próximo 19 de noviembre los artistas se presentarán en el Antel Arena, junto a muchos músicos invitados.

En esta distendida charla en la casa del “Larba” en Parque Batlle —minutos después de que este dejara de dar clases de guitarra—, ambos recordaron cómo se conocieron en un festival de cantores en Paysandú, en 1973, el nacimiento del dúo cuatro años después, las durezas de tiempos jodidos donde había que eludir la censura y los palos, la militancia política y sindical y la importancia de ser cronistas de cada tiempo como condición sine qua non para la vigencia que ostentan. Además, dijeron que les reconforta tener entre sus “hinchas” al presidente Lacalle Pou, aunque discrepen con la concepción ideológica de este.

Carrero, el escriba del dúo, lo dice así: “Yo no quiero que le vaya mal al gobierno. Desde el momento en que la gente definió en las urnas pasó a ser mi gobierno. No creo que le pueda ir como yo espero, por una distinta visión del mundo. Yo no creo en la educación para generar gente útil para el mercado de trabajo. Quiero gente libre, que piense, y sea feliz, aunque viva debajo de un puente”.

Larbanois, en tanto, apunta que todos los gobiernos -del signo que sean- han subestimado a la cultura. Lo dice de una forma más elocuente y menos académica. “Muchas veces cuando hay dificultades en determinado territorio la gente va a los experimentados. Menos en la cultura… Hay un problema en la cultura y lo resuelve cualquiera. ¡Entonces se terminan haciendo cada cagada! A la clase política le importa tres carajos la cultura en todas las áreas. De hecho, un país que ha dado artistas de dimensiones increíbles, si se han desarrollado, es por sus propios medios”.

Juntos interpretan folklore, polcas, milongas, y hasta rocanrol o canciones rapeadas. La música no solo es su leit motiv, es su forma de hacer política.

“El dúo nunca fue prohibido como dúo. O prohibían a Eduardo o me prohibían a mí, para un espectáculo puntual. El otro podía cantar. Una vez a Eduardo le prohibieron subir al escenario. Entonces, cantó desde abajo”

Eduardo, ¿cuál es el primer recuerdo que tenés vinculado a la guitarra? ¿Fue en Tacuarembó?

Eduardo Larbanois: Un tío mío había comprado una guitarra para estudiar, yo estaba en la casa de mis abuelos, y no me dejaban tocarla. Calculo que yo tenía 5 o 6 años. Esa guitarra estaba en la casa de mi abuelo, entonces yo conseguía unos taburetes altos, me subía, y le pegaba despacito cerca del puente y hacía vibrar todas las cuerdas. Y al rato me sentían y me sacaban volando: “¡Salí de ahí, gurí!”.

¿Y vos Mario? Supongo que fue en tu Florida natal que tuviste tu primer contacto con la música...

Mario Carrero: En realidad con mi madre. Mi madre estaba todo el día cantando. Cantar yo me costó más, por un tema de timidez, pero oír cantar siempre fue natural. Y mamá tenía nueve hermanos, y todos estaban en la música: había quien tocaba el clarinete, el saxofón, el acordeón, salían murgas en Florida, había un cantor de tangos que alternó en la noche floridense en la época de la típica.

Y la guitarra: mi abuelo Eulogio Díaz tocaba la guitarra. Yo lo iba a ver a una pensión en la que estaba, se sentaba en el patio, en un banquito, y tocaba desde la quinta hacia abajo, haciendo el acorde de mi, de todas las milongas. Hacía ton, ton, ton ton, ton, ton… y sobre eso yo lo escuchaba improvisar, sobre todo, cuando se tomaba algún vinito. Entonces, en determinado momento me daba unos vintenes y me pedía que le trajera un litro de vino suelto y me decía que me comprara “masitas”, que eran galletitas María. Era muy afectuoso, pero muy parco. Él tocaba, cantaba algunas cosas, y de repente pegaba un grito: “¡Viva los blancos!”

Ustedes se conocieron en el Festival de Paysandú en 1973, concurso en el que Carrero obtuvo el premio a la mejor voz. ¿Cómo recuerdan la primera impresión que tuvo uno del otro?

Carrero: Vos querer meter lío entre nosotros. Contale Eduardo, contale…

Larbanois: Vos sabés que el paisano del interior es muy reticente con el montevideano, ¿no? Mario no es montevideano, pero vivía en la capital y fue a Paysandú representando a Montevideo.

Carrero: Yo había ganado un concurso en canal 10, y la conductora del concurso y que fue a conducir el evento a Paysandú fue Julia Moller.

Larbanois: Llegamos allá y lo veo a Mario con una pinta bárbara, un trajecito color habano, corbata y saco, peinado a la gomina y bigotito corto. Yo estaba con el que cantaba conmigo en el dúo Los Eduardos, Eduardo Lagos, y le digo: “Ojo con este que tiene pinta de tira”. ¡Año 73! Bigotito corto, de traje, peinado a la gomina y de Montevideo, ya era causal de sospecha. Después, cuando nos pusimos a prosear, templábamos en la misma cuerda, entonces ahí los prejuicios se fueron al carajo.

De hecho, yo tenía que venir a Montevideo a grabar el disco Las quemas, de [Eduardo] Darnauchans, como guitarrista, y aproveché la “carona”, como dicen afuera, y me vine con los montevideanos. Vinimos proseando todo el camino con Mario.

Fue cuatro años después, en 1977, que decidieron formar un dúo. ¿Cómo fue?

Larbanois: En realidad no decidimos formar un dúo, éramos dos solistas que se acompañaban. Empezamos a ensayar algunas canciones juntos, nos gustaba cómo sonaban y se fue dando. Pero siempre con el concepto de ser dos solistas que se acompañaban. Y a raíz del primer espectáculo profesional como dúo, en el 77, en una cooperativa de viviendas por allá por Nuevo París, se dio… Yo había ido como guitarrista de Mario y de Omar Romano, pero como estaba el ambiente lindo, ahí metimos algunas de las canciones que estábamos ensayando. Yo trabajaba en Aebu, trabajaba en la biblioteca de Aebu y daba clases, Mario salía de la Compañía [del Gas] y ensayábamos un poco algunas canciones, y esa vez cantamos las primeras como dúo. Al poco tiempo ya nos contrataban como dúo.

Carrero: No se puede obviar en lo que es la historia del dúo el momento social y político que se vivía. La mayoría de nuestros referentes, nuestros espejo, los artistas que veíamos cantar (Zitarrosa, Los Olimareños, El Sabalero, Numa Moraes, Viglietti, el teatro El Galpón, Benedetti, Galeano), todos estaban en el exilio y nosotros quedamos acá porque no éramos tan notorios como para exiliarnos y al mismo tiempo teníamos algunos carnavales cantando, entonces quedamos en un grupo, donde estaban Washington Carrasco, Cristina Fernández, Los Zucará, Santiago Chalar, Carlos María Fossatti, Carlos Benavídes, Los Que Iban Cantando acá en Montevideo… Fue un momento en que estaba prohibido todo tipo de accionar político partidario y gremial. Era un momento fuerte, fijate que en el 76 cuando nosotros nos juntábamos para ensayar, secuestraron a Julio Castro, a Elena Quinteros, mataron a Michelini y Gutiérrez en Buenos Aires; es decir, era un momento muy removedor.

El libro A donde nos lleven los caminos, de Martín Duarte, cuenta la historia de ustedes dos como dupla artística. Y hay varios capítulos dedicados a lo duro que fue hacer una carrera en dictadura. Mario, como compositor, ¿cuánto tuviste que esforzarte para saltear las censuras de los militares?

Carrero: No fue que te proponías hacer algo… El canto popular fue un fenómeno creado por la gente. La propia gente organizaba un festival (un grupo de viaje estudiantil, una cooperativa de viviendas, una parroquia) y tenía que ir a pedir permisos, y ahí las autoridades veían cuál era el fin del festival, si se cobraba entrada, para dónde iba esa plata, qué se cantaba. Y ahí te decían qué cantar y qué no cantar. Y ahí fuimos agarrando cierta gimnasia, no fue que yo me propuse decir determinada cosa. No fue tan estratégica la cosa.

Larbanois: Había palabras prohibidas… Cuando Canciones Para No Dormir la Siesta hacía un festival, para niños, hablaba del cuco (“El cuco existe y está asustado”), a nadie escapaba en ese momento que el cuco era la dictadura.

Ni que hablar: “Al botón de la botonera, chim pum, fuera”

Carrero: ¡Claro! Trochón cantaba un bolero donde supuestamente le cantaba a su pareja y decía: “Basta ya con esta tortura, vuelve ya a donde saliste”. ¡Era fuerte! Pero se le hacía difícil a la dictadura prohibirlo. Nosotros fuimos citados varias veces al Departamento de Inteligencia. La censura empezó primero en las comisarías. Pero después fue trascendiendo eso, porque el movimiento fue creciendo. Los servicios de Inteligencia nos citaban todo el tiempo y su discurso era que con nosotros no iban a cometer el mismo error que habían cometido con quienes estaban en el exilio, que estaban fuera del país cantando contra el régimen o haciendo actividades fuera de su control. Lo que querían era desalentarnos.

El dúo nunca fue prohibido como dúo. O prohibían a Eduardo o me prohibían a mí, para un espectáculo puntual. El otro podía cantar.

“Nuestros maestros nos enseñaron que la obra fuera fundamentalmente artística. Siempre quisimos generar esa condición revulsiva que genera el arte en cualquiera de sus manifestaciones”

Hubo un espectáculo en el que vos, Eduardo, cantaste desde abajo del escenario…

Larbanois: Claro, porque la prohibición era que yo no podía subir. Tuve una discusión con el oficial, y como no podía subir al escenario, canté desde abajo y Mario arriba.

¿Sienten que fueron una válvula de escape en esos años duros de dictadura? ¿Operaron como resistencia al golpe?

Larbanois: Sí, la gente nos “usó”, en el buen sentido, como eso. Éramos un pretexto para verse las caras. Recordá que en esa época no se podía andar por la calle más de tres personas juntas porque era considerado “asonada”. Era una situación muy embromada.

Y de alguna manera, nosotros no teníamos la relevancia, cuando arrancamos, de la generación anterior. Pero el pueblo nos dio ese lugar. Puso en las letras las canciones, mucho más de lo que estaban. Y los cantores estábamos allí. ¿Qué queríamos hacer? Cantar, crecer como músicos, pero la tarea inmediata era hacer cosas de calidad para estimular la sensibilidad. Eso es el arte, ¿no? De modo que: ¿políticos? Sí, somos todos políticos, por acción o por omisión. El que hace basura está haciendo basura porque el sistema lo necesita. Y el que hace algo contestario lo hace porque lo necesita. La dictadura nunca logró representación cultural.

Ya en democracia continuaron siendo comprometidos políticamente, y han cantado en múltiples actos del FA, incluso en aquella jornada en AFE de 1996 en la que Líber Seregni renunció a la presidencia del FA. Conocieron a Hugo Chávez…

Carrero: ¡Cantamos con Hugo Chávez!

… Cantaron en Cuba o para actos de José Mujica, acompañaron a Germán Araújo en su gira por el país en 1985.

Carrero: Acompañamos a Germán a San Javier. Le fuimos a llevar flores a [Vladimir] Roslik, pocos días después de que lo habían matado.

También interpretaron canciones que escribieron presos tupamaros estando en prisión. ¿Nunca les quitó público identificarse con un sector político? ¿O no les importó pagar ese costo?

Larbanois: En realidad no, ¿sabés por qué? Porque nuestros maestros nos enseñaron que la obra fuera fundamentalmente artística. Siempre quisimos generar esa condición revulsiva que genera el arte en cualquiera de sus manifestaciones. Por lo que te decía: todos somos políticos y todos actuamos políticamente, por acción u omisión.

Carrero: Nosotros cantamos contra la dictadura. Y contra la dictadura a nadie le parecía mal que opináramos sobre política. Ahí nos iban a ver blancos, colorados, frenteamplistas, cívicos, todos. Y que sobre el escenario nos planteáramos reivindicaciones humanas —nosotros votamos, las canciones no—, eso durante la dictadura no nos generó ningún problema. Y después, en democracia, hubo festivales con comisiones que se sentían molestas por nuestra postura política y no nos contrataron más. A nosotros nos han borrado de festivales. Tiene que ver con nuestra postura, pero lo supimos siempre. Inmediatamente después del 85, que hicimos toda esa gira con Germán Araújo, nos costó mucho entrar a varios festivales organizados en departamentos de intendencias blancas o coloradas.

“Canto en cualquier lado, pero partidariamente, por una cuestión de honestidad con el sector en el que yo creo, y por una cuestión de respeto a la otra gente, no cantaría para un acto de blancos o colorados”

Decidieron pronunciarse políticamente y, en todo caso, pagar ese costo político.

Larbanois: Y ser coherentes.

Carrero: Ser coherentes con lo que hacemos. Mirá, “Conclusiones”, la que habla del Padre Cacho, dice: “Si no ponemos pienso, nos va a agarrar la noche” o “llegamos tarde, llegamos tarde, y mientras, la cosa arde”, fue escrita en un gobierno del Frente. Es una canción crítica, habla contra la violencia, contra el hambre, contra la marginación, y fue hecha en el gobierno del Pepe Mujica. Y fue él quien la difundió en M24. A ver… para definirte bien claro mi posición: yo no soy “anti” nada. Es más, si tengo que ser “anti” algo, tengo que referenciar a Artigas en aquello de: “No tengo más enemigos que los que se oponen a la pública felicidad”.

Larbanois: Nosotros jamás subimos con una bandera al escenario, mientras no fuera en un acto político. Obviamente, ahí en período preelectoral, te la estás jugando. Después de definida la situación, nosotros hemos actuado para ministerios de gobiernos blancos y colorados. Lo institucional, la investidura, la respetamos.

¿Cantarían para un cierre de campaña de blancos o colorados, si los quisieran contratar y les pagaran?

Larbanois: No, yo no. Por una cuestión de ética.

Carrero: Yo tampoco. Pero por una cuestión de respeto. Cantar canto en cualquier lado, pero partidariamente, por una cuestión de honestidad con el sector en el que yo creo, con la idea que yo defiendo, y por una cuestión de respeto a la otra gente, yo no lo haría.

¿Cómo podrían definir la música que hacen, desde hace 45 años? Han pasado por unos cuántos géneros, pero quizás alguien podría decir que hacen folklore, o canto popular, o canción de protesta en algún momento... ¿Qué dicen ustedes?

Larbanois: Música uruguaya. Eso de etiquetar es una necesidad, en todo caso, del periodismo. Nosotros somos producto de una cultura aluvional de la gente que vino acá, e impuso una forma cultural. Desconocemos absolutamente la de los [pobladores] originarios, probablemente hicieran música maravillosa. Quizás tocaron aereófono, ¿por qué no, si tenemos ríos llenos de tacuaras? Si sabemos que hacían vasijas, probablemente hicieran percusión. Sabemos que la percusión es una forma de comunicación que se ha dado en la historia de la humanidad.

Nosotros somos el resultado de la cultura que trajeron los inmigrantes. Nosotros hablamos de folklore y nosotros no tenemos folklore, tenemos canciones de autor. Muchas veces se le dice folklore a la polca, que se baila tanto en campaña. La polca vino de Polonia. La maxixa de “El gallo azul” es polaca. La maxixa se tocaba con una baraja atravesando las cuerdas para que sonara tipo redoblante, porque los paisanos no tenían orquesta, no había batería, entonces usaban eso.

Carrero: Se podría resumir como música popular uruguaya. No popular por nosotros, eh. Si vos revisás los discos podés encontrar tangos, una canción murguera, un candombe, una milonga folklórica, un rocanrol como “Ocho letras”. O “Conclusiones”, que tiene mucha letra y no tiene estribillo, tiene influencias del hip hop y el rap.

“Lo que más valora la gente es la honestidad. Mirá, si No Te Va Gustar hace ‘Clara’ con la murga, y nosotros hacemos ‘Ocho letras’ con La Triple Nelson, ¿quién es el folclorista y quién es el rockero?”

¿Alguna vez se aburrieron de interpretar algún hit, como “Cuando cante el gallo azul” o “Zumba que zumba”? Laura Canoura, por ejemplo, me contó que se aburrió de cantar “Detrás del miedo”, dejó de hacerla mucho tiempo, hasta que se amigó con el tema. ¿A ustedes les ha pasado con alguna canción?

Larbanois: No… Nosotros consideramos que cada vez que te subís a un escenario, es una novedad. Y las canciones nunca son iguales.

Carrero: Porque vos lo que buscás es conmover. Y todo lo que contribuya a conmover, a emocionar, a que no pase desapercibida. “Canciones resistentes”, decía el maestro [Ruben] Lena. Resistentes al tiempo. Son esas con las que se da una cosa muy de ida y vuelta. Mirá que es muy fuerte ver gente a la que se le caen las lágrimas cuando uno está cantando. Vemos gente que se emociona con una canción.

Larbanois: ¡Y andá a saber qué fue lo que lo emocionó!

Carrero: A mí me gusta mucho lograr eso, conseguir eso. Y lo logramos auténticamente, porque si fuera por buscar el hit, quizás estaríamos cantando otras cosas. Creo que lo que más valora la gente es la honestidad. Mirá, si No Te Va Gustar hace “Clara” con la murga, y nosotros hacemos “Ocho letras” con La Triple Nelson, ¿quién es el folclorista y quién es el rockero?

“Santamarta” ¿es una resistencia a la globalización o es la resignación, asumir que las cosas cambiaron en la posmodernidad y ahora las cosas son así?

Carrero: “Santamarta” es un llamado a no perder de vista, en un momento de grandes cambios tecnológicos y culturales —y de una globalización que le camina por arriba a todo— que lo que nos hace diferentes son, justamente, las diferencias. Que no en vano en Artigas se habla con la s, y a 100 kilómetros de habla con la v. Y que no me gustaría que todo el mundo hablara igual, consumiera lo mismo… Una cultura snack. Acepto todos los cambios que sirvan para que la humanidad crezca. Apelo a eso con lo que finaliza la canción: “Aunque es malo mantenerse aislado, cuando todo el mundo está tan conectado […] no todo está en venta, no todo es mercado”.

Aquello de “árbol sin raíces no aguanta parado ningún temporal” se basa en que venimos de algún lado y somos unos pasajeros nomás. Utilizar todo aquello para que el hombre esté mejor, pero tener huevo duro y zanahoria rallada en los supermercados y que la gente no tenga tiempo para ver a su familia es jodido. Que viva corriendo atrás para hacer un mango para comprar cosas que no le sirven. Voy a ir a quien para mí es un referente, Mujica, en la cumbre de Río: “Cuando comprás cosas, no las comprás con plata, las comprás con tiempo de vida”.

“Yo trato de que mis canciones hablen de hoy. ¿Cómo voy a estar hablando en mis canciones de los 60 o 70, si tengo a dos locos jugando a la guerra con un botón y puteándose por Twitter?”

¿Cuál es la clave para seguir vigentes y no anquilosarse? 

Larbanois: Querer hacer las cosas cada vez mejor. Ese es un desafío permanente.

Carrero: A mí me pasa cuando me pongo a escribir que… Yo entiendo al arte desde un lugar que lo empecé a sentir cuando no tenía mucha noción. Cuando mi vieja me leía “Nanas de la cebolla” (de Miguel Hernández) o poemas de León Felipe, “El apellido”, por ejemplo. ¡Me conmovían! El arte para mí siempre fue conmovedor. Es una de las formas de expresión más vinculadas con el ser humano y sus sueños. Si vos te parás frente al Guernica, es una cosa maravillosa, pero es una ciudad bombardeada por los nazis.

¿Cómo hacemos para estar vigentes? Yo trato de que mis canciones hablen de hoy. ¿Cómo voy a estar hablando en mis canciones de los 60 o 70, si tengo a dos locos jugando a la guerra con un botón y puteándose por Twitter?

Larbanois: Generalmente, el artista encuentra a través de su oficio un cable a tierra para comunicarse. Termina siendo un traductor de una realidad en un oficio que él elige. Por lo general, los artistas somos tímidos. No obstante, nuestro campo de acción es el escenario. Cuando subimos al escenario no importa si hay 10, 10.000 o 30.000. Vamos a dar lo mejor, porque disfrutamos del espacio que nos permite nuestro oficio.

El libro, su biografía escrita por Duarte, le dedica muchas páginas a su compromiso político. El periodista sostiene que vos Eduardo, “militás” en filas del Partido Comunista del Uruguay (PCU), y Mario, “marcado por la experiencia sindical en la Compañía del Gas, sostuvo siempre una postura mucho más anarquista”. Después trabajaste para el Plan Juntos de Mujica. Doy por sentado que han recibido ofrecimientos. ¿Se meterían de lleno en política en algún momento? ¿O creen que su forma de hacer política es cantando su repertorio?

Larbanois: Creo que seríamos unos incapaces en el Parlamento. Uno rinde mejor en lo que sabe hacer y lo que ama. Y nosotros somos gente de la cultura. Podemos aportar ideas, experiencias personales, dentro de nuestro oficio. Mario desarrolló casi toda su carrera en algo muy cercano a la construcción, por su trabajo en la Compañía del Gas, pero también en el área cultural. Muchas veces cuando hay dificultades en determinado territorio la gente va a los experimentados. Menos en la cultura… Hay un problema en la cultura y lo resuelve cualquiera. ¡Entonces se terminan haciendo cada cagada! Y a veces tenés que salir corriendo a frenar cosas. Pero eso no es patrimonio de la izquierda. A la clase política le importa tres carajos la cultura en todas las áreas. De hecho, un país que ha dado artistas de dimensiones increíbles, si se han desarrollado, es por sus propios medios. Benedetti tuvo la desgracia de vivir el exilio, pero, si no, hubiera sido un empleado público que, además, escribía.

Carrero: Yo milité todo lo que pude en mi sindicato y en mi oficio. He estado en listas del MPP, he estado muy cerca de Mujica. Pero no me veo como diputado ni como senador. En alguna de las veces que estuve en listas me llevé un susto grande, porque la lista votó muy bien y yo estaba el puesto 8 o 9 y quedé ahí cerca… No es lo mío, no me gusta. Lo mío es cantar. Pero milité toda la vida gremialmente, milité en el sindicato del gas, y me gusta militar a través del trabajo social.

El presidente Lacalle Pou es gran admirador de ustedes, artistas identificados con la izquierda. ¿Cómo lo toman? ¿Qué creen que dice eso de ustedes como artistas?

Carrero: Le gusta de verdad nuestra música. Lo hablé con él hace mucho tiempo, cuando era un diputado [por Canelones]. En una actividad en el Museo Zorrilla se acercó y me mostró su ringtone una canción nuestra que se llama “De un cantor y su guitarra”. Es más, él la ha usado en varios actos. Me comentó que le gustaba lo que hacíamos. Él mismo lo ha dicho, al hablar de sus gustos musicales. Y el periodista [Facundo] Ponce de León le señaló que éramos de izquierda, y él dijo que no importaba, que le gusta lo que hacemos. Nos hemos enterado que ha ido a vernos.

Larbanois: Otro que es bastante hincha nuestro es Pedro Bordaberry. Y nos parece perfecto. Que vos pienses distinto en determinadas áreas no quiere decir que no puedas disfrutar el arte, en cualquier condición.

¿Tienen alguna opinión que quieran expresar sobre este gobierno?

Carrero: Yo no los voté. No es un tema de la gestión en concreto, en donde pueda haber cosas que están bien, otras que estén mejor u otras que puedan estar peor. No tenemos la misma visión del mundo que queremos, de la sociedad que queremos. Yo no creo en la economía de mercado, yo creo más en una economía más solidaria… Partimos de visiones distintas del mundo. Yo creo que no puede haber felicidad pública, con mucha cosa privada.

Larbanois: Hemos escuchado muchas veces al sistema hablar de la torta, ahora le llaman el derrame. Es lo mismo, la torta nunca la probó el pueblo, el derrame tampoco. Hay un problema de concepción de sistemas. Hay mucha cosa escrita de hace muchos años y el dominio de los medios para mediocrizar a la sociedad es notorio. Hay un artículo de Günther Anders, un sociólogo alemán, de 1956, que habla de que en la nueva sociedad no se van a necesitar líderes grotescos como Hitler. Dice que el objetivo del sistema será tratar de adormecer todo concepto de rebeldía desde el nacimiento y para ello, una de las herramientas fundamentales será la educación. Preparar a la gente para que trabaje, pero no para que piense. Hacer que la ciencia esté cada vez más alejada de la sociedad, y que sea más para eruditos. Y después, banalizar ciertas cosas de la vida. Se me vienen ciertos personajes de la TV…

Carrero: Yo no quiero que le vaya mal al gobierno. Para nada. Desde el momento en que la gente definió en las urnas pasó a ser mi gobierno. No creo que le pueda ir como yo espero, por una distinta visión del mundo. Yo no creo en la educación para generar gente útil para el mercado de trabajo. Yo no quiero eso para los jóvenes. Quiero gente libre, que piense, y sea feliz, aunque viva debajo de un puente.

Ya llevan casi medio siglo juntos. ¿Hay fecha de caducidad o van a seguir ad infinitum como los Rolling?

Carrero: ¡Ojalá pueda correr como Mick Jagger! A mí me gustaría ver la vitamina que toma el hombre.

Larbanois: Hay pa’ rato. Mientras uno tenga objetivos comunes y se vayan consolidando esos objetivos… A veces te preguntan cuál es la mejor canción y la respuesta es clara: la próxima, la que vamos buscando.

¿Qué van a ver los que vayan al Antel Arena el 19 de noviembre?

Larbanois: Van a ver al dúo cantando con un apoyo musical más amplio que el habitual. Van a haber muchos invitados músicos, no cantantes, que es lo que hacemos casi siempre. En esta oportunidad va a cantar el dúo. Vamos a aburrir a la gente…

Carrero: Eso es lo que vas a hacer vos. Yo no sé todavía.

¿Son felices?

Carrero: Sí, totalmente. Eso tan viejo y conocido de que “no tengo todo lo que quiero, pero quiero todo lo que tengo”.

Larbanois: Me ha tocado una experiencia de vida muy rica, estoy haciendo lo que quiero, lo elegí desde niño. Eso es lo que te consolida en la vida: poder llevar adelante tus sueños, tus expectativas. Y entender, además, que estás aprendiendo todos los días.