Contenido creado por Manuel Serra
Locales

Visión desde afuera

La paradoja de la Expo Prado: la Rural vista con los lentes de un joven francés

Si bien la Expo es una hermosa forma de mostrar el interior de Uruguay, ¿por qué hay stands de otros países que opacan el trabajo vernáculo?

28.09.2021 15:07

Lectura: 7'

2021-09-28T15:07:00-03:00
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Por Pierre-Nicolas Chambefort
  prensa@m.uy

Pierre-Nicolas Chambefort es un estudiante francés de Sciences-Po, universidad francesa de prestigio de ciencia política que centra sus estudios en América Latina. Actualmente se encuentra haciendo una pasantía en Montevideo Portal como complemento de sus estudios terciarios y conociendo la realidad de nuestro país.

Entrar en la exposición del Prado, me habían dicho, es descubrir lo que se hace en el interior del país, el patrimonio tradicional de Uruguay. Un encuentro anual al que acuden criadores de todo el país para competir por ver quién tiene los mejores animales, y para compartir, durante unas horas, sus costumbres con los habitantes de la ciudad que han venido a descubrir un espectáculo que también les saca de su vida cotidiana. Hasta entonces, todo está presente: el mate, la ropa tradicional, la música, los animales y, por supuesto, una multitud de restaurantes que ofrecen las mejores carnes.

La exposición del Prado es un verdadero lugar de descubrimiento familiar donde una multitud de niños observan asombrados todos los animales de una granja bajo la mirada divertida de sus padres. Una mezcla perfecta entre Montevideo y el interior, que no debe hacernos olvidar los otros retos de esta exposición. De hecho, debido a su dualidad intrínseca (ciudad y campo), la feria es ante todo un lugar político evidente. Numerosas personalidades políticas han hecho acto de presencia, empezando por el presidente de la República, Lacalle Pou, y su vicepresidente. Además, varios ministros y parlamentarios fueron. La Rural también es un verdadero lugar de difusión de la innovación; ya sea intelectual, con numerosas conferencias de expertos, o tecnológica, con muchas empresas que presentan las últimas gamas de vehículos agrícolas.

Foto: Montevideo Portal | Pierre-Nicolas Chambefort

Foto: Montevideo Portal | Pierre-Nicolas Chambefort

Pero entre los numerosos stands que presentan lo mejor del mundo rural uruguayo, también hay algunos más sorprendentes: los pabellones internacionales. Cinco países (Inglaterra, Estados Unidos, Israel, España e Italia) han decidido hacer un stand para difundir sus culturas. Encontrarse frente a un stand extranjero en una exposición dedicada al mundo rural es aún más sorprendente cuando se conoce la misión de la exposición. Según su página web oficial, el objetivo es "la defensa y el fomento de los intereses de la producción agraria e industrias complementarias y derivadas. La promoción de la población rural en términos humanos, éticos, culturales y económicos. Unidad y armonía en los esfuerzos de quienes se dedican a la agricultura. El desarrollo constante de nuestra gente, buscando su satisfacción y realización personal y profesional". No hay nada en esta declaración que explique la presencia de cinco potencias occidentales, por lo menos a mis ojos, ya que los objetivos de la exposición y los de los stands son opuestos. ¿Qué hay más lejos de una granja de ovejas tradicional en medio de Uruguay que un puesto de té y alcohol inglés? Nada, o probablemente la charcutería española, que compite directamente con lo que representa la exposición.

Estos stands son, por tanto, un ejemplo de soft power. Para recordar, el soft power consiste en que un país aumente su influencia en el extranjero mediante la difusión de su cultura y modo de vida. Esto se opone al hard power, que sigue teniendo el mismo objetivo de ganar influencia, pero con otros medios más tradicionales como la diplomacia o el armamento, por ejemplo. Así, el objetivo de los pabellones es difundir la cultura de los países que representan entre los visitantes, aunque con estrategias diferentes. De hecho, España se contentó con presentar únicamente tiendas en las que era posible comprar productos españoles. Entre los stands internacionales, éste fue el menos trabajado. Italia, en cambio, optó por algo más envolvente con música italiana y fotos paradisíacas de la península en el stand. Además de las tiendas, también había un rincón promocional de la Scuola Italiana de Montevideo. Cuando pregunte qué hacia Italia en esta exposición, me dijeron que el objetivo era "promover la cultura italiana", en parte a través de la comida, y crear cualquier tipo de vínculo, especialmente "turístico o escolar". Así, el objetivo es únicamente crear un escaparate promocional para el país. Ninguna mención a Uruguay en un evento dedicado a promover su ruralidad... Sin embargo, Estados Unidos e Inglaterra intentaron al menos encontrar alguna razón para explicar su presencia. Así, se puede encontrar en el stand de Estados Unidos una infografía que resume la historia de los vínculos entre los dos países o pequeñas actividades que vinculan un poco los dos patrimonios. También se me explicó que Expo Prado tenía una finalidad "industrial y comercial", lo que justificaba presencia estadunidense porque el objetivo del país era "comercial". La estrategia de seducción se basa en su sistema escolar y su potencial turístico. En cuanto a los ingleses, apostaron sobre la eco-sostenibles para agradar y dar una imagen positiva. Explican que el pabellón es biodegradable, que una sección está dedicada a los envases eco-sostenibles y que es posible producir electricidad utilizando bicicletas. La presencia inglesa en la Expo del Prado se me explica por el hecho de que varias razas de vacas en Uruguay son inglesas, pero también por el hecho de que una granja que garantiza el respeto a los animales fue construida por Inglaterra. Estados Unidos e Inglaterra han tratado de encontrar explicaciones a su presencia, pero ¿justifican plenamente un Starbucks y otra tienda de Harry Potter en un evento supuestamente centrado en el patrimonio uruguayo?

Foto: Montevideo Portal | Pierre-Nicolas Chambefort

Foto: Montevideo Portal | Pierre-Nicolas Chambefort

La cuestión ahora es comprender los efectos que puede tener la presencia extranjera en el campo. Si se ve sólo como una excursión familiar en la que los niños vienen a ver a los animales como si fueran a un zoo, no hay de qué preocuparse, los pabellones extranjeros incluso añaden nuevas actividades divertidas. Sin embargo, si lo consideramos como un verdadero escaparate del saber hacer y las tradiciones uruguayas, permitir la presencia extranjera es totalmente contraproducente. Tener, como es el caso, pequeños carteles delante de los corrales de algunas vacas que indican que son de raza británica es dar todo el crédito de la calidad de la vaca a Inglaterra y no al productor. Mientras que la ganadería es uno de los campos en el que Uruguay es una referencia mundial, sino el que más, la exposición debe exaltar este saber hacer. En cambio, deja la posibilidad que otros países hagan soñar, y eso, en todos los ámbitos. En efecto, aunque los pabellones extranjeros no compiten frontalmente frente al mundo rural uruguayo, atacan al país en otros ámbitos como la gastronomía, el turismo, la universidad y el ocio. El hecho de que estos países lleven varios años participando en esta exposición demuestra varias cosas: que la Rural es algo más que una feria agrícola y que los visitantes vienen a por más, y que sus estrategias funcionan.

La Expo Prado es probablemente la única escena que permite poner toda la luz sobre Uruguay, además de ser la ocasión más adecuada para hacerlo. Entonces, ¿por qué no darle ese único papel?

Por Pierre-Nicolas Chambefort
  prensa@m.uy