La oposición de derecha encabeza el recuento de las elecciones generales suecas de este domingo con el 49,7 % frente al 48,8 % del bloque de centroizquierda de la primera ministra socialdemócrata, Magdalena Andersson, escrutado el 71 % de los distritos electorales.

El Partido Socialdemócrata, fuerza que ha dominado la política sueca en el último siglo, repetiría triunfo con el 30,3 %, casi dos puntos más que en 2018; por delante del ultraderechista Demócratas de Suecia (SD), con el 20,7 %, tres puntos más.

El Partido Moderado (conservador), del líder de la oposición, Ulf Kristersson, bajaría a la tercera plaza con el 19 %.La distancia entre los dos bloques sería de un solo mandato: 175 para la oposición, 174 para el centroizquierda.

Tanto los sondeos a pie de urna como los votos de los primeros distritos apuntaban a una victoria apretada del bloque de Andersson, pero la tendencia empezó a invertirse cuando el recuento superó el 50 % de los distritos electorales.

El fuerte ascenso del SD y su condición de segunda fuerza provocaría un problema en la oposición, si se confirma su victoria: quién encabezaría un nuevo gobierno.

Durante la campaña electoral, conservadores, cristianodemócratas y liberales se han mostrado abiertos a pactar con la ultraderecha, pero no a que forme parte de un hipotético gobierno, mientras que el líder del SD, Jimmie Åkesson, ha defendido que su partido integre un ejecutivo de coalición.

Las elecciones legislativas de hace cuatro años ya fueron un drama, con un solo escaño a favor del bloque gubernamental, después de una semana de espera para tener un resultado definitivo, presagio de unas arduas negociaciones para formar gobierno, que duraron 134 días, un récord en la historia sueca.

El "cordón sanitario" que le han realizado el resto de partidos al SD desde su llegada al Parlamento en 2010 es lo que explica que los socialdemócratas hayan podido gobernar las dos pasadas legislaturas a pesar de que había una mayoría de centroderecha en la Cámara.

En la última fue necesario un pacto de los socialdemócratas y sus aliados ecologistas con centristas y liberales, rompiendo la alianza de centroderecha que existía desde 2004, para mantener el aislamiento al SD, que se ha ido resquebrajando por el cambio de postura del resto de partidos de derecha.

La campaña electoral ha estado dominada por temas como el aumento del crimen, la inmigración y la crisis energética. 

EFE