Contenido creado por Federica Bordaberry
Informes

En la familia

La herencia familiar, lo que sostiene la mayoría de los servicios fúnebres en Uruguay

Si bien suelen presentarse otras opciones, las generaciones actuales de las familias que fundaron el servicio terminan vinculados al oficio.

01.06.2022 10:15

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2022-06-01T10:15:00-03:00
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Por Federica Pérez | @federicaperez00

Entre fines de 1800 y principios de 1900 se consolidaron las primeras empresas que brindaron servicios fúnebres en Uruguay. El servicio, en principio, y cuando la tradición conllevaba a que los velorios se realizaran en los hogares, se centró en el transporte, pero luego, con el paso de los años y cuando poco a poco las familias empezaron a dejar de hacer esa ceremonia en sus hogares, evolucionó, por ejemplo, a la implementación de salas velatorias.

Luego se consideró cada vez más la integralidad del servicio. Un indicio de eso es que en 1971 se fundó Previsión, una empresa que reúne a diversos servicios fúnebres asociados “con el objetivo de brindarle a la sociedad uruguaya un sistema de asistencia fúnebre integral, mediante planes de afiliación individual, familiar y colectiva”, según la propia empresa. En la actualidad, Previsión es una de las empresas más posicionadas en el sector y cuenta con siete fúnebres asociadas, de Montevideo y el Área Metropolitana. Y tiene alrededor de 200.000 afiliados. 

Más adelante, en 1985, también se creó la Asociación de Empresas Fúnebres del Interior con el fin principal de mejorar la comunicación entre todos los servicios del país. Según la asociación, es “la única Gremial de Servicios Fúnebres en el Uruguay con personería jurídica” que brinda pautas comerciales que hacen a la comercialización de quienes se afilian. Desde el año 2016, los servicios fúnebres del interior del país están nucleados en CETI S.A.

Denominador común

Si se observan los nombres de las empresas fúnebres del país, la mayoría de ellas (en Montevideo y en el interior) llevan el nombre y apellido de la familia fundadora. Carlos Sicco, Martinelli, Abbate Servicios Fúnebres, Forestier Pose, Empresa Santa Rosa y Luis Moro, son algunos de los tantos ejemplos. Montevideo Portal dialogó con los dueños y familiares de algunas de ellas para conocer la historia que hay detrás de las empresas y ejemplificar que el principal denominador común es heredar el servicio, aunque no siempre sea un desenlace intencionado y anticipado. 

Enrique Moro es el nieto de Luis Moro, quien alrededor del año 1900 fundó Luis Moro, una empresa que brinda servicios fúnebres desde hace más de un siglo. Al igual que el comienzo de otros funerarios, Moro fundador comenzó con el transporte. 

“Mi abuelo trabajaba junto a un tío de él que se llamaba Domingo Moro y tenía tranvía a caballo en la zona de Lezica, cuando mi abuelo cumplió 12 años se fue a trabajar con ese tío”, contó Enrique a Montevideo Portal. Luis fue a trabajar con su tío para vender los boletos debido a que tenía “un papá ausente, era el mayor de 12 hermanos y llevaban una situación económica apremiante”, relató Enrique. Su abuelo vendió los boletos del tranvía durante cuatro años y cuando cumplió 16 años su tío le ofreció darle un carruaje. “Le dijo que le daba el carruaje y que se encargara de comprar o de que le prestaran caballos”, acotó Enrique. Desde entonces lo que hacía Luis Moro era el trayecto desde Plaza Colón hasta Millán y Raffo, pasando por lugares como la estación del ferrocarril y por Sayago.

En algún momento, entre llevar pasajeros de un lado a otro, recorrer barrios y también trasladar a parteras para que asistieran nacimientos o médicos para constatar defunciones alguien le sugirió a Moro que ampliara el servicio. “A veces, también llevaba el ataúd para trasladar a la persona fallecida y un día un vecino de la zona le dijo ‘Don Luis, si usted hace el trabajo más complicado de ese trayecto y sabe dónde da cruce el arroyo y dónde toman agua los caballos y cuando llega a la Plaza Colón entrega el servicio para que lo haga la empresa fúnebre por qué no sigue hasta el cementerio y cobra el total’”, relató Enrique. Así hizo Luis Moro y, trasladando el ataúd hasta el cementerio, complementó el transporte de pasajeros e integró ambos servicios. 

Foto: cortesía de empresa Santa Rosa.

Foto: cortesía de empresa Santa Rosa.

Alrededor de 1905, en Sayago, comenzó la empresa Moro. Luis Moro la trabajó junto a sus dos hijos y luego heredaron el negocio Enrique y Julio, un hermano de Enrique que ya falleció. “Como en toda familia, hay quienes le gusta y quienes no, yo empecé en el negocio alrededor de los años 1970 cuando estudiaba y trabajaba y en el momento en el que la situación de la familia se puso complicada me metí de lleno en la empresa”, recordó Enrique. Primero hizo las tareas más sencillas hasta llegar a la dirección de la empresa, donde está ahora. En Luis Moro, actualmente, trabajan alrededor de 35 personas y tienen algunos servicios tercerizados, por ejemplo, los remises. Además de Enrique, también fueron parte sus sobrinos y uno de sus hijos.

Según Enrique, los tiempos cambiaron y también evolucionó el servicio. “A raíz de las previsoras, las cuotas mutuales, entre otras cosas, el servicio se diversificó, los velatorios en las casas se terminaron, se contrata mucho la cremación, algo que hace 15 o 20 años era impensado, recientemente con la pandemia cambiaron otras tantas cosas”, ejemplificó. Otras situaciones también han influido en el devenir de la empresa, en el caso de Moro, por la zona en la que se encuentra, le impactó directamente el cierre de la mutualista Casa de Galicia. “El fundador de la mutualista tenía un estrecho lazo con mi abuelo, eso se sostuvo y el cierre impactó también en nosotros”, contó Enrique. 

En cuanto a la actualidad de la empresa, contó que están dentro de Previsión, lo que les da un espacio definido en el rubro y que también agradece a la gente por “la referencia que la empresa tiene en la zona, es común que hagamos servicios de familias en otras zonas de Montevideo pero es muy poco común que en Sayago, Peñarol o Colón haya un servicio que no sea Moro”, según Enrique. Sobre su lugar en la dirección comentó que con 67 años él dirige la empresa y que por el momento el futuro no es algo totalmente definido.

Gianni Busanello no es nieto pero sí hijo del dueño de la Empresa Santa Rosa, un servicio fúnebre que se ubica en el interior del país, en varios pueblos y ciudades del departamento de Canelones y Florida. Son dos empresas con el mismo nombre, la primera abrió sus puertas en Fray Marcos, departamento de Florida y luego se expandió por Chamizo, Reboledo, Cerro Colorado, Casupá y San Ramón. El dueño de la empresa es Segundo Asdrúbal Soria Santa Rosa, tiene 61 años y aunque no es padre de sangre de Gianni, si de vínculo y trabajan juntos hace muchos años. 

Foto: cortesía de empresa Luis Moro. 

Foto: cortesía de empresa Luis Moro. 

“La empresa la fundó Ángel Santa Rosa hace más de 100 años, cuando falleció pasó a su único hijo que era Walker y cuando falleció ese hijo la empresa quedó a cargo de la esposa de Ángel, Gislenda Curbelo y ella es quien le ofrece a mi padre comprar la empresa que ya tiene 39 años”, contó Gianni a Montevideo Portal. Su padre comenzó con el negocio como propio en 1983. 

Sobre cómo se involucró en la empresa, contó que es el único de los cinco hermanos que trabaja en el negocio. “Cada uno está en lo suyo y no se interesaron en el trabajo, que además no es fácil”, consideró. Además, recordó que desde adolescente su padre lo llevaba a fallecimientos, también levantaba cuerpos y así, según dice, se acostumbró. “Empecé mirando, cuando tenía alrededor de 13 años, me tocaron personas que se ahorcaron y son imágenes que quedan” rememoró Gianni. Para él, lo más complicado de sus comienzos fue hacer el servicio de alguien de su propia familia y de familiares de amigos, pero se acostumbró. “Las personas nos eligen porque damos un servicio con responsabilidad y seriedad que requiere un momento así, eso es lo que creo más importante de este trabajo”, consideró. 

En cuanto al futuro, piensa que todo indica a que cuando su padre se retire él se hará cargo de continuar con el negocio. “Es algo que hemos hablado, a mis hermanos no les gusta el hecho de trabajar con fallecidos, pero me encantaría que mis hermanos trabajen conmigo”, agregó Gianni. Por último, se refirió a su hermano menor, que tiene 24 años. “Siempre le digo que me gustaría que continúe conmigo en el negocio y aunque ahora está en Montevideo sabe que las puertas están abiertas para entrar si en algún momento lo desea”, concluyó. 

Por último, el origen de Forestier Pose también data de los años 1900 y continúa hasta hoy con servicios brindados por la propia familia. La empresa se fundó en 1928, su origen es del bisabuelo de Roberto Forestier, uno de sus dueños actuales, y se da la particularidad de que en este momento manejan la empresa tercera y cuarta generación. “En un principio se llamó Cochería Pose, mi bisabuelo, de origen gallego, tenía de oficio carpintero y se instaló en la zona de Tres Cruces, un lugar donde se ubicaron muchos más inmigrantes, primero fue carpintero, le empezaron a encargar ataúdes y así se aproximó al rubro”, relató Roberto a Montevideo Portal.  “En aquel momento las empresas fúnebres no tenían el porte y la infraestructura que tienen ahora, lo que sí tenían eran carrozas tiradas por caballos, florales, remises porque se dedicaban más a la preparación y al traslado que a la parte espiritual y al servicio propiamente dicho”, agregó.

Según contó, su bisabuelo estaba las 24 horas del día a las órdenes del servicio, vivía arriba de la empresa y los velatorios se hacían en la casa de la familia del fallecido. “Ya que tenía el oficio de carpintero, vió la veta para poder complementarlo con el traslado y así empezó”, agregó. Luego, la empresa evolucionó con los cambios que tuvo el rubro, implementó salas velatorias para las primeras familias que ya no querían velar en su casa y la sede se trasladó a una cuadra de donde se ubica ahora, en las calles Nueva Palmira y Cufré. 

Con la segunda generación, con el padre de Roberto que casualmente es Forestier Pose (porque tiene el apellido de su padre y de su madre, aunque la empresa no se llama así por él si no por otro matrimonio de los fundadores de la empresa) la familia compró un nuevo predio y empezó la infraestructura de Nueva Palmira y Cufré para agregar los servicios que se brindan hasta la actualidad. “La idea era dar la comodidad de las casas en un lugar destinado para brindar el servicio”, agregó Roberto. 

A diferencia de los casos anteriores, Roberto se involucró con Forestier Pose desde su profesión. Es ingeniero en sistemas y su primer trabajo para la empresa fue desarrollando un software de administración y gestión, y eso lo involucró poco a poco. “Por el análisis que eso implicó terminé sabiendo mucho del funcionamiento y de cómo podría andar mejor la empresa, luego mejoró el sistema circundante al sistema informático en cuanto a la atención al cliente y así me involucré”, relató. Para él, la relación con la empresa fue fluyendo sin presiones ya que es algo que “lo vas adquiriendo porque es un tema familiar, influye la vocación de prestar un servicio, cuando te involucras muchas cosas influyen, aunque al principio no sea la intención”. 

Es el del medio de sus tres hermanos. El primero en integrar Forestier Pose fue su hermano mayor. Su hermana menor también trabaja con ambos, al igual que él, aporta desde su profesión. “Ahora estoy yo, mi hermano que estudió el rubro administrativo para aportar desde ese lugar y mi hermana, que en base a su formación en certificar calidad, también aporta”, resumió Roberto. 

Foto: cortesía de empresa Forestier Pose.

Foto: cortesía de empresa Forestier Pose.

En cuanto a las futuras generaciones, si bien sus sobrinos ya son parte de la empresa, considera que en el caso de sus hijos, si él tuvo poca presión familiar sus hijos tuvieron menos. Los dos hijos de Roberto estudiaron y se dedican a la ingeniería. “Si luego la empresa se alinea y se involucran desde lo que hacen, es el devenir, pero si sucede es sin condicionamientos”, remarcó. Dice que esa es la postura que tomó junto a su esposa porque, además de sus dos hermanos, vendrán más sobrinos, nuevas generaciones, “entonces el condicionamiento puede terminar siendo perjudicial”. Concluyó en que “el espacio dentro de la empresa se lo crea cada uno, si tiene algo que aportar”, aunque “siempre estará ese plus y el colchón donde recalar porque hacer herencia y heredar la vocación de servir en nombre de la empresa es parte del orgullo familiar”.