El futuro de la Iglesia Católica estará en manos de los 133 cardenales menores de 80 años que, desde este miércoles 7 de mayo, se reunirán en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor del papa Francisco. El cónclave se anuncia incierto, sin candidatos oficiales ni favoritos claros, y con la expectativa de encontrar un perfil que equilibre las tensiones internas de la institución.
El pontificado del argentino Jorge Bergoglio, el primero latinoamericano en la historia, estuvo marcado por reformas, un enfoque pastoral hacia los pobres y una fuerte atención a las periferias del mundo. Su estilo progresista y disruptivo generó resistencias dentro de sectores conservadores del clero. El próximo papa, según coinciden expertos y eclesiásticos, probablemente no seguirá una línea tan revolucionaria.
Durante el cónclave, los cardenales no tendrán contacto con el exterior: se les retiran teléfonos, internet, televisión y prensa. Mientras tanto, decenas de miles de personas seguirán desde la plaza de San Pedro —y millones por televisión— las señales del resultado: humo negro desde la chimenea de la capilla indica que no hay consenso; humo blanco, que habemus papam.
“Espero que sea alguien con el espíritu de Francisco en derechos humanos, minorías, LGBT, medioambiente”, expresó Valeria Sereni, una italiana de 30 años, a la agencia AFP. En tanto, el sacerdote canadiense Justin Pulikunnel señaló: “Rezo porque el nuevo papa sea fuente de unidad en la Iglesia y calme las aguas después de una docena de años de desestabilización y ambigüedad”.
La elección sigue un proceso que se remonta a la Edad Media: tras una primera votación única el miércoles, habrá hasta cuatro por día (dos por la mañana y dos por la tarde). Se necesitan dos tercios de los votos —al menos 89— para elegir al nuevo pontífice. Benedicto XVI fue electo en cuatro rondas en 2005; Francisco, en cinco en 2013. Esta vez se espera una votación que dure entre dos y tres días, aunque algunos analistas no descartan una negociación más extensa.
Entre los nombres que circulan como posibles sucesores figuran los italianos Pietro Parolin y Pierbattista Pizzaballa, el maltés Mario Grech, el arzobispo de Marsella Jean-Marc Aveline y el filipino Luis Antonio Tagle. Sin embargo, como se repite en Roma: “quien entra papa al cónclave, sale cardenal”.
El periodista especializado Marco Politi consideró que el próximo papa será “alguien que frene o avance lentamente, no un Francisco II”. Para el cardenal sueco Anders Arborelius, frente a una Europa “vieja y cansada”, sería “natural” que el nuevo líder surgiera de África o Asia.
Este será el cónclave más internacional de la historia, con representantes de 70 países de los cinco continentes. Muchos de los cardenales apenas se conocen y han comenzado a intercambiar visiones en las llamadas congregaciones generales previas al cónclave, donde se abordaron temas como la pederastia, la crisis vocacional y el papel de las mujeres en la Iglesia.
Con información de agencias.
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