Por Cecilia Presa
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Mónica da Silva (45) se sabe distinta. No tanto por ser mujer en un ambiente históricamente dominado por hombres como el fútbol masculino, sino por un rasgo que la vuelve única: es directora técnica, pero nunca fue jugadora.
“El fútbol nunca me gustó jugarlo, pero dirigir me enamoró”, cuenta con naturalidad a Montevideo Portal quien también se percibe como una nerd del fútbol. Lo suyo no es la gambeta ni la pelota en los pies, sino la estrategia, el análisis y el liderazgo.
Esa pasión que descubrió bastante tarde en su vida la llevó a convertirse en la primera mujer en dirigir un equipo masculino de la AUF. Está al frente del club Deportivo CEM que compite desde este fin de semana en el campeonato de la Divisional D, un logro tan inesperado como histórico, que incluso aspira a quedar registrado en el libro Guinness de los récords.
Su vínculo con el deporte comenzó de niña cuando practicaba básquetbol, hándbol, motociclismo y artes marciales. Fue justamente desde las artes marciales que llegó a las canchas de fútbol, casi de casualidad, cuando la invitaron a colaborar con la preparación física de un equipo barrial. “Lo hacía con tantas ganas y pasión que me di cuenta de que era lo mío”, recuerda.
Aquel primer paso la conectó con algo que parecía dormido: la herencia futbolera de su tío, con quien desde muy pequeña compartía tardes de tribuna. “Yo soy muy inquieta, y cuando mi madre estaba embarazada de mi hermano, mi tío me llevaba a la cancha. Él era hincha de Peñarol, pero en mi familia hay de todo. Desde ahí siempre absorbí fútbol, de cualquier divisional, porque me gusta ver cómo juegan los equipos”, dice con entusiasmo.
El hallazgo llegó hace casi 18 años, en un momento en el que su vida estaba marcada por el trabajo y la familia. Casada, con dos hijos chicos, un almacén en su casa y el anhelo —que mantiene— de terminar la carrera de Derecho y convertise en jueza, encontró algo que no era un pasatiempo, sino una pasión. “Me apasiona dirigir, me apasiona la estrategia de los equipos, la competencia. Soy muy competitiva desde chiquita”, recuerda.
A fuerza de perseverancia, formación y trabajo, se fue abriendo camino en un territorio donde no abundan las mujeres. Dirigió juveniles en varios clubes, fue ayudante en La Luz, trabajó en fútbol femenino y también en fútbol playa con Wanderers. En todos esos espacios se propuso crecer con paciencia. “Respeto mucho los procesos. Me gusta prepararme bien y llegar bien. Si no me siento lista, no acepto”, dice con convicción.
Pero fue este 2025 que le llegó su mayor desafío: convertirse en entrenadora principal de Deportivo CEM, un club nuevo que compite en la Divisional D de la AUF. Allí asumió un rol múltiple. Es directora técnica del plantel principal, gerente deportiva y también coordina formativas y fútbol playa. Lo hace con una disciplina férrea y un compromiso innegociable, que también exige a sus entrenados.
“El compromiso lo exijo a rajatabla. Marcamos horarios de entrenamientos, de charla técnica, pido que estén dos horas antes en el estadio. Yo me cuido mucho y espero lo mismo de ellos”, sostiene. El equipo entrena de lunes a viernes en doble horario y los sábados por la tarde, un régimen que mezcla profesionalismo con la realidad amateur de jugadores que, en paralelo, trabajan o estudian.
La novedad de ver a una mujer al frente de un plantel masculino llamó la atención de la prensa nacional e internacional. No solo por el hito histórico, sino también por la irrupción de una entrenadora en la misma divisional donde competirá Deportivo LSM, el equipo fundado por Luis Suárez y Lionel Messi.
El contraste la expuso aún más a los focos, pero ella parece moverse con naturalidad. “Llega un momento en que el jugador se olvida de si sos mujer o varón. Ellos están atentos a la pelota, a cuidar su puesto. Y a mí me seduce eso: convencerlos de mi modelo de juego, probar cosas nuevas, ganar confianza en los amistosos. Capaz que a veces piensan que soy rara para dirigir, pero es porque nunca jugué. Yo absorbo mucho fútbol brasileño, me gusta el juego atacante, dinámico, y lo voy implementando de a poquito”, cuenta.
Su forma de relacionarse con los futbolistas tiene bastante de psicóloga y algo de maternal. No solo por ser madre de dos varones de 23 y 20 años, sino por su manera de abordar los vínculos. “Siempre digo que, aunque ya sean de primera, siempre tienen algo para aprender. Y yo también. Por eso trato de que haya respeto, que hablen con la persona indicada, que estén concentrados en el fútbol. Son hombres, pero son personas, y como tal hay que tratarlos. Incluso les digo: esto es fútbol, pero después hay una vida. Hoy o mañana quizá te golpean la puerta buscando un trabajo. Hay que respetar al otro”, reflexiona. Para ella, la autoridad no se ejerce con gritos ni con imposiciones, sino con coherencia, claridad y firmeza.
De ahí su admiración por el maestro Óscar Washington Tabárez, mítico DT de la Selección. Lo nombra como su gran referente, no tanto por su estilo de juego, sino por la dimensión humana. “El ser humano debe tratarse con respeto, conectarse. La conexión es muy importante. Lo viví desde mis comienzos: cuando un grupo se siente respetado, puede competir de igual a igual con rivales que tienen otra estructura”, afirma.
Se reconoce competitiva, pero es de la filosofía de que lo importante es el camino. “Obvio que queremos el resultado, pero no se puede todo. No soy tan resultadista, disfruto del proceso”, aclara.
Atenta a los detalles, Mónica analiza los videos de cada partido. Lo hace junto a su hijo menor, estudiante de Ingeniería. “Él es mi otra mitad en todo esto. Me ayuda a observar a los equipos, a potenciar lo bueno de cada jugador, a ajustarlo a mi modelo de juego. Yo soy muy observadora, pero su mirada tecnológica me aporta mucho. Es un trabajo en conjunto”, señala.
La magnitud de su logro hizo que el club impulsara la postulación para que su nombre quede registrado en los Guinness World Records como la primera mujer en dirigir un equipo masculino en una competencia oficial de la AUF. Un paso simbólico que trasciende el resultado deportivo y que la ubica como pionera en la región. Ella, sin embargo, prefiere mantener los pies en la tierra: “Aún no he llegado a nada. Sueño con seguir escalando, pero voy partido a partido. Recién estoy comenzando como entrenadora”.
Cuando se le pregunta por sus metas, no titubea: sueña en grande. “Me gustaría dirigir los mejores equipos del mundo. No importa cuánto tiempo me lleve: si 10, 20 o 30 años. Siempre que me sienta preparada, voy a dar el paso. Me respeto mucho a mí misma”, reconoce. En el corto plazo su objetivo es claro y es ganar el campeonato: “Vamos por eso. Obviamente respetando a los rivales, pero hay dos ascensos y queremos estar ahí”.
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