Tributo a Escanlar
Los Siete Sentidos 42

LA COLUMNA DE GUSTAVO ESCANLAR

Leo, veo, hicieron, admiro, desaparece, hay pierdo. La columna de Gustavo Escanlar en el portal.
27.01.2007
2007-01-27T00:00:00
Compartir en

Leo "Sólo te quiero como amigo", la nueva novela de Dani Umpi. Está buena, me entretiene, es fácil de leer, simpática, muy Umpi. Es descaradamente gay, pero no cae en los lugares comunes de "la gente del ambiente". Si bien sus protagonistas -y el narrador- son homosexuales, eso no interesa demasiado: se trata de explorar lo que le pasa a la gente cuando se queda sola más allá de sus intereses a la hora de acostarse con alguien. Y se trata de eso: de una novela sobre la soledad. La soledad del que se queda solo, pero también la soledad del que está mal acompañado, o acompañado de alguien con quien no se conoce. La novela empieza cuando abandonan al narrador: "Es muy fácil darte cuenta cuándo tu novio te va a dejar (...) Es un proceso lento, acelerado, hasta que llega un momento en el que tu pareja se harta de vos y te deja". Y, después de 253 páginas, termina con el narrador abandonando a su nueva pareja, queriéndolo solamente como amigo, dándose cuenta "de todo": "Le doy un beso en la mejilla y nos acurrucamos entre las sábanas blancas (...) Al final nos aburrimos de mirarnos y sonreírnos, entonces nos ponemos a jugar a decir un país y adivinar la capital". Más allá de la anécdota, Dani describe -su protagonista se enfrenta- dos tipos de gay: la "loca metrosexual diseñadora glamorosa" y el "normal". El "normal" es un apasionado por los tordos. La "loca" está siempre rodeado de amigos con piercings que hablan "de drogas, Djs, detalles íntimos de la farándula, Leticia Brédice, Carlota de Mónaco, Janet Jackson, Louis Vuitton, Gustavo Escanlar, valiums, festivales de cine, ropa interior, M.I.A., Xuxa, Sasha, Rocco, Lourdes, Prada, Gucci, todas esas marcas con dos sílabas". Me queda una duda: ¿qué cosas hablarán de mí los personajes de Umpi?

(Sólo te quiero como amigo, de Dani Umpi. Editado en Argentina por Interzona, igual está en todas las librerías montevideanas a 390 mangos)

Veo "Una noche en el museo". Está buena. Me entretiene. Pasás el rato. Ben Stiller es un capo. La dan doblada pero también hay copias subtituladas. Actúa Ricky Gervais. Y Robin Williams es como si no estuviera. En el Museo de Historia Natural de Nueva York, por las noches, los personajes y los animales cobran vida. Y el pobre Ben es el nuevo sereno. Lo que me sorprende es que algunas críticas a la película le piden más de lo que la película promete: es entretenimiento, no más que eso. ¿Qué pretenden? ¿Una reflexión sobre la vida y el encierro de los muñecos de cera? Se ve que los muchachos de La Diaria fueron educados por la escuela de Cinemateca: si la película no deja una enseñanza políticamente correcta, entonces es una porquería. Aunque en la oscuridad del cine, en secreto, sin que nadie los vea, ellos se caguen de la risa.

(Una noche en el museo. En su sala favorita)

Hicieron un blog bancando a Sergio Denis, cuya cornamenta quedó públicamente expuesta gracias a las cámaras intrusas de Gran Hermano y a la yegua de Melisa. Entraron más de 20.000 personas con mensajes como el de dos chicas que firman como "Gigante chiquito" y dicen: "Sergio nos brindó su amor en todas sus canciones. Ahora es momento de devolverle todo el cariño que él nos regaló". Pero no todo es cariño y admiración para quien se llama en la vida real Héctor Omar Hoffmann, autor de hits como "Me enamoré sin darme cuenta" y "Te llamo para despedirme". El tipo, de todos modos, no tiene quien le quite lo bailado: ya había tenido amoríos con Susana Giménez y Cris Morena, sin ir más lejos. Entre la gente que deja comentarios, un tal Croupier de Marpla escribió que Sergio va casi todos los días al casino, donde "suele canjear prosas de sus canciones por fichas de dos pesos a señoras mayores". Otro le reprocha que "si tanto te la tirás de guacho mundo, ayer tendrías que haber ido a recibirla y decir esta es mi mujer, y yo reconozco que puede tener actitudes de pendeja, pero es mi mujer'. Y si hacías eso, hoy mismo me estaba tatuando tu cara en el pecho. Tomaste una actitud de pendejo y cornudo, hablar mal de la minita, y hacerte el que no te importa". En el blog alguien -quizá una fan, quizá un manager- aprovecha e informa los lugares y los días en que se presenta el cantante. Para contestarle a los que bancan a Sergio, apareció otro blog que lo hace pelota y se divierte insultándolo y acusándolo de borracho, de cornudo y de "ex-cantante devenido en modelo publicitario de crema antiarrugas". En el blog dicen, por ejemplo, que Sergio Denis superó "a Hillary Clinton, cuyo esposo no ha sido videograbado durante la fellatio con Mónica Lewinsky". Para caldear el ambiente, el tipo dice que "ejércitos de pelotudos han salido a defender al cantante, en otros blogs, pero yo desde aquí les digo: Si realmente fueron capaces de escuchar un disco entero de Sergio Denis, es porque el balero no les carbura mucho. Son unos enfermos, o unos idiotas... o unos cornudos". Define a Denis como "el cornudo del siglo" y concluye con un llamado a la acción: "¡Hala! ¡A reírnos de él!"

(A favor: http://www.sergiotebanco.blogspot.com/. En contra: http://sergiodeniscornudo.blogspot.com/)

Admiro el modo de hacer televisión de Jorge Rial. El tipo logró diseñar personajes y situaciones que llegan a suplantar las peripecias de las telenovelas. Y su estilo narrativo de presentar las notas toma los recursos básicos de la ficción, con una introducción, un desarrollo y un desenlace. Así, los personajes alimentan a Rial y, a su vez, Rial los alimenta a ellos, generando en el espectador la ilusión de que está asistiendo a una historia real cuando se trata solo de ficción. Moria no es Moria: es Moria "haciendo" de Moria. Las peleas no son peleas: son representaciones de peleas. Sería una equivocación pensar que esos personajes se corresponden con las personas reales. Claudia Fernández parece entenderlo bien, y cada día provoca un quilombete que la mantenga en cartel. Pero el titiritero, el guionista, el maestro que mueve las piezas, ese es Rial. Si leés las entrevistas que le hacen, te vas a sorprender: la persona-Rial es mucho más lúcido que el personaje que representa en la televisión. Me tiento y reproduzco algunas frases de la entrevista que le hicieron en El Observador:

-¿Qué es la farándula para vos?
Cartón pintado. Una mentira. Y el agua donde me muevo.

- Todo lo que tenga que ver con la tele lo tomo como lo que es, show televisivo.
La tele parece que obliga a hacer cualquier cosa por figurar, y Gran Hermano es el mejor ejemplo. Son raros, yo no lo haría.

-¿Cuál es la ética de Rial?
-La voy corriendo, la voy manejando. Mi ética no pasa por el laburo, porque es difícil encontrar ética en la tele. La televisión no es un lugar ni para verter ideas, ni forma de vida, ni ética. Es entretenimiento puro. Además, la ética te la van corriendo. Antes era una falta de ética no salir en horario, atacar al de enfrente o prometer algo y no cumplirlo. Hoy ya no es así, es parte del juego de la televisión. Si salís en horario o dejás pasar primero al otro sos un gil. Además, creo que la ética tiene que pasar por otro tipo de periodismo. Nosotros no cambiamos el mundo, no volteamos gobiernos. Creo que hay más falta de ética en el periodismo político argentino que en el de espectáculos.

(Mirá Intrusos cada tanto y vas a darte cuenta que el tipo va escribiendo una novela con personajes que él inventa y mata cuando dejan de interesarle. Debería escribir ficción... No, en realidad no es necesario... Con la "realidad ficticia" de Intrusos ya le alcanza)

Hay dos reinas de carnaval. La cosa fue así: el que tenía que sumar los puntajes de las chicas sumó mal y dijo que la reina era Mariné. Alegría, lágrimas, abrazos, festejos, Ehrlich poniéndole la corona, todo bárbaro. Pero después se dieron cuenta que la que había ganado era otra. Florencia. Entonces, en un típico acto demagógico, las nombraron reinas a las dos. El comunicado de la intendencia dice que toman la resolución "prestando especial atención a la sensibilidad de las concursantes involucradas". Es para reírse. Pero también para llorar. Porque representa un estilo de gobierno y, también, un modo de educar que se puede ver todo el tiempo en las escuelas progresistas. El asunto es así: si un niño se equivoca, la maestra, para no traumarlo, no lo corrige del todo. Le dibuja una carita sonriente y le dice que "valora el esfuerzo2. Trata del mismo modo al niño que hace las cosas bien que al niño burro. Así, el burro va a seguir siempre siendo burro. No va a aprender nunca. Enmendar un error premiando al que se vio perjudicado por ese error es un error, una boludez, un acto de demagogia comparable a la actitud del gobierno con los gremios, o con cualquier corporación que se le oponga.

(Se viene el carnaval. Agarrate, Catalina. El más largo del mundo, el único con dos reinas... ya que estamos, que en el concurso de agrupaciones le den el primer premio a todos y listo...)

Leo una columna de Daniel Figares en la revista virtual Deltoya. Hablando de Eduardo Galeano y de su posición ante el monocultivo forestal. A mí, la verdad, el monocultivo forestal me importa tres carajos. Pero a Figares parece que sí le importa. Lo que me gustó fue la conclusión de Daniel sobre Galeano y el Frente Amplio. Dice así: "En la realidad tenés dos posibilidades: o le mentís a las clases privilegiadas o les mentís al pueblo. Otra vez se le mintió al pueblo y así el Frente Amplio se convirtió en un partido tradicional más. ¿Con la inteligencia que tiene Eduardo Galeano no pudo darse cuenta antes? Es sorprendente que se abstraiga de la crítica y no se incluya como un elemento activo y formador de opinión, hasta quizás generador de cambios. Al final vamos a creer que sabe más de los sub saharianos que de los uruguayos. Lo único en que puedo coincidir con Galeano es en que viola todos los géneros narrativos pues mezcla periodismo con poesía, novela, como él mismo dice. Ahora el problema es que ya no sabemos cuándo está dando números reales y cuándo nos está haciendo el verso". Yo, si llego a gobernar, preferiría no mentirle a nadie. Por eso no voy a gobernar nunca: porque soy un mentiroso compulsivo. Pero los que dicen siempre la verdad también me aburren. Terminan siendo monjes infalibles. Dejan de ser humanos con errores.

(http://deltoya.awardspace.com/index.htm)

Desaparece una chica en Piriápolis. La gente, el pueblo, la mayoría silenciosa, sigue las noticias con el morbo que siempre la ha caracterizado. Lo que no llego a entender del todo es la actitud de la policía encargada de investigar el tema. Manda fruta todo el tiempo: que están involucrados dos pescadores, que en el auto de un empresario apareció un pelo de la chica, que un fotógrafo estaba obsesionado con ella, que se fue con alguien conocido, que capaz que un vidente puede ayudar, que las amigas no están diciendo toda la verdad. Cualquier cosa. Pero lo que más me llamó la atención fue lo que dijo el director de Investigaciones, Rubén Rodríguez Trindade. Invocó a los que tienen a la chica a que "por lo menos que se contacten con un medio periodístico o confesándose con un sacerdote para decir que si la mataron está en tal lado o que si está con vida que se encuentra en tal otro para que podamos atenderla". Dijo eso. Que si la mataron se confiesen con un cura. O con un periodista, que es más o menos lo mismo. ¿Estamos en manos de esa policía? ¿De la que dice a los supuestos secuestradores -o asesinos- que se confiesen con un cura? Me hace acordar la vez que me robaron y el cana me dijo "y... vaya a Piedras Blancas que capaz que encuentra alguna cosa".

(Y si Pablo Goncalvez no estuviera en la cárcel seguro que le iban a encajar esta desaparición también)

Pierdo el celular en el ómnibus. Pierdo el directorio telefónico. Pierdo las fotos de Violeta. Y me pregunto cómo puede haber gente tan hija de mil putas que se pueda quedar con el celular de otra persona. Alcanza con llamar a un contacto y devolverlo. Pero no. Quieren el trofeo. Quieren romper las bolas. Quieren joder. Quieren transarlo por merca. Al que encontró mi celular y decidió afanármelo: metetelo en el culo y poné el timbre en vibrador. Yo te llamo.

(Si alguien lo encuentra que avise. No se gratificará. Pero tendrá mi agradecimiento eterno. Sobre todo por las fotos, viste? ¡Aunque sea devolvé el chip, sorete!)