Tributo a Escanlar
Los Siete Sentidos 38

LA COLUMNA DE GUSTAVO ESCANLAR

Apareció, leo, llegan prohibieron, cambia, decían, renovaron, pienso, hubo, estuvieron. La columna de Gustavo Escanlar en el portal.
28.12.2006
2006-12-28T00:00:00
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Apareció uno de los textos más lúcidos sobre el Uruguay contemporáneo. Lo escribió Julio Herrera y Reissig entre 1900 y 1902. Lo desempolvó y editó Aldo Mazzucchelli. Y aunque yo no me lo bancaba porque cuando íbamos al IPA el tipo se trillaba a una novia mía, ahora me saco el sombrero ante su trabajo de arqueología y su tesón de ratón de biblioteca para que estos textos del morfinómano Reissig llegaran a conocerse. El libro se llama Tratado de la imbecilidad del país por el sistema de Herbert Spencer. Los manuscritos de Herrera y Reissig estaban acumulando polvo en la Biblioteca Nacional hasta que los agarró Mazzucchelli y en un trabajo de dos años los sistematizó en forma de libro y CD-Rom. Yo me tengo que callar y dejar hablar a Herrera y Reissig y suscribir letra por letra, coma por coma, las cosas que decía el tipo ya por aquella época. Cualquier semejanza con los tiempos actuales no es ninguna coincidencia. O sea: en ciento y pocos años, no fuimos capaces de aprender un carajo. Son 441 páginas y un CD-Rom. Acá van algunas perlas. Vale la pena leerlo entero:

* "El grupo de los uruguayos me resulta una cosa que no está formada, algo primitivo que corresponde a la primera etapa de la evolución sociológica, cuyas unidades físicamente ordinarias parecen apósitos nerviosos elementales, donde no se concibe integración de ideas, complejidad de agregados intelectuales, y por lo mismo apropiaciones psíquicas compuestas".

* "De ahí la impresión que tenemos de su insignificancia. Sus hábitos aldeanos, el carácter chismoso de la gente, su raquitismo ingénito, su camaradaje de villería, y su ridícula superficialidad: he aquí todo"

* "No es necesario insistir sobre aquello de que los uruguayos, fuera de ocupar un triste empleo en alguna oficina pública, carecen de toda aptitud para el trabajo, así como de iniciativa y perseverancia; el espíritu de empresa no se ha dejado ver hasta el momento en los hijos del país, los cuales, además, son perezosos por naturaleza, pudiendo apenas trabajar seis horas al día".

* "Los uruguayos son buenos o malos, hospitalarios o feroces, según las circunstancias. Por lo demás, todo es incoherencia, irregularidad y quebrantamiento en el interior de su máquina afectiva"

* "... no creo que exista pueblo en la tierra más refractario a las innovaciones, a los perfeccionamientos que todo progreso entraña... Nuestro país es rutinario hasta la imbecilidad... la vida emocional compleja ni existe en nuestro país, en cuya atmósfera mortecina languidecen los afectos y se aplastan las originalidades. Una horizontal monótona de igualitarismo soso, de impavidez colectiva, se extiende hacia todos los frutos de la existencia"

* "¿Por qué nuestros gobernantes han sido pésimos; irregulares en su conducta; atolondrados; despóticos; imprevisores? ¿Por qué, lejos de preocuparse del porvenir del país y de los resultados de su obra, se han atenido a la satisfacción inmediata de la vanidad?... ¿Por qué se han gozado a plaisir de las satisfacciones del aplauso?... ¿Por qué nuestro país es modelo de desventuras, miseria, escándalo y efervescencia?... Gobernantes y gobernados tienen la culpa de ello. La máquina primitiva de los uruguayos, cuyo motor es la impulsividad, ha hecho del país un buque desarbolado en medio de una tormenta; sin brújula y sin timón, moviéndose a capricho de corrientes anímicas irregulares; en largas y terribles zozobras de convulsiones civiles y catástrofes económicas"

* "Mientras en Buenos Aires fructifican los talentos, se desarrollan las actividades, lucen las aficiones, se aprovechan los esfuerzos, se imprimen todos los ecos del espíritu, las radiaciones emotivas se distienden para el bien común, y la acción individual vibra en el colectivismo modificando las estructuras, en Montevideo, por el contrario, el hombre en sí no es nada, todo se asfixia, todo sucumbe, nada se oye, todo desaparece en un vértigo de apática imbecilidad, de trivialismo rústico; las originalidades se aplastan, los caracteres se malogran... Toda la población es un monótono Mar Muerto" "... los uruguayos son enclenques, enfermizos, de constitución misérrima, que no pueden asistir a ningún trabajo ímprobo. Esto... disculpa a los orientales de que sean gloria de la pereza, del charlatanismo y de la megalomanía. Cuando no se puede hacer gran cosa, qué más se puede hacer que chismear, dormir y echarse en brazos de la imaginación. Los uruguayos que no pueden por falta de salud ser labradores ni comerciantes, ni industriales, son cigarreros, guardatrenes, aurigas, tipógrafos, presidentes, políticos, rematadores, militares y empleados públicos"

Eso. Herrera y Reissig. Lo escribió hace más de cien años. Qué te parece.

(Tratado de la imbecilidad del país, por el sistema de Herbert Spencer, de Julio Herrera y Reissig. Transcripción, edición, estudio preliminar, postfacio crítico y notas de Aldo Mazzucchelli. 350 pesos)

Leo poesía muy de vez en cuando, casi nunca. Pero hay poetas que respeto y que me conmueven. Ya lo dije en alguna otra columna: los poetas-músicos son los que más se acercan al carácter primitivo, catártico, del carácter original, antiguo, de la poesía popular, las que el ciego Homero recitaba en las calles. Pero hay poetas que siguen empeñados en trabajar en el soporte del papel. Y cada tanto, aisladamente, dos o tres logran zafar de las metáforas gastadas y de las rimas repetidas y obvias. Yo prefiero a los poetas-narradores, yanquis en su mayoría, y en esa línea mis preferencias son a los que cuentan una historia en el poema, como Bukowski o Carver. Pero también están los líricos absolutos, que insisten en remar contra corriente, y cada tanto logran que su sangre y sus entrañas y sus pasiones se apoderen de sus versos. Pedro Dalton, por ejemplo, escribe como si estuviera en un concierto de los Buenos Muchachos, dejando la garganta en el papel. Por otro lado, perteneciente a otra generación, cada libro de Salvador Puig parece ser el último, el de la despedida, ese en que el poeta dice todo y deja hasta los huesos, ese en que desnuda sus pasiones, ese en que se empeña en pagar las deudas con sus maestros, con sus amores, con sus amigos, con sus referentes. Así, uno de los mejores poemas de su nuevo libro, Escritorio, está dedicado a Enrique Estrázulas. Va un fragmento:

No hay ninguna razón para escribir
No hay ninguna razón para callar

La luz
-pelos de bruja- dice en voz baja:
no hay ninguna razón para callar.

A Manolo Guardia le dedica el conmovedor En guardia:

Hermosa era, es, la vida, por lo cual
yo permanezco en guardia. Cada vez
más lejos el resto del mundo,
más mudo está el silencio, más
o menos cuando me acuesto con
todo el día a cuestas. No más vanguardia:
sólo el amor, la poesía en guardia


Lamento coincidir en una cosa -¡una sola, eh!- con Alicia Migdal, que en la contratapa del libro dice que Puig "es sencillamente, el mayor poeta uruguayo vivo". Y digo que sí, que tiene razón. Con Sarandi Cabrera muerto, queda Puig allá arriba, metiendo vísceras, amores, depresiones, muertes, miedos, homenajes, admiraciones, en cada uno de sus poemas. Pruébenlo, che, yo sé lo que les digo.

(Escritorio, de Salvador Puig. Sale 250. Regaláselo a tu tía que va a un taller literario para pasar el rato y después mangueáselo)

Llega fin de año, y generalmente se hacen balances que, casi siempre, son al pedo y autocomplacientes. Pero yo quiero repetir algo de lo que estoy plenamente convencido: de todos los discos que se editaron en el año hay dos que están a miles de quilómetros de distancia de todos los demás: Raro, del Cuarteto, y Fuera de ambiente, de Jaime Roos. Con dos canciones antológicas: Yendo a la casa de Damián y Tema del hombre solo. Las vamos a seguir escuchando dentro de 20 años. También aparecieron discos que merecen la medalla de bronce: Buenos muchachos, Fernando Cabrera, Sinatras, Orange, Dani Umpi. Y existen otros, de producción secreta y marginal, como Amelia, Carmen Sandiego y Dante Inferno. En las artes televisivas, me congratulo de haber participado de Bendita TV, el primer programa que se animó a hablar de la televisión uruguaya, el primero que le puso humor a una actividad que era -y todavía es- demasiado solemne, donde las estrellitas del firmamentito oriental se tomaban demasiado en serio, con demasiada profundidad inutilísima. Por otro lado, Zona Urbana metió el gol mediático del año cuando Michelini apareció y debatió con Bordaberry. El debate generó, al mismo tiempo, un videojuego muy gracioso que aparece en Internet: el Yorugua Fighter. En cuanto a la producción literaria, no encontré, por desgracia, ningún libro de un autor uruguayo que llegara a conmoverme, a provocarme algo. Solo me interesaron los libritos de Dalton y de Puig, pero no considero que la poesía sea literatura. En el rubro cinematográfico, la producción uruguaya sorprendió con la genialidad involuntaria de Gabriel Díaz, el Ed Wood oriental, que con El noctámbulo provocó risas en lugar de terror o de misterio. ¡Por favor, la vocecita del superhéroe! Y no demasiado más, por lo menos en el plano local. Solamente la certeza de que la vaca lechera del rock nacional comienza a dar menos leche, y de que a los festivales multitudinarios les queda poco tiempo. Mirá que casualidad: algo similar a lo que pasó en aquellos años con el Canto Popular.

(Una de las mejores cosas que me pasó en el año, además de Violeta, es que soy protagonista de un videogame. Ya no tienen que pegarme por la calle, descárguense con el muñequito)

Prohibieron fumar en los lugares cerrados. Fue una de las medidas más discutidas -y de más rápida aceptación- del año. Yo me opuse férreamente, aunque no fumo, defendiendo la libertad individual que tiene uno de meterse en el cuerpo lo que se le cante el culo (o los pulmones). Pero te voy a decir una cosa: si dentro de tres o cuatro años las estadísticas de muertes por cáncer de pulmón llegan a bajar de modo significativo, entonces me doy vuelta y aplaudo la medida. Porque si un gobierno logra que muera menos gente, ya valió la pena, aunque la haya cagado en todo lo demás.

(Sigo, eso sí, estando radicalmente en contra de que en nombre de la virtud me digan qué tengo que comer, y que tengo que hacer, y qué cosas debo meterme en el cuerpo y cuáles no...)

Cambia todo, pero todo sigue igual. Esa es la premisa básica de la televisión uruguaya. Ileana Da Silva sigue poniendo cara de circunstancia bondadosa, pero ahora en Canal 12. Berch dejó de pasar discos de los 70 y se comió la cana con Aram. Sarthou se fue a la guerra, piribin-piribin-pinpin, pero no se acercó demasiado al campo de batalla, no fuera cosa que... Después grabó de garrón, con el celular, a Juan Peirano y estuvo a punto de comerse -valga la redundancia- un garrón. Facundo siguió poniendo cara de bondadosa y comprensiva circunstancia en Vidas, aunque hay que reconocer que el ciclo fue mejor que el anterior y que muchos de los programas salieron redonditos. Aldo y Gerardo siguieron sin encontrar la manera de hacer periodismo televisivo y no radial. Noelia copeteó en dos o tres minutos sus entrevistas de Va por vos. Dopico también copeteó sus entrevistas de La Púa. Pero cada copete le llevaba veinte o veintidós minutos. Carrozo mostró las nalgas a los presidentes y después en el programa de Tinelli. Entre un momento y el otro pasaron varias sesiones de bisturí, láser y todo tipo de elementos y operaciones para nada vinculados al ambientalismo.

(Los cinco programas más vistos en la primera quincena de diciembre: Showmatch, Sos mi vida, Amas de casa apasionadas, Zona urbana, Bendita TV... Me pregunto: ¿la gente es idiota? Primero me respondo que sí... pero después digo que no, que estos programas le pegan al darle a la gente cosas que la gente necesita... Pan, circo y rock and roll)

Decían, casi a las puteadas, que NTVG no se separaba. Sus voceros decían que se trataba de un rumor malintencionado, de una maniobra de la prensa plagiadora y ultraderechista. Después se separó, pero no se separó. Sigue tan rebelde y combativo y rockero como antes. Sin fisuras. No hay caso: NTVG cada vez se parece más al gobierno progresista.

(Sacaron un disco, recitó Benedetti, se fueron dos de los tres miembros fundadores, Emiliano es el monarca)

Renovaron el excanal 5, el exTVEO, la actual Televisión Nacional, la futura filial de Telesur. Lo festejaron en la Torre de las Comunicaciones. En el discurso de Sonia Breccia, Tabaré cabeceó, creo que se llegó a dormir un rato. Lo despertó la alarma de incendio del edificio: lo que pasaba es que estaban cocinando y el humo de los canapés activaba cada tanto el sistema de emergencia. Los funcionarios del canal, afuera de la fiesta, protestaron por los sueldos miserables que cobraban. Tabaré, una vez más, les prometió que iba a acordarse de ellos.

(Y si no se acuerda Brovetto va a salir a explicar: "es que el presidente tiene la cabeza en tantas cosas...". Sí, en la pesca de la corvina, por ejemplo)

Pienso unos segundos cuál podría ser el peor de los ministros. No me decido. ¿Gargano, su intolerancia, su carácter podrido, su falta de poder, su insistencia en responsabilizar a la prensa de los errores del gobierno? ¿Bonomi, su lentitud, su ineptitud? ¿José Díaz, su discurso idealista e irreal, su incapacidad para enfrentarse a la realidad en el tema de la inseguridad, su desconocimiento de los códigos y de la mentalidad del cuerpo policial? ¿María Julia Muñoz, su autoritarismo, su frivolidad, sus contubernios partidarios, su falta de voluntad para enfrentarse a las "mafias blancas"? ¿Marina Arismendi, sus manejos turbios de las partidas del PANES, su yerno colocado a dedo en un puesto de responsabilidad y salario envidiable, el círculo de poder vinculado al Partido Comunista que generó en su Ministerio? ¿Mujica, su verso incomprensible, su demagogia plancha, sus arrebatos amenazadores de que se va cada vez que no le dan el gusto para después quedarse, su estética marketinera? ¿Astori, cumpliendo el papel del liberal testigo, del opositor desde dentro del partido, acarreando votos empresariales con sus guiñadas liberales y de economía aperturista, aun sabiendo que no va a poder realizar, en verdad, ninguno de esos postulados que repite en su discurso? ¿Rossi, su cercana relación con empresarios del transporte, su pasado como cadete de Fasano? ¿Lescano, su incapacidad para entender en serio de qué se trata la industria del turismo, sus intromisiones en temas que no le corresponden como el fútbol y sus dirigentes? ¿Brovetto y sus dos trabajos: el full time, como edecán de Tabaré, y el de Ministro para los ratos de ocio?

(No lo voy a hacer otra vez, pero mirá cuántos años tiene cada uno y sumalos)

Hubo, como todos los años, cosas apasionantes en el mundo civilizado. Los infiltrados, de Scorsese. Bunbury y Vegas. Love, de los Beatles. Estelares. Cerati. Para la próxima.

(Y Beck! Y Jarvis Cocker! Y PJ Harvey!... Aguantá una semana, no te pongas ansiosa)

Estuvieron los fiascos como el Debate Educativo, la Cumbre con feriado sí primero y feriado no después, la incapacidad del gobierno para pararle el carro a los sindicatos, Sábados Fatales, el teleteatro de las papeleras, la oposición inexistente, la gamba de Darío Silva, Pablo Tosquellas, la lista de medios opositores que se le dio por hacer al presidente, el peluquín de Gilberto Vázquez, los quilombos de la intendencia de Maldonado, la casi piñata entre Antía y Valenti en un estudio de radio, la insistencia con el MERCOSUR, Chávez, Telesur y las tardes de Canal 5, que me hayan procesado por decir que un tipo me parece "hijo de puta", la violación a la Constitución al designar por decreto a Mirtha Guianze como fiscal de corte, la omnipresencia de Gonzalo Fernández, las grabaciones de Pedro que dejaron en evidencia las dos caras de algunas de las figuras que están en el poder, los saquitos de lana de Evo Morales, Lula borrándose de los conflictos y declarándose exsocialista, Fidel puteando al que le hablaba desde la escalera -eso lo amargó tanto que apenas llegó a Cuba se murió-, el saludo masón de Tabaré a Bush, la falta absoluta de independencia de la justicia, los casi niños votando para inflar los números en las internas del Frente Amplio, el gasoil productivo, la propuesta de Rosencof de mandar los tambores a Fray Bentos, quizá con la intención de que los piqueteros de la otra orilla huyeran despavoridos, Los informantes, la incapacidad y la desidia ante la pasta base, que quizá el Ministro Díaz considere también parte de la "sensación térmica", Los informantes...

(¡Fidel falleció! ¡En serio! El titular de La República decía: "Fidel no tiene cáncer". Y sí, si ya crepó... Pinochet tampoco tiene...)

Aparecieron casos como el del doctor Magga o el de la enfermera Mary que, por desgracia, terminaron resultando oportunidades perdidas. Se podría haber comenzado a discutir en serio cosas como nuestra visión de la muerte, o nuestra negación de una práctica cotidiana como la eutanasia. Pero no: una vez más las corporaciones cerraron filas y con eslóganes vacíos y sin significado como "todos somos Mary" presionaron a la justicia y evitaron la reflexión sobre los actos médicos y la atención en algunos hospitales. Del mismo modo, la corporación médica le hizo un juicio sumario y apresurado a Magga, expulsándolo de algunos ámbitos gremiales sin tener pruebas ni datos suficientes. Lo ajusticiaron porque se llamaba Magga, porque no pensaba igual que la mayoría de los gremialistas, porque sus pacientes lo respetaban al extremo de la adoración. Y poco después, se le sumó un caso tragicómico como el del "médico trucho", un púber que logró engañar a todo el mundo, incluyendo pacientes, militares, funcionarios del Palacio Legislativo, enfermeras, a la ONU, a la Fuerza Aérea, a Presidencia... Un crack...

(¿No ves que somos pelotudos? ¿Cuándo viste un médico de 20 años?)

Bueno, eso. Felicidad.