Tributo a Escanlar
Los siete sentidos II

LA COLUMNA DE GUSTAVO ESCANLAR

Segunda entrega de la columna del periodista y escritor Gustavo Escanlar.
20.04.2006
2006-04-20T00:00:00
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Recibo mensajes de los lectores de Montevideo COMM comentando mi columna.
Los clasifico.
Dejo afuera a los que están de acuerdo.
De los que están en contra, los más violentos y militantes son los que pretenden defender a No Te Va Gustar y su canción Fueron.
Hay un grupo que me odia a priori, escriba lo que escriba. Es más, no necesitan ni siquiera leer la columna, ya saben que van a estar en contra. Radicalmente.
Otro grupo de lectores son los que llamo "mediojo". Son los que le dan un sentido totalmente distinto a las palabras que leen, con el único fin de que ese sentido coincida con su visión del mundo. Hablan de lo que ellos quieren, no de lo que yo escribí.
Están los que me reprochan dedicarme solamente a "criticar y no proponer". Se enojan si contesto que ese no es mi trabajo, que para formular propuestas hay otra gente, más especializada y más capaz que yo.
Hay otros que repiten y repiten y repiten "a vos no te gusta nada, lo tuyo es destruir y nada más". Leyeron solamente la mitad.
Hay mensajes que no vale la pena mencionar: la señora que me insulta por "no ser ejemplo para los adolescentes", el que me admira porque puedo "vivir sin trabajar", el que le manda copia de su mail iracundo a los miembros de su grupo favorito.
Y están los otros, los que escriben con copia a los directores del portal, los que les aconsejan que me echen, los que aseguran que daño la imagen de Montevideo COMM, los que exigen que no aparezca más. Está el que me quiere preso, el que desea mi emigración, hasta mi muerte.
Paradójicamente, son personas que se autodefinen "progresistas", de izquierda, de avanzada. Les alcanzaría con no leer lo que escribo. Pero no se conforman. Quieren más. En realidad, el problema de esa gente no es conmigo ni con mis disparates. El problema de esos tipos es con la libertad. No se la bancan. Preferirían un mundo monocorde y correcto, un Montevideo COMM uniforme y acorde a su filosofía, a su idea de la verdad y el bien. Así se empieza.
(Pueden dejarme mensajes en gustavoescanlar@montevideo.com.uy)

Vi CQC y comprobé la distancia que existe entre la buena televisión y la televisión de porquería. O sea: el problema no está en la televisión, sino en el modo de hacer televisión.
Ninguna de las notas de CQC te deja con las ganas. Si persiguen a alguien, si lo acosan, llegan hasta el final, te demuestran por qué ese tipo estuvo bien acosado. Nada es gratis.
En el primer programa dieron clase.
En una de las notas, acosaron a un milico que violaba el arresto domiciliario. Lo acosaron mal, te llegaba a dar lástima. Pero en un momento de la nota Malnatti le empieza a preguntar qué pasó con la gente que el milico mató o mandó matar. Le pregunta con nombre y apellido, uno a uno, qué pasó con Fulano, con Mengano, con Zutano. El milico, que hasta ahí había atinado solamente a decir que él no era él, que el periodista estaba equivocado, se derrumba. Y se derrumban todos: el notero, el televidente, el remisero que llevaba al milico. El milico se le escapa y uno dice "lo tiene que seguir". Y el periodista va y lo sigue. Lo sigue hasta que entra en un predio del Ejército. La nota se redondea, adquiere sentido. Ese milico, que hasta pudo inspirarte piedad en algún momento, se revela como lo que de verdad es, como un hijo de puta, cara de piedra, mentiroso. CQC fue hasta el final y le dio sentido a una nota que sin eso hubiera sido nada más que un acoso.
En ese primer programa, también persiguen a Tabaré Vázquez queriendo entrevistarlo. Lo tratan de agarrar en Paraguay y en Chile, pero Vázquez se les niega. Manda a los perros de seguridad, los hace echar. Cuando finalmente se lo cruzan, Tabaré los evita con el lugar común del político miedoso de las cámaras y de las preguntas de los que no lo alcahuetean: los mira canchereando y les dice "yo pensaba que era un programa serio". Tanta persecución también dio resultado: Tabaré se mostró esquivo, temeroso, incapaz de dar respuesta a la simple pregunta que le pudo hacer el periodista: "¿está seguro que las plantas no contaminan?"
En otra nota, en el mismo programa, es Kirchner el que se deschava como guarango y mentiroso. El mismo día que convocó a no comer carne, en una recepción él y sus camaradas se lastraron un plato con esa carne desaconsejada como componente principal. No solo eso: cuando el periodista va y se lo pregunta, el tipo se lo niega con su cara de piedra. No sólo eso: agarra de la nuca al periodista y lo mete por la ventanilla del auto haciendo la mímica del sexo oral. Mentiroso y guarango, el presidente.
Para eso sirve CQC. Para eso sirve la televisión bien hecha. Y además, en el piso, los conductores no se pasan de rosca y no se creen más vivos que los demás.
(Viernes a las 21:45. Canal 4)

Navego cada tanto -semana, semana y media- por el sitio tusecreto.com.ar. Es eso, sencillamente. Una página donde la gente deja, de forma anónima, un secreto, cualquiera. Lo bueno de la página está en dos cosas: por un lado, en la manera que uno puede saciar sus instintos y fantasías de voyeur. Por otro lado, en la variedad de cosas de las que habla la gente que postea. O sea, si se tratara solamente de secretos sexuales sería un tanto aburrido. Pero como los tipos hablan de cualquier cosa, el sitio se convierte en algo bastante parecido a la vida cotidiana. Está el que cuenta que se duerme todos los días una siesta en la oficina y el que confiesa que le roba la bolita al mouse en los cibercafés y la depresiva que se expone relatando "todas las veces que siento ganas de llorar a los gritos pidiendo que alguien me ayude, por favor... por favoooorrrrr!!!, pero me quedo callada" y la que fumaba Marlboro Light pensando que la hacían adelgazar y la que no tiene a quien contarle (y por eso se lo cuenta a todos) su atraso en la menstruación. Pruébenla. Es adictiva. (tusecreto.com.ar)

Compré Sin la sombra de las Torres, de Art Spiegelman, el dibujante-escritor que hizo una obra de arte llamada Maus y ahora repite. In-cre-í-ble. La devoré en un fin de semana, pero todavía no la pude digerir. Les cuento en quince días. También anda en la vuelta la adaptación al cómic de Ciudad de cristal, la novela de Paul Auster. Spiegelman se encargó de apadrinar la novela gráfica y le encargó el trabajo al dibujante David Mazzucchelli y a su alumno Paul Karasik. El resultado es digno de Spiegelman. Anagrama lo editó en castellano. Aunque el tamaño del libro resulta algo pequeño para el cómic, se disfruta tanto o más que la novela original.
(Sin la sombra de las torres se consigue, obvio, en "El rincón del coleccionista" a 40 dólares. Ciudad de cristal está en las librerías a 630 pesos)

Jugué al Virtual Striker 3. Está bárbaro, son dos tiempos y te pasa los replay de las jugadas importantes, no sólo de los goles. La única contra es que hay una sola máquina, entonces tenés que esperar un buen rato para que te toque a vos, y por lo general cuando te toca le tenés que jugar un partido a alguien que tiene más práctica y siempre va a ganarte, y mientras jugás hay 25 desgraciados como vos mirándote y deseando que pierdas enseguida para que les llegue a ellos el turno de aprender perdiendo.
(Baltimore, 18 y Cuareim. Jugás con dos fichas, ocho pesos cada una)

Leí el número de marzo de Maxim, la versión argentina. Es mucho mejor que la Playboy y que la H. Además de mostrar más minas casi en bolas, los tipos curten un gran sentido del humor, para nada culposo. La joda con esas revistas es que siempre traen a las mismas minas, y las van rotando: Pamela David salió hace seis meses en la H, hace dos en Maxim y ahora en la Playboy. Justamente, la Playboy es la peor de las tres. No encuentra el tono, no tiene personalidad, ni siquiera se anima a un desnudo frontal. La argentinidad al palito. La Maxim no tiene pretensiones culturosas o sibaritas como la Playboy, pero tampoco grasadas lumpen como la Pronto. Es pizza con champán, y no quiere ser otra cosa. Auténticamente argentina.
(Y cuesta nada más que 50 mangos. Eso sí, llega un mes atrasada. Ojo: no te compres la española, que también anda en la vuelta, pero es un poco más cara y bastante menos zarpada. La argentina le da diez vueltas)

Escuché a Richie Silver, o sea, el nuevo disco del viejo Ruben Rada. Está bueno. Te puede gustar o no la propuesta, pero no podés desconocer que el tipo hace las cosas bien. Rada rescata al personaje que representaba cuando era adolescente y lo ponían a hacer imitaciones de los grandes cantantes de jazz y se convierte en un crooner romántico y prolijo, en el cantante que llega a cualquier tono, en el compositor que pela joyas como Ámame detrás del vidrio
(sí, aquel bolerazo de los candombailes). (Richie Silver. 250 pesos. En todas las disquerías. Y Flowers in the night en todas las radios. Y Lea Bensasson en todas las canciones)

Fui a ver a Central. OK, el cuadro anda derecho, tocá madera que por ahora nos va bien, todo bárbaro, capaz que hasta salimos primeros en la tabla anual. Pero por favor, señores periodistas deportivos, no le den manija a los palermitanos. No lo incluyan en la categoría de las sorpresas, no lo pongan en la misma bolsa que Defensor, que Danubio, que Rocha. Es un cuadro chico, prolijo, y en este fútbol de quinta puede ganar cualquiera. Nada más. No lo inflen. No le den vida al Tola Antúnez. No nos sequen. Muchas gracias.
(Central le ganó sobre la hora a Peñarol y empató con Nacional. No es para tanto. A Deportivo Colonia pudo ganarle apenas. Espero que Cerrito no nos vacune este domingo)