Contenido creado por Martín Otheguy
Tributo a Escanlar

Los siete sentidos I

LA COLUMNA DE GUSTAVO ESCANLAR

"Los siete sentidos" es el nombre de la columna que Gustavo Escanlar, periodista y escritor, inaugura en el portal.

06.04.2006

Lectura: 7'

2006-04-06T00:00:00-03:00
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Odio TODAS las canciones HORRIBLES Y OPORTUNISTAS que se compusieron por culpa de las plantas de celulosa. Además, me parece tonto, primitivo, ridículo, que estemos discutiendo ese tema y que haya quienes se rasguen las vestiduras y los blogs hablando de "daño ecológico de la pobreza", "extremismo ambientalista" y otras estupideces. Un parlamentario llegó a decir, sin que la cara se le cayera de la vergüenza, que "los que se preocupan tanto por los pajaritos y su canto deberían escuchar el ruido que hace el hambre en la panza de los niños". Por favor!!!!!. Hay infelices que necesitaban una bandera para agitar o la viga de un puente para encadenarse. Torpes, los gobiernos de ambos países se la dieron servida. (Y no les voy a hacer publicidad a los autores de las canciones ni siquiera mencionándolos. Que vayan a trabajar)

p>Leí el Diario de Witold Gombrowicz y me sorprendí de las similitudes que los uruguayos tenemos con los polacos. Al parecer, los tipos se sienten orgullosos por "los polacos que triunfaron en el exterior", y dicen que Polonia es culta y grande por obra y gracia de estos ejemplares-ejemplos. Gombrowicz, lúcidamente, les habla desde su exilio en Argentina (y en 1953!!!!!!!!!!!): "vosotros, con ingenuidad infantil, exhibís ante las narices del extranjero aburrido a esos grandes polacos con el único fin de fortalecer vuestro debilitado sentido del valor personal y daros más importancia. Sois como un pobre que presume de que su abuela tenía una granja y viajaba a París. Sois unos parientes pobres del mundo que tratan de impresionarse a sí mismos y de impresionar a los demás". Me encantó esa definición: les calza justo a los uruguayos que sacan pecho cada domingo, cuando un compatriota hace un gol en México o en España: los parientes pobres del mundo. No vamos al mundial, pero tenemos al Pichichi. No ganamos el Nobel, pero a Benedetti le dieron el Reina Sofía. No tenemos industria cinematográfica, pero Alsina Thevenet fue el descubridor de Bergman. Y a Jim Jarmusch le encantó Whisky. (Witold Gombrowicz, Diario 1953-1969. Editorial Planeta, 980 pesos)

Eyaculé una mañana mirando entredormido el programa de Catherine Fullop. Eso sí: tuve que bajar totalmente el volumen. La Fullop es como Thalía: si la mirás te calienta, si la escuchás te molesta. (Catherine 100%. Canal Fox, lunes a viernes a las 10)

Rompo la radio cada vez que pasa la canción "Fueron" de No Te Va Gustar. Me animo a decir que se trata de la peor canción en toda la historia de la música uruguaya. Es horrible su contenido, que reproduce la caricatura facilonga y galeanesca de "nosotros-los-buenos" y "ellos-los-malos". Y también es espantosa en el aspecto formal. Toma sin permiso los acordes de una canción brasilera que ya era mala por sí misma, los enlentece y los hace "orientales". La manera más burda y autocomplaciente de ver el mundo, de tirar línea bobalicona. La menos "rockera" de las actitudes. (Fueron está incluida en el disco Aunque cueste ver el sol)

Leo siempre que puedo la revista argentina La mujer de tu vida. Compruebo que pueden existir revistas literarias que se preocupen más por el lector que por los colegas o por las academias. Y que la cultura es mucho más interesante si se mira y se cuenta con humor. Y me digo: claro, en Uruguay es imposible que alguien llegue a producir una revista como esta. Ningún intelectual compatriota es tan valiente. Ni tan cruel. Ni tan certero. Ni tan lúcido. Les recomiendo especialmente la sección Dos margaritas. (Se consigue en los quioscos ambientados de la calle Corrientes, o pidiéndosela prestada a Elvio Gandolfo, y todavía no se las devolví, soy de terror)

Ojeé "Confesiones de un burgués", de Sandor Marai. No sé, este Marai será muy cool, estará muy de moda, todo lo que quieras. Pero no puedo entrarle. (Editorial Salamandra, 580 pesos)

Puteé por culpa de la Liga de básquetbol. ¡¿Tres finales, nada más?! ¿Y la emoción? ¿Y la pasión? ¿Y los huevos? ¿Me podés decir para qué mierda Aguada dejó afuera a Atenas? ¿Para mandarse un papelón como este en las finales? Para eso hubieran ido todos a la fiesta de casamiento de Pepusa y que jugara otro con más fibra. Por favor... (Salió campeón Trouville. Le ganó a Aguada 3 a 0 en las finales, que eran al mejor de cinco. Alejandro "Pepusa" Pérez se casó dos días antes del tercer partido. Los dirigentes de Aguada no permitieron que los jugadores fueran a la fiesta)

Grito horrorizado cada vez que el estado legisla acerca del modo en que manejo mi cuerpo y las cosas que introduzco o dejo de introducir en él. Me gustaría que dejaran mi salud y su cuidado solamente en mis manos -o en las manos de quien yo decida. Quisiera que el estado no se preocupara, que no insistiera en salvarme a través de la fuerza y de las multas. Pero es inútil: la batalla está perdida, siempre existirán sustancias prohibidas- y, por lo tanto, automáticamente más deseadas. La prohibición de fumar en lugares públicos ya se veía venir. Pero el decreto trajo consigo un montón de boludeces. Por ejemplo, que les den "un millón de gracias" a los que dejan de fumar en los boliches. ¿Por qué les agradecen si, en realidad, los están obligando? Los viciosos son expulsados: a la calle. Las veredas quedan sucias, llenas de puchos. Y encima la ministra cae una noche a la Ciudad Vieja para recorriendo los boliches y agradeciendo a los excomulgados. ¿Les está tomando el pelo? ¿Se está riendo de su doble desgracia de ser adictos y además marginados? ¿Gracias de qué, ministra? De nada, no? Me sorprendió también la cantidad de policías y buchones sanitarios que aparecieron en todos los ambientes libres de humo. La secretaria que, si te ve con un pucho sin prender en la boca te susurra, con una semisonrisa pánfila "ahora está prohibido", como si le hablara a un bebé que se hizo caca.
Cuidado: esto no queda acá. El cigarrillo es solamente el primer paso. El gobierno necesita ciudadanos vigorosos y sanos. El Ministerio de Salud Pública pasará a denominarse Ministerio de Virtud Pública. Y te van a prohibir las comidas hipercalóricas, porque aumentan el colesterol. Y los autos, que dañan la salud con sus caños de escape. Y la televisión, que disminuye la capacidad visual y además es alienante. Y los celulares, que alguien dijo, sin probar, que pueden producir cáncer... Y encima, nos van a agradecer. La era de la boludez... (No te dejan fumar en ningún lugar cerrado. Pero hecha la ley, hecha la trampa. Podés irte al baño y encerrarte, como en el liceo. O podés irte al piso más alto del Cilindro si no aguantás la tensión del partido de básquetbol. En tales casos, la intendencia debería ser multada. Para que vean que yo también puedo ser alcahuete)

Bostezo con la Rolling argentina. Es tan previsible, tan seudopop, tan ligerita, que termina aburriendo. Es un catálogo publicitario, una acumulación de gacetillas, un vocero de las novedades que las compañías discográficas quieren promocionar. La Rolling verdadera, la de los viejos tiempos, era una revista crítica, lúcida, bien escrita. La crítica, la lucidez, las grandes notas, ya no están. La Rolling de ahora compra y vende, sin cuestionar, las sandeces de los Bono y de los Manu Chao, de los Shakers y las Velas Puercas. Es una sucursal -un poco ampliada- del supermercado Santaolalla. Y uno no puede dejar de comprarla, aunque todos los meses la lee por la mitad y la abandona a las puteadas. (Cuesta 70 pesos. Llega el quinto o sexto día de cada mes)

Vendí el último de Saramago. No pasé de la página cuatro. Un embole del tamaño del Premio Nobel. Me lo compraron a cuarenta pesos en Tristán Narvaja. (Las intermitencias de la muerte, de José Saramago. Alfaguara, 450 pesos)