José Serra es meteorólogo, docente, comunicador y referente para miles de uruguayos que organizan sus días en función del tiempo. Su voz es familiar, pero su recorrido y pensamiento van mucho más allá del pronóstico cotidiano. Con décadas de trayectoria —tanto en el Estado como en el ámbito privado—, Serra defiende con pasión una disciplina que considera esencial para entender no solo el clima, sino el mundo que habitamos.
“A veces digo que la meteorología es la ciencia del medio ambiente. Porque todo lo que sucede en este planeta, debajo de la atmósfera, está vinculado a ella.”
De las dudas vocacionales al amor por la atmósfera
Su camino hacia la meteorología no fue directo. “Probé con abogacía, pero vi que los principios de equidad y justicia no eran tales. Después me incliné por medicina, pero me superó, no era lo mío. Me gustaba la astronomía, y un día un primo me dijo que estaba en Meteorología. Así empezó todo”.
El entusiasmo sigue intacto. “Hasta el día de hoy, es algo que me apasiona. Porque no es solo estudiar los procesos físicos y químicos de la atmósfera. Es mucho más que eso. Todo se desenvuelve debajo de esa membrana que es la atmósfera, y todo está relacionado.”
“La meteorología fue banalizada”
Serra no esquiva la crítica al sistema y al tratamiento mediático que recibió su disciplina durante años. “Durante mucho tiempo se banalizó la meteorología. Hubo colegas que instalaron estilos más espectaculares. No los comparto, pero reconozco que dieron visibilidad al tema.”
También señala que las instituciones estatales pasaron por momentos difíciles: “Se trabajaba muy bien con herramientas precarias, pero con mucha ética. Hoy tenemos más tecnología, sí, pero no siempre eso se traduce en mejores pronósticos”.
“La gente me dice: ‘¿cómo puede ser que hoy, con tanta tecnología, no le peguen?’. Y yo respondo: porque la atmósfera de hoy no es la misma que hace 40 años. Hemos perdido estabilidad, y eso obliga a estudiar todo de nuevo”.
“Estamos ante un cambio climático. Algunos lo llaman ‘variabilidad climática’, pero la atmósfera cambió. Y lo hizo por acción del hombre”
El desafío del cambio climático
Serra es contundente: “Estamos ante un cambio climático. Algunos lo llaman ‘variabilidad climática’, pero la atmósfera cambió. Y lo hizo por acción del hombre. Hoy pasamos de una estación extremadamente cálida a otra extremadamente fría. Las estaciones intermedias están quedando atrás”.
“Eso afecta todo: desde la vestimenta hasta la alimentación, desde los eventos sociales hasta la economía. Y no estamos preparados. Lo que antes esperábamos en otoño o primavera ya no se cumple. Estamos desorientados.”
Incluso ha acuñado un término propio: “meteopolítica”. Se trata de una nueva rama de análisis que propone estudiar la relación entre los fenómenos meteorológicos y los sistemas políticos.
“¿Qué rol juega la atmósfera en las decisiones de gobierno? ¿Cuánto entienden los políticos sobre el impacto del clima? ¿Cómo invierten en tecnología o capacitación? Una sequía puede destruir la economía de un país. Y pasó. Y fue avisada por nosotros.”
Estado y sector privado: ¿socios o rivales?
Serra trabajó más de 20 años en la Dirección Nacional de Meteorología (hoy Inumet), pero actualmente ejerce como meteorólogo privado. Su mirada es crítica, pero propone puentes. “El Estado debería abrirse a trabajar con profesionales privados, porque nosotros tenemos respuestas más rápidas. Tomamos la información bruta, la analizamos, diagnosticamos y damos la prognosis. El Estado tiene otros tiempos”.
Y asegura que, en otros países —como España, Brasil, Chile o Argentina—, esta articulación público-privada ya es una realidad. “En Uruguay todavía hay resistencias. Cambian los gobiernos y cambian los libritos. Pero en el último período hubo reuniones con colegas privados que fueron muy positivas. Ojalá eso siga”.
La formación y la interna entre escuelas
Uno de los puntos que más le preocupan es la fragmentación en la formación académica. “En Uruguay hay dos grandes escuelas: la Escuela de Meteorología, de la que egresé, y la formación universitaria de la Udelar. Parecen hablar idiomas distintos. Una vez una profesional me dijo: ‘nosotros hablamos otro idioma’. Y yo le respondí: ‘yo hablo español, ¿y usted?’”.
Serra apuesta a romper esas “chacritas” y promover una mayor colaboración. “La soberbia no le hace bien a nadie. Yo he conocido doctores en ciencias de la atmósfera con una humildad enorme. Eso los hace más grandes. Si no nos integramos, perdemos todos.”
“Yo salgo al aire y, si me equivoqué, lo digo. Pido disculpas. No es una ciencia exacta”
Ética, humildad y vocación
Con una trayectoria reconocida —fue presidente de la Asociación Uruguaya de Meteorólogos—, Serra destaca la importancia de la ética en la profesión. “Yo salgo al aire y, si me equivoqué, lo digo. Pido disculpas. No es una ciencia exacta, y la gente lo entiende si sos honesto.”
Su forma de trabajo sigue siendo tradicional. “Yo ploteo a mano. Analizo cartas sinóticas, imágenes satelitales, comportamiento del Sol. Veo qué está pasando en el planeta. Porque todo está conectado. El modelo computacional lo miro de costado. No me guío solo por eso.” Y agrega: “Si yo no rindo bien en mi trabajo, me quedo sin clientes. Así de simple”.
“No sé si soy buen profesor, pero trato de motivar, de transmitir pasión. Si logro que el bichito de la meteorología pique, ya estoy satisfecho”
Docencia y pasión
Serra también es docente desde hace años. “No sé si soy buen profesor, pero trato de motivar, de transmitir pasión. Si logro que el bichito de la meteorología pique, ya estoy satisfecho.”
Para cerrar, responde una pregunta simple, pero reveladora: ¿team verano o invierno?: “Verano. Porque el invierno, aunque sea lindo, no es igual para todos. Hay gente que no tiene calefacción, que vive en condiciones precarias. Además, nuestro clima es muy húmedo. Uruguay tiene uno de los mayores porcentajes de enfermedades respiratorias y reumáticas. La gente con asma se va a Europa y se le va el asma. ¿Cómo no va a condicionar el clima?”.
Una ciencia que observa, anticipa y actúa
La meteorología, dice Serra, ya no es solo “saber si va a llover o no”. Es una herramienta fundamental para la planificación económica, social, política y humana. Y, sobre todo, una disciplina que exige profesionalismo, vocación, y una ética que —como el clima— no se puede fingir.
“Somos seres humanos, sí. Nos equivocamos. Pero si trabajamos con ética y nos respetamos entre colegas, podemos aportar mucho. Y esa, para mí, es la verdadera misión del meteorólogo.”
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