Por The New York Times | Steven Erlanger
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Khamenei, Ali
Iran
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Un contraataque agresivo implica el riesgo de una escalada. Pero ceder a las exigencias de EE. UU. e Israel es una alternativa poco probable.
El líder supremo de Irán y el gobierno del país se enfrentan a lo que muchos consideran un momento existencial mientras intentan decidir cómo responder a los continuos ataques de Israel contra su jerarquía militar, sus defensas aéreas y su programa nuclear.
Irán empezó a lanzar misiles contra Israel a última hora de la noche del viernes, con lo que inaugura su contraataque. Más allá de los ataques, Irán tiene una serie de posibles opciones, cada una con su propio peligro. Limitar o abandonar su programa nuclear parecería una rendición, lo que podría debilitar aún más el apoyo al gobierno. Responder de forma más agresiva, incluso apuntando potencialmente a objetivos estadounidenses, casi con toda seguridad intensificaría el conflicto en un momento en que las capacidades de Irán están muy degradadas.
Los aplastantes ataques de Israel solo pusieron de relieve que Irán se encuentra en su peor situación en décadas. Parece indefenso ante los ataques israelíes; sus fuerzas indirectas, como Hamás en Gaza e Hizbulá en Líbano, que se suponía debían proporcionarle protección, han sido diezmadas; su economía está en apuros; sus principales líderes militares han sido asesinados en sus camas; se enfrenta a una sucesión incierta de su anciano líder supremo, el ayatolá Alí Jamení, e Israel convirtió en escombros una parte significativa de la enorme inversión de Irán en su programa nuclear.
El presidente Donald Trump, quien ha presionado durante meses para que Irán acepte limitar su programa nuclear, calificó los ataques israelíes de advertencia y de incentivo para que Irán “llegue a un acuerdo, antes de que no quede nada”. Ahora, dijo el viernes, “tienen, quizá, una segunda oportunidad”.
Sin embargo, dada la amplitud del asalto israelí, es probable que Irán vea este ataque “como un intento directo de desestabilizar al régimen y no simplemente de frenar sus ambiciones nucleares”, dijo Ali Vaez, director del proyecto sobre Irán del International Crisis Group. “Como tal, el régimen puede interpretarlo como una amenaza existencial, que obliga a una respuesta contundente y potencialmente volátil”.
Aunque Irán opte ahora por ser prudente y no atacar objetivos estadounidenses ni a sus aliados en la región, sus dirigentes no tienen la menor duda de que Estados Unidos es cómplice de los ataques israelíes, dijo Vali Nasr, profesor de la Escuela Johns Hopkins de Estudios Internacionales Avanzados. Pero atacar ahora objetivos estadounidenses sería la forma más segura no solo de intensificar la guerra, sino también de proporcionar a Trump una razón para unirse abiertamente a Israel en el ataque a Irán.
Funcionarios estadounidenses e israelíes han exigido a Irán que renuncie por completo al enriquecimiento de uranio, una de las dos vías para construir un arma nuclear. Irán niega oficialmente que pretenda construir una bomba y afirma que su enriquecimiento es únicamente para uso civil.
“No renunciarán al enriquecimiento, no tan fácilmente”, dijo Nasr. “No van a rendirse”.
Irán dijo el viernes en la televisión estatal que no asistiría a la sexta ronda de conversaciones con los estadounidenses, programada previamente para el domingo en Omán, sobre un posible acuerdo nuclear, que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha criticado duramente y parece estar intentando desbaratar con estos ataques.
Desde el punto de vista de Irán, Netanyahu intenta no solo degradar y dañar militar y simbólicamente a la República Islámica, sino “provocar una crisis interna en Irán”, dijo Sanam Vakil, directora del Programa para Medio Oriente y el Norte de África de Chatham House. Pero, como en el pasado, ella esperaba que “el sistema, aunque más débil, se uniera en torno a la bandera”.
El régimen puede estar en peligro en algún momento. “¿Pero desde qué dirección?”, preguntó Nasr. Lo que sustituya a la República Islámica puede que no sea una democracia, sino que “podría traer más partidarios de la línea dura al frente”, dijo.
Es seguro que la debilidad de Irán acelerará el debate que ya se está produciendo en el seno de la cúpula dirigente sobre la posibilidad de construir finalmente un arma nuclear, a pesar de sus promesas de no hacerlo, como la mejor disuasión contra un Israel que ahora puede bombardear Irán a voluntad y para ayudar a garantizar su seguridad en términos más generales.
“Mucha gente en Irán verá que están entre la espada y la pared, que la disuasión regional ha fracasado, que las negociaciones no han ido a ninguna parte y que Israel está desatado, y que la única salvaguarda real sería un arma nuclear”, dijo Julien Barnes-Dacey, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
Irán puede optar por potenciar el enriquecimiento, dispersar sus reservas de uranio altamente enriquecido en lugares secretos, expulsar a los inspectores internacionales y decidir abandonar por completo el Tratado de No Proliferación Nuclear. (Israel no es signatario del tratado y tiene una política de no admitir ni negar tal programa). Pero estas medidas también podrían implicar a Estados Unidos más directamente en la guerra.
Irán estaba teniendo cuidado por ahora de no atacar a otros aliados estadounidenses ni a los Estados del golfo o sus infraestructuras energéticas, tratando de no ampliar la guerra. Los dirigentes del país seguramente están en contacto con Arabia Saudita y los Estados del golfo Pérsico, que tienen acceso al presidente Trump y pueden influir en él, para tratar de encontrar una forma de salvar las apariencias y “calmar las cosas”, especialmente una vez que hayan tomado represalias por la fuerza contra Israel, dijo Ellie Geranmayeh, estudiosa de Irán en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
Pero Jamení nunca ha confiado en Estados Unidos ni en Trump, especialmente desde que el presidente, durante su primer mandato, se retiró unilateralmente del acuerdo nuclear de 2015, cuidadosamente elaborado, que restringía el enriquecimiento de Irán a cambio del levantamiento de sanciones económicas y de otro tipo, y luego impuso aún más sanciones.
Si Jamení pensaba que las negociaciones con los estadounidenses protegían a Irán de los ataques israelíes, ahora se preguntará si incluso un acuerdo con Trump impediría que Israel ataque Irán, dijo Geranmayeh.
“Es una situación muy mala para Jamení”, dijo. “Irán podría acabar con una guerra mayor y luego con un acuerdo de paz muy malo”. Pero se verá sometido a una presión cada vez mayor por parte de los militares y los partidarios de la línea dura para que utilice ahora los mejores recursos de Irán contra Israel, dijo.
Teherán siempre tiene opciones, dijo Suzanne Maloney, experta en Irán y directora del programa de política exterior de la Brookings Institution. Podría no solo lanzar misiles, sino también ciberataques, desplegar a sus grupos militantes indirectos o incluso intensificar su programa nuclear, acercándolo a la carrera hacia la bomba.
“Pero todas las opciones tienen consecuencias que podrían poner al régimen en mayor peligro”, dijo. Y dada la profunda penetración de la inteligencia israelí en Irán, añadió, “tienen que preguntarse qué les espera todavía”.
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es el corresponsal diplomático jefe en Europa y radica en Berlín. Ha reportado desde más de 120 países, entre ellos Tailandia, Francia, Israel, Alemania y la antigua Unión Soviética.