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Inthamoussu: “¿Cómo mi hijo se va a poner calzas para bailar? Hay mucho trabajo por hacer”

El presidente del Sodre repasa sus planes y cómo fueron afectados por el Covid: pensar en clave territorial, más contenidos y convocar hombres para bailar.

12.08.2021 11:35

Lectura: 24'

2021-08-12T11:35:00-03:00
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Por César Bianchi

Fotos: Javier Noceti

@javier.noceti

“La ñata contra el vidrio”, dice él, copiándole la escena al tango. Así estaba Martín mientras miraba cómo su hermana -ataviada con tutú y zapatillas de punta- hacía figuras y giraba como un trompo. Martín, desde afuera, observaba con sumo interés y se animaba a copiar algunos movimientos. Una profe lo vio, le abrió la puerta y lo invitó a asistir a clases con los adultos. Él tenía 15 años, estaba en la edad del pavo, cuando los gurises se jactan de sabérselas todas y recién les empieza a crecer el bozo. A esa edad, Martín Inthamoussu descubrió su vocación.

En casa no vivió ningún episodio traumático. Sus padres aceptaron que el hijo mayor fuera a clases de ballet, y un año después, festejaron en casa que había ingresado a la Escuela Nacional de Danza del Sodre. Esa institución de la cultura uruguaya que 27 años después lo tiene como su presidente.

Bailarín, coreógrafo, y luego gestor, Inthamoussu (43) se fue perfilando para un cargo al que naturalmente accedió, por nombramiento del ministro de Educación y Cultura. Tenía planes, objetivos trazados en anuencia con Pablo Da Silveira, cuando llegó la pandemia y todo debió ir al freezer. Pero él vio una oportunidad en esa pausa: se planteó subir contenidos artísticos a una web y firmó un acuerdo con el canal estatal de TV para que desde el sofá la gente pudiera acceder a más cultura. Ahora que las puertas del teatro se reabrieron, sabe que no puede dejar de pensar en una forma de consumo multiplataforma: streaming, TV y espectáculos presenciales. Mientras, insiste en la descentralización: salir a recorrer el país y prestarle atención al tango, el folclore y el candombe como manifestaciones criollas, para llevar al Sodre.

Martín no sufrió resistencias homofóbicas en su hogar, pero sabe que todavía campean los prejuicios en este país. Por eso el Ballet Nacional de Sodre sufre una alarmante carencia de varones que aspiren a formarse como bailarines. Ni el spot con Cavani pudo con eso. “La proporción de varones en la Escuela de Danza es baja. ¡Si estará presente el prejuicio! Está todavía en los gurises, está en los padres… Cuando veo que en los Juegos Olímpicos es un titular que un deportista dijo que era gay. ¡Ay, un deportista gay! Y se espanta todo el mundo. Acá el titular sería que un bailarín que es hetero(sexual). Claro que hay mucho para trabajar ahí”, dijo.

Charla con un profesional maduro que tiene muy claro los cambios culturales que quiere liderar.

-¿Qué querías ser de chico cuando fueras grande?

-Tuve una etapa donde quería ser veterinario, otra etapa donde quise ser profesor de Literatura, hasta que descubrí el ballet, de rebote…

-Te convertiste en bailarín a los 15 años ¿Cómo fue ese primer acercamiento a la danza?

"Cuando yo dije en mi casa que me iba a dedicar a ser bailarín no hubo ninguna resistencia. Fijate que de chiquito estábamos vinculados al arte. Mi abuelo era murguista. Veíamos mucho carnaval en casa. No fue un episodio traumático"

-Mi hermana estudiaba ballet con una profesora de barrio, y la llevé a la clase de ballet. Yo miraba desde afuera y la profe veía que yo miraba desde afuera, e incluso hacía algunos movimientos, bailaba solo. Entonces me invitó, que por qué no iba a unas clases para adultos… y empecé a ir. Duré un año ahí, al finalizar ese año, di una prueba en la Escuela de Danza del Sodre, pero no había dicho nada en mi casa. Llegué a casa y dije: “Entré a la Escuela del Sodre”. Sí sabían que estaba tomando clases, no sabían que había ido a dar una prueba en la escuela.

-Se me viene a la cabeza la película Billy Elliot (2000). ¿Cómo tomaron tus padres la noticia de que el hijo mayor quisiera ser bailarín? Lo pregunto por aquello de criarnos en una sociedad machista y patriarcal y de los tabúes presentes.

-¿La verdad? No me acuerdo… Lo que pasa es que en mi casa las artes estuvieron presentes siempre. Yo de chiquito iba al taller de expresión de Canciones para no dormir la siesta, con mi hermano. Mi hermano hoy es músico. Yo fui a un taller de expresión corporal. Inclusive cuando yo empecé en la Escuela Nacional de Danza, yo estaba haciendo taekwondo, y el taekwondo tiene una parte de lucha, y otra parte que se llama los tul, que son coreografías. Y salí campeón de eso. En un momento coincidió la Escuela de Danza con el taekwondo. Cuando yo dije en mi casa que me iba a dedicar a ser bailarín no hubo ninguna resistencia.  Fijate que de chiquito estábamos vinculados al arte. MI abuelo era murguista. Consumíamos mucho carnaval en mi casa. No fue un episodio traumático.

-El cambio de rol de bailarín a coreógrafo, ¿se dio naturalmente?

-Estuvo pensado. Tuve una primera oportunidad en Alemania, que me permitió estar del otro lado y crear una pieza. La primera pieza me la cree para mí mismo, fue un solo, y después empecé a hacer algunos trabajos allá. Venía a veces a Uruguay, hacía algunos trabajos acá, hasta que el cambio radical fue una invitación de Julio Bocca para montar una obra con música de Jorge Drexler para el Ballet Nacional del Sodre. Ese fue el paso grande para trabajar como coreógrafo. Estaba en Madrid, y recibí un mail de Julio que me decía “te dejo en copia con la persona que va a hacer la música”, miro y era Jorge Drexler. Nos encontramos con Jorge en Madrid e hicimos un trabajo de los más lindos que recuerdo.

-Antes de presidir el Sodre, ya eras director de las Escuelas de Formación Artística del instituto ¿Te interesaba más la gestión o la docencia?

-Al principio me interesó mucho más la docencia, hasta que decidí ponerme a estudiar y ver algunos aspectos de la gestión. Ya había decidido dejar de bailar y entendía que alguien que hubiera sido bailarín esté ahora gestionando era clave para construir el puente. Ahí me empecé a ocupar más de la gestión. Y de hecho, mi maestría fue por ahí. Así que fue primero la docencia y después claramente la gestión, porque en la Escuela del Sodre yo di muy poquitas clases. Después me quedé en roles de gestión, de llevar adelante proyectos, de armar equipos, en el cargo de la dirección no tenés que cumplir horas docentes, es todo gestión.

-Has estado siempre muy cerca del ballet del Sodre. ¿Cuánto hemos roto los paradigmas machistas de otrora? ¿Cuán progresista es hoy el país en cuanto a ver hombres en el mundo del ballet nacional? 

-Menos de lo que nos gustaría… Todavía nos queda mucho por recorrer.

-La campaña con Edinson Cavani fue en ese sentido: romper prejuicios y llamar a varones a anotarse en la Escuela Nacional de Danza.

-Sí, el ejemplo de Cavani es claro. Tuvo un auge, pero después vas a los números, a ver cuántos varones se inscribieron y no tuvo el resultado querido. Subieron las inscripciones, muchísimo, pero no de hombres. Y te hago una foto actual, porque lo hablé hoy con María Riccetto: no tenemos hombres en el ballet, faltan hombres. Estamos haciendo una audición internacional y todos los bailarines uruguayos con nivel para estar en la compañía, ya están en la compañía.

Acá hay dos estrategias: una, fortalecer la educación, pero vos podés fortalecer al máximo la educación, que si no entran varones, es difícil que yo saque varones prontos para bailar en el ballet. Y la proporción de varones en la Escuela Nacional de Danza hoy en día es muy baja. ¡Si estará presente el prejuicio! Está todavía en los gurises, está todavía en los padres…

-“Mi hijo el machito, ¿cómo va a ir bailar ballet?”

-“¿Cómo se va a poner una calza para ir a bailar?”.  Ves otras carreras que tenemos en el Sodre y no pasa eso: no pasa en folclore, en tango, en danza contemporánea. También tenemos chicos que entraron por la puerta del folclore y después pasan al ballet. Yo veo que en carnaval hay muchos varones hombres bailarines (en parodistas o Carnaval de las Promesas), entonces tuvimos un diálogo con la Intendencia, que fue un primer proyecto. Los invitamos a conocer la Escuela del Sodre y muchos de ellos no tenían ni idea que existía la escuela. Y los que la conocían, llegaron a preguntarnos cuánto costaba estudiar ahí. No sabían que era un servicio público. Entonces, ahí hay una corresponsabilidad. Yo no puedo echarle la culpa de que no sepa que esto existe. La culpa es nuestra que no sabemos comunicar que existimos, qué hacemos, por qué lo hacemos y para quién lo hacemos. Ahí hay un trabajo lindo para hacer de cambiar los paradigmas muy a largo plazo.

Y la otra pata es tener referentes masculinos, como puede ser Julio (Bocca), por ejemplo, que es el más visible, y a los uruguayos que tenemos acá, que son muy buenos. Poder salir, que vayan a otros lados, y que tengan esta proyección más visible, que gracias a toda la gestión que empezó Julio, esto es visible. Hoy la gente ve a María (Riccetto) casi como una rockstar. Entonces, cómo podemos usar eso para cambiar esa imagen de que “el machito no baila”.

-Y que no hace falta ser gay para ser bailarín del ballet del Sodre, ¿no?

-Totalmente, totalmente. Y al revés: “¿Cómo un jugador de fútbol va a ser gay?”. Cuando yo veo que en los Juegos Olímpicos es un titular que un deportista dijo que era gay. ¡Ay, un deportista gay! Y se espanta todo el mundo. Acá el titular sería que hay determinado bailarín que es hetero(sexual). Claro que hay mucho para trabajar ahí…

"No tenemos hombres en el ballet. Estamos haciendo una audición internacional y todos los bailarines uruguayos con nivel para estar en la compañía, ya están en la compañía. ¡Si estará presente el prejuicio!"

-¿Cuánto le aportó Julio Bocca al Sodre y al país? ¿Ayudó a profesionalizar la cultura uruguaya?

-Mucho, mucho. Yo, personalmente, le estoy eternamente agradecido por la oportunidad y por lo que aprendí, pero no sólo por el ballet, sino por una manera de entender un servicio como el Sodre, de entender que puede ser popular. El ballet del Sodre no es popular todavía, pero abrió una puerta que no teníamos. Yo recuerdo venir a ver el ballet del Sodre y había más gente en el escenario que en la platea. Y pasamos de eso, a ver 2.000 personas viendo Gisselle. Es un cambio radical. Sería necio negarlo. Le tenemos que estar agradecidos por siempre a Julio. Hizo un cambio profundo de toda la institución. Yo ahora veo que hay cosas que hizo en el ballet (BNS) y ahora se replican por otros cuerpos estables, en la organización en sí, y es muy interesante.

-Este nuevo gobierno y el ministro Pablo Da Silveira te nombraron al frente del Sodre, institución en la que ya estabas ¿Te sorprendió el ofrecimiento? 

-Yo venía trabajando con Pablo desde antes, en reuniones, pensando, él me preguntaba cómo veía yo el Sodre desde adentro. Yo conocí a Pablo por Beatriz Argimón. Yo adoro esta institución, y cada cosa que se pueda hacer para mejorarla, la voy a hacer. Entré a estudiar acá a los 16 años y sigo hoy. Beatriz me presentó a Pablo hace mucho tiempo, ambos dábamos clases en la Universidad Católica, entonces nos encontrábamos en su oficina y charlábamos. Pero nunca me dijo: “Martín, quiero que hagas un proyecto para…”. Eran ideas, propuestas, y yo aprendí mucho y sigo aprendiendo con Pablo Da Silveira. La propuesta concreta llegó en febrero (de 2020).

-¿Tenías afinidad ideológica con este gobierno? ¿O la decisión fue puramente técnica?

-El ministro nunca me preguntó lo que voto, como sé que no se lo preguntó a muchos. En el gabinete cultural tenemos afinidad en el proyecto; si yo no estoy afín con un proyecto global no podría estar trabajando acá. Pero el ministro el día que asumió dijo: “Acá no se le va a preguntar a nadie a quién votó, se le va a pedir que tenga la capacidad de llevar adelante un proyecto que es global”. Yo he estado en reuniones donde alguien se apura a aclarar “porque yo voté a…”, y él los frena: “No, no quiero saber a quién votaste, te estoy llamando porque creo en tus capacidades”. Pablo nunca lo puso sobre la mesa. Pero sí, yo integro Generación, una agrupación del Partido Nacional que lidera Gonzalo Baroni. A él lo conocí por Pablo Da Silveira, y a Pablo lo conocí por Beatriz Argimón, a quien conozco hace muchos años.

"Vimos (a la pandemia) como una oportunidad: 'Ok, nos pusieron una pausa. ¿Qué hacemos durante la pausa?'. Yo podía mandar a todo el mundo a su casa, pero aprovechamos a hacer cosas. Fue clave el trabajo en equipo, y fue clave el apoyo del ministerio"

-La pandemia trastocó los planes de todos los jerarcas, y supongo que también los tuyos. ¿Qué objetivos te planteaste al asumir la presidencia del Sodre, y debieron quedar en suspenso?

-El 1° de marzo de 2020 asumimos con un plan que es producto de todo este trabajo previo con Pablo Da Silveira, se define que Adela Dubra sería la vicepresidenta, se define que venía Claudio Aguilar del Partido Colorado, se armó el consejo directivo, íbamos a empezar a trabajar con una hoja de ruta con lo que queríamos hacer, y 12 días después, se cierra todo.

-De hecho, estaban arrancando con Un tranvía llamado deseo cuando se suspendieron los espectáculos públicos el 13 de marzo de 2020…

-Se suspendió ese viernes de noche, el sábado de mañana, sin nada de información y mucho de incertidumbre, los reuní a todos en la cantina. Lo vimos como una oportunidad: “Ok, nos pusieron una pausa. ¿Qué hacemos durante la pausa?”. Yo podía mandar a todo el mundo a su casa, pero aprovechamos a hacer cosas. Fue clave el trabajo en equipo, y fue clave el apoyo del ministerio.

Hicimos la plataforma Cultura en Casa, que la hizo la Dirección Nacional de Cultura, y nosotros empezamos a subir contenidos. Agarramos los contenidos que ya estaban producidos, los subíamos ahí mientras producíamos más contenido, con cabeza digital. Hicimos un acuerdo con Canal 5, y todos los viernes había un concierto en TV para todo el país. Fueron 17 programas, con sus repeticiones, salimos 45 veces en la pantalla. Todo eso fue en un año.  Y al pasar raya el año pasado, ahora en la rendición de cuentas, tuvimos 300% más contenidos digitales.

-Aquello de ver a la pandemia como una oportunidad…

-Y ahora viene el nuevo desafío: ya estamos abiertos, pero en 2020 abrimos la puerta de lo digital. No podemos decirle a la gente del interior: “¿Viste eso que te daba gratis en tu casa? Bueno, ahora vení a Montevideo y pagá la entrada”. Ahora el desafío es pensarnos en multiplataforma; las instituciones que pueden salir adelante son las que tienen esa visión: “Voy a estar en la pantalla del 5, voy a estar en streaming y voy a ser presencial”. Y ninguna de las tres cosas se parecen. Esa fue la oportunidad que yo vi en la pandemia.

-¿Cuánto ha afectado la pandemia en la vida de los artistas?

-Pfff, mucho. Así como subieron 300% los contenidos digitales, esto te diría 1.000%. Al ecosistema artístico lo zarandeó, dejó en evidencia muchas cosas: hay que seguir trabajando en cómo dejar la informalidad en el trabajo artístico. Eso depende no solo de los artistas, también del sistema político y de los empresarios que contratan un artista y le pagan en negro. Ahí hay un sistema que tenemos que repensar y que nosotros y todo el MEC hemos mirado diferentes vías de entradas. El Sodre pensó cómo ayudar al artista independiente. Y eso me deja pensando: ¿Independiente de quién? Porque si depende del Estado no es independiente. Hay que lograr que sea independiente.

¿Qué medidas hemos tomado desde el Sodre para ese sector? Este año ya hicimos seis festivales, el año que viene serán siete. Se hace una función, se contrata al artista para que venga a dar su función y no dependa de la venta de la taquilla. O como hicimos con (la obra de teatro) Muñecas de piel: te doy la sala y el 100% de lo recaudado queda para el artista. Antes la ecuación era 75/25, pero con un mínimo, y si no llegabas a ese mínimo, el artista lo tenía que poner de su bolsillo para pagarle al Sodre que es una institución pública, y lo que tiene que hacer es política pública.  Entonces, eliminamos el mínimo y no va a volver después de la pandemia. Será 75/25. Hoy en día, todos los artistas nacionales que están acá se llevan el 100% de la taquilla, y son recursos que el Estado pone para el sector. Y todos los festivales son con un llamado abierto, y hay un jurado externo al Sodre que elige. El próximo que tenemos es de jazz, a fin de mes.

"Los espacios de catarsis se movieron a otro lugar. Entonces, la cultura fue impactada, te diría que 'las culturas' fueron impactadas, por esa diversidad de opciones que teníamos para la vida y el ejercicio de los derechos culturales, quedó limitado todo a una pantalla"  

-¿Pudiste reparar en las denuncias que hizo el ex director de la orquesta del Sodre, Diego Nasser, en su momento? Él denunció acomodos, prebendas para algunos, falta de profesionalismo en los ensayos, problemas con los viáticos, que muchos músicos tocaban en la Sinfónica y en la Filarmónica a la vez…

-Por lo pronto, por decisión del ministro hubo un llamado a director de la Ossodre, se presentaron 47 músicos directores de todo el mundo, y quedó seleccionado quien está ahora frente a la Ossodre, Stefan Lano. Él empezó en febrero de este año, y desde ahí ha venido trabajando en una orquesta que nunca más volvió a ser aquella orquesta. ¿Por qué? Porque no se puede tener esa cantidad de gente en el escenario. Entonces, está trabajando con grupos de a 30.

Mientras tanto, estamos revisando los reglamentos, primero con el de la Orquesta, pero sigue el del Coro, el Conjunto Musical de Cámara y el Ballet (Nacional del Sodre), que necesitan renovar sus reglamentos de funcionamiento, porque la convivencia entre lo público y lo privado acá adentro te dice otra realidad. Yo tengo un reglamento como que todos son contratados públicos, pero después tengo públicos y otros por derecho privado, por el fideicomiso. Eso hace que tenga esa diversidad dentro de la orquesta. Estamos sentados a una misma mesa con el gremio, con representantes del consejo directivo, para ver y llevar adelante una gestión ordenada y con pautas claras.

La duplicación de los músicos es cierta, eso pasa. No se ha solucionado. Hay músicos que de mañana trabajan acá, de tarde en la Filarmónica, hay situaciones complejas de programación que, mientras se esté buscando una alternativa, requieren coordinar. Sentarse con la Filarmónica y coordinar. Requiere una inversión grande, porque, ¿cuál sería la solución? Una podría ser pagar exclusividad, y eso sale plata. Ahora en pandemia hay que pensar esto, que es algo que me excede, pero me consta que el ministro lo tiene presente.

-Al no tener cine, teatro, arte de ningún tipo excepto el que se pudo consumir por streaming, ¿cuánto ha impactado el Covid en la cultura uruguaya? ¿Cuánto hemos perdido?

-Mucho, y ahí voy a citar a un amigo en común, Facundo Ponce de León. Él escribió algo en Búsqueda, que yo cité en el Parlamento: “Faltó el espacio de catarsis”, y ese espacio les faltó a los artistas y le faltó al público, nos faltó a todos. Ir a un concierto y olvidarte de todo por un rato. Ese espacio de catarsis faltó. Los espacios de catarsis se movieron a otro lugar. Entonces, la cultura fue impactada, te diría que “las culturas” fueron impactadas, por esa diversidad de opciones que teníamos para la vida y el ejercicio de los derechos culturales, de golpe quedó limitado a una pantalla.

El sábado pasado vine a un concierto de la Ossodre y no hay cómo venir y que te abrace la música, pero eso no suplanta a estar en tu casa y verlo por TV. Yo recibí mensajes de gente que estaba en Paysandú y me dijeron: “Gracias por venir a mi casa”, y lo vieron por una pantalla. Entonces, no son consumos excluyentes. También tenemos que ir nosotros al territorio, algo que los elencos ya lo hacen, recorren el interior. Tenemos que adaptarnos al territorio, ahí tenemos que ajustar un poco más. Te hablo de ir a un teatro y que nos digan: “Tenemos esto”, y yo no puedo decirle: “Ah no, acá no, porque vengo con 40 músicos y acá no entramos”. No: tengo que tener un menú de opciones y decirle: “Me adapto, pero vos vas a tener un contenido”. Ese cambio es paradigmático. Esas personas con su sueldo están pagando nuestro sueldo. ¿Con qué cara le voy a decir que no?

-Ahora se volvió a las tablas, se reabrieron las puertas de los teatros ¿Cómo ves la experiencia del Pase Responsable? Los detractores sostienen que es discriminatorio.

-A partir del lunes que viene, el aforo sube al 45%, y eso es para vacunados y no vacunados. Está la opción de que vos podés hacer un espectáculo solo para personas vacunadas, con el 66% del aforo. El Sodre como institución eligió ir con el 45% para todos, sin discriminar a nadie. Pero si un productor viene y lo quiere hacer con el Pase Responsable lo va a poder hacer, tendrá más aforo (66%) y venderá más entradas. Lo bueno es tener opciones y que cada productor decida qué quiere hacer, como cada persona decide si quiere vacunarse o no. Como institución pública, como Sodre, no vamos a ir, por ahora, con el Pase Responsable.

-¿Cuánto has cambiado desde la gestión?

-Primero, generar de manera colectiva, con todos los directores, una planificación estratégica quinquenal. Y eso fue trabajo de pandemia: tiempo de sentarnos en formato más de taller y decir: ¿cuáles son los ejes fundamentales de trabajo? Hay ejes claros: comunicación, captación de fondos, el tema edilicio… Eran seis. De esos seis ejes, planteemos objetivos, metas, indicadores y medir resultados. Y esa planificación estratégica está subida a la web del Sodre. Cualquier ciudadano la puede ver. Y cada seis meses vamos a hacer un chequeo de todo y ver qué hemos logrado, en qué estamos atrasados, e incorporar nuevos desafíos que puedan aparecer en el camino. Eso es clave, para mí, a la interna. Si me preguntan cuál es mi gestión, ahí está.

"Me gustaría volver a tener espectáculos de gran formato. Estamos produciendo María de Buenos Aires para noviembre, que es una producción grande. Estamos con el corazón en la garganta, porque hasta ahora no hemos podido tener música en vivo"

Por otro lado, la duplicación de la organización en tanto presupuestados y fideicomiso estaba dividida en dos para todo. Había dos directores de Recursos Humanos, dos directores de Comunicación, dos directores de Financiero contable. Entonces yo pensé: somos un solo Sodre, entonces empezamos a unificar. Lo primero fue Comunicación: ¡había 16 personas, una agencia! Traje a la gente presupuestada, que estaba en el edificio de Sarandí, los trajimos para acá, estaban fascinados. ¿Qué hicimos? El edificio donde funciona el Sodre administrativo está en Sarandí y Misiones. No tiene ningún sentido que lo administrativo esté allá y acá suceda todo. Entonces, traje toda la barra para acá. Estamos en plena mudanza. Y está funcionando. “¿Vos qué sos: fideicomiso o presupuestado?” ¡Yo soy Sodre!”, si el Sodre es uno solo… Qué contrato tengo es secundario, si la visión y la misión es la misma. Es un cambio cultural.

-¿Cuáles son tus objetivos inmediatos hoy, en este momento de reapertura cultural? Si mañana el ministro Salinas informa que se llegó a la inmunidad de rebaño, ¿cuál es tu objetivo más próximo?

-Me gustaría volver a tener espectáculos de gran formato, que eso sea posible. Estamos produciendo María de Buenos Aires que se estrena en noviembre, que es una producción grande, con música en vivo, y estamos con el corazón en la garganta, porque hasta ahora no hemos podido tener música en vivo ni con ballet ni con ópera. Yo no puedo poner músicos en el foso y los artistas arriba del escenario porque por protocolo no pueden estar. Entonces, el gran formato lo tengo en pausa. Se puede hacer un ballet, pero con música grabada. Para el año que viene tendremos muchos ballets con la orquesta en vivo, óperas, musicales… Estamos haciendo una apuesta muy grande de calidad, pero necesitamos llegar a ese punto donde yo pueda poner esa cantidad de artistas en el escenario.

-¿Cuál es el valor que se le da a la cultura en este país?

-Nos falta entender que no hay una sola cultura, que son muchas culturas, y eso hace que tengamos que revalorizar nuestra identidad en todo el territorio y lo que somos en todos los ámbitos culturales. Ahí hay mucho trabajo para hacer. Hoy lo hablaba con Beatriz Argimón: el folclore en el interior explota. ¿Por qué en Montevideo no hacemos un festival de folclore grande en el Sodre?

Me pasa cuando voy al interior que los músicos me preguntan: “¿Yo puedo presentarme en el auditorio?” “¿Y por qué no te vas a poder presentar en el auditorio? ¿Por ser del interior?”  Tenemos que pensarlo en clave territorial, cualquier artista puede venir y traer su propuesta. Obviamente pasa por una mirada curatorial, no todo el que proponga algo va a hacerlo acá. Pero tenemos que tener una mirada más puesta en el territorio, y reconocer más nuestra identidad: el folclore, el tango, el candombe. Ahí hay cosas interesantes que se están empezando a hacer, otras que ya se hacían se están fortaleciendo. Tenemos lo global, las obras que se hacen en todo el mundo; y lo local es nuestro valor agregado. Es una mirada estratégica.

-Hace algunos meses se discutió sobre si la izquierda se había apropiado de la cultura, ¿Qué mirada tenés sobre el tema?

-Creo que la cultura y las políticas culturales, si se asocian a algo partidario, le erraste feo. Las políticas culturales tienen que ser transversales. Yo no presido el Sodre para un sector de la población. Yo no puedo pensar en una cuestión de política partidaria. Es un error pensar que haya un partido o una ideología que se haya apropiado de la cultura. Conozco gente de la cultura de todos los signos políticos, y no por eso son menos o más de la cultura.

-La cultura uruguaya, ¿es feliz?

-Depende qué sector de la cultura estés mirando. Los sectores de las industrias creativas, visto desde la producción cultural (pienso en el cine), están más felices que nunca. Un sector más golpeado no es feliz. Por otro lado, desde la accesibilidad nos queda montones por hacer. Que todos los uruguayos tengan acceso a los servicios y bienes culturales. Ahora estamos trabajando mucho en inclusión y accesibilidad. Vos entraste por calle Florida al Sodre: no es accesible. Subiste tres escaleras para llegar a la puerta. Si yo quiero traer un artista que está en silla de ruedas, no puede (subir). ¿Cómo entra? Por el montacargas de escenografía. Entonces, si quiero ser inclusivo de verdad, tengo que ser inclusivo también en el escenario y con las personas que trabajan acá. Estamos trabajando en eso.

Te la dejo como primicia: en diciembre vamos a hacer Cascanueces para ciegos, con audiodescripción. Está María Noel Riccetto trabajando con una bailarina ciega en qué se dice en la audiodescripción. ¿Es feliz la cultura? Tenemos momentos más felices, otros no tanto, pero hay un mar de oportunidades (en estrategia se le llama océano azul). Acá hay un equipo alucinante, donde todos se alinearon con la estrategia, con la planificación y cada uno sabe qué aporta en ese sentido.

¿Y vos? ¿Sos feliz?

-Yo soy re feliz. Tengo la suerte de tener un marido que me acompaña, y habrá que hacerle un monumento, y un montón de gente que cree en lo que estamos construyendo. Esto no lo hacés por un partido o por ideología. El día que trabajes en este lugar por un partido, la cagaste. Andate a tu casa mejor.

Por César Bianchi