Contenido creado por Martín Otheguy
Locales

Dejad que los niños vengan

Informe técnico del GACH recomienda aumentar la presencialidad en las clases

"El riesgo de daño por no acceder a las clases presenciales es mayor al de un eventual contagio por concurrir a la escuela", concluye el GACH.

10.11.2020 11:02

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2020-11-10T11:02:00-03:00
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El coordinador del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) Rafael Radi, ratificó a comienzos de este mes en conferencia la necesidad de aumentar las clases presenciales en las escuelas públicas, algo que viene siendo reclamado por los padres de esos alumnos hace meses (entre otros colectivos). Hasta ahora, sin embargo, no ha habido una decisión oficial al respecto.

Radi aseguró que hay evidencia acumulada de que los niños de hasta doce años se enferman menos que los adultos y tienen poca capacidad de transmisión de COVID-19. El experto dijo que reducir la distancia entre los alumnos de un metro y medio a un metro no incrementará significativamente el riesgo de contagios. En otro momento de su intervención en la conferencia de prensa, Radi agregó que en aquellos centros educativos en los que no se pueda cumplir con las medidas mínimas, se deberá reforzar la ventilación, el uso de mascarillas, enfatizar en lo que tiene que ver con la higiene y en las actividades al aire libre.

Esta mañana, el GACH emitió un comunicado que va en esa misma línea y aclara que el riesgo de daño por no acceder a las clases presenciales es mayor al de un eventual contagio por ir a los centros.

El informe Consideraciones para el incremento de la presencialidad en centros educativos tuvo la participación de la Prof. Dra. Mónica Pujadas y el Prof. Dr. Gabriel González por Atención Primaria Salud (Pediatría), bajo la coordinación del propio Rafael Radi y el Prof. Dr. Henry Cohen.

En el reporte, atendiendo a solicitudes realizadas por el CEIP (Consejo de Educación Inicial y Primaria), se manejan conceptos que "pueden ser de utilidad para optimizar la comunicación con el personal educativo y con las familias, sobre el tema escuelas y COVID19".

"Este grupo espera que esto contribuya a la comprensión de la situación global y de la necesidad de la presencialidad en los centros educativos, así como a despejar temores que puedan interferir", señalan.

Dinámica de la transmisión en los niños

"Los niños se contagian y enferman de COVID 19 en menos proporción que los adultos. Cuando lo hacen, se presentan con mayor frecuencia como casos leves o asintomáticos. Son excepcionales los casos graves, de hecho, mucho menos frecuentes que otras enfermedades que, sin embargo, no han motivado el cierre escolar", apunta el reporte.

Los contagios en niños, tanto en el mundo como en nuestro país, se producen generalmente a través del contacto con un adulto. "Los niños no son grandes transmisores. En los informes epidemiológicos del MSP se expresa que los niños se ubican fundamentalmente al final de las cadenas, lo que orienta a que no juegan un rol importante en la transmisión de la enfermedad. Los niños rara vez son el caso índice y excepcionalmente causan brotes", señala el informe, aunque aclara que a pesar de ello pueden transmitir el SARS-COV-2, especialmente a partir de los 10-12 años y, por lo tanto, "el riesgo nunca va a ser cero".

Efectos adversos colaterales por la suspensión de las clases presenciales

Como al declararse la pandemia la mayoría de los países establecieron el cierre escolar, ya se ha podido conocer cómo estas medidas afectaron a cientos de millones de niños, indica el GACH.

"La demora de los países en dar respuestas proactivas y multifacéticas que aborden las necesidades sociales, económicas y de salud de los niños aumenta las desigualdades y posterga el cumplimiento de los compromisos con la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y los Objetivos de Desarrollo Sostenible", apunta.

"Balancear el posible beneficio del cierre escolar (total-parcial) versus los efectos adversos secundarios es clave, alineándose con la Comisión de OMS-UNICEF en la importancia de abordar integralmente los factores sanitarios, sociales y educativos para que los niños sobrevivan y prosperen durante esta pandemia. La UNESCO se ha expresado en igual sintonía apoyando a los países en sus esfuerzos por mitigar el impacto negativo del cierre escolar, en particular para las comunidades más vulnerables y desfavorecidas, alentando a la continuidad de la educación para todos a través del aprendizaje presencial y a distancia", agrega.

Como efectos colaterales se detsacan "malnutrición, falla de aprendizaje, deserción educativa, estrés de educadores y de padres, menor cuidado de niños, mayores costos económicos para las familias, ausentismo de trabajadores esenciales, mayor violencia y explotación infantil, aislamiento social, entre otros factores negativos vinculados a la interrupción educativa".

"Los efectos adversos del cierre escolar son indudables en la salud física y mental de los niños y de sus cuidadores. La falta de educación afecta mayormente y en forma desproporcionada a niños vulnerables de contexto desfavorecido. A esto se suma el papel de la escuela en los programas de alimentación, el cuidado de los niños mientras los padres trabajan, el aumento de las obligaciones del cuidado infantil que puede ser crítico en los trabajadores de la salud, perjudicando mayormente la atención sanitaria en épocas de emergencia", remarca el reporte.

Las escuelas "brindan protección y supervisión, y los cierres aumentan la carga económica de las familias que usan guarderías, pasando a depender de familiares mayores vulnerables. Los padres que trabajan pueden dejar a sus hijos sin supervisión o renunciar al empleo para quedarse en casa con ellos".

El informe agrega que "la escuela promueve una vida social activa de los niños que impacta positivamente en su salud mental". "La pérdida de relaciones con compañeros se ha asociado con depresión, inseguridad, ansiedad, trastorno adaptativo y estrés postraumático. La convivencia forzosa en un entorno familiar, con padres que sufren problemas económicos y de salud mental, expone a los niños al riesgo de sufrir comportamientos violentos".

Por lo tanto, "las medidas de distanciamiento social son un factor de riesgo probado para el estrés y abuso infantil".

"Esta realidad previamente constatada durante las vacaciones escolares y en períodos de desastre naturales, se ha corroborado con la pandemia", dice el GACH, que remarca que los cierres educativos aumentan las desigualdades y resienten los sistemas de protección a la infancia, donde los maestros, junto al sistema sanitario, cumplen un rol clave.

La experiencia en el mundo

Los análisis de lo ocurrido en otras partes "coinciden ampliamente en señalar que el cierre de escuelas como medida aislada no mostró efectividad en el control de la enfermedad, y que tanto la capacidad de transmisión de los menores de 10-12 años como la frecuencia de aparición de brotes escolares es baja".

También se señala que "las estrategias de reapertura de escuelas deben implementarse teniendo en cuenta el equilibrio de pros y contras para los niños y deben estar lideradas por un enfoque flexible para adaptarse al contexto local en términos de datos epidemiológicos y capacidades del sistema".

A octubre de este año, se encuentran ejemplos en que se ha retomado la presencialidad completa aún en países con situaciones epidemiológicas mucho más complicadas y con muchos más casos de COVID19 que en Uruguay, dice el GACH.

Situación epidemiológica actual en Uruguay

"En nuestro país la epidemia continúa bajo relativo control. En las últimas semanas se ha registrado un aumento en el número de casos (el promedio de casos en 7 días por 100.000 habitantes según escala de Harvard nos ubica en la parte inferior de la zona amarilla), manteniéndose estable la proporción de casos sin antecedente de exposición", cuenta el reporte.

"Se continúa con un alto número de test realizados y bajo porcentaje de positivos en el total de test. Se ha aumentado la capacidad de rastreo, identificación y seguimiento de casos y contactos. No se ha producido sobrecarga del sistema de salud en ninguno de los niveles de atención", prosigue.

En cuanto a la presentación clínica, "la gran mayoría de los casos se presenta como una enfermedad leve". "Sólo el 7,5% del total de casos confirmados desde el 13 de marzo hasta el 30 de octubre requirieron internación. El 82,15% de los casos confirmados se consideran recuperados a la fecha", informa.

Esto quiere decir que aún en caso de contraer la enfermedad, es muy probable que se curse una enfermedad leve.

La mortalidad es de 1,64 por 100 mil habitantes. El 100% de los fallecidos presentaba comorbilidades. "En la medida en que fueron ampliándose las distintas actividades en el país era esperable el aumento de casos, tanto en población general como consecuentemente en niños", concluye el GACH.

Agrega que las distintas medidas de reinicio de clases presenciales que se fueron tomando, iniciando el 22 de abril con las escuelas rurales, luego 1,15 y 29 de junio y sucesivas aperturas, "no impactaron en la curva epidémica, o sea, no condicionaron un aumento del número de casos en la población".

En las situaciones en las que se debió cerrar centros educativos (ya fuera por casos o por brotes) "no se constató contagio de niños a personal de los centros, y en la gran mayoría los casos índices adquirieron la infección fuera de los centros educativos (en general en ámbitos familiares)".

Conclusiones

"Si consideramos la salud en su acepción integral de bienestar físico, mental y social, y ante la evidencia generada hasta ahora en el transcurso de la pandemia, parece claro que el riesgo de daño por no acceder a las clases presenciales es mayor al de un eventual contagio por concurrir a la escuela", concluye.

"Las escuelas más que contribuir a la transmisión del COVID-19 reflejan la transmisión comunitaria. Los datos recopilados a nivel mundial han demostrado que las escuelas pueden reabrir de manera segura cuando la transmisión comunitaria es baja, y que incluso en lugares con transmisión comunitaria en aumento, los brotes en las escuelas fueron poco frecuentes en especial si se tomaban precauciones para reducir la transmisión", informa.

La posible disminución de 1,5 m a 1 m entre los niños en clase "es eventualmente factible en la medida que se refuercen las otras medidas de intervención no farmacológicas".

"El reintegro de la presencialidad plena requiere de la adecuada gestión de riesgo por los actores involucrados y la sociedad toda", advierte el GACH en sus conclusiones.