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Heber: “En el Parlamento serán menos abogados, menos formados, pero más representativos”

El dirigente blanco opinó sobre los “hitos” de su etapa legislativa, los “arrepentimientos” y si el Parlamento “bajó el nivel”.

20.10.2025 09:40

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2025-10-20T09:40:00-03:00
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Por Tomás Gutiérrez

Luis Alberto Heber (67) integró el Parlamento desde 1985, la primera legislatura posdictadura, hasta su renuncia en octubre de 2025, luego de una década como diputado y tres como senador, con algunos pasajes por cargos ejecutivos.

En sus propias palabras: “Son 40 años de parlamentario, es mucho tiempo”.

El histórico dirigente blanco, referente del Herrerismo, reconoce en entrevista con Montevideo Portal que “hay que cerrar una etapa y comenzar otra”. “Me interesa más la que voy a comenzar que la que estoy cerrando”, comenta.

En 40 años pasaron gobiernos de los tres principales partidos, y el país vivió épocas de todo tipo y color, con cambios a nivel mundial que impactaron en la sociedad. “Yo soy de una generación que salió en el año 1985, en donde no había teléfonos celulares. Era representante de un departamento que pedía teléfonos como si fuera un gran logro. En el interior, llevar una centralita para que pudieran hablar con los teléfonos a manija, se festejaba en todo el pueblo. Lo que cambió el mundo en 40 años es mucho. Me fui adaptando, a los piñazos, pero me fui adaptando a estar aggiornado”, asegura Heber.

Si bien el nacionalista deja el Parlamento, su vida política no termina aún, sino que su foco estará más puesto que nunca en el crecimiento del Herrerismo, como su líder, y del Partido Nacional, del que integra el directorio.

“Hay que dar lugar a otra gente, para que se renueve nuestro sector y que asuman otros para que adquieran experiencia. Si no, siempre los experientes vamos a estar y no hay gente nueva que pueda representar al partido”, afirma.

Cuatro décadas: “hitos” de los que se olvida

Diputado por Rivera, senador de la República y coordinador de bancada, Heber fue parte de momentos históricos período tras período, legislatura tras legislatura. Y así fue desde el principio.

“El tema de la salida democrática fue removedor. El Parlamento vivía la euforia de la democracia, con los reclamos de una sociedad que no había tenido libertad”, cuenta. Uruguay encontró una salida a los 12 años de autoritarismo, la cual resultó, pero fue imperfecta, divisoria y cuyas secuelas siguen latentes hasta la actualidad. Tal es el caso de “las leyes de pacificación, que fueron muy polémicas”.

“La Ley de Caducidad ni te hablo. La amnistía general e irrestricta, que impulsaba Wilson [Ferreira Aldunate]. Nosotros los herreristas no la acompañamos. Entendíamos que teníamos que ir por una amnistía generosa. Es decir, los que resistieron e hicieron actos contra la dictadura, o pintaron un muro, o hablaban contra la dictadura, y fueron presos, amnistía ya. Pero aquellos que mataron a otra persona, salían el mismo día, pero sin amnistía. Les computábamos tres días de presos por cada día que estuvieron detenidos. Entonces salían, no por el mismo instituto, sino por perdón”, manifiesta el exdiputado.

En el caso de la amnistía a militares y policías que cometieron delitos en dictadura, Heber dice que la norma “generó divisiones en el Partido Nacional” y lo partió “al medio”.

No es una ley constitucional. No se sale de un golpe de Estado y una dictadura con leyes constitucionales. ¿Qué es lo que va a pasar en Venezuela? Para poder salir de la dictadura de [Nicolás] Maduro seguramente va a haber un gobierno de transición, no constitucional, no asentado y regulado por la Constitución. Va a ser una ley de excepción, para luego ir al respeto irrestricto de la Constitución”, ejemplifica.

“Fue un proceso muy duro, para mí muy traumático, porque tenía temas pendientes. Dividió a mi familia. Yo voté amarillo, pero mis dos hermanas votaron verde. Yo entendí en su momento que estábamos en riesgo de volver para atrás”, agrega el blanco.

Así, asegura que “la negociación con los militares en el Pacto del Club Naval condicionó mucho la salida”, porque en las filas blancas creían que debían “continuar la lucha, debilitar la dictadura, para que la negociación fuera con mejores condiciones de modo tal de no generar impunidades”.

Cuando asumió como presidente Luis Alberto Lacalle de Herrera, los blancos volvían al poder tras más de veinte años, pero esta vez de vuelta en el régimen presidencialista. Heber también recuerda momentos clave de ese quinquenio y sus años posteriores, en los que se respiró aire de crisis.

“En el gobierno de Lacalle, estuvieron los planteos de asociación de empresas públicas. Algunas perdimos en plebiscito, otras ganamos. La Ley de Puertos, que dijeron cualquier cosa y hoy nadie la toca, porque es una buena ley. La desmonopolización del Banco de Seguros, que decían que se iba a fundir: el Banco de Seguros está más fuerte que nunca, compitiendo. Después vino la crisis de [Jorge] Batlle, que me acuerdo que fue muy traumático, porque era evitar que el país quebrara. El quiebre de un país cuesta décadas recuperar”, rememora.

Hitos, dice Heber, que no me olvido de la vida parlamentaria”.

¿Marcha atrás?

Seguramente haya cosas de las que me arrepiento”. La pregunta fue si Heber se arrepiente de algo a lo largo de su carrera. “Los temas grandes los analizas. Discutís mucho”, dice.

Sin embargo, el blanco aludió rápidamente a su tiempo de ministro (Transporte y Obras Públicas, e Interior) durante el gobierno de Luis Lacalle Pou, posiblemente sus años más polémicos y que terminaron con su renuncia prematura.

“Quizás en la instancia del Ejecutivo, cuando tuve la experiencia de estar en el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, y en el Ministerio del Interior. No haber tenido más tiempo para hacer más cosas, aunque entregué todas las fuerzas que tuve como para hacer los cambios que eran necesarios”, sostiene.

Pero entonces, ¿se arrepiente de algo en concreto? “Arrepentimientos grandes no tengo. Chicos muchísimos”, responde.

“No hay grandes cosas de las que pueda decir que me arrepiento, porque las estudiás mucho”, insiste Heber, que en ese sentido puntualiza haber tenido “bastante coherencia a lo largo de la vida política”.

Mismo palacio, otros tiempos

El Parlamento uruguayo cambió. Para bien o mal, queda a criterio de cada uno. Pero más allá de eso, los dirigentes cambiaron, el quehacer legislativo también.

“El trabajo parlamentario es lo que se ve y lo que no se ve. Son litros de café, tratando de convencer a propios y ajenos, a buscar puntos de encuentro, a encontrar las mayorías. Eso es una tarea parlamentaria muy grande, que no se registra ahora: ‘Fulano de tal faltó a la Comisión de Medio Ambiente dos veces’. No lo hace buen o mal parlamentario que concurra a comisiones. Lo hace un buen parlamentario el hecho de que consiga los votos necesarios para sancionar proyectos”, explica Heber.

Asimismo, el dirigente nacionalista asegura que “la actitud en el Parlamento tiene que ser de honor a la representación que se tiene y para que sea honorable hay que serlo en serio”. Para ello es necesario “prepararse, asesorarse, estudiar como si se estuviera en la facultad”.

“Eso no cambió en el Parlamento. Lo que ha cambiado es que muchas veces influye mucho el tema de las redes. Las redes son titulares, y a veces el titular no es que trabajaste en un proyecto, sino que le dijiste tal cosa a otro. Las redes influyen en la actitud mucho más hacia la tribuna que hacia adentro del Parlamento en serio. Si vos no insultás, no agredís a la otra persona, siempre hay puntos de entendimiento”, reflexiona.

Más allá de esto, Heber también reconoce un cambio en los integrantes del sistema parlamentario a lo largo de su carrera.

Yo no sé si para bien o mal. Nadie que está ahí está por el dedo de nadie. Algún caso podrá haber, pero en su mayoría, si está sentado ahí, es porque tuvo su respaldo electoral para estar. Hoy yo creo que son más representativos del común de los uruguayos. El Parlamento para elaborar leyes, ¿bajó el nivel? Quizás sí. Pero en la representación de las discusiones que tiene, ¿está representando más a su pueblo? También. Serán menos abogados, menos juristas, menos formados, pero más representantes, más genuinos en la representación parlamentaria”, afirma.

Por otro lado, el exsenador describe qué entiende él por un “mal parlamentario”.

“Alguien que usa su lugar en el Parlamento para hacer su discurso e irse. Un parlamentario que se mete adentro de la discusión e intenta buscar votos. Va, hace su discurso, establece su constancia y a la primera de cambio se fue”, indica.

“En todos los partidos hay”. ¿Hoy en día? “Sí claro, hay gente que no se mete en el tema parlamentario a fondo, que no se integra a discutir”, asegura.

Su futuro

Heber pretende enfocarse en el crecimiento del Herrerismo, que actualmente representa la tercera mayor fuerza del Partido Nacional, por detrás de Aire Fresco y Alianza País.

Como líder del sector, y a sabiendas de que tendrá más tiempo para dedicarse, su misión es clara: entusiasmar y reclutar.

“Que la persona dedique parte de su tiempo de su vida privada a la vida pública”, manifiesta. Aun así, sabe bien la dificultad que eso implica.

“No es fácil encontrar, hay cada vez menos. Sobre todo, en tiempos que el hecho de estar en forma pública termina en 'tiro al pichón'. Dejás de estar en el anonimato para pasar a ser un representante. No es una vida atractiva para invitar si no tenés un compromiso social, que de alguna manera es el motor”, concluye Heber.

Por Tomás Gutiérrez


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