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Gustavo Santaolalla: “Siempre escuché Atahualpa, pero escuchaba a Zitarrosa también”

Año de nacimiento: 1951. Lugar: El Palomar, Provincia de Buenos Aires. Profesión: productor de música, compositor y cantante. Curiosidad: la primera vez que vio a los Shakers fue en un club de barrio en la provincia de Buenos Aires

03.12.2021 14:12

Lectura: 18'

2021-12-03T14:12:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

Sus padres compraban discos todas las semanas. Cuando pasaron de la pasta a los vinilos, empezaron los simples y así fue como llegó la música pop americana. En esa casa en El Palomar, en la provincia de Buenos Aires, fue que a los cinco años comenzó a tocar la guitarra y, para los diez, ya tenía formado un grupito de folklore.

En esa casa siempre se escuchó de todo. La discoteca de sus padres iba desde el tango hasta el folklore, el pop americano, música clásica, de todo. A los 11 fue que apareció Elvis y le encantó. A los 13 aparecieron los Beatles y no hubo vuelta atrás.

Sus padres eran ávidos consumidores de música, grandes compradores de discos y escuchaban un programa de radio que se llamaba Música en el Aire. Gustavo Santaolalla tenía tres años en ese entonces, pero una vez dijo en una entrevista con Clarín que ese recuerdo lo tiene muy fresco.

Su primera guitarra eléctrica vino incluso antes de escuchar al grupo inglés. Se la regalaron sus padres y era una una Morgan, como una Stratocaster de Fender, pero de caja. Tenía un solo micrófono y lo enchufaba a un grabador o a un tocadiscos. Con el tiempo llegó un amplificador.

En una entrevista con Málaga Hoy, a propósito de un premio español que recibió en 2021, dijo lo siguiente:

“Tengo un álbum de postales de la infancia, elegir una se pone difícil. Tengo una imagen de cuando volvía de la escuela en secundaria y quería tener mi banda, veía los discos que me gustaban, que los teníamos en un velador en el cuál yo me ponía y veía mi sombra en un cuadro y me imaginaba tocando delante de mucha gente. Lo veía y después eso me pasó. Tengo recuerdo de ir a embajadas a pedir folletos de los países porque soñaba con viajar por el mundo y eso me pasó. Tengo postales muy lindas con mis padres, porque yo tuve una infancia maravillosa y por suerte tengo postales muy lindas de eso. También tengo postales como la de mi maestro de música abandonándome y diciéndole a mi madre: “Su oído es más fuerte que mi música, abandono”. A los diez años me abandonó, porque yo, que tocaba la guitarra desde los cinco años, tenía mucha facilidad para tocar, pero muy poca facilidad para la parte académica. Como podía tocar bastante rápido, lo otro me aburría mucho. Si tuviera que resumir una postal de infancia sería una de mi familia, que es el gran soporte que he tenido y es de donde salgo yo”.

Todo aquello que soñó de niño lo fue logrando, de a poco, cree él. Tuvo una banda de rock que marcó el rock argentino, Arco Íris, en la década del ´70, se mudó a Los Ángeles, ganó dos veces un premio Óscar por su labor como compositor musical en las películas Secreto en la montaña y Babel, produjo discos propios y de otros, armó Bajofondo, revolucionó la música de los videojueos con una experiencia auditiva en The Last of Us, ganó Baftas, Emmys, Grammys, fundó su sello discográfico, descubrió a Leon Gieco, ambientó una película de Tom Hanks y otra de Eric Clapton, hizo proyectos con la Nasa, la música para cuatro series de Netflix, una para Amazon, otra para Hulu. Se casó, tuvo hijos y también tiene nietos. Y tantas cosas más.

Hoy, con 70 años, Gustavo Santaolalla ha recorrido el mundo y, sin embargo, mantiene vínculos artísticos y personales con Uruguay. Entre ellos, está Bajofondo, el colectivo rioplatense que vuelve a los escenarios. El 9 de diciembre se presentarán en el Antel Arena y el 11 en el Enjoy de Punta del Este.

¿Cómo empieza tu vínculo con Uruguay? ¿Qué es lo primero que conocés musicalmente del país de al lado?

La música uruguaya siempre me atrajo muchísimo. Debo confesar que lo primero que escuché fue a Los Shakers, pero después bandas como el Kinto, Jaime Roos, siempre me atrajo mucho la parte rítmica. Después, obviamente, lo que fueron Hugo y Osvaldo Fattoruso post Shakers, lo de Opa. Siempre escuché muchas cosas, a parte de cosas más folklóricas porque siempre me encantó el folklore de mi país. Escuchaba Atahualpa, pero escuchaba Zitarrosa también. Siempre me gustó.

Tuve la suerte de trabajar con grupos uruguayos. Trabajé con el Peyote, con la Vela, son cosas que disfruté mucho y que, de alguna manera, todo lo que he trabajado y todo lo que he escuchado con atención me ha influido en lo que yo hago. Después, entré en el mundo de conocer la murga y el candombe, todo eso me parece que es una cosa súper enriquecedora y por eso también me encanta.

Me parece tan abarcativo como lo de Bajofondo. Si hubiera sido solamente un grupo argentino, no podría ser lo que es Bajofondo ni ahí. Creo que también esa combinación argentino-uruguaya le da al equipo una fuerza muy especial, una energía muy particular, por las idiosincracias, las energías distintas que tenemos unos y otros. Nosotros somos como mucho más hot y frenteros y ustedes son mucho más cool, más tranqui.

Yo, por lo menos, admiro eso. Dijo, “ojalá pudiera ser así de cool” y no sé si a ellos les pasa lo mismo, pero creo que de alguna manera lo decimos todos eso de que si el grupo hubiera sido todo uruguayo o todo argentino no hubiera sido artísticamente lo mismo y no podríamos estar juntos.

¿De qué forma te llegan los Shakers en una época en que no había streaming ni algoritmos?

Llegaron a través de los Beatles que me volaron la cabeza porque yo tocaba la guitarra desde muy chico, desde los cinco años, y lo primero que tuve a los diez fue un pequeño grupo folklórico, pero me gustaba el pop y el rock. De los primeros álbumes que yo me compré con mi platita que gané haciendo mandados fue un álbum de Elvis Presley, G.I. Blues, y un álbum de los Teen Tops que tenía un unplugged que era este mexicano cantando rock en español y obviamente, a partir de eso, siempre escuché mucha música de todo tipo. Esa es una de las cosas maravillosas de haber crecido en una familia que era ávida compradora de discos y estar tan lejos siempre nos hacía acercarnos a cualquier tipo de música.

Viviendo acá en Estados Unidos, todo es mucho más compartimentado. Por ahí la gente que escucha country no escucha rock, y la que escucha rock no escucha soul. Yo en Argentina todo lo que pudiera escuchar le prestaba atención y así escuché de todo, hasta que un día escuché los Beatles. Cuando los escuché se terminó todo. Dije, “esto es lo que quiero hacer en mi vida, quiero armar una banda, quiero dedicarme a esto”.

En ese contexto es que aparecen los Shakers que era lo más cerca a tener a los Beatles, pero que además hacían unas canciones que eran buenísimas. Tuve la suerte de verlos en el club de mi barrio. Yo crecí en la Provincia de Buenos Aires, a 40 kilómetros del downtown Buenos Aires, digamos, y crecí con calles de tierra, campitos, pajaritos, insectos, muchos árboles. Un lugar hermoso.

Había un club que se llamaba la Asociación de Fomento de Amigos de Loma del Palomar y vinieron a tocar los Shakers. Los vi ahí por primera vez y no lo podía creer. Tengo grabado en mi mente esa foto de estar ahí a unos pasos del escenario con Hugo tocando esa Eko blanca que tenía y Osvaldo con la Gretsch verde y me encantaron. Después, los vi otra vez siendo mucho más grande en Capital.

Yo también empecé haciendo mis cancioncitas en inglés, pero a los 14 años me di cuenta que tenía que cantar en castellano, en mi idioma. Al muy poco tiempo me di cuenta que no tenía solamente que cantar, sino que quería tocar en mi idioma también y ahí es donde me empecé a interesar por mezclar el folklore con el rock. Los Beatles especialmente nos mostraron que se podía mezclar todo. Ellos escuchaban algo que les gustaba y lo incorporaban. Así tenían cosas de música clásica, música medieval, folklore irlandés, música hindú. Pensé lo mismo y empecé a fusionar cosas y, aunque fui resistido por el rock, digamos, la gente adoraba Arco Íris y se convirtió en un grupo muy popular.

En algún momento tuviste canciones para un documental de Horacio Quiroga, ¿cómo fue eso?

Soy fan de Horacio Quiroga y siempre tuve una cosa con el cine. De hecho, yo quería estudiar dirección de cine y el gobierno militar de turno en Argentina cerró el instituto de cinematografía y ya no se pudo estudiar más porque era un foco de “comunistas”. Yo empecé a grabar discos estando en el colegio secundario, tenía 17 años y ya sonaba mi disco en la radio. Entonces dije, “termino el secundario y me voy a meter a estudiar cine, ya tengo la banda, y no”. Me mandé con toda con la música, pero siempre me interesó mucho toda la cosa del cine. Fueron las primeras cosas que hice con imagen. La primera fue un cortometraje que dirigió el papá de un compañero de colegio del que, desgraciadamente, se arruinaron las cintas porque las dejaron en un depósito la película y se perdió. Lo primero que hice fue eso y tenía 15 años, lo segundo fue lo del documental de Horacio Quiroga. Eso sí lo recuperamos y lo tengo. Está en vistas de salir en algún momento, de editarse nuevamente porque es totalmente inédito.

A nivel producción, ¿cómo llegás a Uruguay?

Por el Peyote Asesino. Cuando se me dio la posibilidad de hacer mi sello, como Uruguay siempre fue un lugar que me interesó mucho, estaba esperando que apareciera algo en Uruguay. Fue a través de un señor de apellido Carbone, que estaba basado en Chile. Él me habló del Peyote, me mandó su música, lo escuché y me encantó. Ahí me comuniqué con los chicos y salió el primer disco.

¿Así fue como lo conociste a Juan Campodónico?

Así fue como lo conocí a Juan, exactamente. Después, yo tenía la idea de hacer Bajofondo y empecé a conectarme con distinta gente. Algunos funcionaban, otros no funcionaban tanto. Juan había hecho el disco Frontera con Jorge Drexler y Carlitos Casacuberta y me gustó mucho ese laburo. Con Juan empezamos a trabajar y vimos que hubo una cosa ahí.

La verdad es que me siento re cómodo trabajando con Juan, me encanta trabajar con él y creo que los resultados están a la vista porque, de alguna manera, aunque hay grandes talentos en Bajofondo, y eso es la suma de todos nosotros, hay algo que pasa por Juan y por mí.

Cada uno ocupa distintos lugares en la cancha en Bajofondo y todos tenemos un gran respeto por el otro, gran admiración por el otro y todos, más o menos, sabemos dónde pararnos en la cancha. No estamos todos en el mismo lugar. Cada uno sabe en qué lugar tiene que estar y no hay mucha discusión, está bastante claro y tenemos la suerte de haber desarrollado un lenguaje nuestro.

El Aura es una demostración de eso porque la semilla de eso fue mucho improvisar y nos podemos poner a improvisar porque ya lo hacemos como Bajofondo. Tenemos gestos y cosas que ya sabemos que son bajofonderas. Al mismo tiempo, teniendo nuestro propio lenguaje igual lo desafiamos, tratamos de no quedarnos en una zona de confort. De hecho, ahora estamos trabajando un tema con un trapero de Argentina. No es solamente el tema del trap, sino algunas sorpresas que son también grandes desafíos, así que eso va a salir en enero. 

¿Cómo mantienen un lenguaje en común durante tanto tiempo, teniendo artistas tan diversos ahí dentro?

Es que todos sabemos que hacemos nuestras cosas, pero después está Bajofondo y eso tiene su código.

Lograron una especie de triangulación con Rusia y Uruguay tras la colaboración de Natalia Oreiro en Listo Pa´ Bailar.

Ella es fan de Bajofondo desde siempre y está casada con alguien que es un gran amigo, que es Ricardo Mollo. Ella es una superstar en Rusia y tiene una relación establecida con el público, como de veinte años, muy estrecha, muy afectuosa, muy linda y nosotros que hemos tocado en muchos lugares del mundo (en China varias veces, en Japón, en Indonesia, en África, por Marruecos, toda Europa, los países nórdicos, República Checa, Polonia, todo Estados Unidos, Latinoamérica), pero nunca tocamos en Rusia. Sabemos que en Rusia tenemos un público, tenemos fans. De hecho, el equipo de gimnastas rusas usa la música de Bajofondo en sus rutinas, lo usó para unos Juegos Olímpicos.

Entonces, salió la onda de por qué no hacíamos algo juntos y aprovechábamos el enganche también con lo de Rusia, un poco alrededor de la pandemia. El tema es basado en un hit de Bajofondo, que es Listo Pa´Bailar y le pusimos una melodía porque había una versión que hicimos con Julieta Venegas, pero es distinta.

Esta tiene otra melodía, es otra cosa. La base es la misma, pero está hecha más rápida, es más electrónica. La letra está basada un poco en esto que nos tocó vivir en la pandemia, para tirar un poco de luz y onda positiva en medio de esto que estamos viviendo en todo el mundo que fue bastante bajón. La onda era un poco eso, la historia de una chica que sale y va toda tapada, pero que a través de los ojos reconoce a alguien y todavía les queda bailar porque pese a todo todavía podemos bailar. Fue divino trabajar con ella, es una persona hermosa, muy trabajadora, muy profesional. Así que fue un placer total trabajar con ella y ojalá que podamos hacer más cosas.

¿Tuvo impacto en Rusia la canción? ¿Hubo devoluciones?

Llegó y recibimos comentarios desde allá, pero no es que está en los tops de los charts ni nada. Ella también recibió muchos comentarios, a la gente le gustó mucho y tiene una cosa medio de ternura y cariño porque tiene esa relación muy linda con la gente de allá. Fue como un lindo gesto cantar algo así en ruso en ese momento en particular.

¿Qué vienen a presentar en esta gira con Bajofondo?

Venimos a presentar algo que quedó trunco. La vez pasada que estuvimos de gira fue justo cuando salió Aura. Cuando podíamos haber ido a tocar, se pudrió todo y como que retomamos desde ahí. Es un concierto con cuerdas, es muy lindo porque es distinto a lo que siempre hemos hecho. Lo hicimos solo una vez hasta ahora y va a haber alguna canción que no tocamos la otra vez, también los hits de Bajofondo, así que creo que va a estar muy bueno y las ganas que tenemos, sobre todo, de tocar después de dos años.

En 2017, por ejemplo, viniste a Uruguay en tu gira “Desandando el Camino”, ¿qué te hace querer venir a girar acá?

A mí me encanta Uruguay, es de esos lugares que adoro desde siempre. Me encanta la idiosincracia, la forma de ser uruguayo. Me siento muy agusto en Uruguay, es un lugar que me encanta y que me gustaría tener más tiempo para pasar por ahí. Creo que somos muy parecidos y somos realmente hermanos, tenemos peculiaridades y cosas muy típicas que son las que me atraen mucho, las que son bien diversas. Nosotros en Bajofondo decimos siempre que ese río nos une, a pesar de que digan que separa, para nosotros es como un puente de agua. Yo siempre digo, “vamo´ arriba, che”, ahí está la combinación de las dos cosas.

Viviendo en Los Ángeles hace mucho tiempo, ¿te has distanciado de las culturas rioplatenses o las tuviste siempre presentes?

No me puedo distanciar porque yo vengo de ahí, sería como distanciarme de mí. Hay gente que le pasa, que viene acá u otro lugares y se asimila tanto al lugar que pierde su identidad original. Yo siempre he sido de la onda de sumar, tu primera identidad es en tu casa, después ves quién sos vos en la cuadra, en el pueblo, en la ciudad, en la provincia, en el país, en Latinoamérica, en América y después en el planeta, todo eso es tu identidad. Va de lo más grande a lo más chico, pero es todo.

Entonces, ¿cómo me voy a olvidar del Río de La Plata? De ahí vengo, pero puede pasar. No me olvido y he hecho muchas cosas que tienen que ver con el sur y con ese lugar. El hecho de producir tantos discos como he producido allá, me da una conexión muy fuerte con ese lugar. Amo todo el sur y toda esa parte del mundo.

En Uruguay se ha criticado Rompan Todo por el poco espacio que se le dio en la serie, ¿qué reflexiones te merece esto?

Voy a aclarar un par de cosas. Primero, yo soy uno de los productores ejecutivos de la serie, no soy el productor, hay como seis. El productor principal es Nico Entel, que es un tipo muy capo. Además, dentro de los productores quizá yo soy el que tiene más visibilidad y soy el que se ligó los tomatazos, pero no importa.

Cuando la gente ha dicho que esto es un vehículo para que yo promocione las bandas con las que he trabajado, de los 90 artistas que aparecen en la serie, yo trabajé con 13 de ellos, nada más. Con todo el resto no trabajé.

Dos, en la serie lo importante era contar un poco la movida del rock regional con las bandas que realmente trascendieron de esa manera, regionalmente. Hay bandas que, de pronto, pueden ser muy grandes en un país, y hay bandas buenísimas que quedaron afuera como La Renga, porque son muy argentinas. Salís de Argentina y no es una banda tan conocida. El hecho de que se eligieran México y Argentina como lugares principales es porque son los dos polos del mercado más importante. No es una cuestión de elección nuestra, es una cuestión que también tuvo que ver con Netflix.

Por ahí tenés una banda como Los Prisioneros que regionalmente es enorme, llena estadios en Perú, en Colombia, en México. El único grupo que es enorme en un lugar y que no tiene tanta trascendencia afuera, pero que era inobviable son los Redonditos y no sabés lo difícil que fue que esté el Indio Solari. Solamente están porque él consideró que era una cosa importante para estar, si no ni estaría.

Después, lo que fue licenciar más de 160 temas. Hay músicos que se los buscó durante dos años y no respondieron, se los buscó y después se quejaron de que no estaban. Hay músicos que están ellos en el documental y su música no porque nunca se pudo arreglar con el manager, o porque pedían una suma exhorbitante de dinero. Había bandas que pedían el doble de lo que se le pagó a Soda Stereo, por ejemplo. No se pudo arreglar porque tenés un budget determinado. Todas esas cosas la gente no la sabe y que hacen un poco a la cosa.

Pero lo más importante de todo, para mí, es que se haya contado la historia contra la realidad geopolítica de lo que estaba pasando en nuestros países y que se abrió la conversación. Nunca pensamos que esto sea el único documental, para nada. Mucha gente que no sabía nada ahora está escuchando esta música y en la playlist que se hizo en Spotify están la Vela Puerca y el Peyote Asesino.

Y otra cosa, si yo produje algunos de los discos que fueron importantes dentro de la historia del rock en español, qué se yo, está más allá de mi. Igual ya sabés que cuando hacés algo de una envergadura así y tocás un tema así, van a venir. Lo importante es que abrió la conversación y que para mucha gente ha sido muy valioso.

¿Cómo creés que influíste tú en la música uruguaya? ¿Considerás que dejaste huella?

Creo que eso no lo puedo decir yo. Eso lo tiene que decir otra gente, no es que no lo puedo decir porque no lo quiero decir, es porque realmente no lo sé. No puedo dimensionar. Ojalá que algo de lo que haya hecho yo, o el trabajo que hice con las producciones, o lo que es Bajofondo, haya aportado algo. Pero no me siento capacitado para hacer esa observación.

Por Federica Bordaberry