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Gold: “Hay que planificar los días con autorregulación, empatía y familia-equipo”

El psiquiatra infantil dice que dominar estrés, autorregular emociones y apostar a juegos creativos son clave en cuarentena en familia.

16.04.2020 11:31

Lectura: 24'

2020-04-16T11:31:00-03:00
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Por César Bianchi


Imágenes de archivo / Montevideo Portal


Hace 20 años que el doctor Ariel Gold se dedica a la psicoeducación: esto es, tratar de explicarle a la gente cómo funcionan aspectos del cerebro vinculados a la interacción social y a las emociones, al convivir. Ex profesor adjunto de la cátedra de Psiquiatría Pediátrica de la Facultad de Medicina de la Udelar, Gold transmitió en esta charla algunos tips para convivir en armonía en cuarentena con niños y adolescentes, y sacar provecho de esta realidad inédita y no deseada que, para él, es "la tumba de los cracks".

El propio Gold y su esposa tuvieron coronavirus. Nunca supo quién se lo contagió, y hasta hoy no se explica cómo ese cansancio y fatiga que sintió, o la gripe con vómitos que tuvo su pareja pueden haber terminado en Covid-19, pero un test que no quería realizarse le dijo que sí lo tenía. Hoy reconoce que subestimó el virus, porque éste no tiene una sintomatología definida y clara.

Asegura que el primer error es obligarse a rescatar momentos de felicidad, pero repite algunas claves que -más que oportunas- están en su último libro: autorregular las emociones y las conductas, practicar la empatía y reconocer y dominar el estrés.

-¿Cómo nació su vocación por la psiquiatría infantil y adolescente?

-Primero tendría que decir cómo nació mi vocación por la medicina. Y fue por querer ayudar gente; pensé que la medicina era un camino interesante en ese sentido. Y me fui desilusionando por la forma de ejercer la medicina. Y yo soy médico, pero hablo de los médicos que hacen medicina somática. Me di cuenta que lo que yo hacía, cuando ejercí la medicina, era ayudar a la gente más entrando a las cosas a ver qué les pasaba todos los días. Ahí, entonces, se abrió el camino de la psiquiatría, y dentro de ello el tema de ayudar en la construcción del ser humano, en los primeros años. Eso me apasionó y ahí nació la psiquiatría de niños.

-¿Cuán usual, cuán frecuente, es que los niños estén medicados? O incluso, sobremedicados...

-No sabemos. Yo no conozco las cifras oficiales. Lo más interesante es tratar de entender cuántos están siendo ayudados. La medicación es una parte de la ayuda.

-Quizás era un temor infundado, pero veo que los adultos, y también los adolescentes, tomamos una píldora para cada cosa: un psicofármaco para dormir, otro para estar despierto, otro para no deprimirse, otro para bajar la tensión...

-No, no, no es para nada infundado ese temor. Mirá, la psicofarmacología es una rama fundamental de los psiquiatras de niños, pero los psiquiatras no somos los psicólogos que medicamos. Es una mala definición esa. Los psiquiatras somos médicos que tratamos de ayudar, y tenemos una herramienta que otros no tienen, que es la psicofarmacología. El problema es pensar que todo se arregla con psicofármacos. Yo fui durante años coordinador del curso de Psicofarmacología de la Facultad de Medicina de la cátedra de Psiquiatría de Niños (desde 1998 al 2010), y siempre decíamos: "Estamos en esto, no para medicar más, sino para medicar mejor". Esto es para tratar de ayudar, no es para que los niños estén más tranquilos, ni para que los padres puedan dedicarse más a sus cosas. Es para ayudar y hay situaciones que sin la medicación serían complicadas.

"Hay poblaciones hipermedicadas y otros sectores donde hace falta determinada medicación. Lo que tendremos que investigar cuando todo esto pase es por qué hay psicofármacos que han aumentado tanto su volumen de venta"

Para contestar tu inquietud: puede que haya zonas de nuestra comunidad donde los niños estén recibiendo medicación de una forma no adecuada, unos por demasiada, y otros por muy poca. Es decir, hay poblaciones hipermedicadas y otros sectores donde hace falta determinada medicación. Lo que es real -y tendremos que investigar cuando todo esto pase- es que hay psicofármacos que han aumentado su volumen de venta. El problema es que cuando pasa esto están mezclados los que se le dan a los niños y los que se le dan a los adultos. El caso más típico es la ritalina, que se le da a los niños que tienen problemas de atención, de control de sus impulsos, de la capacidad de autorregularse. Es un fármaco muy bien estudiado, muy seguro si está bien usado, pero mal usado es malo, como todo instrumento.

-La ritalina es una droga que muchos adultos suelen automedicarse y facilitarle a sus hijos, sin pasar por el tamiz de un profesional, ¿no es así?

-Absolutamente. Lo cual es algo rarísimo, porque en nuestro país si algo está controlado es la ritalina. La receta de esa droga es distinta a la receta del resto de los psicofármacos. Es una receta tremendamente controlada. Cómo hacen eso los adultos no lo sé, pero es real que hubo un aumento muy importante de venta de ritalina durante los últimos años, saltó una alarma de que estábamos hipermedicando a los niños. Lo que surgió de un estudio es que hace unos seis años se empezó a usar para adultos también, para poder concentrarse y mantener la atención. Antes se pensaba que era algo de los niños solamente. Pero había surgido una preocupación, porque las ventas se habían multiplicado por cuatro, y está bien que haya sonado la alarma, para investigar si realmente estamos usando bien el instrumento.

-Lo traigo a la coyuntura actual: la extensión de la cuarentena hace que haya que extremar la creatividad a la hora de la convivencia en el hogar de los adultos con los niños. ¿Qué recomendaciones puede dar, en este sentido?

-La gente dice: "Estamos en el mismo barco", y no es así. Estamos en la misma tempestad, pero cada uno tiene un barco diferente. Lo primero que tenemos que definir como padres es: mi situación, ¿es trágica o es una situación a afrontar? Y si no es trágica, pero es una situación a afrontar, ¿es una situación difícil, más o menos difícil o incluso, medianamente agradable? Entonces ahí las sugerencias son diferentes. Yo me voy a referir a este segundo escenario, el de una situación a afrontar (algunos la tienen más fácil, otros menos fáciles).

Algunos están viviendo situaciones realmente dramáticas, pero si yo estoy viviendo una situación difícil y la convierto en trágica en mi cabeza, mi cerebro actúa como si fuera trágico. Y el cerebro trágico, ¿sabés cómo actúa? Con lo que se llama modo de sobrevivencia y no de convivencia. Porque cuando vos estás en una situación trágica, la cosa es: como o no como, me salvo por la paliza que me van a dar con la violencia familiar que hay en mi casa o no me salvo, protejo a mis hijos o no. Todo eso es una situación trágica. Lo otro es: "Pah, qué macana, estamos todos juntos todo el tiempo, los chiquilines se pelean más, ya no sé lo que hacer". Yo me voy a referir a las situaciones controlables. Y ahí lo primero es decir que esta es una situación inédita donde nadie tiene experiencia. Es la tumba de los cracks. Uno lo que hace es extrapolar de otras situaciones y traerlos a esta. Porque ahora están todos juntos, en la familia, pero las 24 horas juntos, y durante un tiempo que no se sabe su duración. Esto sería un poco más fácil si dijeras: "Es hasta el 20 de abril". Pero no tenemos ni idea cuánto va a durar...

Por otro lado, hay una situación interesante y es que dentro de la cuarentena hay una situación de no obligatoriedad impuesta desde fuera, y esto baja el nivel de estrés. Yo no creo que el gobierno lo haya hecho por eso, pero es mucho mejor estar en un lugar donde vos elegís estar que en un lugar donde te obligan a estar. Cuando te obligan a estar, ya te metieron estrés. Porque si te prohíben algo, vos te las ingeniás para ver cómo zafar de eso. Lo bueno de esto es que a los niños les decimos: "Estamos acá en casa porque elegimos estar acá. Y esa gente que está paseando por la rambla, eligió mal". Mirá, yo estoy haciendo consultas por videollamadas y le dije a un niño: "Ahora te estás protegiendo, estás seguro en tu casa", y él, con 9 años, me dice: "Yo no estoy en mi casa solo para protegerme, estoy acá para proteger a los otros". Entonces después felicité a los padres, pero me decían que ellos no se lo habían dicho. Lo debe haber visto en la televisión...

"Cuando uno hace algo por el otro se desarrollan sustancias en el cerebro que son las endorfinas, una sustancia antiestrés. Las personas que hacen ollas populares están llenas de endorfinas. Es genial lo que hacen, para los demás y para ellos mismos"

"Le dije a un niño en consulta: ‘Ahora te estás protegiendo en tu casa', y él, con 9 años, me dice: 'Yo estoy en casa para proteger a los otros'. Felicité a los padres, pero ellos no se lo habían dicho. Lo debe haber visto en la televisión"

Pero volvamos a las recomendaciones. Primero, hacer lo humanamente posible. Ojo con: "Esta es la oportunidad para, ahora sí, tener una familia como hubiéramos soñado, porque antes no teníamos tiempo, y ahora tenemos mucho tiempo". Bueno, todo lo demasiado es una macana. Y esta es una situación que no es genial desde ningún punto de vista. Que la podamos aprovechar es otra cosa. Esto no va a favorecer a las familias que andaban más o menos y gracias a esto, ahora van a salir adelante. Segundo, acá es la oportunidad de enseñar a autorregularnos, a elegir los comportamientos no siempre en función de lo que queremos, sino en función de lo que hay que hacer. "El niño me joroba porque está jugando en un espacio donde no debe... y bueno, ahora le permito un poco más, pero no en este tiempo donde tengo teletrabajo y si él juega a la pelota, yo no puedo trabajar". Ahí es donde tenemos que desarrollar la autorregulación.

-Precisamente, usted ha hablado del mecanismo de "autorregularnos las emociones". Explíqueme mejor esto.

-Que el niño trate de elegir los comportamientos no siempre en función de las ganas o emociones profundas que tenga, sino de lo que conviene. Pero no podrá hacerlo, si los padres no están autorregulados. Cuando vos tenés un animal hambriento y está esperando agazapado que aparezca la gacela, ese animal no se está autorregulando, tiene un instinto. El ser humano puede tener emociones profundas, pero no actúa siempre en base a emociones. Elige los comportamientos. Yo ahora, como la entrevista es por Zoom y estoy en mi casa, puedo contestarte mientras me descalzo y me rasco el pie, pero si estuviéramos en persona yo no lo haría. Autorregularse es el uso de la libertad que tiene el ser humano para elegir los comportamientos, no siempre en función de las ganas que tiene. Las personas desarrollamos la capacidad de autorregularnos. Esta capacidad es la base de la convivencia. Y después hay un segundo mecanismo para poder convivir que es la empatía.

-Usted ha hablado de administrar el estrés. ¿Cuál es la clave para dominarlo?

-Primero, reconocerlo en uno. A veces uno dice: "¡Yo no estoy estresado! Simplemente me calienta que vos hagas tal cosa". El estrés se va metiendo en uno, y te genera irritabilidad, falta de concentración, te hace cometer errores más importantes y además, una posibilidad de que atribuyas al otro lo que te está pasando. Genera poca tolerancia con el otro. ¿Sabés qué hace el estrés? Hace que tu capacidad de autorregulación para convivir se transforme en capacidad solo para sobrevivir. Los sistemas de autorregulación -"me enoja eso que dice mi mujer, pero mejor se la dejo pasar para no tener un lío en casa"- no los tenés porque el estrés no te lo permite. Y bajás la capacidad empática. Y en sobrevivencia no hay empatía, es sálvese quien pueda. Entonces, lo primero es reconocerlo, y ver cómo le afecta a cada uno. Hay gente que habla de la rabia o la impotencia que tienen y se toman el estómago, otros se toman la garganta... Bueno, eso es importante porque si ves dónde está la emoción en el cuerpo, la podés agarrar a tiempo, antes de agarrarte a piñas con alguien.

-Los padres que trabajaban todo el día y estaban poco tiempo con sus hijos, ahora están demasiado tiempo en casa, compartiendo con ellos. ¿Esto supone un riesgo o es todo beneficio?

-Esto supone un riesgo si está mal administrado. Estar junto con otros, las 24 horas, es siempre un lío porque tenés que administrar tus emociones de una forma particular. Eso de por sí ya es estrés. Y el estrés es el gran enemigo de esos dos sistemas de autorregulación y empatía. Dado que estamos todos juntos bajo el mismo techo las 24 horas, tenemos que armar el día de tal manera que no estemos todo el tiempo juntos. Ahora, perder la oportunidad de tener momentos familiares es una macana. Lo bueno de tener muchos días es que probaste un día con una cosa y le erraste, tenés otro día para probar otra cosa. Cuando es un fin de semana, si le erraste, perdiste un fin de semana. Vos tenés que fijar lo laboral o académico de cada día, después el sueño y la comida, que tienen que estar regulados. El gran concepto acá es: no son vacaciones, pero tampoco es la vida normal.

-Usted ha hablado de hacer "un plan para cada día". Casi que me imagino la convivencia en el hogar con los niños como si fuera un trabajo más, que hay que desarrollar eficientemente y hacer que sea productivo...

-Cuando yo hablo de planificar cada día es para bajar el nivel de estrés, porque lo que vas a tener que planificar para hoy a las 19 es el 16 de abril, no el 17 ni el 18. No podés ser rígido y transformarlo en un cuartel. No debe ser estructurado. Pero tenés que tener una guía... Es como vos, tenés que tener la entrevista preparada, sino se te va a disparar para cualquier lado.

"Estar junto con otros, las 24 horas, es siempre un lío porque tenés que administrar tus emociones de una forma particular. Eso de por sí ya es estrés. Y el estrés es el gran enemigo de los sistemas de autorregulación y empatía"

Entonces, ¿qué le decimos a los padres? "Vos armás un esquema para un día, pero si salió mal o te generó estrés, para mañana 17 borralo, eso no va más, no lo repitas". Y capaz que te contesta: "Pero vos me dijiste que a las 21 tienen que estar durmiendo". "No, yo te dije 21 más o menos, puede ser 21.30, pero no a las 23". Es ensayo y error, pero con criterio, y respetando tres lineamientos: autorregulación, empatía y familia-equipo. O sea, acá es cuando los padres tienen la oportunidad -y en esto discrepo con algunos colegas-, yo creo que esta es la oportunidad para ver cómo me funciona el ser figura de autoridad nuevamente. Los padres se han desdibujado como autoridad. Vos como jefe de familia, o ambos padres, son los DT del equipo. Por eso hablo de familia-equipo. Los padres ponen las reglas y dirigen el equipo, y en la familia todos ayudan y todos reciben beneficios. Tienen que quedar claros los roles y las reglas de juego.

-Mucho se habla de "empatía". Parece una palabra de moda, y más con el advenimiento del coronavirus. ¿Cómo la podemos aplicar en el día a día?

-La empatía es el otro sistema que tienen los seres humanos para convivir. Para poder convivir, la autorregulación es fundamental, pero para que sea lindo estar con alguien, necesitás de la empatía. La gente define a la empatía como la capacidad de ponerse en el lugar del otro, y esa es una definición incompleta. Es ponerse en el lugar del otro y responder emocionalmente o con conductas a lo que el otro está necesitando. Yo puedo entender que una persona de avanzada edad no puede levantar una valija, pero si yo no tengo la intención de ir a ayudarla, no fui empático. La empatía es un aprendizaje social, nadie nace siendo empático. La empatía implica al otro y uno nace para sobrevivir, después aprende a convivir, y ahí vemos el rol de los educadores (de los padres primero y de los educadores formales después). La persona se conforma con los valores que va viendo a su alrededor. Si yo le hablo a mis hijos de que hay que ser bueno y solidario está bárbaro, pero si no lo demuestro, sirve poco. Ahora que tenemos tiempo, bueno, hay que desarrollar capacidades empáticas.

La primera es hacer algo que ayude a los otros. Por ejemplo, en casa distribuir determinados trabajos. Levantar las cosas que yo ensucié y ponerlas en la pileta es una tarea empática, pero es más empática todavía si llevo las cosas de mi hermano chiquito que todavía no puede. Es empático si yo tengo hambre, pero me aguanto a que todos estén en la mesa para empezar a comer y no me levanto de la mesa hasta que todos hayan terminado de comer. Esas son las básicas. Cuando esto no se da naturalmente, los padres deben persuadir a sus hijos para que las realicen. Al principio parecerá que es por presión de los padres, pero después lo harán solos y notarán que es placentero, porque cuando uno hace algo por el otro, se desarrollan determinadas sustancias en el cerebro, se activan determinadas neuronas, que son las endorfinas. Y esa es una sustancia antiestrés. Las personas que están llevado adelante las ollas populares están llenas de endorfinas. Es genial lo que hacen, genial para los demás y para ellos mismos.

-¿Es más fácil desarrollar la empatía en niños que en adolescentes, que se supone están en la suya, tienen sus propios intereses, son contestatarios?

-Es cierto, pero tienen desarrollados una forma empática particular que se llama de expectativas interpersonales, que es una parte del desarrollo moral, que implica que ellos son súper empáticos con sus pares. Para los adolescentes empezar a desarrollar la empatía en este estado de cuarentena, difícil... Por eso, con ellos hay que entrar por la puerta del costado. Que sientan que están ayudando en la casa porque ellos lo eligieron, porque fue idea de ellos colaborar de alguna forma. Por ejemplo, a un adolescente que estoy tratando -que estaba teniendo conductas no buenas- se le ocurrió hacer un campeonato de juegos no electrónicos el fin de semana. Y los padres le ponían palos en la rueda. Entonces le dije a los padres: "¡Acepten, jueguen! ¡tuvo una idea él!". Y jugaron. Fue una hora nomás, pero implicó actividad con el otro.

Y hay otra empatía, que no es con los míos, con los que viven conmigo. Ahí es fundamental recordar a los adultos mayores, a los viejitos, que no queremos que salgan. Es una llamadita de un minuto por día, eso hay que promoverlo en los adolescentes.

-¿Qué rol juegan las pantallas, las redes sociales, en esta pandemia? Porque antes parecían estar demonizadas por los adultos, y ahora se transformaron en un aliado...

-Bueno, te cuento: yo tenía agendado el 9 de mayo dar una conferencia para hablar de las pantallas, el impacto de las pantallas en el cerebro de niños y adolescentes. O sea, cómo inciden las pantallas en las dos funciones básicas del cerebro para convivir: la autorregulación y la empatía. Y de las cosas importantes que encontré es que el uso de videojuegos afectaría una zona del cerebro que está tremendamente vinculada a la capacidad de sentir complicidad por otro, tener lástima por otro, o tener ganas de ayudar a otro, que se llama ínsula. Es una zona del cerebro muy poco estudiada y parece que hay estudios que muestran que el uso excesivo de juegos estaría afectando las neuronas que forman parte de la ínsula. Leí en la letra chica eso y me fui a buscar artículos que avalan esto. Entonces, cuidado con el exceso de pantallas. Para mí, YouTube es lo más grande que hay, pero -otra vez- bien usado, porque los youtubers le están enseñando a algunos de mis pacientes cosas horribles, que apelan a la autodestrucción... ¿Cuál es el punto? Que los padres no tienen control sobre las cosas que ven nuestros hijos. La educación de nuestros hijos está tercerizada por estructuras que no podemos controlar. Ahora, con el uso que tienen los niños del celular y las redes, los padres no tienen ni idea quiénes les enseñan cosas a sus hijos.

Entonces, si tus hijos en lugar de arraigar valores como solidaridad, empatía, solidaridad te dicen que lo más importante es ser egoísta, ser el 1 y además tener éxito, y no ser feliz, eso se los enseñan otros, y vos padre no tenés ni idea. Ahora es la oportunidad de ver películas juntos, y que no sea la pantalla del celular, sino algo que todos podamos ver lo que el chico está viendo.

"Cuando uno hace algo por el otro se desarrollan sustancias en el cerebro que son las endorfinas, una sustancia antiestrés. Las personas que hacen ollas populares están llenas de endorfinas. Es genial lo que hacen, para los demás y para ellos mismos"

Las pantallas son una bendición ahora. Imaginate esto mismo que estamos viviendo sin las pantallas. No podríamos pedir ayuda. Pero además hoy las pantallas le están dando a los chiquilines posibilidad de vincularse con sus pares hoy. Usamos las pantallas para que los chiquilines nos dejen tranquilos, y poder usar las nuestras. Una esperanza que yo tengo es que cuando todo esto pase, los chiquilines se harten de las pantallas y pidan para jugar a la pelota afuera o salir al barrio a jugar al ring-raje. Que se empachen de pantallas, y no quieran saber nada de ellas... pero creo que es una ilusión ridícula mía.

-Hace un año usted publicó el libro Con-vivir. Claves para enseñar a nuestros hijos y alumnos a usar bien su libertad (de editorial Planeta). ¿Algunas de estas claves ganan más vigencia en este nuevo escenario de confinamiento en el hogar 24/7?

-Ahora tienen más vigencia que nunca. Si parece que lo hubiera escrito pensando en el Covid-19... Los tres primeros capítulos son la base de lo que yo pongo como ideas fuerza fundamentales, que son autorregulación, empatía y estrés. Ahí se explica con detalle lo que es cada uno de estos. Y al final de cada uno de estos tres hay 10 sugerencias, o sea, 30 sugerencias. La profundidad está en los capítulos. Claro que yo no imaginaba el confinamiento, pero pensaba en familias con alto nivel de estrés o bajo nivel de autorregulación. Cada capítulo tiene viñetas de personajes reales, sin identificarlos. Después tenés claves de cómo convivir en casa desarrollando habilidades sociales y comunicación. Lo que los padres me decían antes era: "Necesito tiempo para poner todo esto en práctica". Bueno, ahora lo tienen.

-El exceso de información y el estar sabiendo de situaciones dramáticas en otros países como Ecuador, España o Italia puede llevar a cierta psicosis y a despertar miedos. ¿Cómo podemos lidiar con los miedos de los más chicos, que ahora no se pueden juntar con sus amiguitos?

-En los chiquitos, hay que filtrar y no darle toda la información. No barrer bajo la alfombra de las emociones, sino hablar de ellas, validar el miedo, validar todas las emociones. Siempre es: "entiendo que te sientas de esta manera". Esa es la base de la empatía. No es: "¡Nada que ver! ¿Cómo vas a tener miedo si sos grande?". Hay que diferenciar los miedos que nos ayudan y los miedos que nos perjudican. Los miedos que nos ayudan nos hacen alejar del peligro real. Gracias al miedo yo hoy me lavo las manos más que antes, gracias al miedo es que trato de usar tapabocas. El problema es la intensidad del miedo. Si el miedo es exagerado pasa a ser pánico, y ahí ya no ayuda nada. En los chicos, entonces, filtrar la información. En los otros, da para preguntar "¿qué información manejás?". Porque "si tenés tanto miedo, quizás manejás información que yo no manejo", Y desde cuarto o quinto de escuela hablar de lo que ustedes los periodistas llaman fuentes confiables. "Mirá, tal cosa no es cierta, no hay ninguna evidencia científica, es un bolazo de las redes sociales".

-¿Hay juegos didácticos que usted recomiende para nutrir mejor el ocio en el hogar?

-Todos los que sean de construir. Saquemos lo electrónico, por favor. Lo electrónico lo tacho. Es la gran oportunidad de hacer cosas con la mano. Unos padres fueron a comprar unos juegos de mesa, y los niños se pudrieron. Les sugerí empezar por el ludo y quisieron ir a comprarlo. Les dije: "No, hagan ustedes el ludo, de forma casera". Juegos de armar, todos; juegos de competencia donde haya que esperar un turno, donde se puedan frustrar, donde la suerte y la habilidad jueguen.

-Usted se contagió de coronavirus. ¿Cuáles fueron sus síntomas? ¿Fue como una fiebre o gripe más?

-A mí me dieron el resultado positivo del test el 30 de marzo. A mi mujer el 25. Lo mío fue una gripe común y corriente con la cual yo hubiera ido a trabajar si no hubiese sido una pandemia, con un cansancio importante, eso sí, que no tuve con otras gripes. No tuve dificultades respiratorias. Y sí perdí el gusto (sobre todo el salado), eso fue claro. Y ahí noté un signo de mejoría, porque un día empecé a sentir nuevamente el gusto. Yo estoy en cuarentena desde el 18 de marzo. Y desde el 30 de marzo me pidieron que me guarde por 15 días (desde el diagnóstico) y 15 días más para cubrirnos.

-¿Tuvo miedo?

-De ninguna manera. Primero fue incredulidad... ¿Sabés por qué me hice el test? Tuvimos una discusión amistosa con los hijos de Irene, mi pareja. Yo entendía, como médico, que era ridículo hacerme el estudio. Porque lo que tenía su mamá era fiebre y vómitos, nada respiratorio. Yo ni fiebre tuve. Y mi razonamiento médico me decía que a un paciente así no se le hace un test. Entonces, ¿qué hice? Llamé a un médico de la mutualista de ella, y opinó lo mismo: que no ameritaba hacer un test. Pero los hijos de ella insistieron, entonces para demostrarles que no era coronavirus, me hice un test... y me dio positivo. Me lo hice para bajar la ansiedad que el tema estaba generando en los hijos, yo estando convencido de que no tenía nada. Pero tuvieron razón ellos.

"Hay que diferenciar los miedos que nos ayudan y los miedos que nos perjudican. Gracias al miedo yo hoy me lavo las manos más que antes, gracias al miedo trato de usar tapabocas. El problema es la intensidad del miedo"

-¿Qué aprendizajes saca de haber tenido la enfermedad? ¿Subestimó el coronavirus?

-Absolutamente. La sintomatología es distinta, no hay una sintomatología clásica... Cuando a nosotros nos dieron el diagnóstico, había unas 200 personas que en Uruguay sabían que tenían Covid-19. Y no me cabía en la cabeza que mi mujer y yo fuéramos dos de 200. Y lo que empecé a pensar con más conocimiento de causa es que mucha gente debe haber tenido Covid positivo sin que les haya pasado nada.

-¿Y supo quién los contagió o se imagina?

-No tenemos ni idea. Alguien que andaba por ahí... Posiblemente hay más gente contagiada, y esto tiene que ver con eso de abrir el grifo de a poco, para ir quedando inmunizados, si es que quedamos inmunizados... Y te cuento algo interesante: ayer me contactaron de la Cátedra de Inmunología de la Facultad de Ciencias, la Facultad de Ciencias y el (Instituto) Pasteur para pedirme plasma, para estudiar los anticuerpos que se están generando por esto. Y yo por supuesto, lo voy a donar y mi pareja también.

-¿Cómo podemos hacer para rescatar pequeños momentos de felicidad en estos días?

-Primero, no obligarse a rescatar momentos de felicidad. Cada uno tiene que hacer lo que pueda hacer, lo que humanamente le haya tocado hacer. Pero sí transmitirles a nuestros hijos que el aquí y ahora es fundamental, y hay algo básico que es la gratitud, si no estamos en una situación trágica. Si no estás en una situación trágica: sos un afortunado. "Mirá lo que me podía haber pasado y no me pasó, porque no estoy pensando en cómo hago para darle de comer a mis hijos esta noche, entonces, soy un afortunado".

Por César Bianchi