Fumar con el Perro Verde y el “No sea nabo”: entrevistas a Mujica antes de la presidencia

José Mujica asumió la presidencia de nuestro país en marzo de 2010, y comenzó entonces a construirse a escala internacional —y contra su voluntad— la leyenda del “presidente más pobre del mundo”.

Su VW Fusca, la lisiada perra Manuela y el batiburrillo de la sala principal de su chacra se convirtieron en imágenes icónicas que recorrieron el planeta. “Mujica se convirtió en el uruguayo más viral de la historia, y nunca tuvo siquiera una casilla de correo electrónico”, recordaba ayer el historiador Gerardo Caetano, entrevistado en Canal 10.

Sin embargo, a escala nacional Mujica ya era un fenómeno de popularidad —alabado y denostado— desde mucho antes. Asimismo, en el ámbito de la cultura y la política también había quienes lo seguían desde afuera.

Buen ejemplo de ese temprano interés foráneo en Mujica es la entrevista que en los años 90 le realizara el recordado periodista español Jesús Quintero, fallecido en 2022, en su famoso programa El perro verde.

“Y volvió el silencio. Mi padre, Jesús Quintero, entrevistó a Pepe Mujica en los 90. Dos locos cuerdos, que nunca se dejaron dominar por el miedo. Adiós, Pepe”, escribió en X Lola Quintero, hija del comunicador.

El diálogo que protagonizaron entonces Mujica y Quintero es digno de figurar en los anales del reportaje, e imposible de replicar en la actualidad. No solo por la obvia razón de la ausencia física de los protagonistas, sino por el curioso formato —o la deliberada ausencia de este— que solían tener las notas de Quintero. En el plató sevillano de TVE, el líder tupamaro y el reportero español dialogaron con libertad y sin agenda, entre humo de cigarrillos, sin prisas y dándole al silencio unos tiempos impensables en la televisión de hoy.

“Mujica, ¿quiénes son los enemigos de la vida?”, preguntaba Quintero, una interrogante filosófica, lírica quizá anacrónica en el periodismo actual.

Tras una larga pausa entre las volutas del humo, Mujica respondía. “Los miedos que llevamos adentro. Miedos a no tener, miedos a ser pobre, miedos a la incertidumbre. La acumulación genera miedos. Cultura del miedo”.

“No sea nabo”

La frase fue pronunciada durante una entrevista de Mujica con el periodista Neber Araújo, y sugiere una hostilidad que en realidad no primó durante la charla, que fue intensa, pero también cordial.

La entrevista fue el 10 de octubre de 2003 en el programa Agenda confidencial, que Araújo conducía en la pantalla de Canal 12.

Desde los primeros escarceos, ambos interlocutores —veteranos de tales lides— apuntaron maneras, con un Mujica definiéndose abiertamente como anarquista.

“Cuando el movimiento tupamaro tomó las armas, querían el poder. Hoy por las vías de las urnas, ustedes quieren el poder. No me tome por ingenuo”, le dijo Araújo.

“¿Qué va ser ingenuo, usted?”, respondió Mujica, para luego añadir el primer comentario picante de la noche: “Usted fuma adentro de una garrafa”. Poco después, Araújo se despacharía con un extensa pregunta-afirmación sobre temas agropecuarios, y llegaría la ahora famosa réplica de Mujica.

“¿Qué es el Frente Amplio? ¿Quiere más Estado? ¿Va a privatizar? ¿Va a asociarse con capital privado y lo va a dejar sacar rubro porque, si no, no entra? ¿Se va a modernizar el país por ahí? ¿Cómo lo van a hacer? ¿Cómo va a hacer con la vaquita, la lanita y unos granos?”, inquirió el reportero.

“Es lo único que está creciendo”, respondió el entonces legislador. “No desprecie, que lo único que camina es eso. ¡No sea nabo! Eso es lo que marcha”, agregó.

La exclamación de Mujica tomó por sorpresa al comunicador, que, entre divertido y picado, acusó el golpe y siguió adelante.

“Escúcheme, se lo tolero porque tiene más canas que yo. Pero le voy a decir una cosa: los primeros que odiaron las vacas fueron la gente de izquierda. Aquí había la exposición del Prado y eran los galerudos y los botudos que venían... la izquierda los acusaba de eso. Yo vengo del campo, no repugno de eso”, afirmó Araújo.

“No, usted viene de Melo”, replicó Mujica, en el entendido de que ser de una ciudad del interior no otorgaba credenciales de hombre campo. A continuación, le pidió a su interlocutor que le mostrara las palmas de las manos y, tras verlas, dictaminó: “Usted nunca cruzó un alambre”.

Luego, y a pesar de algunos otros momentos en los que la tensión pareció subir, el intercambio se cerró con sonrisas y un brindis.