Encontrar en la playa pequeños animales, como cangrejos y almejas, es cosa frecuente. En esos casos, una recomendación sensata es evitar tocar a estas criaturas. Por el bien de los ecosistemas y —tal como en el presente caso— para preservar la propia integridad física.
Así lo comprobó en mano propia el brasileño Rafael Marchezetti, de 29 años, amante de la fauna y que publica en redes sociales sus safaris de imágenes.
Recientemente, Rafael vivió una experiencia inolvidable —y dolorosa— mientras se encontraba en su casa de playa en la localidad de Peruíbe, en el litoral del estado de San Pablo.
Durante un paseo por la orilla, el joven divisó un animal e intentó devolverlo a lo profundo del mar. El bichito en cuestión no había pedido ayuda ni estaba dispuesto a ser manipulado, y lo demostró claramente con un rudo golpe.
“Creí que era un camarón pistola, pero se trataba de una langosta boxeadora”, dijo.
La langosta boxeadora (Odontodactylus scyllarus) es una maravilla del reino animal. Tiene un “golpe” de más de 80 m/s, que es, nada menos, el golpe más rápido registrado de cualquier animal. La aceleración es similar a la de un disparo con una bala calibre 22.
Su martillo, diseñado para romper valvas de moluscos, ha demostrado ser capaz de romper los vidrios de las peceras.
“Es fuerte. No me hizo daño, pero es muy fuerte. Se soltó con mucha facilidad; parecía un animal mucho más grande”, valoró Rafael.
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