El nuevo aumento de los aranceles a los productos chinos impuesto por el presidente de Estados Unidos Donald Trump, del 125 %, se suma al 20 % ya vigente desde principios de marzo, implementado en el marco de la lucha contra el tráfico de fentanilo, y se añade a los gravámenes ya existentes desde antes del retorno de Trump a la presidencia. En conjunto, la carga impositiva sobre los productos importados desde China alcanza un nivel sin precedentes en la historia reciente de la relación bilateral.
El decreto también confirma la pausa en algunas tarifas aduaneras aplicadas a otros países, aunque no se detallan en el texto oficial qué naciones o sectores se verán beneficiados por esta suspensión.
Un nuevo capítulo en la guerra comercial
La decisión refuerza la postura proteccionista de la actual administración y marca una nueva escalada en las tensiones comerciales entre Washington y Pekín, en un contexto en el que Estados Unidos busca reducir su dependencia de productos clave provenientes del gigante asiático y presionar al gobierno chino en temas de seguridad, producción de drogas sintéticas y competitividad tecnológica.
China aún no emitió una respuesta oficial, pero se prevé que el aumento genere represalias comerciales, como ya ocurrió durante la primera presidencia de Trump.
Economistas y analistas advierten que la medida podría tener efectos colaterales sobre los consumidores estadounidenses, que podrían ver aumentos de precios en bienes de consumo, así como sobre las cadenas globales de suministro.
Con información de agencias.
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