¿Cuándo comenzó su gestión en la Presidencia del Frente Amplio?
En el preciso momento en que Vázquez fue electo presidente de la República, en octubre de 2004. Él renunció a la presidencia del FA y asumí en mi condición de vicepresidente, que había comenzado en 2001. En ese período la tarea más importante que tuve fue la que estatutariamente establecía la responsabilidad del funcionamiento interno del Frente; Finanzas, Organización, Propaganda, Interior, todo eso. Simultáneamente estuvo el plebiscito por Antel y posteriormente el de ANCAP, todas esas fueron tareas propias de la vicepresidencia. Fue un periodo muy fermental porque todavía no éramos gobierno y lo importante era coordinar con todos esos organismos. Fue muy gratificante porque todos colaboraron muchísimo. Al asumir la vicepresidencia, las finanzas del Frente eran muy comprometidas, había importantes deudas con medios de comunicación por la campaña de 1999 y en esas condiciones hubo que ir llevando al FA a una nueva instancia electoral. Tabaré me pidió que tomara la conducción del comando electoral.
¿Cómo superaron esos problemas financieros?
Con una inmensa austeridad en el manejo de los recursos. La presencia de Tabaré hacía ver que era un candidato fuertísimo que aseguraba que se iba a obtener el financiamiento por voto y eso dio crédito. Si se comparan las cifras de inversiones que hizo el Frente Amplio respecto a la que hicieron los partidos tradicionales es mucho menor. De ahí la importancia que jugó el movimiento, las bases. porque hasta se racionaba la cantidad de pintura o las balconeras que se entregaban a los comités. Es importante lo que se invierte en comunicación pero es muchísimo más lo que se puede lograr con el trabajo de la gente, porque transmite algo diferente. Lo que no teníamos de minutos en la televisión, lo teníamos de horas en la calle.
Antes de la campaña electoral tuvimos que salir a obtener financiamiento para pagar los sueldos del reducido personal que trabajaba en el Frente. Eso creó una cultura de la austeridad, que nunca había visto en mi vida profesional y académica, limitando en las cosas más elementales y eso se mantiene ahora como una virtud. Es un manejo muy responsable.
Cuando ganó Tabaré Vázquez se produjo cierto vaciamiento en el Frente Amplio, dado que los cabezas de lista comenzaron a trabajar en el Poder Ejecutivo.
Yo mismo pasé a tener un doble despacho, uno en la Presidencia del FA y otro en el Hotel Presidente por el Ministerio de Educación y Cultura y ahí había que aprender cómo un Ministerio de Educación, tenía poco o casi nada que ver con la Educación, y era de Cultura, de DDHH, de Justicia, de Ciencia y Tecnología. Todo eso había que organizarlo. Ahora ¿qué pasó en el FA a partir del momento en que se llegó al gobierno?.
En la historia de los 40 años del FA, que yo la llevaría a la gestación, del FIDEL, de la Unión Popular, la unión sindical, el movimiento estudiantil, la creación del PDC, hay una primera etapa en la que el FA es una fuerza de confrontación a la dictadura y defensa de los DDHH que se extiende hasta el período en el que el FA vive en la clandestinidad.
Luego se vuelve a la democracia y el FA es una fuerza política de construcción democrática y asume la posición de oposición responsable y un último período que empieza cuando se ganan las elecciones nacionales. Allí el FA deja de ser un partido de oposición y pasa a ser responsable del gobierno, lo que había sido uno de los objetivos se había logrado y hay un cambio sustancial de responsabilidad y ahí es cuando asumo la Presidencia, coincide exactamente.
En ese momento, la relación fuerza política - gobierno era un tema que estaba arriba de la mesa o fue un problema que fue apareciendo después.
Estaba arriba de la mesa y Tabaré formó un grupo de trabajo que comandaba Bonomi que justamente fue sobre relación fuerza política, gobierno y militancia. Sabíamos que era un tema absolutamente central. Pero una cosa es saberlo y otra llevarla a la práctica, cómo cambiar el chip de oposición y ponerse el chip de ser parte del gobierno. Éramos lo que antes con cierto desprecio llamábamos oficialismo. Era aceptar eso.
Lo que estaba realmente en juego era la unidad, la credibilidad y la gobernabilidad. La unidad de cualquier trabajo conjunto de gente que proviene de diferentes orígenes. Cuando se tiene un objetivo único se van dejando de lado las discrepancias, pero cuando llegás al momento de tomar decisiones, ahí surgen las discrepancia que ya no son ideológicas sino que son pragmáticas, hay que decidir ahora sobre tal cosa y lo que era una virtud del Frente -que era el debate sobre cualquier tema- empezaba a no ser totalmente viable para gobernar. El objetivo fundamental que me puse como presidente fue el evitar que se debilitara la unidad.
El segundo paso era cómo dar gobernabilidad, cómo participaba la fuerza política y la militancia en una tarea de apoyo al gobierno, control del cumplimiento del programa y a veces en aspectos que iban surgiendo, que eran imposibles de prever.
Da la sensación de que al compatibilizar la tarea de la presidencia del FA con la de un Ministerio se subestimó el papel de la fuerza política.
Todo lo contrario. Ahí entra el tema de la credibilidad ¿Cómo lograr la comunicación entre el gobierno y la fuerza política, de una manera que fuera creíble, veraz y eficiente? Tabaré tomó una decisión extremadamente valiosa; poner en el Consejo de ministros a los cabezas de lista. Al principio comenzaron las reuniones individuales, teníamos media hora cada uno con el presidente, eso duró un mes o dos. Después Tabaré dijo que iban a ser todos juntos, fue una cosa brillante. Todos los integrantes del Consejo de ministros teníamos la visión de todo lo que estaba pasando, todos escuchábamos los temas fundamentales de cada uno y uno de esos ministros era el presidente del Frente Amplio. Esa información que se daba al mediodía, a las tres de la tarde la recibía la fuerza política. Por supuesto que había cosas que no podían tomar estado público pero en lo sustancial yo hacía un informe a la fuerza política que ese mismo día era informado a todas las estructuras, a todos los grupos políticos.
Tenía a que priorizar. Algunos temas Tabaré me decía, “esto Jorge la fuerza debería verlo”. Era unos minutos, el tiempo que me llevaba ir a mi casa a almorzar y ya se planteaba a la mesa política la problemática, esto ahorró una inmensidad de problemas, la fuerza política estaba informada. El éxito del FA como gobierno pasó en medida importante por esa forma de organización y eso ya no existe en el segundo período de gobierno.
¿Qué ocurrió? ¿Cambió la forma de comunicación?
No se lograron crear los mecanismos. A la semana de asumir el nuevo gobierno me reuní con el presidente José Mujica y le pregunté cómo íbamos a lograr la forma de comunicación. Ahí el presidente manejó algunas posibilidades que podían ser pero ninguna de ellas funcionó y el hecho es que la fuerza política pasó a tener una información mediatizada. Ahí se crearon estas dificultades que después existieron, con el papel que tiene la fuerza política.
¿Cuáles fueron los momentos más difíciles durante el primer período? Hubo críticas del PCU a la política económica de gobierno, el veto de la legalización del aborto, por ejemplo.
Hubo tres momentos más importantes que esos. Uno fue el Tratado de Libre Comercio. Si bien el tema del veto, fue un enfrentamiento entre posiciones de la fuerza política, recordemos que la fuerza política como tal dejó en libertad de acción a todos sus dirigentes. El TLC con Estados Unidos, fue realmente importante, el debate caló hondo. Si tengo que mirar en el quinquenio y decir cuál fue el más duro, fue ese, y se zanjó con la inteligencia y capacidad del presidente en ese momento, se salió por el TIFA que se analizó fuertemente en la fuerza política.
Visto lo que pasó en 2008, Gargano salvó al país.
Fue la única vez que yo le dije a Tabaré “la fuerza política no va a apoyar esto”, y yo mismo no estaba de acuerdo, por mi experiencia que venía como rector de la Universidad y mi conocimiento en la unión de universidades de América Latina, lo que representan los tratados de libre comercio, que van unidos a una serie de compromisos que asumen los países con organismos internacionales que tratan temas vinculados a la soberanía. Le hice saber al presidente mi posición, no porque el presidente del FA tenga que hacer pesar su posición, porque creo que debe ser un voto más y nada más. Le dije cuál era mi posición y cuál iba a ser la posición de la fuerza política. ¿Cómo lo tomó?
Él lo tomó muy bien, tan bien lo tomó que le encontró solución. Un presidente no tiene las iniciativas en todo. Esta fue una iniciativa que vino fundamentalmente del Ministerio de Economía. Se analizó, y los argumentos no se los di yo solo. Otro tema fue la Reforma Tributaria que representó una inmensidad de horas de trabajo para lograr conformar las diferentes visiones que había pero manteniendo la línea fundamental de la propuesta del Ministerio de Economía. Nos reunimos con todos los partidos tratando de ver dónde estaban los puntos de coincidencia hasta llegar a armar una propuesta que de los 23 puntos que estaban en conflicto, 17 se llegó acuerdo.
Hoy en día sigue siendo un pilar de nuestros gobiernos. Algunos querían profundizar más en un sentido, otros demostraban con razón que todavía no estaban dadas las circunstancias. Hoy con los resultados de la economía podemos decir que se podría haber sido más osado pero en aquel momento no se tenía la bola de cristal.
El tercer tema importante que fue una crisis casi de nacimiento fue el 4.5% del PBI para la educación. Esto fue cuando estuvo a punto de renunciar el ministro de Economía, de hecho una noche estuvo renunciado. El gobierno se había comprometido- y yo defendía eso de manera muy firme- al 4.5% del PBI y en el presupuesto no aparecía, ni se veía que hubiese un compromiso en todo el período de gobierno. Eso llevó a una situación en la que en una noche, el ministro de Economía renunciaba y a la mañana siguiente se zanjó introduciendo en la exposición de motivos una frase que establecía el compromiso del 4.5% en el período.
¿Cómo se resuelven estas cosas?
Se hacen varias llamadas. En esa situación en particular, participaron Lescano, Mujica, yo hablé con miembros del Ministerio de Economía varias veces y también Tabaré. Era una instancia en que Tabaré estaba muy firme porque él se había jugado.
Si fue un error o no que se hubiese dicho es una cosa, el tema era que se dijo, estaba en el programa, no era cuestión de ignorarlo. Cuando el presidente dio el apoyo y dijo que tenía que ser así, entró en juego la renuncia de Danilo.
¿Se llamaba a Astori para convencerlo de que no se fuera?
O convencerlo de que eso iba a ir así, aunque se fuera. No podés tomarlo como “ah, Danilo quedate”, si no como “esto va”.
Hacía tiempo que se quería ir de la Presidencia del FA. ¿Por qué se mantuvo en el cargo tanto tiempo sin querer estar?
No es ni tan, tan; ni muy muy. En 2007 hice mi discurso de despedida en el Plaza. Fue muy emotivo, recibí el cariño de mucha gente y me fui. Había cumplido el objetivo que nos habíamos planteado, que era lograr pasar de ser una fuerza de oposición a ser una fuerza de gobierno y se sumaba una cosa más: una metástasis pulmonar de un tumor de Colon. O sea que no se estaba despidiendo sólo del FA.
Ya no podía seguir, familiarmente, tenía que operarme y tuve una resección de parte del pulmón derecho. Ya me iba, y me despedí. Salí del Victoria Plaza muy emocionado y me fui para mi casa, pensando que el Congreso que empezaba al día siguiente iba a elegir al nuevo presidente. El Congreso se declaró incapaz de elegir, entonces yo seguí. Me propusieron de vuelta y yo dije “hasta 2009”. No es que no quisiera; afortunadamente la operación fue buena y pude hacer vida normal, en mi salud personal ya van cinco años en los que no apareció más nada. No es verdad que yo me quedé a contrapelo, pero tampoco es verdad que traté de quedarme, quería ceder a otro que viniera, esa era la lógica.
Se debe perder la paciencia en la presidencia del FA
Lo que pasa es que es una responsabilidad inmensa, es una fuerza que está cambiando el país. Es una fuerza política que llega a tener casi consenso de credibilidad a nivel mundial, que se mantiene en el gobierno, que durante 41 años no deja de ser una coalición y sin embargo sigue creciendo, es una experiencia estupenda.
¿Qué lectura hace sobre el hecho de que no se haya llegado a un nombre de consenso para la Presidencia del FA?
Es una realidad, hay que respetar que el FA es una coalición de partidos y cada uno mantiene su identidad. Yo tuve una discusión en ese sentido, porque había quien entendía que la presidencia del Frente debía mandar e imponer una línea política y yo creo que eso sería el principio del fin del Frente.
¿Ese riesgo no se corre ahora, cuando el presidente es un representante de un partido político?
El desafío que tiene Mónica Xavier es mantener la confiabilidad de la ecuanimidad en la vida del Frente, que no representa a un partido político, sino que representa a todo el FA, que fue lo que tenía Seregni, Tabaré y lo logré yo, que tenía una posición totalmente independiente de todo los sectores. Es un desafío que me consta que Mónica lo conoce, lo enfrenta y lo supera.
¿Qué le recuerda esa fotografía de Carámbula, Mujica y Astori, durante las elecciones internas?
Esa foto representa una decisión política exitosa, así como hemos tenido decisiones nulas o negativas esta fue realmente exitosa, porque por primera vez íbamos a tener una campaña política con tres candidatos y esto ponía en tela de juicio la unidad. La demostración de unidad era el candidato único.
¿Usted ayudó a convencer a Carámbula para que se largara?
No, entendí que era positivo, pero eso fue mi posición personal. Marcos marcaba una línea de unidad frenteamplista y el que se saliera de esa línea iba a quedar en offside, su discurso, el manejo de los principios de alguna manera marcaba la cancha. ¿Cómo evitábamos las divergencias?
Habían empezado a aparecer algunos artículos en la prensa, muy duros, que enfrentaban duramente al otro candidato. Yo planteé que hubiera una campaña institucional obligatoria que cada diez días junte a los candidatos con la presidencia del FA en todo el país. Yo abría hablando de la unidad y después seguían ellos rotando; eso los obligó a estar, enfrentados a la población y a la prensa, cualquier cosa que dijeran “este es un chanta”, salía en la prensa del día siguiente, los obligaba a estar juntos y fue muy positivo, fue lograr que la gente viera una forma diferente de hacer política. Los que están compitiendo son compañeros, tienen los mismos principios y sea quien sea que gane los demás van a estar atrás de él.
En su caso tenía que dar un discurso bastante difícil de creer Sí, en el exterior no lo pueden entender. Pero llegás a esa conclusión realmente; yo quiero ser candidato, pero si yo no voy a ser, va a ser él, que es mi compañero.
¿A quién voto en esas internas?
A una persona del Frente.