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Internacionales

Por The New York Times

En la devastada Nikoláiev, los ucranianos buscan informantes

Arrestan a los ciudadanos que simpatizan con Rusia y que ayudan a su Ejército al proporcionar información.

09.08.2022 14:34

Lectura: 6'

2022-08-09T14:34:00-03:00
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Por The New York Times | Michael Schwirtz

NIKOLÁIEV, Ucrania — La ciudad asediada de Nikoláiev salió el lunes de un confinamiento de 54 horas durante el cual agentes fueron de puerta en puerta en busca de presuntos colaboradores, responsables de ayudar a las fuerzas rusas a identificar objetivos para los misiles que impactan a la urbe día tras día.

El gobernador de la región de Nikoláiev, Vitaliy Kim, declaró como un éxito esta operación drástica (que cerró la ciudad, pues evitó la entrada y salida de los residentes). Kim señaló que se arrestó a cinco personas y se confiscó una gran cantidad de armas y dispositivos de comunicación, aunque no brindó detalles.

En un mensaje en video emitido el lunes por la mañana, Kim mencionó: “Disculpen la incomodidad del fin de semana, pero valió la pena”.

“No se disparó contra ninguna persona rusohablante”, agregó.

Según el gobernador, la necesidad de erradicar a estos colaboradores ha sido de suma importancia en Nikoláiev. Pocos lugares en Ucrania han experimentado el tipo de bombardeo incesante de fuego ruso que ha sufrido esta ciudad en la costa sur. Desde que la guerra comenzó hace casi cinco meses y medio, apenas ha habido dos docenas de días libres de violencia.

Los ataques han destruido alrededor de 1200 casas y edificios de apartamentos, según el alcalde Oleksandr Senkevych. Aseguró que, desde que la guerra comenzó, 132 residentes han muerto y más de 619 han resultado heridos debido a ataques rusos.

Entre la devastación, algunos residentes afirmaron que la búsqueda de colaboradores trajo algo de alivio, a pesar de la inconveniencia.

Valentina Hontarenko, de 74 años, quien vendía “kvass”, una bebida popular elaborada a base de pan fermentado, en un kiosko, comentó: “Nos tranquilizó un poco. Preguntaron sobre nuestras conexiones con Rusia. No tenemos ninguna”.

Durante el cierre de la ciudad, agentes fueron de puerta en puerta y pararon a personas en la calle, revisaron sus documentos y sus celulares en busca de evidencia de que se podrían estar coordinando con fuerzas rusas. Un video de la operación dado a conocer por autoridades locales muestra a agentes examinando computadoras y mensajes de texto en celulares.

En la captura de pantalla de un intercambio de mensajes de texto (cuya autenticidad no ha sido confirmada) alguien con el nombre de República Popular de Nikoláiev describe un área del poblado como llena de equipo y elementos militares. La respuesta: “Envía las coordenadas”.

Nikoláiev es una ciudad que en su mayoría habla ruso y que, antes de la guerra, tenía una población de casi 500.000 habitantes. Desde los días de la Rusia imperial, ha sido un centro importante de construcción naval y era sede de las principales universidades de la Unión Soviética especializadas en esa profesión. Es la ciudad que construyó el buque de guerra Moskvá, el famoso navío insignia de la flota del mar Negro de Rusia. El hundimiento de la embarcación por parte de fuerzas ucranianas en abril levantó mucho el ánimo de los ucranianos y humilló al Kremlin. Durante semanas, Kim ha advertido sobre la amenaza que representan los colaboradores, ciudadanos que simpatizan con Rusia y que ayudan a su Ejército al proporcionar información y las ubicaciones de las tropas ucranianas. Sin embargo, el alcalde ha difundido pocos detalles y no queda claro qué tan pernicioso es el problema. Antes del cierre de este fin de semana, solo un puñado de personas habían sido arrestadas por sospechas de ayudar al enemigo.

El mes pasado, el popular Kim publicó un mensaje a sus casi 677.000 seguidores en Telegram en el cual ofrecía una recompensa de 100 dólares por cualquier información que condujera al arresto de un colaborador.

Kim escribió: “Ayuda a salvar a Nikoláiev de ataques con misiles”.

El confinamiento del fin de semana fue parte de ese esfuerzo. Comenzó a las once de la noche del viernes y en las horas previas a que entrara en vigor se formaron filas enormes de tráfico en la salida poniente de la ciudad ya que la gente intentaba escapar. Incluso sin los ataques diarios, la vida en Nikoláiev es difícil. Pocos restaurantes y tiendas aún operan y durante semanas solo ha salido agua salada de los grifos. El agua dulce es llevada a la urbe en vehículos todos los días.

Hanna Zamazeeva, presidenta del consejo regional de Nikoláiev, dijo que la operación para identificar colaboradores coincidió con un fin de semana relativamente tranquilo en la ciudad, aunque no pudo precisar si el confinamiento fue la causa.

En un mensaje de Telegram, Zamazeeva escribió: “La intensidad de los bombardeos en vecindarios civiles de la ciudad decreció de manera significativa en comparación con los días previos”.

Residentes de Nikoláiev describieron las inspecciones de las fuerzas del orden como no confrontacionales, aunque podrían generar indignación entre algunos libertarios civiles en países de Occidente. Aunque las personas se quejaron de estar confinadas en sus hogares durante todo un fin de semana, pocas protestaron y la mayoría aceptó el esfuerzo. Dmitry Boychenko, conductor de un camión que entrega agua todos los días a Nikoláiev desde la cercana ciudad de Odesa, dijo que el confinamiento le permitió reconectar con vecinos. A los residentes se les permitió salir de sus casas, pero se les exhortó a permanecer en sus patios, lo que generó reuniones improvisadas al aire libre.

“Hay personas aquí que están revelando las ubicaciones de los nuestros. Es triste, pero tenemos traidores a nuestra patria viviendo entre nosotros”, concluyó Boychenko. En un letrero, se lee: “Jersón, mantente en contacto”, lo que refuerza el apoyo de los residentes de la ciudad sureña de Jersón, que en la actualidad está bajo ocupación rusa, en Nikoláiev, Ucrania, el 22 de julio de 2022. (Daniel Berehulak/The New York Times) Residentes se forman en un punto de distribución de agua en Nikoláiev, Ucrania, el 22 de julio de 2022. (Daniel Berehulak/The New York Times)