Contenido creado por Martín Otheguy
Locales

Una punta de problemas

En EEUU definen la Torre Trump en Punta del Este como su "más reciente debacle"

Los involucrados en el proyecto dudan que se termine alguna vez, y según el New York Times los problemas que acumula resumen el caos de la marca Trump.

03.06.2019 10:03

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En el 2012, el propio Donald Trumop anunció en conferencia de prensa en Nueva York la Trump Tower Punta del Este, que se construirá con "el deseo de ser absolutamente lo mejor en el mundo" y con el objetivo de "redefinir el significado de vivir lujosamente", según expresó luego el sitio oficial de la empresa.

Aunque Eric Trump visita prácticamente todos los veranos el balneario para supervisar las obras, siete años después aún no se ha terminado.

Supuestamente la obra debía culminar en 2016, pero según informó el New York Times en uan extensa nota dedicada al tema, los involucrados en el proyecto no saben ni siquiera si se completará alguna vez.

Para el Times, el edificio en Punta del Este se está transformando "en la última debacle del amplio portfolio Trump".

La construcción, dice el Times, apenas avanza, en parte porque menos de un cuarto de los obreros necesarios están trabajando actualmente. "El corredor de Miami que administra las ventas del condominio hizo juicio a la constructora local. Algunos compradores ahora están buscando vender sus unidades, lo cual posiblemente haría que los precios bajen justo cuando el proyecto necesita captar efectivo mediante la venta de nuevas unidades. La torre está deshabitada actualmente", indica el Times

Richard Sampallo, director del sindicato que representa al equipo de construcción, aseguró que es imposible que se termine para la fecha contemplada de finales de 2020. Al ritmo actual, calcula que se necesitarían otros cuatro años, momento en el cual se cumpliría casi una década desde que arrancó el proyecto.

El Times aclara que la Organización Trump no es la que construye la torre de Punta del Este, sino que otorgó la licencia de uso del nombre "Trump" a cambio de quedarse con una comisión de la venta.

El diario neoyorquino cree que los problemas de la torre en Uruguay "son un microcosmos de los retos que enfrenta la empresa del presidente estadounidense a medida que se juega su futuro en proyectos fuera de Estados Unidos", ya que depende de los proyectos internacionales a largo plazo.

Pago con intereses

El New York Times cuenta que algunas de las personas que han aceptado comprar condominios han enfrentado problemas jurídicos en sus países de origen, incluyendo acusaciones de evasión fiscal. Entre los compradores, asegura el Times, se encontraban al menos veintiún empresas anónimas registradas en jurisdicciones offshore, o con ventajas fiscales, como Panamá y Belice.

Felipe Rozenmuter, quien administra una tienda de instrumentos musicales en Argentina y tiene un contrato para un apartamento en el edificio de Trump, dijo al diaro que "es un chiste". "No hay nadie trabajando ahí. Todo está parado", agregó.

El medio estadounidense asegura que en los últimos años "ha brotado un pequeño bosque de rascacielos" en Punta del Este, y "la ciudad, antes tranquila, ahora parece una versión miniatura del Miami de los setenta". Pero Punta del Este también es famosa por otra cuestión: "durante décadas, los argentinos adinerados y otros ricos han sacado dinero de su país para invertirlo en inmuebles en Punta del Este a fin de evadir impuestos". Aunque, aclaran, la Organización Trump no ha sido acusada de actuar de manera ilegal en el proyecto de Punta del Este.

Dos desarrolladores inmobiliarios argentinos, Moisés Yellati y Felipe Yaryura, fueron los que presentaron a Trump la idea de negociar un desarrollo en Punta del Este. Para finales de 2011, Yellati y Yaryura habían reunido a un grupo de inversionistas y compraron el terreno en Punta del Este, según personas familiarizadas con el acuerdo. Pagaron aproximadamente 18 millones de dólares.

Otra figura central en las primeras etapas del proyecto fue el cuñado de Yellati, Nicolás Dujovne, quien se convertiría en ministro de Hacienda de Argentina. Estuvo involucrado en la compra del terreno y después trató de vender condominios a sus contactos en Buenos Aires, según gente que tiene conocimiento sobre su participación.

Como suele pasar en estos proyectos, la construcción del inmueble se iba a pagar con dinero recaudado de la venta de los condominios, lo que obligaba a los desarrolladores a encontrar compradores rápido, basándose en la marca Trump.

La trama se enreda

La trama comienza a complicarse aquí. La constructora usó el terreno del proyecto como garantía para gestionar al menos dos préstamos (uno de los cuales ascendía a 5 millones de dólares), pero no informó sobre el segundo préstamo a algunos de los primeros compradores de condominios. Cuando los futuros propietarios se enteraron, algunos cancelaron sus contratos, según dos fuentes del Times.

Como ya dijimos, el gestor inmobiliario contratado para vender unidades, Fortune Realty of Miami, demandó a la constructora YY por 3,3 millones de dólares por daños y comisiones presuntamente no pagadas. Si Fortune Reality busca un embargo, YY podría quedar imposibilitada de vender unidades hasta el fin del juicio.

El Times agrega que al menos tres de los departamentos de la torre en Punta del Este fueron adquiridos por empresas o individuos vinculados con dos contadores uruguayos que colaboraban con frecuencia para constituir empresas fantasma con el despacho de abogados Mossack Fonseca, en Panamá.

Los altos precios de las unidades también desalentaron la demanda, indica el artículo de Jesse Drucker y Manuela Andreoni. Este enero, Eric Trump declaró a la prensa que alrededor del 82 por ciento de las unidades en la torre estaban vendidas. "Pero las ventas solo recaudaron la mitad del dinero esperado, lo que ha dejado al proyecto en apuros financieros", agrega el medio.

El trabajo avanza con lentitud. Un solo electricista está a cargo de todo el trabajo eléctrico. A la fachada del edificio todavía le faltan ventanas en los últimos siete pisos. Una de las piscinas planeadas sigue siendo un boquete sin terminar en el suelo. "Un enorme logo de Trump en la fachada del edificio que da a la playa está comenzando a oxidarse", concluye.