Por María Noel Domínguez
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La embajadora de Israel en Uruguay, Michal Hershkovitz, en entrevista con Montevideo Portal, habló sobre el aumento del antisemitismo, la guerra en Gaza, el rol de los medios, la presencia de Irán y Hezbolá en América Latina y las críticas que comparan a Israel con el nazismo.
En los últimos meses, hablamos varias veces, y tengo la impresión de que el antisemitismo empeoró en Uruguay y en todo el mundo. ¿Coincidís?
Está claro que el antisemitismo aumenta en todo el mundo. Vimos ataques físicos, ataques contra instituciones judías, negación del Holocausto; lo que pasa en las redes sociales es horrible, ahí parece que todo está permitido. Todo forma parte de una tendencia muy preocupante y tenemos que pensar cómo combatirla.
Hay un informe reciente del Congreso Judío Latinoamericano sobre antisemitismo en redes sociales en 2024: hay un aumento en todas las plataformas. Si miramos Uruguay, en X el nivel de antisemitismo es más alto que el promedio regional y, además, las reacciones antisemitas en las redes de los medios son casi el doble que en la región: casi un tercio de las reacciones son antisemitas. Es muy preocupante y todos los gobiernos tienen que pensar cómo van a combatir este fenómeno.
La responsabilidad es del gobierno; no hay culpa de la víctima. Decirle a una mujer abusada que es su culpa es absurdo; con el antisemitismo pasa lo mismo. Hay un problema de educación: entender qué es el antisemitismo, cómo se expresa y qué podemos hacer para evitarlo. Esto exige educación y reacciones firmes de la Policía y la Fiscalía.
No hay ningún futuro bueno si Hamás sigue siendo líder en Gaza
Actualmente, ¿cuál es la posición de Israel sobre Gaza y cómo ves el futuro allí?
No hay ningún futuro bueno si Hamás se queda con el liderazgo en Gaza, ni militar ni político. Eso es claro para Israel y para el mundo. Queremos ver un liderazgo diferente, uno que hable de paz —o, al menos, que no hable de matar judíos e israelíes, de masacres y de guerras—. La presencia del Ejército israelí hoy busca establecer condiciones para reemplazar a Hamás por un liderazgo distinto y, por supuesto, lograr el retorno de todos los rehenes. Todavía hay unos cincuenta secuestrados israelíes en los túneles de Gaza que sufren hambruna y abusos horribles. Vimos fotos de secuestrados obligados a cavar sus propias tumbas. Es horrible. No podemos vivir con esa realidad y hacemos lo posible por cambiarla.
¿Hay posibilidades de un proceso de paz a corto plazo?
Siempre soñamos con la paz. Pero, por ahora, nuestras metas son más concretas: el retorno de los secuestrados y establecer una realidad en la que los israelíes no tengan amenazas ni misiles, en la que no haya que correr a refugios cada pocos días, como ocurre hoy. Tal vez no se ve en las noticias, pero Podés ir con tus hijos a la escuela y, de repente, suena una alarma y tenés que buscar dónde protegerlos. No es normal vivir así.
Hemos intentado acuerdos de paz varias veces: Oslo, luego Taba, Annapolis; primero con Arafat, después con Abu Mazen. Los líderes palestinos los rechazaron. Siempre vamos a querer la paz, pero ahora debemos enfocarnos en el regreso de los secuestrados.
Mencionaste las noticias: ¿Qué te parece que pasa con la cobertura mediática? ¿Ves desinformación?
Sí, hay mucha desinformación. Hoy luchamos una guerra en condiciones distintas: las noticias falsas aparecen y hay que combatirlas. Es muy difícil traer la verdad cuando un país que respeta el derecho internacional se enfrenta a una organización terrorista. Todo circula en minutos y los medios reportan cosas que necesitamos investigar.
Al inicio de la guerra se dijo que un misil israelí impactó un hospital y mató a 500 personas. Horas después, se supo que no fue un misil israelí, que cayó en un estacionamiento y que ese número de muertos no era real. Sin embargo, los medios —también en Uruguay— se llenaron con esa información.
Hoy vemos fotos de gente pidiendo comida; escenas montadas. Hay videos que muestran a fotógrafos ubicando a personas para esas tomas. Es parte de una campaña para decir que Israel provoca hambruna en Gaza. La cantidad de ayuda internacional que entra a Gaza es enorme: comida, agua, combustible, medicinas; Israel facilita el ingreso y lo monitorea, mantiene conexiones con organizaciones humanitarias, provee lo que puede, incluso electricidad y agua. Hacemos lo mejor posible para evitar daños a civiles y facilitar ayuda.
Israel salió de Gaza hace 20 años y no quiere volver. Lo que pasa hoy es consecuencia del 7 de octubre
Nombraste los informes sobre hambruna. ¿Qué cuestionás de eso?
Me refiero al informe de la IPC (clasificación integrada de seguridad alimentaria), financiado por organismos internacionales, algunas agencias de la ONU. Supuestamente deben recolectar datos con criterios específicos, pero han cambiado criterios para facilitar ciertas conclusiones, incluso números de muertos necesarios para declarar hambruna.
Citan reglas sobre a quién entrevistar y cómo medir desnutrición; luego las alteran. A veces llaman por teléfono y le piden a una madre medir el perímetro del brazo del niño: en eso basan la información. Israel y otras organizaciones entregaron datos que fueron ignorados deliberadamente. Cuando hubo resultados que no coincidían con lo que querían mostrar, los dejaron de lado y se quedaron con los que sí. Es un informe manipulado.
Es grave que más de veinte organizaciones —incluida la ONU— lo financien y luego lo tomen como verdad. El sistema debería cambiar por completo; no se puede seguir financiando a quienes producen este tipo de informes no profesionales.
También hay fotos usadas de forma engañosa. Un ejemplo: la imagen de un niño que parecía gravemente desnutrido. En realidad, sufría una enfermedad previa; su hermano, al lado, estaba bien nutrido. Ese niño fue evacuado de Gaza en 2024 y tratado en Italia; hoy está mejor. Este es un ejemplo de noticias falsas y de uso de fotos del pasado.
Pasemos a América Latina. Hace poco se detuvo en Uruguay a un iraní con identidad falsa. ¿Qué tan real es la amenaza de Hezbolá en la región? ¿Y cuál es el papel de Irán?
Irán está detrás del 7 de octubre: detrás de los ataques de Hezbolá, detrás de los misiles que llegan desde los hutíes hacia Israel. Irán busca desestabilizar Medio Oriente desde hace años, y la amenaza continúa.
Opera de tres maneras: 1) apoyando a sus apoderados —Hezbolá, Hamás, Yihad Islámica—; 2) desarrollando su plan nuclear, con metas militares evidentes; 3) desarrollando misiles balísticos enormes —no cohetes pequeños—, de una tonelada cada uno, con daños enormes y un objetivo de 10.000 misiles de ese tipo. Es una amenaza existencial para países; esos misiles alcanzan no solo Medio Oriente, sino también Europa.
En América Latina, la presencia de Irán es evidente, y también la de Hezbolá y sus vínculos con el crimen organizado: es muy preocupante. En algunos países hay pasos importantes: Argentina declaró a Hezbolá y a Hamás como organizaciones terroristas y señaló el rol de Irán en los ataques —como el de la AMIA—. Eso importa. Sobre qué tan conscientes o preocupados están otros gobiernos, es una pregunta para ellos.
Hay quienes sostienen que lo que sucede en Gaza no tiene relación con el 7 de octubre; que Israel busca más territorio. ¿Qué respondés?
Israel salió de Gaza hace 20 años en un proceso muy doloroso para más de 8.000 personas que vivían allí. No queríamos quedarnos en Gaza y nos fuimos sin intención de volver. La presencia militar actual es consecuencia de la guerra iniciada por Hamás el 7 de octubre, cuando invadió Israel para matar, secuestrar y abusar. Hoy buscamos que todos los rehenes vuelvan a casa, y que haya un liderazgo diferente en Gaza. No queremos quedarnos allí: ni hace 20 años ni ahora.
Lo que hacemos está totalmente conectado con el 7 de octubre: todavía hay unos 50 secuestrados en Gaza siendo abusados. Quien diga que esto no tiene que ver con el 7 de octubre no entiende la realidad o tiene una posición muy antisionista. Con los años, firmamos acuerdos de paz con nuestros vecinos, y el territorio nunca fue un trofeo. Solo queremos vivir en paz y seguridad; no queremos el territorio de Gaza y no habríamos entrado si no hubiera ocurrido el 7 de octubre.
En Uruguay hubo intelectuales que compararon a Israel con el nazismo. ¿Cómo respondés?
Este país es observador en la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, cuya definición de antisemitismo fue adoptada por Uruguay. Esa definición incluye ejemplos y uno dice que comparar la política israelí con la política nazi es antisemitismo. Eso es exactamente lo que estamos viendo aquí. Es muy peligroso dar espacio a ese discurso de odio.
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