Los restos del papa emérito Benedicto XVI, fallecido el sábado 31 de diciembre con 95 años, ya reposan en la cripta de la basílica de San Pedro del Vaticano, tras un entierro que culminó los cinco días de exequias por su muerte.
El papa Francisco, su sucesor desde la histórica renuncia de Joseph Ratzinger en 2013, asistió a la inhumación, según pudo saber EFE, aunque la Santa Sede aún no ha informado sobre su presencia.
Los restos del emérito reposarán en la que, hasta 2011, fue tumba de Juan Pablo II, y, como manda la tradición, lo hacen en un féretro triple: uno en madera de ciprés, introducido en uno segundo de zinc y sellado y revestido todo en uno tercero en olmo barnizado.
El cuerpo de Benedicto XVI fue expuesto entre el lunes y miércoles en una capilla ardiente en la basílica vaticana por la que pasaron casi 200.000 files, y sus restos fueron introducidos en la tarde del miércoles en la primera caja, revestida en su interior de terciopelo carmesí.
Vestía los paramentos pontificios, como la túnica o el manto rojo (color del luto papal), aunque sin el palio, símbolo de jurisdicción pontificia, ya que renunció, mientras que su rostro fue cubierto por un pañuelo de seda blanca y en sus manos se dejó un rosario.
En el interior del ataúd también han sido colocadas las monedas acuñadas durante su pontificado, el pergamino con una breve relación de los ocho años de su pontificado y los palios que lució como arzobispo de Múnich y Roma.
El féretro fue sacado esta mañana a la plaza vaticana para la celebración de su funeral, presidido por Francisco, pero celebrado por el cardenal Giovanni Battista Re, y después fue introducido a hombros en la cripta del templo, donde reposan los papas del pasado.
Ya en la cámara subterránea, fue sellado en el ataúd metálico y después cerrado en el de madera de olmo, con una cruz, su escudo papal y una placa en metal que indicaba la identidad del cuerpo que contiene: “Corpus Benedicti XVI P. M.” (Cuerpo Benedicto XVI Pontífice Máximo, en latín).
Finalmente, el féretro fue precintado con unas cintas rojas y se le imprimieron los sellos, en lacre, de la Cámara Apostólica, de la Prefectura de la Casa Pontificia, de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del papa y del Capítulo Vaticano.
El rito estuvo reservado a algunas pocas personas, entre ellas el arzobispo Georg Gänswein, su secretario personal desde 2003, así como por las laicas consagradas que lo asistieron en sus años de vida tras su renuncia en el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano.
También acudió el secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, entre otras autoridades de la Santa Sede, mientras un coro entonaba cánticos católicos.
El fin de “la época de los dos papas”
Con la imagen de Francisco posando sus manos sobre el féretro de su predecesor, Benedicto XVI, tras el funeral, concluye la “época de los dos papas”, en la que después de un primer momento de sorpresa se consiguió un importante equilibrio entre las dos áreas de la Iglesia, una más progresista y la otra conservadora. Ahora, tras la muerte del emérito, se abre una nueva fase del pontificado.
Francisco siempre apreció la presencia de Benedicto XVI, que, “en silencio, todos estos años sostuvo la Iglesia”, que era como ‘un abuelo en casa”, y que cuando los miembros del ala más conservadora intentaron “utilizar” al papa emérito contra Jorge Bergoglio, fue el mismo Joseph Raztinger quien los frenó.
“La contingencia histórica que ha visto coexistir a dos sucesores de Pedro al mismo tiempo ha configurado una situación institucional inédita para la Iglesia, que también puede ser delicada. Tal vez alguien pensó en aprovecharse de ello, y tal vez incluso trató de sembrar la confusión. Pero no tuvo éxito en su intento…”, resume el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, en una entrevista publicada hoy por el diario italiano Corriere della Sera.
Para Massimo Franco, gran estudioso del papa emérito, periodista y autor de Il Monasterio, sobre esta inédita convivencia, el “inicio de la segunda fase del papado de Francisco” ha comenzado ahora, con las palabras del histórico secretario del emérito, monseñor Georg Gänswein, en una entrevista con el diario alemán Die Tagespost.
La “tregua” de estos años parece romperse cuando el que fue el hombre más cercano a Joseph Ratzinger habla en este medio de un “punto de inflexión” en las relaciones con Jorge Mario Bergoglio en 2021: el año en que Francisco puso varios obstáculos para la celebración de la misa con el rito en latín, anterior al Concilio Vaticano II. Para celebrar la misa “tridentina” era necesario pedir permiso al obispo.
Eso supuso para el emérito “un dolor en el corazón”, aseguró Gänswein, cuyas palabras han tenido una importante repercusión en los medios italianos.
“Y ahora que Benedicto ha muerto, uno se pregunta si está a punto de comenzar una temporada de confrontación más dura entre los diversos sectores de la Iglesia, de abierta crítica a algunas elecciones del pontífice argentino y de enfrentamiento final con don Jorge”, quizás también utilizando su última entrevista con el diario alemán, añade Franco este jueves en Corriere della Sera.
Franco había adelantado en una entrevista a EFE que “ahora que no está Benedicto se multiplicarán los rumores de dimisión y las maniobras para preparar el próximo cónclave”.
El diario La Repubblica argumenta que “para los círculos conservadores y tradicionalistas, la personalidad de Joseph Ratzinger se ha mantenido como un baluarte para frenar las propuestas de Bergoglio” y “ahora se sienten huérfanos”, pero también más libres.
Incluso Il Messaggero, el único diario que lee el papa Francisco, titula hoy que la “guerra de las corrientes ya ha empezado”.
“Una vez concluido el entierro del apacible Benedicto XVI en las grutas vaticanas, hay quienes en el Vaticano prevén que comenzarán los problemas para el papa Francisco, porque el mayor riesgo ahora será el de encontrarse frente a frente con una Iglesia menos compacta, atravesada por microfracturas, con cismas más o menos progresivos”, añade.
Los dos ejemplos claros en esta nueva batalla entre facciones son el de la Iglesia alemana, donde el proceso sinodal iniciado hace tres años por los obispos se está convirtiendo en movimiento revolucionario, que espera que Francisco acabe con el celibato de los sacerdotes o apruebe la ordenación de mujeres, así como la introducción de la bendición de las parejas homosexuales.
En el lado contrario, el sector conservador toma fuerza en Estados Unidos, donde The New York Times se hizo eco de la oposición a Francisco con un artículo titulado “Para los católicos conservadores en los Estados Unidos, la muerte del papa Benedicto es la pérdida de un héroe”.
EFE
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