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Internacionales

Por The New York Times

El acercamiento entre Estados Unidos y Venezuela antes de unas elecciones claves

En cuestión de días, el gobierno autoritario de Venezuela acordó aceptar a los migrantes venezolanos deportados desde Estados Unidos.

22.10.2023 14:23

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2023-10-22T14:23:00-03:00
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Por The New York Times | Genevieve Glatsky, Isayen Herrera and Julie Turkewitz

MATURÍN, Venezuela — Cuando el gobierno venezolano liberó a cinco presos políticos el miércoles por la noche para el beneplácito de la oposición del país, tuvo lugar el momento más emotivo de una rápida serie de cambios de políticas en el país sudamericano que, en conjunto, representan la distensión más significativa en las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos en años.

En cuestión de días, el gobierno autoritario de Venezuela acordó aceptar a los migrantes venezolanos deportados desde Estados Unidos y firmó un acuerdo con los líderes de la oposición diseñado para avanzar hacia unas elecciones presidenciales libres y justas en 2024.

A cambio, Estados Unidos acordó levantar algunas sanciones económicas impuestas a la industria petrolera de Venezuela, una fuente de ingresos vital para el gobierno del presidente Nicolás Maduro.

Estos avances se producen unos días antes de que más de un millón de venezolanos acudan a las urnas para las elecciones primarias en las que se elegirá al líder de la oposición que se enfrentará a Maduro el próximo año.

La candidata que lidera las encuestas es María Corina Machado, una exdiputada de centroderecha, quien se ha proclamado como la mejor oportunidad del país hasta el momento para derrocar al gobierno de inspiración socialista que ha tenido el control del país desde 1999. En un evento de campaña reciente en la ciudad oriental de Maturín, Machado llenó una avenida entera con simpatizantes que se apretujaban para escucharla hablar.

“¡Le vamos a dar una revolcada a este régimen!”, gritó Machado. “¡Vamos a sepultar el socialismo para siempre!”

Durante años, Estados Unidos ha venido implementando sanciones a algunos líderes venezolanos, pero el gobierno de Trump las endureció de forma significativa en 2019, tras unas elecciones que en todos lados fueron percibidas como fraudulentas, en las que Maduro se declaró ganador.

Desde hace tiempo, Maduro ha intentado conseguir el levantamiento de las sanciones que han asfixiado la economía, mientras que Estados Unidos y sus aliados en la oposición venezolana han querido que Maduro permita unas elecciones competitivas que puedan brindarles a sus rivales políticos una oportunidad legítima de ganar. Al gobierno de Biden le interesa cada vez más mejorar la situación económica de Venezuela para mitigar el flujo de migrantes venezolanos que llegan a la frontera sur de Estados Unidos.

Entre los cinco presos políticos liberados en Venezuela el miércoles por la noche se encontraban Roland Carreño, exasesor del líder opositor Juan Guaidó, y Juan Requesens, exdiputado de la Asamblea Nacional.

A pesar de la relevancia de los anuncios recientes, a algunos analistas les preocupa que Maduro esté jugando tanto con la oposición como con el gobierno de Estados Unidos, y que al final pueda quedarse con todo lo que busca: la flexibilización de las sanciones, unas elecciones con cierto reconocimiento internacional y una victoria el año que viene que le permita conservar el poder. Muchos electores creen que Machado, de 55 años, tiene las mejores posibilidades de derrotar a Maduro. Machado, una política veterana que tiene el apodo de “la dama de hierro” debido a su relación antagonista con los gobiernos de Maduro y Chávez, es considerada por algunos simpatizantes una persona valiente por permanecer en el país cuando muchos otros políticos han huido para evadir la persecución política.

Sus propuestas de apertura al libre mercado y de reducir el rol del Estado le han hecho ganar una base leal de seguidores de diferentes clases sociales. Pero durante la promoción de su candidatura, la campaña de Machado ha estado plagada de violencia y vigilancia gubernamental. Ha sido golpeada por personas que portaban carteles de Maduro, y en un mitin en el que estuvo presente The New York Times le arrojaron sangre de animal. Ha sido seguida por la policía de inteligencia militar y suele sortear los controles policiales viajando en las motocicletas de sus simpatizantes.

“Yo entiendo a lo que me estoy enfrentando”, le dijo Machado al Times en una entrevista. “Somos conscientes de que hay muchos riesgos y que nos pueden hacer mucho daño. No le estoy diciendo a nadie que esto es fácil”.

Las encuestas sugieren que Machado probablemente ganará las primarias, en las que participan un total de 10 candidatos, pero la pregunta más importante es si será capaz de participar en las elecciones presidenciales de 2024.

El gobierno de Maduro le ha prohibido a Machado postularse a la presidencia durante 15 años con el argumento de que no realizó su declaración de activos e ingresos cuando fue diputada. Este tipo de inhabilitaciones son una táctica común utilizada por Maduro para mantener a los competidores fuertes fuera de las boletas electorales.

A pesar de un acuerdo esta semana para avanzar hacia condiciones electorales competitivas, el gobierno de Maduro ha dado pocos indicios de que permitirá que Machado se postule.

Si a Machado no se le permite postularse a la presidencia en 2024, la oposición podría presentar a otro candidato. Pero no se sabe con certeza si Machado saldría del proceso voluntariamente, si la oposición apoyaría a un solo candidato nuevo o si se dividirían los votos, lo que en esencia le entregaría a Maduro las elecciones en bandeja de plata. María Corina Machado, una candidata presidencial de la oposición que se ha proclamado como la mejor oportunidad del país hasta el momento para derrocar al gobierno de inspiración socialista que ha tenido el control del país desde 1999, en Maturín, Venezuela, el 21 de septiembre de 2023. (Adriana Loureiro Fernandez/The New York Times) El presidente venezolano, Nicolás Maduro, habla en el Palacio Presidencial de Miraflores, en Caracas, el 1.° de noviembre de 2022. (Federico Rios/The New York Times)