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Judiciales

Crudo

El Pelón: la historia de un asesino serial uruguayo que ve a las personas como obstáculos

José Carlos Machado usó el mismo modus operandi para matar a todas sus víctimas, "virtud" que lo llevó a trabajar para bandas narco.

19.10.2025 09:30

Lectura: 6'

2025-10-19T09:30:00-03:00
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Por Joaquín Symonds

Las personas como obstáculos para conseguir algo.
El valor de la vida humana llevado al mínimo. Las armas como un medio para obtener un bien. Las armas como un medio para matar a sangre fría. Son frases de las diferentes pericias que se le han hecho a José Carlos Machaco, El Pelón. 

Machado nunca dudó en matar. Ante la menor resistencia, utilizaba cualquier objeto que tuviera a mano y se lo incrustaba a sus víctimas sin reparos. Después de cierto tiempo empezó a hacer lo mismo pero con armas de fuego. 

En ninguno de los cuatro homicidios por los que se lo investiga, El Pelón se esforzó por esconder los cuerpos. De hecho, la Policía sabía en qué zonas actuaba el homicida —tildado por el fiscal Fernando Valerio como un asesino serial— y lograba tener rápidamente indicios de que el hombre había estado implicado.

“Disparaba contra alguien o lo apuñalaba, se daba media vuelta y se iba. Así operaba”, dice una fuente policial a Montevideo Portal.

En la “carrera” que tuvo El Pelón, hubo dos momentos en los que la ciudadanía lo conoció. Con 15 años se lanzó al mundo del delito y, en 2008, fue su primera entrada al Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) por varios ilícitos vinculados a las drogas.

Logró salir en libertad con medidas sustitutivas, pero tiempo después ingresó a la Colonia Berro por rapiñas, hurtos y lesiones personales. Tras esto, las pericias psicológicas hechas a El Pelón detallan que hubo “un quiebre”.

Y es que, después de salir en libertad en 2010, logró escalar —como se dice en la jerga delictiva— y dejó de ser un delincuente de poca monta. Empezó a asesinar sin mostrar reparos.

En 2012, El Pelón fue interrogado por la Justicia tras cometer uno de los tres asesinatos de los que entonces se le acusaba.

—¿Se arrepiente o siente algún tipo de remordimiento por lo que hizo?
—No, ninguno.
—¿Sintió algo al momento de matar a las víctimas?
—Como sentir, no.

El diálogo surge de una pericia psicológica realizada a El Pelón en aquel entonces, que fue adjuntada a una de las investigaciones judiciales. 

Tenía dos muertes y la Justicia 60 días para emitir un fallo acusatorio en su contra. Pasaron las semanas y finalmente el delincuente quedó libre, algo que causó la indignación de varios actores del sistema político y de la sociedad civil.

La polémica subió de tono cuando El Pelón volvió a asesinar y cometió su tercer homicidio mientras estaba en libertad. Todo esto siendo menor de edad. Los asesinatos que carga el delincuente se dieron, en su mayoría, en el marco de una rapiña. De nuevo: la persona como obstáculo para conseguir algo.

Mientras su frialdad causaba estupor en la sociedad, aun cuando El Pelón ya había sido condenado a prisión, las organizaciones de narcotraficantes vieron en esa característica un atributo clave para el mundo delictivo.

Así fue que, con el tiempo, Machado se vinculó con narcotraficantes del área metropolitana y comenzó a trabajar por encargo.

De raid

El Pelón cobraba por trabajo, o —según otra lectura— recibía dinero según la cantidad de personas que se le ordenara amedrentar o incluso matar. Esto lo había conseguido gracias a sus contactos en el mundo narco, por lo que la Policía tenía claro que Machado siempre actuaba solo.

Cumplía el encargo, recibía el dinero y luego se retiraba. Una vez que gastaba lo ganado, salía nuevamente a rapiñar comercios o personas en la vía pública, con el fin de obtener más dinero u objetos para vender.

La víctima que se resistía salía lastimada o, en el peor de los casos, era asesinada a sangre fría. Uno de los últimos sucedió la madrugada del pasado 12 de setiembre, cuando El Pelón mató a Thalía Tuvi en Playa Verde.

Thalia Tuvi. Foto: cedida a Montevideo Portal

Thalia Tuvi. Foto: cedida a Montevideo Portal

El abogado de la familia de Tuvi, Leandro Arévalo, y las autoridades a cargo de la investigación estiman que El Pelón rapiñó a la enfermera de 26 años en el marco de un “raid” de homicidios producto de la desesperación por la fuga que había emprendido.

Antes del caso Tuvi, Machado había matado a una persona en Empalme Olmos, y luego, junto a un cómplice, huyó rumbo a Maldonado. La joven estaba en un auto con otra persona, charlando, cuando apareció El Pelón de imprevisto.

El acompañante quedó paralizado, pero Tuvi reaccionó al darse cuenta de que intentaba rapiñarla. Se resistió al pedido de El Pelón de entregarle su celular.

Tras un breve forcejeo, Machado desenfundó un arma, apuntó al pecho y disparó. El resultado fue letal: la joven murió prácticamente en el acto.

El Pelón huyó sin mirar atrás, viajó hasta Pando y repitió la historia con otro hombre a quien robó. La secuencia fue la misma, y también el desenlace. Las personas como obstáculos para conseguir algo.

La condena

Tuvi nunca tuvo vínculo alguno con la delincuencia; simplemente “estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado”, dice Arévalo. Hasta el momento, la madre de la joven no ha podido hablar del tema públicamente y cada vez que alguien recuerda o nombra a su hija, el llanto se transforma en la primera reacción.

Arévalo mencionó que la Fiscalía pedirá a la Justicia 30 años de prisión más 15 de medidas limitativas de seguridad, por lo que se configuraría la pena máxima. El abogado coincide con la definición de “asesino serial” y sostiene que hacía varios años que Uruguay no tenía un homicida con este perfil.

“Hay algo en la frialdad que parece característico de este sujeto. Cometió tres asesinatos en una semana, todos con la misma modalidad, y ninguna de las víctimas estaba vinculada a la delincuencia”, añade.

El defensor complementa que el período en que Machado estuvo fugado obligó a la Policía y al resto de las autoridades a poner todo su esfuerzo en encontrarlo. Arévalo dice que, si bien es contrafáctico, no hubiera sido una sorpresa que Machado cometiera otro asesinato si hubiese permanecido más tiempo libre.

El fiscal Valerio ha mantenido reuniones tanto con Arévalo como con la defensa de Machado, a cargo de Bruno Terra, y aclaró que, en caso de llegar a un acuerdo abreviado, la pena no será inferior a 30 años.

Terra, en diálogo con Montevideo Portal, dijo que su cliente “no es un asesino serial como Pablo Goncálvez”, luego de que la Fiscalía le diera esa catalogación. Sin embargo, en su historial como menor, El Pelón había igualado las tres muertes cometidas por Goncálvez. Tras ser mayor de edad, las superó. 

Arévalo sostiene que se está ante la presencia de un “asesino serial”. “No solo por la cantidad de víctimas, sino por las formas. El modus operandi en los cuatro asesinatos que se le atribuyen es el mismo”.

Las personas como obstáculos para conseguir algo.

Por Joaquín Symonds