Contenido creado por Gerardo Carrasco
Locales

Llamado de atención

El 83% de liceales consumió “alguna sustancia psicoactiva”; preocupan bebidas energizantes

Así lo indica un estudio del Ineed, que también aborda temas como la violencia y la tolerancia ante la diversidad.

16.05.2024 10:55

Lectura: 6'

2024-05-16T10:55:00-03:00
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En la mañana del jueves, el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) presentó su informe “La incidencia del clima escolar sobre la percepción de seguridad de los estudiantes y sus desempeños”.

El documento brinda datos acerca de cómo el clima escolar incide en la percepción de seguridad, y en los logros en lectura y matemática de los estudiantes de tercero de Educación Media. A su vez, incluye, por primera vez para el Instituto, información sobre la prevalencia del consumo de drogas.

Este estudio busca analizar el tema de la violencia en los centros educativos que, a pesar de que ser un fenómeno nuevo, amerita profundizar en su comprensión y abordaje, algo que es de gran importancia para poder garantizar el derecho a la educación.

De acuerdo con la publicación, el objetivo último es que “los estudiantes puedan asistir a los centros educativos sin miedo, sintiéndose seguros y contenidos”, algo que constituye “una de las principales condiciones para asegurar el derecho al respeto en el entorno del aprendizaje”.

En el trabajo “se constata una relación directa y significativa entre el clima del aula, la violencia barrial y la apertura hacia la diversidad por parte de los estudiantes, con la percepción de seguridad de los estudiantes”. Además, “se identifica un efecto indirecto de las habilidades socioemocionales y el consumo de drogas, mediados por el clima del aula”.

“Mientras que los contextos barriales violentos afectan de forma negativa la percepción de seguridad de los estudiantes, un clima de aula caracterizado por fuertes vínculos entre estudiantes y docentes, fuerte sentido de pertenencia del estudiante al centro educativo, una percepción de los estudiantes de que su voz es tenida en cuenta, así como el abordaje del conflicto mediante el diálogo y el respeto, afectan de forma positiva y directa su percepción de seguridad. Lo mismo sucede con las actitudes de apertura hacia la diversidad”, detallan los autores.

“La violencia remite en muchos casos a la intolerancia y el rechazo del diferente, por lo que fomentar el respeto y la valoración de la diversidad es de gran relevancia. Asimismo, los resultados dan cuenta de la influencia de varios de estos factores sobre los desempeños de los estudiantes”, añade el trabajo.

“Además de la influencia positiva del contexto socioeconómico y cultural sobre los resultados académicos, existen factores como las conductas de riesgo (externalizantes e internalizantes) y el consumo de drogas por parte de los adolescentes que tienen efectos negativos sobre los aprendizajes. A su vez, centros con un clima de aula inclusivo, en los que se acepta la diversidad e igualdad de género, en los que los estudiantes se encuentran motivados y autorregulados para el aprendizaje y se sienten seguros, se asocian positivamente con el desempeño académico, tanto en lectura como en matemática”, se señala en el estudio.

“En cuanto a los datos sobre el consumo de drogas durante los últimos 12 meses, la amplia mayoría de los estudiantes (83,8%) declara haber usado al menos una de las drogas o sustancias psicoactivas consultadas. Las bebidas energizantes y alcohólicas destacan como las más prevalentes, seguidas por medicamentos, tabaco y marihuana”, describe el texto, que advierte que “el relevamiento no está orientado al consumo problemático de sustancias psicoactivas, sino a la prevalencia en el consumo en el último año”.

En síntesis, el estudio indica que “el consumo de drogas presenta patrones diferenciados de acuerdo con ciertas variables sociodemográficas”. Por ejemplo, “las mujeres declaran un mayor uso de medicamentos, tabaco y bebidas alcohólicas, mientras que los hombres mayores tasas de consumo de bebidas energizantes, marihuana y otras drogas. Asimismo, el uso aumenta con la edad”.

A la hora de analizar los datos en función del “contexto socioeconómico y cultural del centro, si bien se observa un menor nivel de consumo en el contexto muy favorable, ello obedece a que en esos centros los estudiantes son más jóvenes que en el resto”.

Por su parte, “el análisis regional revela un mayor consumo en el interior del país en comparación con Montevideo (las diferencias se destacan en el consumo de bebidas alcohólicas y tabaco). El consumo de los amigos más cercanos parece influenciar también el consumo individual: la prevalencia de consumo aumenta entre quienes tienen más amigos que usan las distintas sustancias”.

Para los autores, estos resultados ponen de manifiesto la importancia de profundizar en el trabajo de la convivencia escolar, a través del fortalecimiento de los vínculos, del abordaje de los conflictos a través del diálogo, de la promoción de la participación de los estudiantes y del respeto y la valoración de la diversidad.

“Esto no solo afecta de forma directa el clima de aula y la percepción de seguridad de los estudiantes, sino que tiene efectos en los logros educativos. Asimismo, se constata la importancia de seguir explorando y construyendo evidencia desde el Ineed acerca del consumo de drogas de los estudiantes, dados sus efectos negativos sobre el clima de aula (e indirectamente sobre la percepción de seguridad) y sobre los desempeños. Por último, resulta necesario atender las diferencias a nivel de género y del contexto socioeconómico que se observan en la percepción de seguridad de los estudiantes, de modo de que los centros educativos sean un espacio seguro para todos”.

Algunos números

Un 83,8% de los estudiantes declara haber consumido al menos alguna sustancia psicoactiva durante los últimos 12 meses previos al relevamiento. Las bebidas energizantes y alcohólicas son las sustancias con mayor prevalencia entre los estudiantes (69,4 y 62,1%, respectivamente). Les siguen el consumo de medicamentos (18,9% de los estudiantes declara haber tomado medicamentos tranquilizantes o estimulantes), de tabaco (13,5%) y de marihuana (11,4%). Por su parte, la cocaína, la pasta base, el hachís, los alucinógenos y el éxtasis son las que se consumen en menor medida (4%).

Imagen: Ineed

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