Seré curioso

Seré Curioso

Ehrlich: “Falta diálogo entre gobierno y oposición. Pero acá hay dos partes en juego”

El coordinador interino del FA cree que el gobierno no ha hecho una buena gestión. Y que el Frente debe recuperar la humildad.

29.07.2021 11:13

Lectura: 22'

2021-07-29T11:13:00-03:00
Compartir en

Por César Bianchi

Fotos: Javier Noceti

@javier.noceti

Hijo de padres judíos polacos, Ricardo desde adolescente se vinculó al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) en tiempos caldeados. Por sus actividades subversivas fue detenido en 1973, y cuando salió de prisión entendió se exilió primero en Argentina y después en Francia. Allá se dedicó a la bioquímica, realizó un Máster en Ciencias en la Universidad Louis Pasteur. Volvió al país -cuando ya presidía Sanguinetti- teniendo claro que le aportaría al país desde la ciencia. Y así fue: ayudó en la creación de la Facultad de Ciencias de Malvín Norte, creó el laboratorio de Bioquímica y Biología Molecular de esa facultad (de la cual fue grado 5), luego fue director del Instituto de Biología de esa facultad y finalmente fue nombrado decano de la Facultad de Ciencias, cargo que ostentó hasta 2005.

En aquel 2005, cuando por primera vez llegaba al poder un presidente de izquierda (Tabaré Vázquez), Ehrlich asumió como intendente de Montevideo. Era un outsider más que aparecía funcional a los intereses de la fuerza política. Luego fue ministro de Educación y Cultura, y tras su gestión, se refugió en la ciencia. Siempre volvió a la academia.

Como científico y político, Ehrlich hace una buena evaluación de la gestión del gobierno respecto a la pandemia durante 2020, pero es más crítico con la conducción del Ejecutivo este año, donde, a su juicio, no se escucharon los consejos de los científicos agrupados en el GACH. No quiere entrar en polémica respecto al concepto de que hubo “muertes evitables”, pero afirma: “Es muy claro que podía haberse tenido un número mucho menor de fallecimientos debido a algunas medidas que no se tomaron”.

Hace unos pocos días, cuando Javier Miranda terminó su mandato como presidente del Frente Amplio, Ehrlich (72) fue elegido como coordinador interino de la fuerza política, cargo que desempeñará hasta diciembre, cuando haya elecciones internas. Desde una amplia oficina en la sede del FA, Ehrlich reflexiona en esta entrevista sobre por qué perdió el Frente Amplio la chance de su cuarto gobierno consecutivo (“desgaste”, “soberbia” y “virtudes de los otros”, señala) qué debe recuperar el partido y por qué entiende que el gobierno no está haciendo una buena gestión. Ehrlich entiende que falta diálogo entre gobierno y oposición, y para que exista -recuerda- debe haber dos partes dispuestas.

-Es científico, biólogo y bioquímico, más precisamente. Pero también es político. ¿Cuál es su verdadera vocación?

-La ciencia es mi vida desde muy joven. No sé cuánto le he aportado a la ciencia, pero la ciencia me aportó mucho y me acompañó toda la vida. También desde muy joven era estudiante de Medicina cuando la vida me llevó a asumir un compromiso social, formé parte de esa generación política de los ’60, 68, con todo el periplo de muchos de los jóvenes de esa época, y tiempo después, desde el exilio, entendí que mi aporte al país era desde la ciencia, el trabajo a nivel universitario, poder trabajar para reconstruir la plataforma científica uruguaya, formar nuevas generaciones de científicos y en eso estaba cuando en condiciones muy particulares -muy parecidas a las actuales- aparece mi candidatura a la Intendencia de Montevideo. Y ahí asumí ese desafío, sentí que debía dar un paso adelante.

-En su juventud integró el MLN y fue detenido en 1972. A su salida se exilió en Buenos Aires y luego en París. En su momento, ¿creía que la lucha armada era el camino?

-Yo puedo responder lo que sentía en la época, y lo que pensaba en ese momento. Sentíamos que se nos derrumbaba el mundo y había una lucecita de esperanza, tocábamos el cielo con las manos, había posibilidades de un cambio cercano. El país estaba cambiando rápidamente, había un contexto complejo luego de la muerte de (Oscar) Gestido, con una serie de medidas represivas que marcaban la vida social. La nuestra fue una respuesta de rebeldía frente a eso.

No sé si la lucha armada era el camino… era una forma de expresar esa rebeldía en un contexto continental que marcaba mucho. Le hablo de la guerra de Vietnam, por ejemplo, Vietnam nos marcó mucho. Era la época de la revolución cubana, lo que pasó en California, Estados Unidos, en Europa, en África. La imagen del Che, humanista, nos conmovía profundamente. Era un desafío para un sector de la juventud que sentía que podía aportar a cambiar el mundo para mejor.

-¿Dijo “imagen del Che humanista”?

-Esa es la imagen del Che que teníamos. Era un guerrillero, pero un guerrillero muy particular. Carlos Quijano le pide una contribución para el semanario Marcha, e hizo una contribución que marcó mucho y se llamó “El socialismo y el hombre”. Hubo un discurso profundamente humanista, se mezclaban muchas cosas.

-Con el tiempo nos enteramos que no fue tan humanista, ¿no?

-Con el tiempo nos enteramos de muchas cosas de mucha gente, y hay muchas cosas, pero nos marcó mucho todo eso. De alguna manera, las opciones que uno hace en la vida -y las que pude hacer- están marcadas por saldar algunas cuentas con su propia historia, ¿verdad? Eso lo siento y lo pienso.


"No sé si la lucha armada era el camino… era una forma de expresar esa rebeldía en un contexto continental que marcaba mucho. Le hablo de la guerra de Vietnam, la revolución cubana, la imagen del Che humanista nos conmovía. Sentíamos que podíamos cambiar el mundo"

-Regresó a Uruguay en 1987, ya durante la primera presidencia de Sanguinetti. Participó de la creación de la Facultad de Ciencias en Malvín Norte, creó el laboratorio de Bioquímica y Biología Molecular de esa facultad, de la cual fue grado 5. Fue decano de la Facultad de Ciencias hasta 2005. Y en diciembre de 2004 presidió el Consejo de Administración del Instituto Pasteur de Montevideo. ¿Cómo evalúa la importancia de la ciencia hoy en Uruguay, pandemia mediante?

-Creo que a esta altura la visibilidad que adquirieron las capacidades científicas en Uruguay se pusieron en evidencia con la pandemia, en áreas muy particulares, aunque se sumó el esfuerzo de científicos y científicas de áreas muy distintas. No sólo los virólogos y epidemiólogos, sino que se sumó mucha gente de las áreas sociales. Creo que hoy se puede ver con claridad que el país tiene una plataforma científica y tecnológica que puede estar al servicio de un proyecto de país. Vale la pena invertir, vale la pena apoyar la formación e inserción en la sociedad, en los medios académicos, en los medios empresariales, en la conducción de jóvenes con formación científica. Y se ve que el país logra formar jóvenes con niveles muy alto de reconocimiento internacional, con experiencia internacional y retorno al país. La reinserción en estos tiempos es un poquito mejor que antes. Para los jóvenes científicos reinsertarse laboralmente en el país sigue siendo un tema muy complejo.

-El gobierno creó el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) en 2020, ni bien llegó la pandemia al país. Pero el GACH dejó de funcionar. ¿Cree que en 2021 se escucharon los consejos de los principales científicos? ¿Se les debió hacer más caso?

-Hay dos tiempos muy claros. Hay un tiempo de expansión del virus en nuestro medio con una comunidad científica que tempranamente estuvo alerta, y con autoridades de gobierno que estuvieron atentas a los aportes de los científicos. Un primer tiempo donde se lograron resultados notables, con una respuesta de la población. Y un segundo tiempo, que yo diría que empieza en noviembre del año pasado, en el que se empieza a ver que empieza una ola que traerá resultados complicados. Las proyecciones que se empiezan a tener son de preocupación, estábamos sin vacunas todavía y sin vacunas en el horizonte, por lo cual correspondía tomar las medidas correspondientes. Medidas de la evolución natural de la pandemia, después hay medidas de tipo farmacológico y otras no farmacológicas. Era muy importante en ese momento tomar todos los recaudos para evitar llegar a niveles muy altos de circulación, de incidencia de número de casos y también se podía prever un número muy alto de fallecimientos…

-¿Y ahí no se escuchó suficientemente a los científicos?

-No se escuchó, se hicieron opciones distintas. El GACH va a hacerse eco de todos estos aportes y demás en el informe del 7 de febrero, donde ya la situación estaba instalada de forma muy seria y se sabía que se iba a agravar. Ese informe del GACH después fue reivindicado, el propio GACH hizo una serie de recomendaciones, que inclusive fueron recomendaciones mesuradas, acordes con la evolución de la pandemia: “si se llega a tales niveles va a haber que hacer esto” y así. Al mismo tiempo, la pandemia se propaga con cierto retraso en comparación con el hemisferio norte, y teníamos los ejemplos de todos los países como para elegir los mejores modelos y definir las mejores conductas.

-¿Es de los que cree que hubo muertes evitables en Uruguay?

-No voy a entrar en la polémica de si hubo muertes evitables o no, pero es muy claro que podía haberse tenido un número mucho menor de fallecimientos debido a algunas medidas que no se tomaron.

-Entonces cree que sí…

-Bueno, el tema es que la salud pública es prevención, y cuando se evita algo, es muy difícil saber si no hubiera ocurrido lo que ocurrió porque se hubieran tomado las medidas. Pero en salud pública hay que tomar esa decisión que, en general, no se acompaña de beneficios políticos directos y valorados, sino que cuando algo no pasa, no pasa y no hay mérito. En salud pública un poco es eso, el mérito de Uruguay que fue reconocido a nivel internacional durante buena parte del año pasado, y después pasar exactamente para el otro lado del panorama internacional en la tabla de los peores desempeños.

-Me voy al político: ¿cómo evalúa, a la distancia, su gestión como intendente de Montevideo (2005-2010)?

(Piensa, no dice nada).

-¿Hizo todo lo que quería hacer? ¿Se quedó con varios pendientes?

"No voy a entrar en la polémica de si hubo muertes evitables o no, pero es muy claro que podía haberse tenido un número mucho menor de fallecimientos debido a algunas medidas que no se tomaron"

-Quedé con muchísimas cosas pendientes. Fue un período particular en la intendencia en la medida que era una transición a partir de un país que había sufrido una debacle desde el punto de vista económico y social, donde la IM estuvo en primera línea. Eso llevó a un esfuerzo desde el punto de vista financiero, que había que asumir. Fue una etapa de mucho trabajo.

-En su gestión se comenzó a aplicar el sistema de Presupuesto Participativo y se inició el Sistema de Transporte Metropolitano (STM). ¿Fueron sus puntos altos?

-Tras una larga votación, se comenzó a aplicar el Presupuesto Participativo, y la otra cosa que en su momento fue polémica y complicada fue la actualización de los catastros municipales… En su momento hubo un esfuerzo muy grande en aumentar la participación de la gente en los barrios, se crean los municipios.

-El eslogan pasa de ser “Montevideo, mi casa” a “Montevideo de todos”.

-Exacto. En ese momento había un tema incipiente, una voz que se alzaba y que decía: “Montevideo de todos y de todas”. Yo recuerdo voces que decían: “¿Por qué de todos? ¿Y nosotras?” Recuerdo que también me tocó debutar con los casinos municipales, fue un enorme esfuerzo en el período, donde se pudo regularizar bastante el tema. Algunos temas complejos salen, como el Hotel Casino Carrasco, y lo va a inaugurar Ana Olivera. Es el inicio del proyecto del Mercado Agrícola, la creación de los municipios, el cambio del catastro, el inicio del STM como tú dijiste, el boleto electrónico se empieza en esa época y después avanzó lentamente hasta que se pudo generalizar, implicaba no perturbar los equilibrios entre las empresas, había que explicar que la venta de boletos de dos horas iba a implicar mayor venta de boletos. Terminamos el Solís, se empieza a tratar de que Montevideo se apropie del Teatro Solís. Fue una gran inversión que se empieza en un momento de dificultad económica, y había que demostrar que la cultura era importante para que un país salga adelante.

-¿En qué andaba usted a fines de 2019, cuando se desarrollaron las elecciones nacionales? ¿En qué andaba? Porque en campaña su nombre no sonó...

-En 2019 mi trabajo militante estaba en la Comisión de Programa, donde seguía estando y presenté mi renuncia como correspondía, estaba dispuesto a ser solo un militante de base. Como miembro de la Comisión de Programa, que tiene como cometido lograr las mejores síntesis de vertientes y propuestas distintas, entendí que no debía manifestarme públicamente apoyando a ningún candidato. Estuve hasta ahora metido en la ciencia, y sigo estando.

-¿Por qué cree que perdió el FA la chance de su cuarto mandato consecutivo?

-Creo que es multifactorial. Uno pierde en política por sus errores, por sus carencias, y pierde también por el trabajo y el esfuerzo de los otros. Creo que habido de parte de todos los sectores que componen la coalición actual (de gobierno) una actividad, sobre todo en el último período de gobierno del FA, que implicó una fuerte comunicación.

"Las exigencias cotidianas de la gestión y los objetivos a cumplir llevan a que se escuche cada vez menos a la propia fuerza política. Y lleva a contradicciones inevitables entre la fuerza política y los equipos de gobierno"

Al mismo tiempo hay errores propios, del Frente Amplio. Si uno piensa lo que son 15 años de gobierno de una misma fuerza política… Si revisamos procesos históricos, 15 años es mucho tiempo. Y genera desgaste en la gente y en la propia fuerza política que le dedica mucho esfuerzo y mucha de sus capacidades humanas a la tarea de gestión. La gestión se convierte en un desafío mayor, porque hay que llegar más lejos. Se hizo un esfuerzo notable desde el 2005 en adelante, hay mucho trabajo y no voy a hablar de las luces, que son muchas. Creo que el país avanzó notablemente, y al mismo tiempo el desgaste se manifiesta por algunos componentes de comportamiento humano. Uno va disminuyendo la capacidad de ver sus errores.

El tema de la soberbia… sí, la militancia de izquierda requiere conciencia de las propias limitaciones. Eso se llama humildad, y es muy importante. El comportamiento en el ser humano en el gobernante es un problema mayor. Dante lo colocaba en el purgatorio, es uno de los pecados capitales la soberbia. Por ahí hay muchos elementos a revisar. Las exigencias cotidianas de la gestión y los objetivos a cumplir llevan a que se escuche cada vez menos a la propia fuerza política. Y lleva a contradicciones inevitables entre la fuerza política y los equipos de gobierno, máxime con la permanente exposición a los medios y la opinión pública. Eso es sancionado por la propia población, que buscó un cambio, nuevas alternativas, y muestra que una fuerza política como el FA que supo recorrer un camino de acumulación de voluntades, empezó a disminuir su caudal electoral elección tras elección.

-¿Se debe una autocrítica el Frente, o a esta altura ya no?

-La autocrítica es necesaria siempre. Es muy importante que una fuerza política lo haga. No es frecuente. Esto que está haciendo el FA de cara a la ciudadanía no es frecuente. Pienso a nivel mundial, en partidos políticos de otros países, y no es común. Lo que hay son procesos de cambio donde un sector, dentro de un partido, cobra una mayor fuerza y disminuye otra, entonces se evalúa internamente. Pero un proceso de autocrítica como el nuestro, recogiendo un montón de pareceres dentro del entramado social, de la militancia, no es frecuente. Es muy saludable (la autocrítica). También es muy saludable lo que puede ser el balance, el reconocimiento del camino recorrido, que no es poco. Creo que esos cambios estructurales logrados, en el país y la población, deben ser ponderados cuando se pone todo en la balanza.

-Javier Miranda ha terminado su mandato como presidente del FA, y usted asume como coordinador interino de la fuerza política. ¿Cuál será su tarea?

-La tarea es asegurar la coordinación de los órganos de dirección del Frente, durante este período, desde ahora hasta las próximas elecciones, el 5 de diciembre (de 2021). Es un tiempo acotado.

-¿Y piensa ser candidato a presidente del Frente Amplio en diciembre?

-No, para nada. No tengo esos planes en el horizonte. No tenía en el horizonte esta coordinación interina tampoco. La confianza que han depositado en mí para esta tarea, creo, es porque reconocen que no seré candidato para un cargo elegible en diciembre. Sé lo que puedo aportar, soy un militante de toda la vida, para toda la vida, pero ya mi lugar es otro, y creo que tiene que haber una renovación.

-¿Qué ha perdido y debe recuperar el FA?

-Los propios militantes del FA son los más exigentes respecto al FA. Las voces que he escuchado coinciden con mis apreciaciones. Tenemos que poner siempre por delante esos valores, esos referentes, que nos hacen ser una opción de vida militante. Y que nos hacen asumir las responsabilidades que podemos tener, de gobierno, de gestión, en política, con la humildad necesaria. Eso requiere una permanente actualización con los principios y valores que el FA tiene muy claros. Hay una palabra a que no le tenemos que tener miedo, y se asocia al desgaste de las instituciones con los principios democráticos en su funcionamiento.

"En la Intendencia aprendí muchísimas cosas, pero una la sigo teniendo muy clara hoy: el camino más corto pasa por la gente. No hay construcciones eternas, pero las construcciones más durables son las que se hacen con la gente"

Ese desgaste en la vida institucional se llama burocracia. Afecta a las personas, a las instituciones, a las estructuras, a todo nivel. Es algo que ocurre cuando a una institución le pasan los años. En este caso, en una fuerza política como el Frente, que se asienta sobre unas bases internas profundamente democráticas, he pensado mucho: ¿cuáles son las recetas? No hay vacuna (contra la burocracia), pero creo que el remedio viene por más democracia y más participación.

Ahí hay un tema de los tiempos: el manejo de los tiempos es muy complejo, y esto es algo que aprendí en la Intendencia: todos los compañeros que han desempeñado tareas de gobierno, al nivel que sea, estamos apurados por un reloj que va pautando el tiempo que nos va quedando para hacer las cosas. Y al final el tema de la gestión se convierte en hacer posibles las cosas, regidos por un reloj, y eso lleva a que las instancias de consulta, de debate, de reflexión abierta con la gente se postergue, porque lleva tiempo.

En la Intendencia aprendí muchísimas cosas, pero una la sigo teniendo muy clara hoy: el camino más corto pasa por la gente. No hay construcciones eternas, pero las construcciones más durables son las que se hacen con la gente.

-Tras la muerte de Tabaré Vázquez, y Astori y Mujica en retirada, ¿tiene liderazgos claros el Frente hoy? ¿Quién son sus líderes?

-Están surgiendo muchas figuras. Las va a encontrar en las intendencias, en el Parlamento, en dirigentes de distintas instancias, dirigentes de bases, están surgiendo nuevas voces. En la recolección de firmas (contra 135 artículos de la LUC) noté una gran participación de una cantidad de sectores jóvenes… eso muestra que hay una juventud que está buscando, se está expresando. Estamos en un período de renovación y eso lleva tiempo. Hay muchas voces potentes, a nivel parlamentario, a nivel departamental, pero estamos en un período de siembra. La siembra requiere paciencia para esperar la cosecha, pero para que haya cosecha hay que sembrar en forma generosa, y el sembrador debe confiar en el futuro. Yo confío en el futuro.

-El presidente de la República dijo hace un tiempo en La Nación que no sabía qué era el FA. ¿Qué le contestaría?

-En ese momento el Frente Amplio le contestó. Mire, los medios de comunicación a veces hacen reconstrucciones sobre las personas o instituciones, y una persona o institución puede quedar atrapada en esa construcción. Creo que el FA ha tenido un presidente muy digno (Javier Miranda), que acaba de salir por la puerta grande, el FA tiene parlamentarios de primera división… Claro, Tabaré Vázquez falleció, Mujica y Astori están acompañando con paciencia todo un proceso de renovación. Uno ve cómo intervienen en el debate público. Mujica dijo que no debía tener gran protagonismo, porque él sabe que es un elemento de crispación y polarización. Tenemos que procesar las diferencias políticas con pasión, vehemencia, pero tenemos que cuidar entre todos la política y la construcción democrática.

-¿Cómo evalúa este gobierno a un año y medio de gestión?

-(Vuelve a tomarse unos segundos para elegir las palabras correctas). Formo parte de esas estadísticas que salen, del porcentaje que no lo apoya (al gobierno), que no hace una evaluación positiva. Creo que el programa de gobierno fue explicitado finalmente con la Ley de Urgente Consideración (LUC). Olvidemos la LUC, que va a ser objeto de  debate político en todos estos meses que vienen. Creo que por el país es muy importante mantener espacios de diálogo e intercambio en el disenso, en el debate firme, vehemente, convencido, de gobierno y oposición.

¿Cómo evalúo el gobierno? Bueno, soy frenteamplista. He seguido el desempeño de distintos ministerios, reconozco esfuerzos, elementos positivos, pero no puedo compartir el proyecto político. Si me piden que evalúe el desempeño del gobierno en función del proyecto, la nota es una, pero no puedo hacer solo eso.

-Olvídese por un instante de su militancia frenteamplista: ¿cree que hay una buena gestión o una mala gestión del gobierno?

-Por los datos que tengo del funcionamiento de distintos ministerios y con el tiempo que se requiere para un cambio de administración, me parece que no se están haciendo las cosas cómo deberían hacerse, no se están haciendo de la mejor manera.

-¿Falta diálogo entre gobierno y oposición?

-Falta diálogo, y es esencial. Como en todo ámbito de la vida, cuando hay conflictos, se precisan por lo menos dos partes para intercambiar. Hay responsabilidades de las dos partes en seguir procurando un canal de diálogo. Es un tema mayor.

-¿Por qué se deben derogar los 135 artículos de la LUC que el FA y el Pit-CNT quieren derogar en un referéndum?

-La LUC es una ley con un montón de artículos aprobados en plena pandemia, con un debate acotado. Cambia rumbos que fueron construidos a nivel legal y parlamentario, pero hay un tema de procedimiento, más allá del contenido. Corresponde que la población lo debata y lo defina. No estoy de acuerdo con los cambios en distintos ministerios: hay cambios que atañen al Ministerio del Interior, cambios en educación, cambios en empresas públicas. Hablo de los elementos centrales que están arriba de la mesa durante la campaña de recolección de firmas.


"Falta diálogo, y creo que es absolutamente esencial. Como en todo ámbito de la vida, cuando hay conflictos, se precisan por lo menos dos partes para intercambiar. Me parece que es un tema mayor"

-¿Qué es lo mejor de volver a la política activa?

-Diría algo que dije al cerrar mi discurso en el Plenario (del FA). Mi primera intención fue decir: “Les agradezco el honor”, pero me frené, pensé que no podía decir eso. Y dije: “Les agradezco la confianza”, porque el honor más grande que uno tiene es el de ser militante. Es ser un simple militante y cumplir con las definiciones de la vida política. Ahora tendré una fuerte exposición en este nuevo rol, y lo mejor es cumplir la responsabilidad y tranquilidad de estar cumpliendo con un deber que se me plantea.

-¿Y lo peor?

-Lo peor es que tendré una muy alta exposición. Va a sufrir un poco mi última etapa de mi vida científica, y va a sufrir un poco mi propia familia y mis amistades. Para alguien con mi personalidad, con mi forma de ser, nunca la he buscado. Tengo eso que ustedes llaman perfil bajo.

-¿Es una fuerza política feliz el Frente Amplio hoy?

-Es una excelente pregunta… Se lo voy a comentar a compañeras y compañeros, le voy a decir que usted me preguntó esto. Eso es lo que hay que buscar, es ese vivir de acuerdo con lo que uno siente y piensa. Tiene sus dificultades, pero es vivir de acuerdo a los principios de vida. Y una fuerza política como yo entiendo que tiene que ser una fuerza política de izquierda, eso es un elemento central. Si uno no hace lo que hace con alegría y con felicidad, yo diría que hay que revisar. Construir instituciones felices es algo importante. Eso permite vivir en los disensos, las dificultades, la multiplicidad de problemas que se plantean en la vida política, los políticos sin ese componente (la felicidad), hacerlo solo por obligación, uno no termina haciéndolo bien.

-Pero no me contestó. Hoy, el Frente Amplio, ¿es una fuerza política feliz o no?

-Hasta ahora he estado trabajando en un espacio de la fuerza política. Puedo hablar por ese espacio, que es la comisión nacional de Programa y las unidades temáticas asociadas a la comisión, y me ha sorprendido que en medio de las dificultades, incluso de la pandemia (tuve siempre reuniones por zoom, recién ahora empiezo a tener reuniones presenciales), pero he visto que se han acercado muchas nuevas generaciones. Más allá de la edad, es gente nueva que se ha acercado a participar en actividades y que trabajan temas que los motivan. Y los veo con un entusiasmo que me sorprende. Noto ese entusiasmo como una manifestación de esa tranquilidad consigo mismo, que es una forma de la felicidad.

Por César Bianchi