Con casi 85 años (cumplirá el próximo 2 de abril) Belela Herrara sigue militando por los derechos humanos. Entiende que Uruguay aún está muy rezagado en varias áreas, en particular en los derechos de las mujeres, en la situación de las cárceles y en el estado de la infancia y la adolescencia, donde todavía no existe la igualdad de oportunidades. "Me duele en el alma y en las tripas que exista la desigualdad que todavía hay en un país que tiene tan poca población", expresó.
Si bien afirma que no es feminista, considera que es hora de que "Uruguay tenga una presidenta mujer" y que más mujeres ocupen puestos políticos importantes, ya que tenemos "mujeres destacadísimas".
Le preocupa la violencia doméstica, que cree hay que combatir con más fuerza, y la situación de las mujeres afrodescendientes, que tienen una tasa de desempleo mayor que las demás. También desea que se apruebe de una vez la ley de interrupción voluntaria del embarazo. "Eso tiene que salir de alguna manera", expresó.
En cuanto a la situación en las cárceles considera que es urgente lograr la separación de los presos de acuerdo al grado de peligrosidad, así como una reforma judicial y reforma penitenciaria.
"Lo que estamos viviendo con los chicos delincuentes es la consecuencia de los años en que esos chicos fueron dejados de la mano de Dios (...). Es mucho más fácil para esos chicos agarrar una cartera que agarrar un trabajito que significa 5000 pesos por mes. Eso es un tema que lleva tiempo y como dice nuestro Presidente, creo que el camino es educación, educación y más educación", señaló.
Su trabajo ha estado ligado siempre a luchar contra las violaciones de los derechos humanos que se dieron durante los procesos dictatoriales de América Latina y América Central.
La vida la llevó a estar presente en Chile cuando el golpe de Estado contra Allende, siendo esposa del entonces embajador Uruguayo en ese país, Cesar Charlone. Cumplió en ese momento un rol central en la protección de los refugiados en ese país y desde entonces ha ocupado diversos cargos de relevancia relacionados con los derechos humanos y las relaciones internacionales.
Fue representante del Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR) entre 1973 y 1988 en Chile, Perú, América Central, México, Brasil y Argentina. Fue Subdirectora de la División Derechos Humanos de la Misión de Naciones Unidas/OEA en Haití y observadora en las elecciones de Sudafrica. Luego se desempeñó como Presidenta de la Comisión de Relaciones Internacionales del Frente Amplio; entre 1995 y 2001 fue directora de Cooperación y Relaciones Internacionales de la Intendencia de Montevideo y vicecanciller de la República entre 2005 y 2008.
"Lo de Chile fue fortuito, yo no estaba preparada. Fui con mi marido embajador y me tocó primero una época muy interesante porque era una época en la que se preparaban para la elección y después los años de Allende, que fueron apasionantes, y después el golpe", contó. El trabajo que realizó allí, ayudando a escapar del país a refugiados, es quizá lo más conocido de su vida, no así su labor en Centroamérica. "En Chile ayudábamos a la persona, al dirigente sindical, al político, a escapar, pero en Centroamérica eran las masas de campesinos a la que le quemaban las chozas. Eran dictaduras ferocísimas, como la mano blanca en Guatemala. Estaban en esos momentos los gobiernos más duros de la dictadura de Centroamérica", señaló.
Aspira a que en Uruguay se avance mucho más en relación al esclarecimiento de lo que ocurrió en esa época. Entiende que el acto que encabezará el presidente José Mujica el 21 de marzo próximo, en que se admitirá la responsabilidad del Estado en los delitos cometidos durante la dictadura, es "justo y necesario", aunque considera que "llega tardíamente". Espera que el acto se realice "con toda la seriedad y dignidad que se requiere" y dijo que si bien "es muy difícil decir que se dará vuelta la página, por lo menos se reconoce que el Estado fue violador sistemático de los derechos humanos en este país", remarcó.
Al igual que Mujica, aspira a que los militares estén presentes en el acto y se lamenta que hasta ahora ningún militar haya "hecho un mea culpa público". Recordó varios casos de militares de otros países que pidieron perdón públicamente como el general Martín Antonio Balza en Argentina, Comandante en Jefe del Ejército, Carlos Prats en Chile y el militar Herrera Jiménez, quien mató a Tucapel Jiménez, que según dijo, fue el "Pepe De Elía chileno".
Destacó como gesto oficial la entrega del local del Calen por parte del Ministerio de Defensa, que durante la dictadura funcionaba como centro de detención, para la instalación del Instituto Nacional de Derechos Humanos, nueva institución que "va a cubrir un rol fundamental porque abarca todos los temas en derechos humanos".
Belela cree muy valiosa la investigación que realizó la Universidad de la República en relación a los archivos de la dictadura y opina que es necesario que "la sociedad civil y el gobierno pidan al Departamento de Estado de EEUU la desclasificación de los archivos; eso ayuda a la investigación". Confía en que desde el Mercosur se avance en conjunto en esta materia a raíz de la decisión de la Comisión de Derechos Humanos, en diciembre de 2011, de crear una comisión especial para los archivos del Plan Cóndor.
Este no es el primer homenaje que recibe Belela Herrera -recibió el premio argentino Orden de Mayo y en Uruguay fue homenajeada en el Día de los Refugiados- pero dice no sentirse a gusto con los reconocimientos. Tras su larga trayectoria, considera que su rol actual es el de ser "articuladora".
Con información de la IM
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