El primer ministro de Rumanía, el socialdemócrata Marcel Ciolacu, presentó su renuncia este lunes, apenas 24 horas después del revés sufrido por su coalición en las elecciones presidenciales, donde el ultranacionalista George Simion, líder del partido AUR (Alianza para la Unidad de los Rumanos), obtuvo el 40?% de los votos en la primera vuelta y dejó fuera de competencia al candidato oficialista.

La decisión de Ciolacu deja vacante el liderazgo de un gobierno tripartito integrado por el PSD, el PNL (centroderecha) y la UDMR (representación húngara), y anticipa un periodo de transición política en medio de una alta polarización social. “Esta coalición ya no es legítima”, declaró el jefe de Gobierno saliente, quien también confirmó la ruptura del pacto de poder entre los tres partidos.

Según medios locales, el ministro de Educación, el independiente Daniel David, podría ser designado como primer ministro interino por el presidente provisional Ilie Bolojan. El gabinete actual quedará en funciones hasta por 45 días mientras se organiza un nuevo Ejecutivo.

Una elección marcada por la desafección y la presión externa

La elección presidencial, cuya segunda vuelta se celebrará el 18 de mayo, debió repetirse luego de que la primera fuese anulada por el Tribunal Supremo debido a injerencias rusas, lo que ya había generado un fuerte cuestionamiento institucional. Ahora, el país deberá decidir entre Simion —de marcado perfil antioccidental y ultranacionalista— y el europeísta Nicusor Dan, actual alcalde de Bucarest.

La caída del candidato oficialista Crin Antonescu al tercer lugar marcó el colapso de la estrategia del gobierno, que buscaba mantener el poder presidencial como complemento del Ejecutivo. Ciolacu descartó apoyar explícitamente a alguno de los candidatos que siguen en carrera, y llamó a sus seguidores a votar "según su conciencia".

Implicancias regionales

Rumanía, miembro de la Unión Europea y parte fundamental del flanco sureste de la OTAN, es clave en el equilibrio estratégico de la región ante la creciente inestabilidad en Europa del Este. El ascenso de Simion, cuya retórica antiinmigración, euroescéptica y revisionista despierta alarmas en Bruselas, Washington y las capitales vecinas, podría alterar el alineamiento geopolítico del país.

Para América Latina —y especialmente para los países con relaciones crecientes con la UE—, este giro en Rumanía refleja una tendencia global de fortalecimiento de discursos autoritarios y nacionalistas, que podrían redefinir políticas migratorias, comerciales y diplomáticas.