Contenido creado por Gerardo Carrasco
Internacionales

Frío y automático

Delivery murió llevando un pedido y la empresa lo cesó mediante mensaje

El caso ocurrió en Italia y provocó indignación, así como críticas hacia las precarias condiciones de trabajo de los repartidores.

11.10.2022 10:05

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2022-10-11T10:05:00-03:00
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Sebastian Galassi, de 26 años, falleció el pasado 1º de octubre en las calles de la ciudad de Florencia. Trabajaba como repartidor para la aplicación móvil española Glovo, y fue atropellado por un Land Rover cuando cumplía con una entrega.

Horas más tarde del siniestro, el teléfono del fallecido recibía el siguiente mensaje: “Su cuenta ha sido desactivada por incumplimiento de los Términos y Condiciones”. Con esas palabras, la compañía lo desafectaba —no lo despedía, ya que el modelo de negocio no contempla contratación— por no haber entregado en tiempo y forma la encomienda que trasladaba al momento del accidente.

Galassi nunca vio el mensaje. Al día siguiente del sinestro, falleció en un hospital local.

El texto enviado por Glovo, y difundido por la familia del difunto, es un mensaje automático que se envía a los “usuarios” —tal la denominación elegida por la empresa— cuando no cumplen los tiempos de entrega de un pedido.

Mediante ese email, los repartidores son automáticamente despedidos, o como se utiliza en la jerga del sector, “desconectados”.

Según informa Bussines Insider España, la empresa aseguró que el envío de ese mensaje se trató de un error, y se ofreció a pagar parte —no todo— de los costos fúnebres del repartidor.

“Lamentamos profundamente el fallecimiento del repartidor Sebastian Galassi como consecuencia de un accidente de tráfico en Florencia, Italia. Estamos en contacto permanente con su familia para apoyarles en estos momentos tan difíciles”, dijo un portavoz de Glovo en declaraciones al citado medio.

“Al suspender la cuenta para proteger su identidad, un mensaje automático fue enviado por error a su familia. Lamentamos profundamente lo sucedido y reiteramos nuestro total apoyo a la familia. Desde Glovo haremos todo lo posible para ayudarles en esta difícil situación”, agregó.

Galassi era estudiante de diseño gráfico y había empezado a trabajar para Glovo durante las noches y en los feriados. Según sus familiares, ganaba unos 600 euros al mes, aproximadamente 24.000 pesos uruguayos.

El mensaje automático que recibió el repartidor es el siguiente: “El objetivo de Glovo es ofrecer una experiencia óptima a sus mensajeros, socios y clientes. Con el fin de mantener una plataforma sana y justa, a veces es necesario tomar medidas cuando uno de estos usuarios no se comporta adecuadamente”.

“Lamentamos informarle de que su cuenta ha sido cancelada por incumplimiento de los términos y condiciones. Si todavía tiene pagos pendientes al final del siguiente periodo de facturación, recibirá los detalles del último pedido para facturar”.

El sindicato Confederazione Generale Italiana del Lavoro (CGIL) convocó a un paro 24 horas de todos los repartidores del sector, medida que se llevó a cabo el pasado 5 de octubre

Al igual que en otros países, los trabajadores de este tipo de plataformas sufren una gran precariedad. Carecen de derechos y protecciones laborales básicas, ingresos bajos e inconsistentes y, en muchos casos, barreras a la organización colectiva.

“Otra muerte inaceptable, en un sector donde la seguridad en el trabajo sigue siendo con demasiada frecuencia un derecho a conquistar, así como el salario digno, y los derechos son a menudo una quimera, dentro de un sistema que empuja la productividad en detrimento de las salvaguardias”, condenaba la CGIL en un comunicado.

El alcalde de Florencia, Dario Nardella, del Partido Democrático, utilizó la red social Facebook para cargar contra las empresas de delivery. “Cero protecciones, ritmos insostenibles, pocos derechos. Durante años, en Florencia hemos estado luchando por la dignidad de todos los trabajadores y riders en particular”, escribió.

“Lánzate en bicicleta o en moto por las calles de nuestras ciudades para repartir millones de comidas porque un algoritmo les empuja a correr cada vez más para ganar 600 euros al mes. Tienen que darse prisa si quieren ganar. Una carrera contrarreloj para satisfacer al cliente. Una carrera por unos pocos euros. Una carrera que les cuesta la vida”, agregó el jerarca.