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Del todos a todes: el uso de la "e" en lenguaje inclusivo gana adhesiones y muchas críticas

De la "ignorancia sobre la lengua" a la inclusión y las alusiones a Orwell: tres lingüistas analizan qué futuro tiene el uso de la e en un género neutro, que impulsan varios grupos, mientras intentan separar la lingüística de la ideología.

12.06.2018 11:15

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2018-06-12T11:15:00-03:00
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El lenguaje inclusivo nació como una propuesta para erradicar el androcentrismo en el habla, en el entendido de que la lengua invisibiliza la figura femenina y que, como construcción cultural en permanente transformación, recoge también la discriminación, el sexismo o el racismo que se vive en la sociedad.

Esta postura llevó a proponer, muchas veces desde ámbitos oficiales, el "desdoblamiento", el uso del masculino y el femenino para referirse a la población en general (por ejemplos, "todos y todas"). Un ejemplo reciente en Uruguay, no exento de polémica, fue el cambio de nombre de la Defensoría del Vecino por el de Defensoría de las Vecinas y Vecinos.

Ante la controversia generada en varios países por el impulso a esta modalidad, la Real Academia Española se manifestó ya en el 2010 contra las dificultades que acarrea este uso. "La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones", señaló.

Para la RAE, "este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico" y "la mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto".

La e entra en escena

Sin embargo, la invención de un género neutro en español que usa la "e" comienza a ganar terreno en el habla o, en todo caso, se impulsa como forma "mejorada" para superar estas críticas al lenguaje inclusivo.

"La intención a través de la intervención era representar lo que muches compañeres vivieron en los años del terror. Nos parece pertinente darles el valor y reconocimiento que merecen, porque esta lucha es de todes", señaló por ejemplo el gremio estudiantil del IAVA semanas atrás, al manifestarse sobre la controversia de una intervención en las aulas.

Otros grupos están comenzando a usar la e como forma de "estandarizar" un género neutro en
castellano. En el Pequeño manifiesto sobre el género neutro en castellano, divulgado por la traductora argentina Rocío Gómez en 2016, se aclara que esta iniciativa surge ante las críticas señaladas: "Hay una solución clara, similar a la propuesta de la utilización de la equis pero gramaticalmente correcta: es el uso de la e como vocal neutra".

Tiene un plural genérico ("les ciudadanes", por ejemplo), un singular genérico ("para todas aquellas personas que no se consideren dentro del binario", por lo que se podría usar "María es linde"), y un indefinido (cuando se desconoce aún el género de la persona, como en "le nueve empleade llegará pronto")

Este cambio implicaría también modificar los pronombres (elle, míe, tuye, quiénes, cuántes).

Habla la lengua

Esta nueva modalidad propuesta tampoco entusiasma a los estudiosos de la lengua, aunque solucione algunos problemas de "economía de lenguaje" achacados al uso de "todos y todas", por ejemplo.

El presidente de la Academia Nacional de Letras, Wilfredo Penco, dijo a Montevideo Portal que si bien no es una propuesta que se considere actualmente, "en principio parece ir no solo contra las reglas gramaticales aplicables sino también contra las formas que el hablante reivindica en su uso cotidiano, formas que por lo demás no se modifican por decreto".

Una opinión similar tuvo su antecesor en el cargo, el lingüista Adolfo Elizaincin, que aclaró "antes de entrar al debate", que "una cosa es lo que dicen los lingüistas y otro es la ideología", en relación a que las discusiones sobre el sexismo no atañen a sus temas de estudio, como lo son la estructura, la función, el origen o la evolución de las lenguas. "Nosotros solo lo podemos analizar desde el punto de vista técnico", dijo.

El especialista remarcó que esta confusión persiste aunque "uno aclare y aclare que el masculino es el género no marcado en el español como en otras lenguas es el femenino, y que en consecuencia por eso a través del masculino se puede designar también a lo femenino".

Elizaincin cree que si bien es cierto que el uso de la "e" soluciona varios de los problemas de economía del lenguaje que presentaba el desdoblamiento de "todos y todas", por ejemplo, plantea muchos inconvenientes a nivel de la gramática. "¿Diríamos, por ejemplo, le papa? ¿Cómo saber si hablamos de la papa, el alimento, o el papa, dignatario máximo de la Iglesia?", se preguntó. "Habría que escribir una nueva gramática, y allí se van a encontrar con problemas de todo tipo", apuntó.

También habría dificultades con el neutro de los masculinos y femeninos irregulares (que se escriben notoriamente distintos en masculino y femenino, como príncipe y princesa, por ejemplo).

La lingüista de la UDELAR Victoria Furtado, autora de una tesis titulada El lenguaje inclusivo como política lingüística de género, no quiso aventurar opiniones sobre este cambio propuesto porque "no es tarea de los lingüistas valorar cómo habla la gente sino describir como lo hace e intentar comprender y explicar por qué lo hace de ese modo".

Apuntó que últimamente la "e" se está usando más en este intento por incluir todas las identidades y cree que llama más la atención porque, a diferencia de la "x", se usa tanto en la oralidad como en la escritura. "Es un fenómeno que empieza a aparecer en el habla cotidiana de las personas y no necesariamente en lo que llaman plataformas de lenguaje inclusivo, al menos en Uruguay. En mi opinión es muy difícil que esto se recoja en el ámbito institucional", opinó.

"Creo que lo más importante es tener en cuenta es que las personas hablamos de manera distinta según el contexto y la situación comunicativa. En ese sentido, puede ser interesante usar una estrategia de este tipo cuando se quiere marcar un posicionamiento en relación a cuestiones de género, pero puede que no resulte apropiado o no sea bien recibido en todos los ámbitos. No es lo mismo una entrevista laboral que una charla de ascensor o que una asamblea", agregó la lingüista.

¿Primero fue el verbo?

Para Elizaincin, cambiar el lenguaje no ayudará a modificar la sociedad, como pretenden algunos de los impulsores de esta modalidad. "Efectivamente, es cierto que las sociedades son machistas como lo son también discriminatorias", pero el lenguaje "lo único que hace es reflejar eso". "No es que uno inventa el lenguaje conscientemente", dijo.

Creer que se puede hacer al revés "demuestra una gran ignorancia en la historia de las lenguas". "Jamás ha sucedido eso, excepto en nomenclaturas específicas como la medicina, y menos por decreto", opinó. El lenguaje "claro que cambia, porque la sociedad lo hace", pero para que se modifique "hay que cambiar la sociedad".

¿Sería posible que si se extiende el uso de la e como género neutro ("les", "todes", "hijes"), se terminara aceptando por parte de la Real Academia Española? "Sería la primera vez que sucediera", respondió el lingüista, "pero el lenguaje no funciona de esa manera".

En esa sintonía, Furtado opinó que el lenguaje "es un fenómeno social y cultural". "Por lo tanto, las iniciativas lingüísticas nunca pueden aislarse de iniciativas en otros niveles. Si hablamos usando lenguaje no sexista pero no cambiamos en nada otras prácticas, entonces será solo un gesto de corrección política y no, no modificará el sexismo de la sociedad", aclaró.

Furtado tampoco cree que se pueda "institucionalizar a través del uso". "Hay usos lingüísticos muy extendidos que no se incluyen en la norma porque no se los considera ‘correctos'. Y en este caso, además del debate sobre la corrección, hay un trasfondo político, lo cual dificulta aún más todo. Todas las normas son construidas, también las lingüísticas que forman parte de pactos sociales más amplios, y para que eso cambie es la sociedad la que tiene que cambiar", opinó.

Eso "no quiere decir que mientras tanto no se pueda hacer nada con el lenguaje", aclara, pero "para que deje de ser una estrategia de resistencia o de denuncia (que es su función actual) y pase a ser ‘norma' o se institucionalice tienen que subvertirse las relaciones de poder en un plano más amplio".

En la vereda de enfrente, la traductora Rocio Gómez asegura que ya hay casos en el mundo en los que se institucionalizaron nuevos usos mediante la militancia en referencia al género neutro: por ejemplo, Suecia. En el 2015 se incorporó al diccionario el pronombre neutro "hen", a raíz del activismo de la comunidad trans, que pergeñó el término. El cambio había sido propuesto en los 60 por el movimiento feminista pero no arraigó entonces.

La costumbre hace al hombre (y a la mujer)

Si no se institucionaliza, ¿puede la costumbre hacer que se incorpore el género neutro en algún momento? Elizaincin no cree que esto vaya a tener efecto en cómo habla la gente. "Los lingüistas no creamos nada. Observamos cómo la gente habla, hacemos entrevistas, sacamos datos, analizamos, vemos tendencias de la lengua y sacamos conclusiones de cómo se usa el lenguaje", dijo.

Para que se diera el uso de la "e" en un género neutro, debería darse un "cambio lingüístico muy fuerte". "Si espontáneamente, sin querer hacerlo para ser políticamente correcto o estar a la moda, dijeras les o todes, en ese momento el cambio se habría producido, pero un cambio lingüístico, en sociedades dinámicas, lleva entre 70 y 100 años en una comunidad, eso como algo rápido", aseguró.

Además, el lingüista cree que la modificación del lenguaje por "decreto" le suena a "que se quisiera censurar". "Hoy no te gusta esto y mañana puede ser otra cosa y al final terminamos como George Orwell, en la novela 1984, donde había un ministerio (el Ministerio de la Verdad) para reformar el lenguaje y cambiar la historia", concluyó.

Martín Otheguy